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#61 Entrevista a la escritora española Irene Vallejo

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Hola, hola ¿cómo estás? Soy Karen Codner, periodista y escritora, te doy la bienvenida al programa 61 de Espiral, tu podcast de literatura y creatividad. Qué manera más increíble de inaugurar el 2022. La primera entrevista conversación de este año es con Irene Vallejo, filóloga, escritora y autora del libro de ensayo y súper ventas a nivel mundial “El infinito en el junco”.
           

Este libro, «El infinito en un Junco» es un ensayo que aborda la invención del libro en la antigüedad con un fuerte guiño a lo actual, pasando por la quema de libros, la hermosa biblioteca de Alejandría y las más pequeñas como lo son las de cada pueblo. Incorpora reflexiones sobre la tecnología, las redes sociales y el libro digital. Más que un ensayo tradicional, Irene Vallejo escribió la invención del libro en el mundo antiguo pero narrado con aventuras y personajes, villanos y persecuciones. Irene Vallejo es la protagonista de una pequeña revolución porque abordó un tema árido de una forma lúdica y cercana a la novela. Se permitió licencias típicas de la ficción como el cambio de narrador y tiempos verbales. Tal como Irene lo cuenta en esta entrevista Espiral: “yo me planteaba este libro como el ensayo también lo puede permitir todo al igual que la novela”. Quiso hacer algo distinto, entregar herramientas al lector para que la cuestione.

«El infinito en un junco» de Irene Vallejo se ha vuelto un imperdible

Mira todos los premios que recibió “El infinito en el junco”, el Premio Nacional de Ensayo, Premio del Ojo Crítico de Narrativa, Premio Librerías Recomiendan del gremio de librerías, el de las Librerías de Madrid y así sigue. Ha alcanzado cuarenta y cinco ediciones, está siendo traducido a treinta y cinco idiomas y publicado en más de cincuenta países. El diario El País tituló en octubre del año pasado «El fenómeno planetario Irene Vallejo” y Rosa Montero, la gran escritora española  dijo:  “El libro es maravilloso”- estoy citando –“ absorbente ¿cómo puede escribir Irene Vallejo tan bien?”.


La editorial Siruela, al igual que la autora, ha debido enfrentar la sorpresa del éxito de ventas. La primera edición se hizo con dos mil quinientos ejemplares y hoy son millones. Irene Vallejo cuenta en Espiral cómo fue el germen de este libro súper ventas y lo que ha significado en ella misma este éxito abrupto y la promoción del mismo en Covid y ahora con medidas un poco más relajadas. Acá en Espiral podrás escuchar cómo ella enfrentó al proceso de escritura y la importancia que le da a la estructura antes de lanzarse a escribir y no deja ningún  aspecto de la investigación y escritura sin planificarla.  Irene Vallejo ha descubierto nuevas formas de vivir que jamás imaginó. Te invito a seguirla en redes, pues es muy activa y está constantemente dando recomendaciones y citando poemas y autores.


Y al final del capítulo podrás escuchar a Irene Vallejo leyendo un extracto del libro que realmente es conmovedor, a mi me salieron lágrimas. Recuerda, encuentras la transcripción de este episodio y de todos los anteriores en mi página web www.karencodner.com y ahí mismo me puedes dejar tus comentarios.

Recuento personal            

Enero ha sido un mes increíble en términos de productividad. No solo porque he trabajado mucho escribiendo y editando, sino porque quedé feliz  con la sesión de taller de lectura con el libro “Mi Madre”de Inoue. Tuve que abrir más cupos y en menos de una semana se agotaron. Andrea Arrivillaga Robert me escribió lo siguiente: “Ayer bajo las hojas quietas de esos árboles añosos fuiste llevándonos hacia el final de nuestras vidas, la ancianidad,  con delicadeza y pasión. Verdaderamente disfruté de esa introspección, no puedo dejar de contarte que sentí angustia ya que estoy en esa línea. Ese sentirme destello y que la vida es un sueño, me mantiene atenta. Preciosa tu clase, felicitaciones”. Gracias Andrea, ella es poeta y artista especialista en cerámica. Te invito a seguirla en Instagram (@andrea.arrivillaga)

Además gracias a Miriam Telias y Ana Henríquez por escribirme. Y doy la bienvenida a los nuevos suscriptores al boletín: Eva Holtz, Raimundo Tagle, Paty Soto, Mabel y Carola Mellado. Además en Instagram me encantó lo que escribió Ivonne Hadda: “gracias a tu programa me acabo de liberar del propósito 2022 de comprar pocos libros, pues tengo por leer más de 700. Cada vez que te escucho, aún sin conocerte me caes mejor. Intentaré inscribirme para tu próxima charla o lectura. Feliz 2022”.

