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#90 Entrevista a Patricia Rivadeneira

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Hola, hola ¿cómo estás? Te doy la bienvenida al programa 90 de Espiral y me harías muy feliz si lo recomiendas a tus amigos, me pones un like donde sea que lo escuches. Así podré llegar a más personas. Hoy te presento la segunda parte de la entrevista que le hice a la actriz chilena, Patricia Rivadeneira, quien es un referente en el teatro de nuestro país, además de alguien que ha conseguido numerosos premios y reconocimientos en su carrera. Decidió estudiar teatro no solo por vocación sino por una necesidad intrínseca de expresarse públicamente durante los años de la dictadura. Este acto, su propia revolución es algo muy importante y que demuestra el carácter de Patricia Rivadeneira que al ser la mayor de tres hermanas y criada en dentro de una familia conservadora, tuvo el coraje de abandonar este camino y hacer el suyo propio. No pasó mucho tiempo cuando consiguió roles protagónicos no solo en teatro, sino que también en la teleserie Secreto de familia de Canal 13 a los 20 años, y también fue parte de la Resistencia cultural durante los años ochenta y en 1992 si que nos dio que hablar, porque hizo una performance en el Museo de Bellas Artes de Santiago en la que apareció crucificada envuelta en la bandera nacional para protestar por la discriminación a las minorías étnicas y sexuales en Chile.

Me salto a la pandemia porque también marcó un antes y un después con el lanzamiento de la plataforma de streaming de las artes escénicas Escenix. Y tan solo hace semanas protagonizó la famosa obra de teatro  “Teoría King-Kong” de Virginie Despentes que tuvo una acogida excepcional.

Recuento personal ¿Cómo les cuento esto? ¿Por dónde parto? Estoy tan emocionada que me cuesta decirlo aquí, al frente del micrófono con que grabo Espiral, pero ustedes, mis queridos auditores son los primeros que deben enterarse de que la semana pasada firmé contrato con la editorial Seix Barral para publicar mi próxima novela Ceniza. Si bien lo venía conversando hace muchos meses, recién el viernes pasado por fin firmé. Ha sido un trabajo arduo, comencé a escribir Ceniza justamente hace seis años atrás, en septiembre del 2017. Más que escribirla, a delinear la trama. Llevo más de dos años editándola, un año en conversaciones con la editorial y ahora por fin, veo que todo está caminando. El lanzamiento será el próximo año durante el primer semestre, todavía no lo tengo claro. Pero den por seguro que los mantendré al tanto. Por ahora sigo leyéndola, editándola, hasta mandarla al editor, tengo fecha límite el primero de octubre trabajar en conjunto la portada y otros detalles. Así que ando muy concentrada en esto de la edición y he vuelto a mi rutina de trabajo que les había comentado hace unos capítulos atrás. Las mañanas hasta después de almuerzo las dedico exclusivamente a Ceniza y las tardes a todas las otras actividades a que me dedico, como Espiral, el boletín Oda y preparar los talleres.

Te invito a escuchar la entrevista a Patricia Rivadeneira

 

ENTREVISTA A PATRICIA RIVADENEIRA

KC: Hola Patricia ¿Cómo estás?

PR: Aquí estoy, muy bien, feliz. En un día de otoño, anoche llovió. Hermoso. Y los aromos están en flor en Chile.

KC: ¿Qué te interrumpí o qué estabas haciendo cuando te tuviste que conectar a esta conversación de Espiral?

PR: Estaba despidiendo a mi amigo cineasta Rodrigo Sepúlveda que me vino ver por un café al medio día y se quedó almorzar. Cociné una pasta con porotos a la italiana, pasta e fagioli. Y él se fue a trabajar y yo me vine a sentar aquí.

KC: Pero yo tengo entendido que tú, no es que no eres tan buena cocinera, pero no es uno de tus fuertes.

PR: Es que mi marido no está en Chile, entonces cuando él no está retomo el control de la cocina y como me acostumbré a comer muy bien, porque es un gran cocinero, he decidido dedicarle un poco de tiempo a eso porque me gusta comer rico. Cada vez me gustan menos los restaurantes. Los restaurantes me dan como un poquito de guácala.

KC: ¿Eres asquienta?

PR: Sí, un poco. Ayer vi una noticia en el diario que salía una cocinera, no sé dónde, cortándose las uñas arriba del mesón de cocina, las uñas de las patas. No, no es por asquienta, es que soy exigente. Y comer sano y bien no es fácil, y esa es mi prerrogativa en este momento, sano y bien.

