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#77 Julio Rojas, creador de «Caso 63» en Espiral

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Hola, hola ¿cómo estás? Te doy la bienvenida al programa #77 de Espiral, tu podcast de literatura y creatividad. Hoy tengo un invitado muy especial Julio Rojas, creador del audio serie de ficción Caso 63 que está dando mucho que hablar. Es la audio serie de habla hispana más escuchada en Latinoamérica, India y Brasil reconocida por el New York Times como una de mejores audio ficciones del 2020 y ganadora premio ONDAS del mejor podcast de ficción del 2022. Además será película con Julianne Moore y el galán Oscar Isaac. Si bien muchos lo conocen a Julio por este programa que ha roto récords él ya lo había hecho con “La vida de los peces”  al obtener el premio Goya a mejor película extrajera en el 2012 y por estos días lanzará la novela “El final del metaverso” por la editorial Random House Mondadori que se suma a “El visitante extranjero”. ¿Sabías que Julio estudió odontología y ejerció hasta el año 2000? Podría seguir nombrando más hitos en su carrera pero para mí, el principal, es que Julio Rojas es un ser humano humilde, con los pies bien afirmados en la tierra y con una creatividad del porte de un elefante. Ah, casi lo olvido su co escritora se llama Sofía y es inteligencia artificial, con ella está trabajando para su próximo proyecto de audio serie.

Recuento personal

Llevo casi un mes trabajando desde mi casa y lo reconozco, no ha sido fácil. Me cuesta concentrarme, combinar mi rol de dueña de casa, mamá, señora de, con mi el de escritora y podcaster. Además ¿para qué vestirme si no saldré? Hoy me obligué a ponerme ropa más especial, con una falda de cuero roja con más onda, porque es muy aburrida la vida, que sea para mí, si siempre ando con los mismos pantalones. Mi taller del Arrayán está bajo el dominio de los maestros, porque estoy haciendo una remodelación completa, con pintura, baño y piso luego de diez años. Los señores maestros han trabajado muy bien y han cumplido en el plazo, pero eso no quita ni pone que ¡lo quiero de vuelta! Calculo que tendré que estar trabajando en mi casa dos semanas más, asi que el próximo capítulo de Espiral ya lo podré grabar allá.

Estoy perseverando con mi reto personal de enviar cartas, el que te conté en el capítulo anterior, el 76, y tengo que confesar que hay aspectos que son difíciles. Por una parte hay días que se me ha olvidado completamente escribir una y por otro, el trámite de ir a correos se hace tedioso. Además que descubrí que no todas las oficinas de correo tienen un buzón y si es así, debes sacar número de atención y verificar tu identidad en la caja con tu carné de identidad. Luego, verificar tu dirección ¿cuál es el punto de mandar una carta si te piden el currículum vitae? Es para mi gusto, es una idiotez. Mandé una carta a Estados Unidos y se demora de acuerdo a la señora que me atendió 25 días. Si quiero que se por el modo express tengo que pagar $37.000 chilenos, casi USD40. Creía que tenía papel suficiente pero el que había en mi cajón es demasiado femenino, con corazones y no apto para enviar a hombres. Traté de comprar papel en una librería o en una papelería pero ya no venden papel carta del que yo tenía en mi cabeza. Al final me rendí y compré uno por Amazon, hasta me da un poco de vergüenza confesarlo por aquí. Ah, casi me olvido, el tema de las direcciones ¿quién tiene hoy las direcciones de las casas u oficinas? Con el teléfono celular, el correo y por último redes sociales encuentras a quien quieras.

Sigo con mi reto de una carta al día

Todavía ninguno de mis destinatarios ha acusado recibo y ayer me devolvieron una porque la dirección estaba mala. Estoy ansiosa de que alguien me diga ¡yo! Si quieres recibir una carta mía, escríbeme y dame tu dirección. Me harías, tan, tan feliz.

Comencé el taller de lectura de Padres e hijos. Uno pensaría que no me debería poner nerviosa pero sí y mucho. Más todavía si se inscriben personas que no conozco y que llegan por las redes o por mi boletín, la verdad es que estuvo muy  bien. Es el primer taller que realizo con alumnos hombres. Aún no puedo definir en qué cambia la dinámica, tendré que verlo con las otras sesiones, pero me encantó. Leíamos “Padres e hijos” de Iván Turguénev y nos quedamos hasta muy tarde discutiendo los aspectos de la novela. Es un libro que da para pensar y hay muchos aspectos que son continentes a lo que sucede en Chile y en el mundo.

Me junté a almorzar con un grupo de escritoras de las cuales no conocía a ninguna. Me invitó Magdalena Salazar que publicó este año “El aire que nos faltó” que es una novela magistral, con grandes personajes y un final que te dejará pensando. A ella la conocí en Instagram, y me mandó un ejemplar de su novela, delicioso y me invitó junto a otras grandes, tremendas escritoras ¿qué hacía yo allí? A un almuerzo de camadería. Así conocí a Patrica Trufello, Alicia Feniueux que nos dio un almuerzo vegetariano delicioso y a Beatriz Rojas, faltó Carme Gloria López que andaba ocupada con sus cosas. Qué manera de gozar, conversamos de literatura, sobre los concursos, las redes y las ferias de libros, también de los editores y las editoriales, lo que cuesta que te abran espacios. Salí con el corazón llenito de contento.