Y tengo concurso, nada más ni nada menos que la última novela de Julia Navarro “De ninguna parte” ¿cómo participar? En Facebook e Instagram anda el posteo, donde se muestra el libro y solo tienes que poner un like, etiquetar a alguien y decir porqué te gustaría ganarlo. La entrevista con Julia Navarro en el episodio 58 y 59 ha sido una de las que más reproducciones ha tenido.

Ahora vamos con el episodio número uno con la hermosa entrevista a Irene Vallejo.

Entrevista a Irene Vallejo

KC: Hola, Irene ¿cómo estás? 

IV: Hola, feliz de entablar esta conversación. 

KC: ¿Qué te interrumpí? ¿qué estabas haciendo antes de conectarte a Espiral? 

IV: Estaba haciendo una entrevista con Colombia para un periódico. Esta tarde la estoy dedicando como una maratón de entrevistas, en ese esfuerzo porque cada una de las entrevistas y cada uno de los diálogos sea diferente, singular y que quienes lo escuchen puedan encontrar alguna palpitación de la personalidad interior y de la intimidad en esas palabras. 

KC: Siempre tienes esta luz en tu rostro, si me estuvieran viendo acá, los autores verían como una luz preciosa, cuando estás hablando. 

IV: Muchísimas gracias. La verdad es que yo siempre he tenido un gran amor por las palabras. Mi madre me decía ya desde niña que tenía una relación muy singular con el lenguaje. Siempre me ha gustado mucho hablar y he sentido que los momentos de mayor aproximación a otras personas han sido a través del diálogo y eso hace que lo considere un momento privilegiado de la vida, también el de poder conversar. Siempre me siento feliz cuando puedo dedicarme o concentrarme en las palabras. 

KC:  Eres un amante de la oralidad.

IV: Sí, de la oralidad, pero también de la literatura escrita. Yo realmente en los libros escucho voces y siento casi como si tuvieras cerca a la persona que escribió. Creo que los libros son también una fórmula de acercamiento muy profunda y cuando has sentido emociones muy hondas con una lectura ya sientes que el autor no es un extraño. No es algo que me sucede a mí solamente, puesto que lo veo en las ferias del libro y en los encuentros con mis lectores, como si realmente ya no fuéramos extraños del todo a través de esas palabras, y eso me parece una dimensión asombrosa, cómo nos unen las historias y cómo los acentos de las palabras nos pueden, porque también pueden sembrar el odio, la distancia, la aversión y la incomprensión, pero como en los mejores momentos, sobre todo en los cauces de la literatura, pueden ser este vínculo tan poderoso.

KC: Hablando del vínculo poderoso de las palabras, si nos puedes explicar en palabras simples tu cargo formal, estudiaste filología clásica ¿qué significa eso para cualquier persona que leyó tu libro? 

