Oda a la biblioteca #151
Oda a los que desean una pausa creativa, suscríbete.
Este boletín es para los curiosos que desean una vida plena y pausada. Compártelo, me harías muy feliz. |
Queridos amigos,
Espero que se estén familiarizando con Substack, la nueva plataforma que estoy utilizando para enviarles Oda. Me ha requerido acostumbrarme a sus funciones y olvidarme de otras. Me encanta, es muy fácil la interacción para que me dejen comentarios, pongan un me gusta en el
y la compartan. Esto me ayuda muchísimo, me da fuerzas para seguir adelante y así vamos creando una comunidad. También les tengo una pregunta, ¿les gusta que ponga fotos? ¿o prefieren solo texto?
El tema de hoy se vincula con lo que viví hace unos días cuando visité a la biblioteca del Centro Cultural de Las Condes. Hemos perdido la costumbre de visitarlas, sobre todo después de la pandemia. La última vez que fui a una fue tras el estallido social en Chile junto a mis alumnos del taller de creación literaria. Visitamos la Biblioteca Nacional donde nos impactó el silencio. Cuando estaba escribiendo Todos nuestros fuegos solía reunirme en la Biblioteca de Las Condes con la escritora Ana María del Río para trabajar algunos capítulos. Ahora fui porque estaba en apuros, necesitaba un ejemplar de la novela Austerlitz de G.W Sebald, no la encontré en librerías y si lo compraba por una plataforma iba a tomar varios días.
No vivo en la comuna de Las Condes pero igual me hice hacer socia por veinte mil pesos anuales, que en dólares equivale a veintidós. Con este sencillo trámite pude llevarme el libro. Hacía mucho frío como viene siendo normal en Santiago este otoño, pero el recinto estaba bien calefaccionado. Con Austerlitz en la mano me fui al salón de silencio, donde me costó encontrar un asiento libre. Allí estuve varias horas y en mi cuaderno de escritura hice un ejercicio de descripción del lugar y sobre las personas que estaban allí.
Aquí un extracto: “Casi todos los puestos están ocupados. La media de edad es de veinticinco, nadie habla y la mayoría tiene en su mesón libros, lápices destacadores y computares. Cerca de mí hay dos jóvenes que están enfrentadas, deben ser estudiantes de Derecho porque tienen el tradicional libro azul sobre la mesa. Ambas llevan el cabello tomado, una lo tiene más ondulado. La del pelo liso usa marcadores naranja, lila y amarillo, además bebe agua de una botella verde musgo”.
Escribí varias descripciones y luego me puse a leer a Sebald. Me sentí en paz y me conecté al mundo de ayer, cuando era más fácil encontrar espacios silenciosos como lo era en mis años universitarios. Hoy carecemos de entornos con estas características, vamos a los cafés donde no se produce la misma tranquilidad. Los que estábamos en esta sala lo hacíamos por un motivo más o menos similar, buscando calma y concentración, ya sea por estudio, investigación o lectura. Este viernes iré a devolver el ejemplar de Austerlitz y pretendo quedarme un par de horas, solo que ahora llevaré un té y quizás un snack.
La biblioteca de Asurbanipal en Nínive, la capital del antiguo Imperio Asirio (actualmente en Irak), es la más antigua de la que se tiene registro (siglo VII AEC). Tenía una gran colección de tablillas de arcilla inscritas con escritura cuneiforme, con textos sobre literatura, religión, ciencia, matemáticas y administración. Una de las obras más famosas era la Epopeya de Gilgamesh, uno de los textos literarios más antiguos de la humanidad. Me acabo de enterar que han revivido la biblioteca de Alejandría como un homenaje a la original, con vista al Mediterráneo y cuenta con ocho millones de libros.