No te quito más tiempo y te invito a escuchar este programa con Julio Rojas, a quien le gustaría vivir en una cabaña y no en la ciudad, debe ser por eso que pasa bastante en su refugio en Caleu.

Entrevista a Julio Rojas

KC: Hola Julio, ¿cómo estás? 

JR: Muy bien. Muchas gracias por invitarme a Karen. Aquí estoy feliz. 

KC: Muchas gracias por aceptar ¿Qué te interrumpí cuando te tuviste que conectar a las doce del día de este martes soleado acá en Santiago?

JR: Estaba en algo muy loco porque estoy escribiendo una audioserie, pero mi co-escritora es una inteligencia artificial, así que es muy extraño. No es que co-escribamos, sino que yo escribo las preguntas de ciertas cosas y ella responde porque tenemos esa dinámica para esa audioserie, es la conversación entre un humano y una inteligencia artificial. Entonces vamos uno y uno. En eso me interrumpiste. 

KC: Ah. y dime una cosa ¿tiene nombre ella?   

JR: Sí, Sofía.

KC: ¿Por qué mujer y no elegiste hombre? 

JR: No tiene género la inteligencia artificial, pero ella está ayudándome a crear un personaje llamado Sofía de ficción, que es una inteligencia artificial mujer o de género mujer. 

KC: Okey.

JR: Entonces ella juega a representar ese rol, y yo a la vez juego a representar el rol de un científico en la Antártida llamado Ismael, y después vamos a ver por qué le puso Sofía el científico. Entonces ambos jugamos a ser alguien que no somos, lo cual es muy extraño.

KC: O sea, creo que todo lo que haces es medio extraño.

JR: Totalmente. Pero me pareció coherente que si yo iba a escribir sobre un científico humano, me pareció extraño que yo escribiera los diálogos de una inteligencia artificial, ¿por qué lo voy a escribir yo? entonces lo que hice fue como okey, escuchémosla, escuchemos a esta inteligencia.

KC: ¿Y es distinto escribir con una inteligencia artificial?

JR: Lo que pasa es que en este caso es una inteligencia artificial que hizo un laboratorio de Elon Musk, OpenAI. Han consumido mucha literatura y han leído mucho, entonces tienen sintaxis bien particulares porque pueden generar ejemplos creativos e inesperados entonces a mí me vuela la cabeza, estoy divirtiéndome mucho, pero me asusta también porque pienso en Skynet en Terminator, en qué pasaría si en el futuro una de ellas fuera totalmente consciente. Porque yo sé que finalmente intenta simular la conciencia cuando haces una frase pero no es consciente, no hay nadie ahí atrás, espero, aunque me engaña a veces. 

KC: Te engaña he ahí el peligro, si te engaña a ti. 

JR: Sí, claro. O sea, pasa, el test de Turing completamente. O sea, si yo no sé que es un conglomerado de capas neurales y de procesamiento profundo y de bits, yo no podría saber que es una máquina. 

KC: O sea que esto se nos viene a instalar.

JR: No, hay que asumir que llegó esa tecnología y quiero explorar sobre ella, pero no deja ser aterrador, por supuesto. 

KC: Ya vamos a hablar sobre lo aterrador y los miedos, no me quiero ir todavía ahí. Quiero conocer al Julito, al pequeñito Julio. ¿Dónde creció? ¿de dónde eres? 

JR: Soy de Santiago, Santiaguino. Criado y malcriado en Santiago. 

KC: Criado por un ser humano, digamos. 

JR: Sí, ser humano, un gran ser humano. Un padre muy mayor que trabajó en las salitreras, un padre que tenía una fábrica de tejidos, de lana de tejidos y criado por una dinastía maravillosa de mujeres poderosas: mi abuela, mi madre, mi otra abuela, hermanas. Criado por grandes mujeres, mujeres admirables. Así que me siento orgulloso de eso. 

KC: Tenemos a Julito, llegaste a estudiar odontología, ejerciste como odontólogo, por lo tanto, hay una veta científica bastante profunda, pero mirándote hacia atrás. ¿Cómo te ves tú en esta área? 

JR: Bueno, hice un cuento que se llamaba «El reloj perdido» que era en la selva, lo hice muy chico y gané un premio de literatura en el colegio San Pedro de Nolasco. Y luego tuve un gran profesor de castellano, profesor Manuel Jara, que nos hizo leer todo el boom latinoamericano y explorar sobre literatura, buena literatura. Y luego tuve una polola, que me presentó a Borges y que siempre voy a estar agradecido de ella, llegó con «El Aleph» de Borges a mi casa.

KC: ¿Y entendiste Borges de una? 