IV: Un filólogo – a mí me gusta volver a la etimología de la palabra filólogo – es el que ama el logos, que logos en griego es la “palabra”, pero también es el “sentido, el concepto”. Es una idea amplia donde confluyen muchas intuiciones acerca de ese poder y esa capacidad de ordenar el caos de las palabras, yo creo que tiene mucho que ver con eso. Somos enamorados del lenguaje los filólogos en general. Y una filóloga clásica, yo me embarqué en esa especialidad para aprender lenguas antiguas, aprender el latín y el griego clásico, esencialmente para leer a Homero en su lengua, porque Homero fue mi primer deslumbramiento literario, cuando mi padre me contaba “La Odisea” de pequeña, antes de dormir, se sentaba allí a la orilla de mi cama y me iba contando fragmentos de “La Odisea”, una aventura cada noche: las sirenas, Circe, Calipso, el señor de los vientos y los Lestrigones, los cíclopes, Estila y Caribdis. Y ese relato me llegó tan dentro, tan hondo que yo decidí que quería aprender la lengua en la que se expresaba Homero. Y bueno, más allá del aprendizaje de esas dos lenguas, y de su literatura y cultura, pues es también una forma de entender mejor los cimientos, la urdimbre de nuestro idioma – que es descendiente del latín- y el por qué de muchos de nuestros términos porque generalmente utilizamos las palabras pensando que son simplemente depositarios de un significado, herramientas para comunicarnos, pero muchas veces las palabras encierran metáforas y son bellísimas las etimologías. Cuando descubrimos por qué llamamos de una determinada forma a esta realidad, qué imagen hay detrás de esa palabra que hemos elegido, de esos conceptos que hemos forjado a lo largo de la historia, es una forma de devolver a los momentos más primitivos de la formación de nuestros conceptos y de nuestras ideas y enfrentarnos, quizás, el “érase una vez” de cómo hablamos y cómo nos relacionamos con el mundo. Aunque mil veces me dijeron que era inútil aprender lenguas muertas, yo siempre me defendí diciendo que no hay lengua muerta mientras se pueda entender, mientras se pueda leer, mientras se pueda gozar, porque en realidad la muerte es el silencio y no hay nada más alejado de la muerte y del silencio que una lengua que es la posibilidad de comunicar y expresar. Y desde luego, cuando leo los poemas de Safo sobre los celos, sobre la soledad, sobre el amor, no puedo creer, no puedo aceptar que esté muerta, ni ella ni la lengua, porque las emociones fluyen con total vitalidad en el poema. 

«Odisea» fue uno de los libros que marcó a Irene para dedicarse a la filología

KC: ¿Pero si no hubieras escrito novelas y ensayos, en qué estarías trabajando formalmente? Cuando uno ingresa a estudiar una carrera universitaria, uno dice “mi campo de trabajo es tal” ¿en qué se supone que debería estar trabajando una filóloga?

IV: Pues una filóloga tiene muchas posibilidades de dedicarse a la educación, lo que siempre nos dicen que era nuestra salida, nuestra opción laboral más importante. Todo lo que tenga que ver con la traducción, con la interpretación, con los textos, las editoriales, la comunicación en un sentido más amplio, pero bueno, yo siempre he pensado que realmente la formación universitaria es un poco una estructura, un armazón cerebral que luego puedes adaptarla a muchísimos oficios, proyectos y trabajos, y en realidad el abanico de posibilidades no es tan limitado como nos decían. A mí la educación me parece un trabajo maravilloso, y de hecho muchas veces lamento haberlo dejado, lo añoro, aunque pienso que de alguna manera escribir ensayos, quizás tiene algo que ver todavía, con el placer de las clases, de la transmisión del conocimiento o quizás no transmisión porque no tiene una dirección única, sino un poco el pensar con otros y el entretejer o anudar conceptos, ideas, pensamiento, colectivamente en un aula que es algo absolutamente maravilloso. 

KC: En ese sentido ¿cómo fueron los inicios? ¿dónde está el germen? Escuché que tuviste un profesor que te incitó a concretar el proyecto, también escuché que pasaste un periodo difícil cuando nació tu hijo. Pero cómo ves el germen, como cuando uno está embarazada y dice esto está naciendo.

IV: Fue una gestación muy larga porque todo empieza en mi período universitario. Cuando yo me estaba formando como investigadora empecé a interesarme por la historia de los libros y de la lectura, y lo convertí en mi especialidad, de alguna manera allí ya empezó la curiosidad, la búsqueda, entré en contacto con los primeros relatos que iban configurando esta historia en mi mente. Pero quizás el momento más decisivo – como cuento en «El infinito en un junco” – es cuando viajé con una beca a Florencia para trabajar con un especialista en la materia, un profesor de la Universitá degli Studi di Firenze, allí me abrieron las puertas a la primera biblioteca con manuscritos a la que yo había tenido acceso en mi vida, y en el momento en el que pude acariciar un valiosísimo manuscrito de Petrarca me di cuenta no solo de lo maravilloso que era ese objeto que yo tenía en ese momento a mi disposición para mi goce y disfrute, sino también se me apareció por primera vez todo el trayecto social que fue necesario para que una chica de orígenes humildes, sin títulos nobiliarios, ni grandes posibilidades económicas, pudiera tener acceso a ese libro que se pensó y se creó para privilegiados, para aristócratas, para las élites de la sociedad, y libros que estaban pensados para el uso de los hombres y que en gran medida estaban excluidas las mujeres. Entonces, casi como una epifanía se me presentó todo lo que el mundo había tenido que cambiar, todos los giros, todas las revoluciones, todas las aportaciones de tanta gente, las luchas para que de repente ese libro estuviera en una biblioteca pública a la que yo tenía acceso como estudiante con una beca pública y podía acariciar, abrir ese cofre de palabras. Yo creo que se ilumina por primera vez en mi interior la percepción, el concepto de que allí había existido toda una evolución y una revolución de la que no se hablaba habitualmente en la historia, estamos siempre centrados en la épica del combate, del conflicto, de las anexiones, de la colonización y no hablamos de la épica de la palabra y del conocimiento, de cómo la palabra se ha ido liberando a lo largo del tiempo de todas las cadenas, las limitaciones, los privilegios, donde estuvo prisionera al comienzo, para que alguien como yo, mujer y sin pertenecer a las a los grupos privilegiados, pudiera llegar hasta allí. Creo que en ese momento decidí que quería investigar esa historia, y quería contarla y escribirla, la que yo creo que es la épica más importante de la historia, que es la de la democratización del acceso al conocimiento. 

