Queridos amigos,

Escribo esta Oda en uno de esos días que agradezco vivir en Santiago de Chile. La cordillera de Los Andes está nevada, la luz y el aire transparentes. Ayer fue un día de lluvia y hoy, de sol frío. Si se trata de agradecer debería ponerme a saltar y a contar a los vientos y a los mares una gran noticia. La semana pasada firmé contrato con la editorial Seix Barral para publicar mi próxima novela Ceniza. Durante el primer semestre del 2024 será el lanzamiento.

Para que se hagan una idea de la cantidad de tiempo y energía que he invertido en este proyecto, solo les digo que comencé a esbozarla en septiembre del 2017, justo seis años atrás. Hace dos le puse punto final a la historia y desde entonces me he dedicado a releer, a corregir, a releer, a corregir. Ahora estoy otra vez leyéndola con ojo de lince, buscando los errores, las inconsistencias, los tiempos verbales que no son coherentes. Es un trabajo de joyería así que además de escritora, soy joyera.

No sabía cómo titular esta Oda porque si bien es una oda a la escritura, lo de hoy es más bien una noticia en desarrollo, estaré en los próximos meses contándoles sobre esto y ustedes, queridos suscriptores, serán los primeros en enterarse de esas novedades.

Muchos temen hacerlo porque están dominados por pensamientos malignos o etiquetas auto impuestas como que no soy capaz, no tengo idea por dónde comenzaría, no sé cómo tú haces. Es súper sencillo y esta fórmula -al menos creo que todavía no se inventa una mejor- es infalible. Un lápiz y una hoja, escribes lo que se te viene a la cabeza. Es lo que se llama ejercicio de escritura libre y si yo la estuviera ejercitando ahora escribiría:

“Estoy frente al computador, me gusta el olor de la vela, en poco rato comienza la clase de la Divina Comedia. Los lápices de colores que tengo sobre el escritorio me encantan y no tengo ganas de ir al dentista en la tarde pero no me queda otra. Tengo los labios secos, debería ponerme algo. Pucha que lo pase bien corriendo en la mañana y no puedo creer que sea jueves porque tengo tanto que hacer. Hoy me desperté contenta, no como ayer que me costó mucho. Me carga este cambio de hora”.

¿Se dan cuenta? No es nada del otro mundo. No corregí, solo puse las ideas que se estaban cruzando por la mente y tampoco busco coherencia, me salto de un tema a otro, sin importar que sean ideas inconexas. Estoy convencida que todos podemos escribir. Lo que vendría a continuación, es decir, el estilo, la gramática y la redacción son aspectos que se van puliendo. Les aseguro que si llevan un diario donde vas escribiendo un poco cada día, olvidándote de las reglas de la Real Academia de la Lengua y de tu profesora de lenguaje, tendrías éxito.

Cuando me refiero a escribir no pretendo que todos seamos una Julia Navarro o  Pablo Neruda, sino escritores privados, en que dejemos constancia de la existencia. Si así lo hiciéramos sería un tremendo aporte, porque escribir nos ayuda a conocernos, a recordar lo que olvidamos y a ser más felices. Yo sé que algunos están con cara incrédula, diciendo esta mujer se volvió loca o está haciendo un pontificado. Puede ser, pero prefiero ser una pontífice que una espectadora en la última gradería de un estadio de fútbol. Vivamos con lápiz y papel. Te apuesto que lo vas a disfrutar.

Siguiendo con la diversión, escucha el nuevo capítulo de Espiral con Patricia Rivadeneira, a quien la creatividad y el arrojo se le dan naturalmente.