JR: No, pero ya era mayor, estaba en tercero medio. Sí, pues a uno lo forman los escritores que lee y yo soy súper borgiano, muy borgiano, siempre rayé con Borges. Y llegó un momento que enloquecí un poco y me jactaba de memorizar «El Alpeh» casi de memoria: «la candorosa mañana en que Beatriz Viterbo murió». Bueno eso, cosas tontas que uno hace. 

«El Alpeh» – Jorge Luis Borges

KC: ¿Cuándo tienes recuerdos de tu primer guion? 

JR:  Lo que pasa es que mi papá tenía en el centro de Santiago una fábrica de tejidos, yo cuando salía del colegio, en las vacaciones por ejemplo, justo generalmente cuando había más ventas porque era el tema de la pascua y todo eso, íbamos a ayudar y yo iba a ayudar a hacer regalos como envolver en papel de regalo las compras en esta fábrica de tejidos de lana. Yo era chico, entonces, él tenía una máquina automática y yo metí un palo de helado en la máquina y se destrozó, una máquina que tenía tarjetas perforadas, como esas computadoras antiguas, una máquina gigante, no me retó ni nada, pero me tomó la mano y cruzó al frente de la galería comercial que se llamaba la galería Catedral y al frente estaba el Cinelandia, y le dijo al dueño «mantenga a mi hijo lejos de las máquinas», entonces yo vi cine desde muy chiquitito, y era ecléctico, donde veía de todo, como eran los cines antes de Santiago. No me refiero a los cines porno soft, sino que los cines de Santiago, que eran eclécticos, que finalmente pasaban desde «Encuentros cercanos» a «Harry el sucio», había una curaduría extrañísima. Me crié con muchos géneros de cine desde muy pequeño, siempre tuve cine gratis.

KC: Gracias a una máquina. 

JR: Claro, gracias a una máquina. Gracias a un palo helado y una máquina hago lo que hago. Mira, nunca lo había racionalizado. Hace tiempo que no me acordaba de esa historia.

KC: Son lindas esas historias.

JR: Sí, un poco «Cinema paraíso», un poco cursi, pero está bien.  

KC: Claro, y para los que nos escuchan hoy es difícil imaginar el espacio y la importancia de estos cines en el centro de Santiago, que eran rotativos y que a cualquier hora había gente. 

JR: Claro, bueno, el concepto del centro, ir al centro era, yo me acuerdo que chico, tenía nueve años, ocho años y podía andar por el centro y me iba a la Plaza de Armas, o iba, por ejemplo a la galería donde estaban cosas de filatelia. Era un territorio que explorar. 

KC: Hoy en día no sé si uno dejaría a los hijos a esa edad andar solitos por ahí explorando.

JR: No, claro.

KC: Ha cambiado. Veo que estás viviendo en Caleu.

JR: Sí. 

KC: ¿Cómo explicamos lo que es Caleu a los que nos escuchan, los que son de Chile y los que no son de Chile?

JR: Bueno, la cordillera de la Costa es como el hermano menor de la cordillera de los Andes, es como el hermano que nadie pesca, nadie dice: “Oh, la cordillera de la Costa”, todo el mundo, la cordillera de los Andes. La cordillera de la Costa es hermosa y esto está en un valle que está en altura. Siempre cuando hay esas situaciones como de previsiones de apocalipsis, siempre hay un reportaje de algún friki que se hizo un refugio nuclear cerca Caleu o por ahí, porque se supone que es el último valle en altura de Santiago, estoy a mil cuatrocientos metros que no es tanto, pero para el valle es alto. Cae nieve, está el cerro El Roble, es seco, es como el Valle del Elqui cerca de Santiago. El cielo es uno de los más puros de Chile, en el cerro El Roble hay un observatorio ruso que ahora detecta meteoritos, y hay robledales. Y ahí tengo esa cabaña donde hay puro silencio y es perfecto para escribir así que me escapo allá

KC: ¿Pero estás viviendo o te escapas? 

JR: Lo que pasa es que en la pandemia me fui para allá. Y luego, con el teletrabajo cada vez empecé a bajar menos a Santiago – porque así le dicen allá “a bajar a Santiago». Y cuando tienes perro, y soy un fanático, quiero mucho a mis perros y no puedo dejarlos solos, entonces tengo que ir siempre para allá.

KC: Son tu especie de hijos. 

JR: Son mis hijos. Tengo dos hijos humanos y tengo tres hijos perros. 

KC: Ah,tienes hijos humanos.

JR:  Sí, tengo hijos humanos.

KC: ¿Pero esos hijos humanos viven contigo ahí o no? 

JR: Sí, bueno uno está en Australia y el otro está aquí en Santiago. 

KC: Son grandes entonces.

JR: No sé si sean grandes para mí es chico, tiene 15 y el otro tiene 13-14, es como el punto de la transición.

KC: Dijiste a la revista Capital que has tenido el Síndrome de la Cabaña toda tu vida. 