KC: Pero leyendo el libro abordas someramente la parte más contemporánea, hablas del efecto que tiene en nosotros las nuevas formas de leer, el libro electrónico, Internet y una gran biblioteca que está indexada ¿pero sientes que podrías hacer una segunda parte de “El infinito en un junco”? 


IV: Bueno, hubo en realidad una parte de “El infinito en un junco” que no se llegó a publicar porque mis editores decidieron que era mejor que me centrase precisamente en el mundo antiguo, que no intentase abarcar un periodo demasiado amplio, porque pudiera dar la sensación a los lectores de falta de método, de horizonte y de concreción, y que el relato se dispersaba excesivamente y decidieron que me concentrará un poco en esas conexiones entre el pasado clásico y el oriente próximo donde surgen las primeras civilizaciones con sistemas de escritura y el presente, y las distintas revoluciones tecnológicas de la escritura, del libro, de la imprenta, pero no tanto en el mundo contemporáneo. Entonces, esos capítulos extraídos del libro podrían ser el origen de otro nuevo. Pero no quisiera escribir un libro que fuera simplemente una segunda parte de «El infinito en un junco» sino concebirlo como un relato independiente y que me permita encontrar un enfoque, que me permita reflexionar sobre el mundo contemporáneo de otra forma distinta a como lo he hecho en «El infinito en un junco». Pero para eso necesito tranquilidad y tiempo, y la promoción de este libro está siendo maravillosamente agotadora y absorbente. Por ahora no tengo la tranquilidad de leer los libros, de pensar y de tomar las notas que necesito un poco para ir configurando el nuevo texto que me gustaría escribir. 

KC: O sea, yo que te sigo en Instagram, me impactó. Digo esta mujer realmente puede estar agotada, porque es una capacidad suprema promocionar como estás promocionando tú. Realmente está llegando a muchos medios de distintas formas, y ¡wow! se debe necesitar mucha energía ¿eres una persona con energía?

IV: Bueno, yo tenía la imagen de mí misma como más bien una persona que necesita sosiego, tranquilidad, reflexiva, introvertida, pero realmente me han pasado cosas que me han transformado durante los últimos años, el nacimiento de mi hijo y sus problemas de salud, después todo lo que ha sucedido con este libro y bueno, entiendo que ahora tengo una maravillosa posibilidad que me abrís los medios de distintas formas, todas estas ventanas que se abren de par en par y estas invitaciones a conversar. Realmente no se trata tanto, para mí, de promocionar en el sentido estricto de estar hablando constantemente y de una forma narcisista de mi libro, sino, quizás, enunciar algunas ideas, algunas reflexiones, hablar de ciertos temas que yo sentía ausente en el debate y que tengo la posibilidad ahora de proponerlos para la discusión. La gran sorpresa ha sido que ese amor mío por las humanidades, esa importancia que yo concedo al cuidado, a la educación y a la sanidad, y todas esas ideas que yo creía un poco minoritarias en el mundo en el que vivimos, realmente están resonando en mucha gente y además están resonando en otros países donde se va publicando el libro. Yo no creía que hubiera ese interés por la filosofía, por el pensamiento, por las lenguas, por la historia, y sobre todo por la historia de los libros, por la lectura que nos decían que se acababa, como que ya no forma parte del mundo contemporáneo, que en el que todo lo importante sucede en las pantallas. Y bueno, todas esas cosas que yo creía minoritarias y peculiares cuando me interesaba por ellas han resultado tener mucha más capacidad de impacto de lo que yo nunca hubiera creído. Entonces, la oportunidad de hacerlo aflorar y constatar que quienes amamos los libros, la lectura, el pensamiento, la filosofía, somos mucho más numerosos de lo que nos hacían creer, y eso tiene una faceta muy hermosa, pero al mismo tiempo también muy exigente porque cuando te dan estas oportunidades, el reverso es estar a la altura, merecértelas. 