KC: ¿Y eres exigente sólo en este aspecto o te consideras una persona exigente en la vida, tu actitud de vida?

PR: Sí, puede ser. Me gusta las cosas buenas. Soy exigente.

KC: ¿Y eres perfeccionista contigo misma? 

PR: No, tengo una moral más bien laxa, pero sí soy exigente.

KC: ¿Y esta moral laxa, o no ser exigente, atraviesa también cómo te vinculas con el resto?

PR: Sí, obvio. Es igual en todos.

KC: A ver si te estoy entendiendo, entonces si pudiéramos tratar de decir un poco sobre tu persona, eres un ser humano que perdona fácilmente.

PR: Sí. No soy rencorosa. 

KC: No eres rencorosa. 

PR: No, porque como yo me equivoco mucho, puedo herir a mucha gente porque no soy tan simpática siempre, también me perdono. Creo mucho en el sacramento de la confesión, perdón y auto perdón.

KC: Increíble para una chica que no se confirmó, jovencita en el colegio ya era revolucionaria.

PR: Pero siempre me confesaba. Mira hay cosas que uno se va reconciliando que tienen que ver con la madurez y eso tiene que ver también con comprender, por ejemplo, que nuestro mundo sigue estando muy dividido y separado. El mundo occidental, entre la cultura católica latina y la cultura anglosajona calvinista. Los latinos perdonamos porque tenemos el sacramento de la confesión. Ellos no, por lo tanto, tienen esta pretensión de tener la verdad, de no poder mentir y de ser dueños de la verdad. Y eso es muy peligroso. Yo prefiero ser latina más católica que luterana, como quien dice.

KC: ¿Cuándo fue la última vez que te confesaste con un cura?

PR: Hace mucho. Ah no tanto, porque en una teleserie que hice hace poco me confesé. Me encanta confesarme también en la ficción. Vale para todo.

KC: Pero esa confesión es una ficción.

PR: Es lo mismo. Mira, todos hemos soñado con casarnos con el vestido blanco. Yo lo hice muchas veces, en muchas ficciones, ya lo hice, check. Para eso sirve la ficción ¿o no? ¿Qué crees tú? Lo actores podemos hacer eso, es mágico.

KC: Pero la ficción no es la vida real. 

PR: No sé, cuando uno dice, yo creo que creo o creo que no creo. Todos actuamos un poco, uno actúa que está enojado, uno actúa que está feliz. Siempre hay un poco de eso en nuestra vida real también.

KC: ¿Entonces actúas contigo misma?

PR: No, lo que te quiero decir es que creo que los seres humanos, la sociedad que hemos construido es un poco así. Cuando tú te despiertas en la mañana y dices que lindo día y hay otros días que dices, que día más feo. El día no ha cambiado tanto, lo que ha cambiado es tu actuar frente al día ¿o no?

KC: Es una forma de mirarlo, pero también hay hecho objetivos.

PR: Sí, pero también está eso otro. Las dos cosas.

KC: ¿Qué te desvela la noche?

PR: No me desvelo mucho. Cuando tengo apremio, por ejemplo, económico, eso me puede desvelar, o el desamor, esas cosas. Los desencuentro amorosos.

KC: ¿Cuál fue tu primer acto revolucionario que tengas memoria?

PR: No, no sé en este minuto. Es que sabes que cuando tú haces esa pregunta uno tiene que repasar para atrás, es muy largo eso porque tengo que ir a los cinco, los ocho, a los nueves, a los diez, a los once.

KC: A los doce está claro que te echaron del colegio. 

PR: Claro. Pero no es el primer acto revolucionario. No mira, yo me arrancaba de mi casa, chica, me iba donde la vecina sin avisar. Eso ya era como a los cinco, cuatro.

KC: ¿Y no te atormentaba hacer sufrir a tu padre y tu madre?

PR: No, porque ellos me hacían sufrir bastante.

KC: ¿Eran muy exigentes, eran muy dogmáticos? 

PR: No, eran personas que sufrían mucho. Por lo tanto, tenían discusiones, peleaban, gritaban, mi mamá mucho. No, nunca pensé que los hacía sufrir. Yo creo que los niños son egoístas, escapabas para pasarlo bien, escapaba para ir a ver una amiga. Pero yo creo que los niños en general son bastante egoístas, no tienen conciencia de que hacen sufrir a lo otro.