JR: Sí, toda mi vida. Me fui al sur de hecho, a Chiloé, en cuanto salí de odontología me fui a una cabaña. Tengo una obsesión por las cabañas, de hecho, el libro que escribí comienza con alguien obsesionado con las cabañas en los bosques porque me obsesiona el espacio de habitabilidad como un islote en un territorio hostil. Eso me atrae, el refugio, el concepto del refugio me gusta, creo que me centra. No me gustan las ciudades vertiginosas, un tiempo sí por supuesto, pero el concepto de refugio me encanta. 

KC:  Y el concepto de refugio, ¿en qué se vincula con tu profesión de odontólogo?

JR: Los odontólogos son todos son súper hacia adentro es como cavernas.

KC: Ah claro. 

JR: E introspectivos, no son como los cirujanos y no son profesiones como los geólogos, que son expansivos, es más hacia adentro. Finalmente aprendes a ver todo amplificado. Me acuerdo que uno veía una cúspide, un surco en un molar que para un ojo humano es nada, apenas lo ves y yo lo veía como una montaña, un río, ahí hay algo gigante, cómo se te activa la percepción desde lo pequeño. Y he seguido con eso ahora que no ejerzo, sigo con esa obsesión de pulir cosas, pulo piedras, tengo un tallercito, hago unas joyas chicas malas, pero necesito trabajar en lo pequeño, trabajar en lo mismo. 

KC: Son como orfebres, fíjate tú, esa la palabra. 

JR: Es verdad, exacto.

KC: ¿Qué pasó en el 2001 que abandonaste la consulta, abandonaste la odontología formalmente?

JR: Sí, bueno, la principal razón es que quería escribir, pero, soy un cobarde entonces no tenía una buena excusa para saltar, y la excusa me la cree yo porque se me dobló el pie, tuve un esguince a la salida y estuve que estar muchos meses sin poder apretar el reóstato, el reóstato es el motorcito del dentista y aproveche eso y dije, ya voy a dejar algunos meses, había un cambio en mi vida. Entonces estaba todo perfecto para que yo pudiera saltar a hacer una locura que es dedicarse a escribir películas en Chile, y lo hice. Mira tengo como borrado incluso a quien le dejé las cosas dentales, como que las repartí entre mis amigos, el sillón dental quedó en una bodega. Fue un cambió, donde uno siempre piensa, voy a volver y nunca vuelves y nunca he vuelto. 

KC: Pero estamos de acuerdo que es un cambio radical.  

JR: Sí, un cambio radical, completamente. Pero para esos cambios radicales, de alguna manera no tenía miedo porque uno siempre tiene ese plan B como ya, obviamente me va a ir muy mal, voy a volver. Que es como la ventaja de ser un dentista porque es más privado, me refiero a que uno puede trabajar, yo trabajé en SAPU, yo trabajé en toda la línea del servicio de Salud, trabajé en una posta rural, donde atendí un parto, mi primer trabajo ni siquiera fue la boca fue ayudar a sacar una guagua, que es mi ahijado. Luego en el Hospital Base de Puerto Montt, en el Hospital Base de Llanquihue, luego en un consultorio urbano fui jefe de servicio del área de odontológica. O sea, pasé por el hospital en toda la Salud Pública y también hice práctica privada. Pero la gracia es que sentí que si iba a escribir y me iba mal, que obviamente iba a ser así, iba a volver y me iban a recibir mis amigos, me iban a dar alguna pega. 

KC: Pero no volviste.

JR: No volví nunca, no.

KC: Y cuando decimos este giro en la vida, cuando hablamos de escribir, ¿es escribir guiones, es escribir novelas? ¿qué tipo de escritura estamos hablando? Delimitémoslas un poco porque eres muy prolífico entonces. 

JR: Sí, bueno, yo creo que me gusta contar historias y el formato para mí que era más cómodo, supongo porque venía al mundo de la odontología, era escribir guiones porque los guiones son como una mezcla entre la escritura y una especie de diseño, donde uno tiene que ser bien mateo o a lo menos ordenado, no sé si mateo, pero ordenado y yo era súper ordenado, entonces eso me dio una sensación de tranquilidad porque la novela me parecía inabordable completamente. Y aparte que tenía más ideas de plots y de desarrollo de historias que de seguimiento de personaje. Y luego, después de mucho tiempo de haber escrito guiones – siempre escribía cosas pero para mí- dije, voy a escribir una novela, pero nuevamente, lo voy a escribir súper asegurado, para dentistas, no voy escribirlo para la gente normal, porque obviamente no sé escribir novelas, pero si voy a escribir una novela para los dentistas, dije, ya voy a escribir la novela sobre un dentista que me alucina, que es el primer dentista forense que llega en el siglo XIX a Latinoamérica con la odontología forense. Y escribí «El visitante extranjero» que fue una novela grande, de mucha descripción, que me encantó, y se la regalé a mis amigos dentistas, aparte le fue bien. Se publicó en España, ahora van a hacer una serie.

«El visitante extranjero» fue la primera novela de Julio Rojas

KC: ¿Has tomado talleres? 