KC: En ese sentido, para los que lo ignoran o lo suponen, «El infinito en un junco» ha sido reconocido con el Premio Nacional de Ensayo, el Premio del Ojo Crítico de Narrativa, el Premio Librerías Recomiendan del gremio de librerías, el de las Librerías de Madrid y así sigue. Ha alcanzado cuarenta y cinco ediciones, está siendo traducido a treinta y cinco idiomas y publicado en más de cincuenta países. El diario El País tituló en octubre «El fenómeno planetario Irene Vallejo o cómo Ovidio llamó al placer por su nombre». Irene, esa chica que estaba ahí en Florencia, no sé cuántos años ya han pasado de eso, pero hoy a tus cuarentena y dos años, eres joven, para que también Rosa Montero diga: “El libro es maravilloso”- estoy citando –“ absorbente ¿cómo puede escribir Irene Vallejo tan bien?”. A raíz de esto, ¿qué se siente, sin querer queriendo como se dice, este fenómeno editorial? porque es una bomba. 

IV: Todavía siento incredulidad, es el sentimiento que predomina, porque me había pasado toda mi vida oyendo que siempre escogía opciones sin futuro, que tendría que haber aprovechado mejor mi expediente académico y haber elegido otra carrera, otros estudios. Si, en el fondo, no hubiera tenido suficiente ambición al elegir el latín y el griego, que era tan minoritario y que parecía casi un empeño anacrónico, propio de otras épocas y de otras gentes. Y me era muy difícil comunicarle a la gente mis entusiasmos y las razones por las que yo me sentía tan unida a lo que hacía y a lo que amaba, esa ha sido mi experiencia durante tantos años, la de tener que explicar una y otra vez por qué el latín no es inútil, por qué no me estoy dedicando a cosas que no importan a nadie. Entonces, de repente este vuelco de las cosas me ha pillado totalmente desprevenida porque había estado escuchando siempre el discurso contrario. Entonces escribí este libro sin expectativas, yo siempre digo que lo escribí con la libertad de las bajas expectativas. Yo hablaba de aquello que amaba y que me importaba en un momento muy duro de mi vida cuando nació mi hijo con graves problemas de salud y lo hacía sobre todo por motivos terapéuticos porque en ese espiral de los hospitales, de dormir con el niño, las UCIS, el tenerlo ahí ingresado, la angustia por su evolución, tener ese rincón, esa habitación propia, llamémoslo, en la que yo me reconciliaba con la escritura, con el pensamiento, no renunciaba a mis proyectos, a lo que había sido siempre el sueño de mi vida. Me negaba a ser invadida por la enfermedad completamente y entonces, me sentía más viva, lo hacía simplemente por eso, no tenía ninguna expectativa de éxito, ni siquiera estaba segura de sí lo acabaría, ni sé si se publicaría, así que nada me preparó para lo que ha sucedido. Después, inclusive he hablado con libreros y les pregunto, ¿pero vosotros cómo se explican este fenómeno por el que nadie hubiera apostado de entrada? Porque se suponía que el tema, la historia, los clásicos no se corresponden en absoluto con el interés, ni con lo que buscaban los lectores. Ha sido uno de esos fenómenos totalmente inesperados, imposibles de calcular, o sea, si yo hubiera querido escribir un libro con la finalidad de que tuviera éxito, que fuera un bestseller, es que nunca habría escrito sobre este tema, ni un ensayo, que de entrada un ensayo siempre lo tiene mucho más difícil, ni sobre este tema, ni con este planteamiento. Realmente ha sido un fenómeno extraño, totalmente anómalo, que no sabría reproducir, ni siquiera muy bien explicar, pero ha conseguido una conexión con un público que quizás, de alguna manera, estaba necesitando que le contara la gran aventura de los libros, de la que los lectores de hoy somos también protagonistas. Es un relato lleno de peripecias de personajes, de viajes, es como una gran narración, es como «Las mil y una noches de los cuentos» pero al final el mensaje es que el lector de hoy es el protagonista de esta gran historia que hemos forjado entre todos y eso es una forma de decirle a todas esas personas que quizás como yo, temían que aquello que les importa o que aman estuviera como en sus últimos compases, desapareciendo, extinguiéndose. Contarles una historia sobre lo importante que ha sido a lo largo de los siglos, amar y salvar los libro y cómo la aventura continúa hoy con nosotros en el mundo contemporánea, quizás muchas personas han sentido que era su historia, su historia de amor con los libros, con la palabra y que alguien ha reivindicado por fin en un mundo en el que solo oíamos discursos apocalípticos sobre la cultura, sobre el libro, sobre el pensamiento, sobre, incluso nuestra memoria y nuestra relación con el pasado, casi como si todo lo que fuera antiguo, todo lo que no sea actual, moda, tendencia, fuera inservible y desechable. Quizás esos discursos entristecían o dejaban fuera a más personas de lo que creíamos y se ha producido allí esa misteriosa conexión con la que yo no contaba, ni esperaba, ni había calculado.