KC: Claro, pero le podías tener un poco de miedo, un respeto superior a tus padres por haberte escapado. Estoy poniendo el ejemplo más burdo que hay.

PR: Sí, el miedo al castigo dices tú. Claro.

KC: Pero es un miedo al castigo también porque ellos son tu fuente autoridad, tú los quieres. A nadie le gusta hacer sufrir tanto a los padres.

PR: Pero si yo no estaba pensando en hacerlos sufrir, que rara la pregunta. Estaba yendo a ver a una amiga al lado no más.

KC: No, pero por ejemplo, cuando te comportabas mal en el colegio, igual uno piensa qué me van a decir mis papás.

PR: Ah, sí. No, terrible, hay miedo a todo el castigo. Pero yo siempre tenía una especie de afán por la exploración libre del mundo, era más fuerte que las reglas. Siempre ponía en discusión las reglas. 

KC: En ese sentido, ¿Serías una persona más oposicionista, que se opone a las reglas? 

PR: Sí ¿Cómo se dice? hay una palabra. La contra, llevar la contra. Uy, la contreras, esa era yo, abogada del diablo. 

KC: ¿Y hay algún antecedente en tu familia así? 

PR: No sé, voy a pensarlo. No lo había pensado. Seguramente sí. 

KC: Por lo tanto, tu adolescencia fue una adolescencia muy interesante, muy atípica.

PR: No sé si atípica. No, yo creo que los adolescentes casi todos son bastante rebeldes. Hay mucho en la adolescencia de eso, una característica de la adolescencia, la rebeldía. 

KC: Claro. Pero hay rebeldías y rebeldías, la tuya fue bastante intensa.

PR: Sí, pero no creo que sea tan atípica.

KC: ¿Y recuerda amistades lindas de esos años? 

PR: ¿De la adolescencia?

KC: Sí.

PR: Claro, sí, tenía unas amigas lindas. Y mis primas también, muy cercanas. Muy lindo eso.

KC: ¿Y tu familia es «achoclonada»?

PR: Sí. Hartos primos, hartos veraneos juntos. Harta gente. 

KC: ¿Y tú eres una persona gregaria o te gusta más estar sola?

PR: No, soy gregaria. Ahora, me gusta más estar sola. Hace algunos años he practicado la soledad.

KC: ¿Y esto de ir a vivir a Italia es un poco escapar de este ambiente social también o no?

PR: No, es escapar de Chile. Obvio.

KC: Te tenía cansada. 

PR: Es que vivir en un lugar tan remoto no es un asunto baladí, ni menos para alguien como yo, que tengo mucha curiosidad, que se aprecia muy curiosa, es difícil explorar el mundo desde un lugar tan remoto. Italia es el centro. Fue la capital del Imperio por mucho tiempo y de alguna manera sigue siendo el centro del mundo occidental. 

KC: ¿Hubo algo que te costará en Italia? ¿O era tanta tu necesidad de ir a este centro?

PR: Todo me costaba. Imagínate cambiarse de país no es fácil. No sé para quién podría serlo.

KC: ¿Y sabías italiano?

PR: No.

KC: Ah, o sea, realmente fue una apuesta total.

PR: No, porque yo tenía un trabajo muy bueno y mucho apoyo, de un país entero, imagínate.

KC: ¿Y para tu hijo cómo crees que fue?

PR: Yo creo que él lo agradece mucho hasta el día de hoy. Es muy interesante, seguramente difícil al inicio, pero creo que fue bueno. Al inicio le costó encontrar sus redes o sus amigos, pero fue una experiencia muy buena, única, obviamente.

KC: Claro, porque además tuviste mucho más de la presupuestado allá.

PR: Sí, así es. 

KC: Y conociste el amor. 

PR: Sí. 

KC: ¿Y a él le gusta Chile?

PR: Algunas veces, algunos aspectos. Chile es un país difícil para los extranjeros, no es fácil. 

Yo había tenido antes un noviazgo largo con un inglés y también artista, es difícil. Es un país que aparte, para la gente que hace arte es muy difícil, para los que hacen comercio es más fácil, pero para la gente del mundo artístico es muy difícil porque no se valoriza para nada eso. No es un país tan amable y no un país amable con los extranjeros, que desconfía del otro y distinto justamente por lo remoto, por lo lejano, por lo aislado. Así que no es tan fácil arraigarse, sentirse parte.