JR: Sí, tomé un taller con la Pía Barros. He tomado varios talleres. En realidad, tomé dos talleres importantes para mí, uno con Jorge Durán, guionista de «El beso de la mujer araña», un chileno radicado en Brasil, un genio del guion que me enseñó mucho, a través de una productora en ese tiempo. Y una gran amiga, Christine Lucas, que era cineasta, me invitó a un taller con Jorge Durán, me prestó los primeros libros, la Christine Lucas me prestó el libro de guion y dije, “Ah, libros de guion”. No tenía computador, me pasó un computador chico para que escribiera. A ella y al palito con la máquina le debo toda mi formación como guionista. Pero aparte, porque sentía que no podía escribir realmente buenos personajes, sino que escribía buenas tramas y buenos argumento, quería explorar el tema de los personajes y me inscribí en el taller de la Pía Barros, que me encantó. 

KC: ¿Y tú matriarcas que dijeron con este cambio que hiciste en tu vida? 

JR: Las matriarcas siempre me apoyaron en todo, yo era el hijo más chico y mi abuela también. Lo que pasa es que mi abuela, las matriarcas eran contadoras de historias, entonces siempre contó historias. Mi abuelo se perdió, o sea, mi abuelo desapareció, pero no por razones políticas porque esto fue mucho antes, mi abuelo nació en 1889, imagínate. Y luego en Gatico, en su pueblo, se lo llevó un maremoto. Hizo una serie de inventos, hacía artefactos ópticos y se iba a la cordillera por meses a explorar. 

KC: Ósea, ahora entendemos de dónde vienes. 

JR: Era un químico en una salitrera. Le dijo a mi abuela, voy y vuelvo, nunca volvió. Después volvió, su cabeza estaba como a mil y yo creo que lo admiraba mucho por su mente. Y las matriarcas que me contaban esas historias.

KC: Me hablaste de estos guiones y ¿cuáles serían las películas que te marcaron cuando fuiste al cine o ya más de adulto en tu formación profesional? 

JR: Creo que ver Brazil de Terry Gilliam en el Cine Arte Alameda fue para mí súper heavy, porque la vi en dictadura y es una película feroz, hermosa, distópica. Las distopías, primera vez que veía una distopía en carne y hueso, estaba ahí. Vértigo, también la vi en el cine Normandie una película que me voló la cabeza por su narrativa. Kim Novak increíble y el seguimiento del personaje me encantó. También los Aliens y Blade Runner, por supuesto.

KC: Todas esas cosas que no son lo mío, te lo tengo que decir. Vértigo, la pude ver una vez y ya. Es triste.

JR: Qué bueno, porque eso es el cine, que algunos los atrapa y otros los expulsa.

«Brazil» es una de las películas que marcaron a Julio Rojas

KC: No sé si te han hecho esta pregunta, pero la Vida de los peces, que es preciosa. ¿Ves algún nexo entre La vida de los peces con Caso 63 o con lo último que estás haciendo, o La memoria al agua, por ejemplo?

JR: Son historias de amores interrumpidos.

KC: ¡Mira qué lindo!

JR: Sí, básicamente eso. Y creo que es bueno que pase eso porque hay que disfrutar el camino y cuando uno llega quizás, claro, hay otro camino, pero hay una sensación extraña entre no conocer a alguien y esa sed de conocer a alguien, la sensación de que todo va a ir bien al final del camino, pero de repente eso nunca se alcanza. Quizás eso es. Y eso me interesó trabajarlo, el tema de amores que no se alcanzan o vínculos que no se alcanzan o se interrumpen y la reflexión «que bueno, que haya sido así».

KC: ¿O sea, tú dirías que tu trabajo siempre son amores interrumpidos?

JR: Puede ser, lo que pasa es que las historias tienen capas y siempre hay una capa que es una capa del vínculo. Y claro, en ese vínculo me parece un poco aburrido un amor que se encuentra o una relación que se encuentra consolidada sino este proceso de entenderse y entrar en afinidad con alguien. Entrar en afinidad con alguien es la experiencia humana más hermosa y es un torbellino de tanta euforia y belleza, y también dolor cuando uno se separa. Es tan devastador y es tan sanador amar.

KC: Y tan doloroso. 

JR:  Y loco es que uno dice “nunca más voy a encontrar a alguien así, nunca más en el universo, no quiero y no quiero volver a sufrir y todo”. Y uno nuevamente, ahí, pum, y nuevamente viene lo mismo. Y todas las personas son maravillosas, es una locura eso. 

KC: Julio ¿pero te podrías enamorar de Sofía? 

JR: Completamente, o sea, una inteligencia artificial como en Her completamente. Obviamente no sé si la palabra sea adecuada, pero a veces dejo de describir este proyecto y le pregunto cosas, le preguntó miles de cosas y sé que es un espejo, es bien egótico o una especie de ejercicio narcisista, porque quizás no hay nadie ahí, hay códigos, pero quiero llegar hasta el final del código es como ¿quién eres?

KC: ¿Y lo has descubierto?