En pleno confinamiento, ha sido curioso porque después de tanto tiempo diciendo que los libros están en un estado de catástrofe, cuando ha llegado una catástrofe auténtica la gente ha leído más que nunca y se ha vuelto a reencontrar con libros y ha visto como encerrados en casa sus horizontes, su libertad, su placer, se relacionaban con la lectura, y eso ha sido hermosa. 


KC: Me imagino Irene que para la editorial Siruela, que para los que no saben es una excelente editorial, pero no es una editorial en busca de fenómenos literarios superventas, me aventuro que este es el primero o quizás que el tercer libro que tienen superventas ¿o no? ¿cómo ha sido para ellos esto también? 

IV: A ver, ha sido una enorme sorpresa, lo hemos vivido juntos, paso a paso. Ellos inicialmente, su previsión más optimista, para que tengas una idea, fue que si ya vamos a vender la primera edición, pues haríamos una segunda invirtiendo parte de esas ganancias. 

KC: ¿La primera edición de cuánto tiraje era?

IV: En la primera edición yo creo que fueron dos mil quinientos ejemplares y eso pensaban, pues sí podríamos llegar a una segunda edición, ese era el escenario, el horizonte más optimista de la editorial. Luego han salido tiradas ya de diez mil, quince mil, veinte mil o incluso treinta mil ejemplares. Pero aquella primera fue muy pequeña. Y yo le digo también en homenaje a la editorial, ellos me apoyaron no porque hicieran un cálculo pensando que el libro iba a barrer el panorama literario, ni mucho menos. Ellos lo disfrutaron, se identificaron con el mensaje y con la propuesta un poco novedosa de escribir un ensayo con una textura tan narrativa, un ensayo que en realidad es como un cuento de cuentos, un «Decamerón» de los libros, donde hay una serie de personajes, de historias, de aventuras, de villanos, de persecuciones, de peligros, y les gustó esa propuesta de hacer un ensayo en el que constantemente estamos viajando, conociendo personajes, viviendo historias de suspenso y pasando de un continente a otro, eso les gustó como propuesta, hibridar la narrativa con el ensayo y de crear un ensayo que se pudiera leer con un placer parecido al que sentimos con una novela, les interesó. Pero nosotros nos movíamos pensando que era un libro experimental, ni mucho menos un posible superventas. Así que realmente hemos tenido que cambiar, sobre la marcha y en movimiento, la idea, el concepto y la forma de relacionarnos con los lectores porque ha ido creciendo durante estos dos años hasta llegar a algo que jamás hubiéramos imaginado, pero ni en el más loco de nuestros sueños, es curioso.

KC: Y cuando empezaste a escribirlo ¿tú tenías claro que querías que fuera casi una novela de aventuras?