KC: Y de acuerdo a tu percepción ¿Cómo ha sido la valoración del aspecto cultural en Chile desde que llegó la democracia? 

PR: Creo que tuvimos algunos buenos y mejores momentos. Por supuesto ha sido mejor de lo que fue en la dictadura, pero en general siento que no hay un gran aprecio. No hay una comprensión del significado del arte o de la cultura, de lo significativo, importante y fundamental que es para que una nación tenga identidad y se desarrolle. Hay como una desconfianza y creo que esa desconfianza se traduce en mucho prejuicio. Hay un miedo al pensar, al reflexionar, una sociedad que es tan capitalista, que quiere poder tener acceso y que se siente que lo más importante es de poder adquisitivo y no poder de reflexión. Complicado, mira, imagínate en este gobierno ni siquiera han nombrado agregados culturales, creo que hay dos. Hay como una desconfianza, un desprecio con la gente que hace arte en Chile.

KC: ¿Y eso es tu lo percibiste mediatamente en Italia, la diferencia?

PR: Sí, porque en Italia me decían maestro, por ejemplo. Considera que alguien que es músico, es como alguien que tiene como, al revés, allá se aprecia más que casi cualquier otra profesión. Le deben todo lo que tiene a los artistas. Los señores, la gente con dinero en los países europeos, durante muchísimos años, los reyes, etcétera, construían las grandes catedrales, las grandes plazas, los grandes museos. La gente con poder aquí en Chile no hace nada de eso. Toman un avión y se van a Europa a pasar una temporada para ver algo lindo. No lo construyen aquí.

KC: Pero tratamos de construir escuelas, tratamos. 

PR: Es que no es una cosa por otra. 

KC: Yo estoy de acuerdo contigo. 

PR: Están mal enfocados. Ah, mira vamos a hacer un colegio en vez de un museo, ¿qué tiene que ver? Los argentinos son en eso, por ejemplo, ahí está la demostración de que no es solamente un tema de plata, sino que de foco.

KC: Es un problema de foco, obviamente.

PR: El problema en Chile es que se pretende que cualquier cosa que se haga, tiene que tener un lucro del 300%, cualquier cosa que no genera un lucro del 300% es considera una mala inversión. La cultura no es una inversión a corto plazo. Ni se puede medir en dinero, nunca.

KC: ¿Sientes que estás contribuyendo tú a enriquecer nuestra cultura? No lo digo por el trabajo que haces muchísimo, sino contribuir a este debate como Patricia Rivadeneira.

PR: Sí, claro. Por eso es que doy estas entrevistas, si no para qué. Por eso te estoy dando este tiempo, no para hablar de otras cosas, sino de estas cosas. 

KC: Y si tú tuvieras un sueño ¿Cuál sería? Te dijeran, dinos tu sueño y te lo vamos a conceder. Estuvieras ahí en el Olimpo

PR: Sabes qué pasa, que los deseos no hay un sueño, uno tiene muchos sueños. Como sabemos, como dicen, el ser humano es una máquina de deseos, una máquina deseante. Y una vez que se pasa un deseo viene otro deseo, y así empujamos.

KC: Quizás que no es el deseo, sino una quimera, una visión, porque al final tu vida profesional y tuviera personal son uno y tú estás en el fondo tratando de mejorar la sociedad. ¿Cuál sería, si tú pudieras resumir, tu visión?

PR: Bueno, yo creo que sería más interesante tener una sociedad más colaborativa y basada sobre no el poder, sino más bien en la reflexión, en la comprensión del mundo y del universo. Eso creo que sería más interesante. Eso sería una visión de mundo más acorde con el resto de la naturaleza, llegar a una armonía con el resto del planeta y no en una explotación.

KC: ¿Hay alguna sociedad, estoy hablando a nivel mundial, en que tú digas para allá me gustaría ir, en términos, que estamos hablando, reflexivos?

PR: Es que ahí hay como ciertas utopías, como lo que habla Daniel Quinn en su libro «Ishmael», el mundo de los tomadores y de los dejadores. Entonces, un podría decir que los pueblos originarios que aún quedan en el planeta, son pueblos que viven en una armonía mayor con la naturaleza, pero yo no pertenezco a eso, yo soy una mujer occidental, muy culturalizada, pero creo que esta madre cultura, a la que pertenecemos debiera repensar. Posiblemente el tema del patriarcado es una de las grandes revoluciones que vamos a vivir en el siglo XXI, la revolución feminista y cómo la vamos a llevar eso, pero eso es una cosa que son procesos y por lo tanto no hay un fin, hay un camino. Y ese creo que es el camino que estamos caminando.