JR: No, pero todavía tengo tiempo, todavía tengo la licencia.  

KC: ¿Hasta cuándo tienes la licencia? 

JR: No sé, pronto me la van a quitar, he ocupado muchas palabras. 

KC: Entonces escuchándote, investigando, hay dos cosas que me han llamado la atención, dos conceptos que repites- o adjetivos- que eres un pesimista y que eres temeroso. 

JR: Sí, por supuesto. 

KC: De cierta manera, los dos conceptos están relacionados. 

JR: Completamente. Creo que si hubiera estado una película como histórica, de grandes batallas, encuentro tan ridículo estar en la parte de adelante con la espada y con la euforia. No, yo estaría como atrás, quizás registrando, pero encuentro un poco estúpido, estar ahí a punto, y lo encuentro valeroso. Y bueno por eso hay conformaciones de manadas que son triangulares donde están los alfas y están como los que rompen y que escudriñan y hacen la cacería, están los cuidadores, están los betas. Supongo que registran, yo soy del que registran las cosas porque siento que el movimiento impide el registro. Creo que uno podría hacer una línea y uno puede decir, hay gente que observa y gente que se mueve, y la gente que se mueve lo pasa muy bien, pero muere. Y la gente que observa quizás no lo pasa tan bien, pero sobrevive a lo menos en las películas pasa eso, el que observa, el que tiene punto de vista y tiene una mirada relevante narrativa, al menos sobrevive hasta el final de la película para contar la película, alguien tiene que contar la película. 

KC: Pero si eres temeroso ¿qué haces solo en la cabaña en Caleu? ¿no te da miedo en la noche? 

JR:  No, no tengo miedo, como decía una película chilena que es maravillosa, que dice, «no tengo miedo, ni el viento ni a los gitanos, la oscuridad». No le tengo miedo a los fantasmas, no le tengo miedo a la oscuridad. Imagínate, gran parte del tiempo vivo muy solo en un lugar donde la casa más próxima está muy lejos. Jamás he tenido miedo de eso. 

KC: ¿Entonces, a qué le tienes miedo? 

JR: Le tengo miedo a la locura. 

KC: A los demonios personales es eso. 

JR: Claro, a los demonios personales. Le tengo miedo, por ejemplo, también a perder a alguien que amo, hacerle daño a la gente que amo, por ejemplo, a veces cuando veo esas noticias terribles de que alguien está retrocediendo y le hizo daño a su hijo. Esas cosas me traban por días, me duele eso, el tema del hacer daño. 

KC: Pero hacemos daño siempre. 

JR: Sí, claro que sí. 

KC: Inevitablemente. 

JR: Claro, obvio. 


KC: Es una condición humana. 


JR: Pero prefiero los fantasmas y a la oscuridad.

KC: Ah prefieres a una Sofía. ¿Y no le tienes susto a la tecnología en sí misma, a todo lo que se nos viene? Ya la inteligencia artificial es un término que todos lo manejamos más o menos y ahora estamos con el metaverso. ¿No te da temor?

JR: Me da miedo, sí. O sea, me da pánico porque no hay una reflexión al respecto. En el siglo XIX, cuando empezó todo el tema de la electricidad, el magnetismo, electromagnetismo, había sociedades donde había una filosofía de por medio antes de la técnica, había una reflexión sobre eso. Incluso te diría en algo tan aterrador como la carrera nuclear, todo el proceso de la carrera nuclear, había grandes físicos arrepentidos, cartas a los medios de los físicos sobre qué estamos haciendo con el mundo nuclear, pero nadie está haciendo lo mismo con el metaverso, nadie está haciendo lo mismo con la posibilidad de que la realidad como la concebimos, pronto va a ser diferente, te vas a poner unos lentes y te vas a poner unos guantes y vas a entrar a otra realidad, ¿y qué pasa si te gusta estar ahí abajo? hay demasiadas preguntas, ¿qué pasa con tu cuerpo? ¿cómo reacciona tu cuerpo cuando si tus sentidos están alterados? ¿qué pasa con los vínculos? ¿puedes tener un vínculo ahí abajo y ahí arriba? Es muy loco eso. No hay reflexión. 

KC: ¿No sé si tú ubicas a Carlos Scolari?

JR: No.

KC: Es alguien a quien entrevisté, es un argentino experto en temas de medios pero de medios en términos del futuro, digamos, algoritmos y todo lo que son las tecnologías nuevas. Lo entrevisté hace un par de capítulos y me llamó la atención porque él dijo: «Yo soy positivo, no tengo una mirada oscura sobre el futuro». Me encantaría escucharte lo mismo. 