La de Las Condes tiene más de setenta y cinco mil ejemplares, y las últimas cifras arrojan que anualmente la visitan cerca de diecisiete mil personas. Me encantaría ser una usuaria más frecuente pero a mí me gusta tener mis libros, hacer anotaciones, rayarlos y esto es imposible con uno en préstamo. Recuerdo que la escritora chilena Andrea Jeftanovic me contó que se hizo lectora gracias a que iba mucho a esta biblioteca. Aquí te dejo un ranking sobre las más lindas del mundo, hablé sobre esto en la Oda a mi contradicción con las listas:
-
Biblioteca del Trinity College, Dublín, Irlanda: Famosa por su impresionante Long Room, una sala antigua llena de estanterías de madera y bustos de mármol.
-
Biblioteca Palafoxiana, Puebla, México: La primera biblioteca pública de América, fundada en 1646, arquitectura colonial y su vasta colección de libros antiguos y arte sacro.
-
Biblioteca Pública de Nueva York, EE. UU.: Conocida por sus leones de mármol en la entrada y la impresionante Rose Main Reading Room con frescos y candelabros, es un punto turístico y cultural muy importante en la ciudad.
-
Biblioteca de la Abadía de Admont, Austria: La biblioteca monástica más grande del mundo, famosa por su arquitectura barroca y frescos en el techo. Alberga una vasta colección de volúmenes históricos y manuscritos.
-
Biblioteca Nacional de Austria, Viena: Ubicada en el Palacio Hofburg, es una joya del barroco con una impresionante Sala de Gala decorada con frescos y estatuas.
-
Real Gabinete Portugués de Lectura en Río de Janeiro: Hermosa, clásica, imponente de estilo neomanuelino que se construyó a mediados del siglo XIX e inicios del XX. Para algunos un tesoro oculto.
-
Biblioteca de Stuttgart: Innovadora, demasiado moderna para algunos. Su diseño está influenciado por el panteón de Roma. Es muy minimalista.
Hay varias cuentas en Instagram que te invitan a descubrir bibliotecas como la 1000libraries. Al ver las fotografías me pregunto si están cumpliendo su función o son solo estructuras con libros. La definición de una biblioteca es conservar, organizar y difundir los textos, no es un centro de reunión para juegos en línea o para trabajar. Pero considero que hoy debemos cambiar el foco, ser más laxos y realistas porque es imposible pretender que los usuarios no hagan otras actividades allí además de leer. Antiguamente estaban destinados para la élite y hoy son democráticos, tanto en el acceso como en su uso.
Ojalá me escriban, comenten, compartan y me cuenten sobre sus bibliotecas, si las visitan o si cumplen algún rol en sus vidas. ¡Y si les gustaron las fotos! ¡Los espero!
Mis recomendaciones
Un ensayo: El infinito en el junco de Irene Vallejo. Lo leí hace un par de años y se ha convertido en un best seller, algo que jamás la autora imaginó. Aborda la historia de los libros, muy bien documentado con una prosa fácil. Si bien ya lo había mencionado, lo vuelvo a citar porque es una lectura que te conecta con la importancia de la lectura y cómo ha evolucionado el mundo editorial, de las bibliotecas y el artefacto libro. Está en formato físico, digital y audiolibro. A Irene Vallejo la entrevisté en Espiral, la puedes escuchar aquí (ha sido una de las entrevistas con más reproducciones).
Un documental: “Historia de la Biblioteca Pública de Nueva York”, esta serie con varios mini episodios se aprende sobre su la historia y funcionamiento.
Mis momentos
Fui feliz: Celebrando el Día de la madre con mi familia.
Aprendí: Cuando habían pasado diez años de la muerte del rey Albert, la reina Victoria de Inglaterra se hizo muy amiga de John Brown, que era un sirviente escocés. Fue solo amistad, no hubo relación más íntima, pero hasta el día de hoy causa controversia. Algunos consideran que tuvo demasiada influencia sobre ella.
Estoy agradecida: De que puedo observar las hojas rojas y amarillas en los árboles durante este otoño.
Si no lo has escuchado te dejo la entrevista a Alejandra Costamagna en Espiral, escritora chilena.
Lee. Escribe. Crea con bibliotecas.
Karen.
Este boletín es para los curiosos que desean una vida plena y pausada. Compártelo, me harías muy feliz. |
b