KC: En ese sentido deberías estar contenta que estamos avanzando. 

PR: Yo estoy totalmente contenta y soy optimista, súper optimista con nuestra humanidad a pesar de lo que se está presentando respecto, por ejemplo, al tema del cambio climático. Pero en otros aspectos soy muy optimista. Creo que estamos mucho mejor como comunidad humana que hace cien o doscientos años, respecto muchos temas; a la libertades personales, al tema de las mujeres, a cómo estamos mirando. Es como que el proceso, porque como tenemos más historia, ya tenemos más capacidad para ver lo que hicimos y volver a mirarlo y volver a reflexionar. Sin embargo, hay cosas terribles como los cuarenta y un muertos que aparecieron ayer en el Mediterráneo o la guerra en Ucrania. Pero sí pienso que a pesar de que damos dos para adelante y uno para atrás, queda uno adelante. Eso es lo que siento.

KC: Absolutamente. Es una constante el mal y el bien, hay que ver en eso quien prevalece, el bien sobre el mal o el mal sobre el bien. ¿Y cómo ves tú, tu pasado? ¿Cómo te reconcilias con tu pasado, tus errores, tus aciertos? ¿Eres de mirar el pasado?

PR: No, no miro mucho el pesado. Lo miro porque me obliga gente como tú, sino lo miraría menos todavía. Soy muy presente y futuro.

KC: Sí veo. ¿Y te has hecho alguna vez una terapia?

PR: Sí, empecé a los quince. 

KC: ¿Hubo resultados? ¿O crees que fue tiempo y plata perdida?

PR: No, siempre he trabajado mucho sobre mí. De hecho, estoy haciendo una formación en Gestalt, soy discípula de Claudio Naranjo, que fue un psiquiatra chileno bastante conocido en el mundo. Así que no, he hecho mucha terapia y le agradezco mucho.

KC: De todas las etiquetas que tan puesto, la más conocida es la “musa de la vanguardia” ¿Te gusta?

PR: Sí, muy sexy.

KC: ¿Tu hijo qué crees tú que recuerda de su infancia con esta madre tan prolífica, tan energética, me imagino, creativa y llevada a sus ideas?

PR: No sé, habría que preguntarle a él. 

KC: ¿Él es artista?

PR: No, es historiador.

KC: Pero tiene una sensibilidad.

PR: Sí, por supuesto, es una persona muy encantadora, muy sociable. Le gusta mucho la política. Tiene una visión del mundo.

KC: ¿Y sufriste en algún momento siendo madre?¿Te sacó canas verdes, como se dice en Chile?

PR: Claro que sí, me sacó canas verdes. Se quedaba repitiendo, era flojo, flojazo salió. 

KC: ¿Y cómo fue la pérdida de su padre, cuando el pintor Carlos García tuvo el accidente?

PR: Ah, no terrible. Lo pasamos tan mal, imagínate yo lo quería mucho a Carlos, así que fue bien doloroso, como todas las pérdidas por accidente, alguien joven, vital, fue un momento difícil. 

KC: ¿Tu madre está viva?

PR: Sí, mi madre está viva.

KC: ¿Y cómo es tu vida a familia hoy en día? Me imagino que ya se deja un poco en la rebeldía o las causas de lado y uno se vincula más del lado amoroso ¿O todavía no?

PR: No, claro, supuesto. Mi mamá además ya está anciana. Ahora ella nos necesita, entonces también es lindo poder cuidarla, esta con ella, en sus último años. Entender la vejez.

KC: ¿Y la vejez para ti?

PR: ¿Qué es para ti?

KC: Para mí, es la decadencia del cuerpo con la adquisición de sabiduría.

PR: No siempre sabiduría, hay unos viejos de mierda. Pero sí, ojalá. Es como un anhelo. 

KC: ¿No crees que con el tiempo uno va como aprendiendo del pasado, de los errores, de la gente que conociendo? Yo creo que sería terrible no hacerlo.

PR: Sí, pero hay hartos viejos de mierda.

KC: Pero espero no ser vieja de mierda.

PR: Yo también. Yo creo que ese es un sueño, a propósito de la pregunta que me hacías. Ojalá uno llegue a tener una vejez, si es que llega a la vejez, habiendo aprendido, comprendido y armonizado las puntas.