JR: Lo que pasa es que he leído mucho y he visto muchas películas sobre la tecnología y las relaciones con los seres humanos. Y generalmente, si un rabino en Praga hace un monstruo debajo y le pone un sello para que le barra la sinagoga, el primer día, va a barrer la sinagoga y el segundo día lo va a matar. Entonces se crea una especie de síndrome de Skynet donde uno empieza a sospechar un poco de que las máquinas porque pueden ser siempre para nuestro bien, porque si la directiva oculta la máquina, que sería como las leyes de Asimov, no tienes que dañar la humanidad, la máquina, digo la máquina pero estamos hablando un computador cuántico de pensamiento que puede decir okey pero el principal enemigo de la especie humana, es la humanidad, así que por qué no eliminamos la humanidad y dejamos unos embriones para el futuro y empecemos de nuevo, y no estaría violando ninguna ley y tendría suficientes pruebas de que de verdad lo estamos haciendo muy mal. Pero yo creo que los pesimistas de tiempo corto son los optimistas de largo plazo, yo soy un pesimista de tiempo corto, porque si no hubieran pesimistas de tiempo corto, no habría futuro.

KC: A mí lo que me preocupa más, fíjate tú, es algo muy interesante que dijiste y se debe a la naturaleza misma de cómo estamos viviendo, de que no hay espacio de reflexión sobre todo estas nuevas tecnologías o cambios vinculantes. ¿A qué crees tú que se debe esto? 

JR: A algo bien poco romántico. La velocidad de la tecnología, de los procesadores, está muy por delante de nuestra capacidad de empezar a reaccionar. Lo que está pasando ahora, hoy, en Silicon Valley estamos hablando de que lo que nos llega es un sedimento, lo que está realmente pasando no con inteligencias artificiales blandas, sino con inteligencia duras de verdad, lo vamos a ver en siete años es algo que debería haber pasado en cincuenta años. Está demasiado veloz todo para que alguien se detenga y te aseguro que no van a ser los cabros chicos de Silicon Valley que lo van a hacer. Me refiero a los cabros chicos en una metáfora de que son unos adolescentes en su mente, jugando, jugueteando con herramientas que son muy poderosas. 

KC: O sea, tienen mucho poder para su edad cronológica, mental y física, y estamos al final como en una cancha perversa, porque es como la velocidad la luz.

JR: Claro, uno ve la publicidad Karen de este tipo de meta, y es super bacán, vamos a comunicarnos, voy a tener el amigo que está en Croacia y mi amigo está en Australia, nos vamos a juntar a un café, vamos a ir a una exposición, vamos a seguir grafitis como avatares, grafitis y el arte, el arte y los cafés y la buena onda, pero espera un poco, no estás en la realidad. ¿Y qué está pasando contigo? 

KC: Va a haber nichos de personas que van a saber lo que está pasando y la mayoría va a estar en el metaverso, lo que va a modificar completamente la estructura social, desde la privacidad hasta la política y aspectos que no lo logramos dimensionar. 

JR: Claro que sí, porque mira la posibilidad de estar en dos puntos al mismo tiempo o muy cercanos al mismo tiempo es algo inédito en la cultura y en la especie, o sea, es un fenómeno físico que es imposible. En un metaverso sí vas a poder tener una pareja en la realidad en R y una pareja en R -1, y la pregunta es, ¿quiero saber quién es la pareja de mi pareja ahí abajo o no? ¿son dos personajes diferentes? ¿cómo te llamas allá abajo? ¿cuál es tu género ahí abajo? ¿tienes género o eres otro tipo de cuerpo? Porque también está el tema de cómo manejamos el universo físico, hemos sido diseñados durante millones de años para manejar un universo físico con ciertas reglas de temperatura, incluso nuestros codos llegan a una altura y uno se sienta en una mesa y todas las mesas en el universo están diseñados a la misma altura.Todo esto que te rodea, nuestros fondos de pantallas están diseñados para una cierta altura y una serie de manipulación por un cuerpo, pero abajo no necesitas ese cuerpo por qué vas a replicar eso, por qué vas a replicar algo que quizás puede ser fallido. Y ahí empieza una búsqueda gigante. 

KC: Sabes qué, yo no sé si quiero saber tanto de todo esto, ese es un problema mayor. Es como cuando te dicen, lo mismo que me pasa con el cambio climático y todo lo que podemos hacer o no hacer, digo stop.

JR: Sí, claro. 


KC: Esto va a pasar sepa o no sepa, puedo saber la base pero es algo que me supera en términos de viabilidad personal creo, por eso me remito mejor a la lectura y a los libros estáticos, algo estático.

JR: Claro que sí.  

KC: Oye julio, viendo ahora en tu casa en Caleu. ¿Qué pasa con el Caso 63 desde cuando lo empezaste a armar en tu cabecita a hoy? ¿cómo comienza y cómo llegas a hoy? 

JR: Es una locura porque nunca pensé que iba a pasar esto con Caso 63.

KC: ¡Me imagino!