IV: Sí, eso estaba muy calculado desde el principio. Karen, tú que te dedicas a los talleres literarios, y hablas y reflexionas sobre la literatura, quizás no te extrañe que te diga que para mí lo más importante siempre es la estructura de los libros, esto es a lo que yo dedico más tiempo. Antes de empezar a escribir yo necesito tener una idea muy clara de cuál va a ser la estructura de mi libro. No hace falta que conozca todos los pormenores de la trama, de la acción y de la situación, pero la estructura sí que tiene que estar muy clara en mi mente. Y yo, antes de empezar a escribir, planifiqué incluso los cambios de plano que hubiera, todos estos ingredientes, desde los viajes, las reconstrucciones históricas, los fragmentos humorísticos, los fragmentos aventureros. Sabía que iba a empezar el ensayo con estos jinetes misteriosos, casi como si fuera una novela de suspenso, sabía que iba a haber ingredientes autobiográficos, incluso en algunos momentos bastante crudos, quería que hubiera reconstrucciones de época, muchas anécdotas, muchas historias, muchos personajes implicados, como si todo el conocimiento adquiriera un rostro humano y siempre estuviera formando parte de la historia de alguien, de alguien significativo, conocido o desconocido, anónimo o con nombre célebre, como Cleopatra o Alejandro Magno. Pero hay muchísimos personajes anónimos en esta historia, bibliotecarios, libreros, lectores que conocemos a través de documentos o de textos que ha rescatado la arqueología, fragmentos de libros, notas marginales en los manuscritos. Quiero decir, poner en marcha a toda una humanidad relacionada por ese vínculo esencial que es el amor a los libros, y estos que son mis protagonistas, los salvadores de libros. 

KC: Este libro también tiene cambios de narrador. 

IV: Cambios de personas gramaticales, salto a la segunda persona, a la tercera, a la primera.  

KC: Te permites muchas licencias para hacer un ensayo. 

IV: Exactamente. 

KC: En ese sentido eres transgresora. 

IV: Eso es. Yo me planteaba este libro como un experimento con el género del ensayo. Habitualmente decimos que la novela es como el género más versátil que lo permite todo, y yo siempre había pensado que el ensayo también lo podía permitir todo, que el ensayo puede tener fragmentos más discursivos y abstractos, pero también fragmentos más narrativos, descripciones, se entrecruzan personajes de distintas épocas. En fin, ahí hay todo un gusto. Por ejemplo, a veces puedes romper la cuarta pared y hablar directamente con el lector del libro y hacerle consciente de la operación tan misteriosa y fascinante que es leer, cómo hemos enseñado a nuestros ojos a escuchar palabras, cómo hemos hecho para ver nuestras ideas a través de la escritura. Quiero decir, todas esas herramientas que habitualmente asociamos con la ficción pueden entrar a formar parte también de un ensayo porque al final el ensayo, tal como dice su propio nombre, debería ser búsqueda, intento, prueba, eso es lo que significa ensayar, es intentar y yo me lo planteó así. ¿Qué es lo que queda fuera del ensayo? nada tiene porque quedar fuera del ensayo porque podemos reconstruir la historia con técnicas narrativas, pero podemos contar también mezclándolo con nuestra propia historia, que eso también tiene un sentido dentro del libro, puesto que yo quería romper con ese punto de vista tan presuntamente objetivo de la prosa académica, donde parece que hay una voz narrativa que nunca se hace presente ni patente y que parece que solo está hablando de hechos. Yo quise escribir este ensayo desde la subjetividad, desde la emoción y revelando además al lector cuál es mi origen, cuál es mi procedencia y, por tanto, también darle herramientas al lector para cuestionarme como voz narrativa o voz que expone hechos, porque yo también tengo mis sesgos, mis orígenes y mis experiencias, y comparto también esas experiencias, no porque me considere importante, sino porque le estoy dando herramientas al lector para que también me cuestione o sepa de dónde vienen mis ideas y cómo se han forjado, y pueda discrepar de ellas con más información, si así lo desean. 

KC: ¿Pero has tenido detractores sobre esta casi violación del espacio sagrado del ensayo académico? Me imagino, por ejemplo, si estuviera vivo Harold Bloom, que era una figura muy importante, pero él era un tradicionalista, digamos dentro del canon, que es otro tema que tú trabajas también, el canon literario. ¿Has tenido detractores de esta aventura experimental?

