Queridos amigos,

¿A qué me refiero con el título de esta Oda? Es fácil y complejo, como todas las cosas buenas en la vida. Los más observadores deben de haberse dado cuento de que están recibiendo esta Oda a la cabeza de pescado un viernes en vez de un domingo. Esto se debe a que el domingo 17 de septiembre es el segundo día de Rosh Hashaná que es el año nuevo judío y por ende, yo estaré desconectada de manera absoluta a partir del viernes con la salida de las tres primeras estrellas hasta el domingo cuando esté oscuro, alrededor de las ocho de la noche de Chile.

En años anteriores les he contado lo que implica celebrar el Rosh Hashaná y hoy me voy a divertir con el concepto de “cabeza de pescado”. ¿Han pensado alguna vez en ella? Yo la encuentro bien fea y conozco pocos peces que me guste su look de cabeza. Entonces esta Oda va por otro lado, no por el camino de la belleza. En las dos cenas que tendremos debemos bendecir la cabeza de un pescado, además de dátiles, granada, zapallo, puerro, beterraga y manzana untada con miel. La bendición que recitamos es la siguiente: “Que sea Tú voluntad Ds nuestro y de nuestros padres  que seamos como  la cabeza y no como la cola”.

Así que cada año en Rosh Hashaná me vienen a recordar que debo ir hacia adelante, manejar yo mi vida y no solo menearme al son de la corriente. No sé porque me imagino un salmón, debe ser porque me encanta y lo comemos muy seguido en mi casa. Hace unos años me enteré que había que cocer la cabeza y no ponerla cruda en la mesa porque el olor es insoportable.

Esta Oda al pescado es breve, estoy literalmente nadando en aguas de intensidad, con cientos de preparaciones, pero no los quería dejar fuera de este nuevo año. Para algunos comienza, para otros es la mitad y para otros es ad portas del 18 de septiembre en que celebramos la independencia chilena  bailando en una fonda, comiendo empanadas, haciendo asados a la parrilla y algunos tomando chicha (yo nunca la he probado).

Así que es una Oda a la alegría, a nadar con cabeza y no con cola.