KC: Pero la pregunta es otra, ¿Cuándo uno llega a la vejez?¿Cuándo uno se hace viejo?
 

PR: No te preocupes, te vas a dar cuenta.  

KC: No sí, claramente ya me doy cuenta, pero cuando de verdad. 

PR: Cuando uno se vuelve más dependiente, menos autónomo.

KC:  O cuando viene un hijo y te enseña, ay mamá si esto se hace así.

PR: No sé, es que los hijos te enseñan siempre.

KC: Pero no, yo creo que ni tú ni yo todavía somos viejas.

PR: Bueno, hay una cosa que se marca mucho en una sociedad que todavía no ha hecho el upgrade con los viejos, entonces las jubilaciones son muy tempranas para las expectativas de vida que está teniendo la humanidad. Y hay una obsolescencia laboral que marca un momento, ese es un momento importante. Y después, las enfermedades que van apareciendo con los años, con la tercera edad.

KC: ¿Y tú te vas a dejar canas, o no?

PR: No sé. No lo he pensado. Ahora no. 

KC: Yo no sé, no sé si sea capaz. O sea, hoy en día no, tengo cincuenta, me tiño y todo pero no, no creo. En algún minuto me voy a cansar, si la cantidad tiempo que no invierte en esto. Pero tú siendo tan bonita y todo, ¿Sigues siendo pretensiosa?

PR: Sí, pero por necesidad más que por mí, como siempre he trabajado con el cuerpo. O sea, yo no me miro mucho el espejo, por ejemplo. Pero sí, como trabajo también en el mundo de la moda, de la belleza. Tengo mi rutina belleza, pero no me miro mucho al espejo, como hace harto tiempo. Y eso también creo que se puede ser una forma de vanidad como para no ver como el deterioro.

KC: ¿Te subes a una ascensor y no te miras al espejo? ¿O te miras al espejo?

PR:  No.

KC: Yo tampoco.

PR:  Me da pánico, pero ¿quién es esa señora? ¡Qué horror!

KC:  No siento que el espejo sea algo que lo necesite mucho. No me gusta mucho. Vi esto del Zoom, que uno lo mira todo el rato y se ve en zoom o en la pantalla todo el rato, no. 

PR: Es terrible, claro, yo como trabajo en eso con pantalla y todo eso.

KC: Para ti ¿Qué es la cultura de la cancelación?

PR: Esto de querer como eliminar ciertos hitos o clasificar en buenos y malos, en personas o personajes que habría que, digamos, hacer desaparecer en vez de meterlos presos, no sea algo así, ¿eso es?

PR: Es complejo, porque no todo es igual a todo, no todos son iguales a todos. Pero como una cultura de que no me gustaste y yo te cancelo, me parece bastante inmaduro, diría.

No me gusta.

KC: No, a nadie le gusta. Eso está claro. 

PR: No pertenezco a las personas que están enjuiciando, cancelando, tirando piedras.

KC: ¿Cómo fue tu experiencia en la «Teoría King Kong»? Porque fue bien intenso eso.

PR: Sí, fue fantástico. Me sentí muy cómoda, me gustó mucho trabajar ese texto, me gusta mucho la autora, la admiro, considero que tiene coraje, que es valiente, que es original. Me parece muy interesante cómo se expone y cómo entiende las experiencias de su vida para integrarlas a las experiencias de su obra.

KC: Y no sé si supe bien, pero fue una sola función, ¿no?

PR: Sí, fue una performance.

KC: ¿Y te dio pena eso?

PR: No, porque otra veces me ha pasado, en otra época trabajaba un poco en eso, en performances, que son una vez.

KC: Claro, se prepara muchísimo y es una vez no más.

PR: Sí, es como un gran partido. Te da mucho high eso.

 

Qué lucidas sus respuestas, me sorprendió cuando me dijo que se confesó hace poco en una teleserie y que le encanta confesarse. Y su sueño de tener una sociedad más colaborativa, basada sobre no el poder, sino más bien en la reflexión, en la comprensión del mundo y del universo. 

Cuéntame ¿Qué te sorprendió de Patricia Rivadeneira? Ya lo sabes, puedes escribir directamente a mi correo karen@karencodner.com o dejar un comentario donde sea que escuches Espiral.

Chao.

Lee. Escribe. Crea.

 

 

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