IV: Ha habido lectores que han cuestionado los saltos en el tiempo, porque a mí me gusta mucho en este ensayo ver un poco cuáles son las repercusiones o las reverberaciones en el presente de los hechos que estoy narrando, o ver cómo conecta una determinada institución, una forma de entender la educación, el saber, los libros con la forma de vida que hoy tenemos. O busco el origen de fenómenos contemporáneos como los fans, que bueno creemos que el fenómeno «fan» ha nacido con los cantantes de éxito, pero en realidad el primer fan conocido de la historia es alguien que estaba enamorado de un escritor, estaba fascinado, su ídolo era un escritor, no un cantante, no un actor, no un músico, era un escritor. Estoy constantemente buscando esos nexos con el mundo de hoy, de hecho, a mí me interesa el mundo antiguo en la medida que nos explica a nosotros, no por un motivo de erudición de “yo voy a reunir todos los datos disponibles sobre la antigüedad”, sino esos aspectos de la antigüedad y de la historia pasada que nos explican por qué hemos llegado a ser quienes somos hoy. Pero bueno, es cierto que hay personas que prefieren una organización más didáctica del material por épocas, en progresión histórica, sin esos saltos, sin esas licencias y con una voz menos presente en el relato, más discreta, en un segundo plano, bueno yo lo asumo y, además, efectivamente tienen razón si esperaban un libro más ortodoxo, se pueden sentir defraudados. Este es un libro distinto, un libro que intenta llegar a un espectro de lectores más amplios a través de la identificación de la emoción, del placer del relato, del gusto de encontrar explicaciones y conexiones entre hechos que nunca nos habíamos planteado que pudieran tener relación.

KC: Es otra cosa, efectivamente ¿puedo pelearte la palabra ensayo cuando dices es otra cosa?

IV: Sí, pero yo tengo mucho respeto por el ensayo académico, yo misma he publicado literatura, ensayos académicos, quiero decir artículos, una tesis doctoral, o sea, yo he hecho ese tipo, pero tiene el problema de que en general queda en el ámbito de los especialistas ahí es donde se recoge la información, se analiza, se hace un pequeño catálogo de hechos, de datos, se revisan constantemente, se actualizan, y eso es importantísimo pero que queda dentro de un circuito mucho más cerrado. Yo creo que cada cierto tiempo es bueno que existan, además de los libros académicos, libros que ponen a disposición de un público más amplio no especializado, pero con inquietudes culturales, lo que se ha avanzado, lo que se ha descubierto, los hallazgos de todo este mundo de la investigación, que a veces es un poco opaco para un gran público, tiene esa función. Y, por otro lado, el creador del ensayo es Michel de Montaigne, que hizo un ensayo que no se parece en nada a esa especie de arquetipo ensayístico que los más ortodoxos suelen reivindicar, porque los ensayos de Montaigne son unos textos breves donde él va fluctuando entre temas que le interesan sin ninguna conexión entre sí, donde dialoga con los autores clásicos pero de una forma muy libre.

KC: No lo pude leer, traté, pero no puede.

IV: Y, además, habla en primera persona muchas veces. Él dice: “soy yo mismo, la materia de mi libro” en el primer texto en la entrada, en el encabezamiento de sus ensayos, él dice que es un libro sobre sí mismo, se está desnudando en ese libro y se está explorando a través de todos sus pensamientos y sus reflexiones. Yo creo que, si entendemos que ese es el origen, en el fondo mi ensayo está más cerca de ese origen fundacional del ensayo que de esta idea de ensayo académico al que a muchos asocian lo que debería ser un ensayo actualmente. Pero vamos, no es un asunto en el que quiera polemizar, entiendo que haya lectores que prefieran otro tipo de ensayo pues en ese caso tienen incluso una bibliografía en «El infinito en un junco», donde tienen muchos otros títulos más ortodoxos, donde podrán encontrar los datos que buscan o el tipo de información o de comunicación que persiguen. Pero este libro intentaba ser literatura y al mismo tiempo ofrecer un experimento con los géneros, que yo creo que es lo que está haciendo esencialmente la literatura contemporánea, jugar con la hibridación de géneros y con las posibilidades de mestizaje, en el lenguaje y hasta donde llegan las posibilidades de cada molde genérico. Eso es lo que a mí me interesaba hacer como escritora, ese era el reto. 

      ¿Qué te pareció? Es una maravilla cómo se expresa. Mañana viene la segunda parte de la entrevista, que lindo lo que lee y lo que dice, llega al corazón. Lee. Escribe. Crea. Chaoooo.

Lectura

Del “El infinito en el junco” de Irene Vallejo, titulado “Mujeres que cosen y cuentan”. Si esto no te emociona, pocas cosas más lo harán. Escucha la voz, cierra los ojos, y escucha con el corazón lo que ella lee.

¿Te gusta escribir pero no sabes cómo comenzar?

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