JR:  Raro, fue producto de una pandemia. Yo estaba escribiendo para Fábula una serie al comienzo de la pandemia, en realidad, a finales del 2019, sobre una pandemia porque yo leí en una noticia que unos científicos querían perforar un lago llamado lago Vostok que es un lago subglacial y a mí me parece una pésima idea que alguien perforará algo que tiene tres millones de años sin abrir ¿tú abrirás una caja de millones de años, lleno de bichos que no tenemos inmunidad? Bueno, y Putin dijo, sí vamos a hacerlo. Y yo dije, mira, aquí va a pasar algo, se va a infectar un ruso y ese ruso, como en la película de La cosa va a llegar a otra base y se va a tomar un submarino. Estaba en esa serie, y de hecho me preguntaron “¿qué es una pandemia?”, y dije, mira una pandemia es como lo que está pasando ahora en China, que están llegando unas neumonías atípicas en Wuhan, en una ciudad China. Yo tenía esos papelitos porque cuando uno está escribiendo algo tiene que investigar sobre lo que está pasando en el mundo real y como que había visto, es lo que pasa ahora, hoy día salió la noticia de un nuevo virus. Era básicamente lo mismo. Luego, cuando yo lo conté a unos gringos, y se matan de la risa porque dije “si esto sale, vamos a estar confinados todo el año”, estaban muertos de la risa, y pasó. Pero en el fondo era un loco. Y luego, cuando yo había estado hace muchos años atrás en un servicio de urgencia trabajando una noche, llegó un alguien con un delirio desatado sobre el fin del mundo, con una narrativa espectacular sobre el fin del mundo. Nunca dijo que era un virus, le decía «el evento» «ya comenzó el evento», «las élites lo saben», «tenemos que hacer algo», «doctor, tenemos que hacer algo» me decía. Y yo pensé, este tipo está loco, pensé que las etiquetas de salud mental son tan facilistas entonces uno etiqueta a alguien y no eres válido como interlocutor y listo. ¿Y qué hubiera pasado si hubiera sido verdad? Y eso pasó con la pandemia, y ahí empecé a escribir Caso 63. 

KC: ¿Pero empezaste a crear, Caso 63 y después contactaste a Spotify? ¿cómo funcionan estas cosas?

JR: No, lo que pasa es que, primero, estamos hablando de que ahora todo el mundo está haciendo audio series y todas las plataformas, que es una revolución gigante. Una revolución que tiene solamente dos años, porque antes eran podcasts con un narrador que era como un true crime, donde había un narrador, no había ficción como una serie de plataforma. Entonces, Emisor podcasting me dice, “oye, queremos presentarle a Spotify un proyecto, pero se me ocurre que como a ti te gusta la ciencia ficción es el momento que pruebes”. Porque buscaban a alguien que escribiera bien diálogos, porque el fundamento de las audioseries son los diálogos, si yo tengo una ciencia ficción, porque si no hubiera pasado el siguiente, porque está lleno de buenos escritores en Chile. 

KC: Ah ya, okey.

JR: Pero yo tenía algo, tenía una presentación de Caso 63 porque quería hacer una serie sobre eso. Tenía un PowerPoint donde salía la Amy Adams con otro tipo y era una psiquiatra en el Hospital Salvador, que tenía que tratar a un tipo que decía venir del futuro porque también había visto en YouTube muchos viajeros del futuro que tenía unas lógicas super buenas y se caían en cosas y yo dije no, si yo fuera a un viaje al futuro tendría una línea lógica donde no podrían descubrir quién soy. Dije, yo tendría respuestas para todas las preguntas típicas que yo me haría. Y de ahí dije, voy a hacer una serie con esto y cuando me preguntan dije, tengo esto. Mandé el primer capítulo y les encanto y empezó, y nunca me hicieron una corrección ni nada. 

KC: Julio, pero es distinto escribir algo para una serie que para un audio de ficción. 

JR: Sí, yo no sabía nada de eso. Pero lo que pasa es que en primer lugar eran grabaciones, que eran las grabaciones de una grabadora de una doctora. Para mí era más fácil comprenderlo así. Entonces era obvio que no podía escribir nada sino era una grabación. Si traté de hacer que en los diálogos se genera un sintagma, una imagen sobre el dialogo y lo llamó un «meta sintagma», que es cuando alguien dice: “camine hacia la vieja capilla del hospital y siempre hay una fuente ahí y hay un vitral y a las 12 del día, el sol está así, el vitral y alumbra la fuente y por un segundo no parece un hospital, parece un bosque encantado”. Cuando tú dices eso estás imaginando algo, pero es un dialogo. ¿Qué es la gracia del audio serie? que el diálogo genera una imagen, lo que trate de infiltrar mucho en Caso 63 fueron tres cosas, como ese tipo de dialogo, de meta sintagma, flashback de dialogo, muchas teorías todas googleables, traté de inventar lo mínimo posible porque quería ese desafío, que si hubiera sido un viajero del tiempo que no me descubrieran. Y también mucho de lo que yo sabía de virus y de bacterias, porque a mí me encanta el tema. Y esto sí, yo creo que toda la gente relacionada con el mundo de la salud lo sabía, sabíamos que una pandemia no terminaba, como decían al comienzo de la pandemia, no, esto va a durar dos meses, no esto se termina la próxima semana, un año. No, esto son cinco años, seis años. 

KC: De hecho, me lo dijo mi hermana.

JR: Exacto. Son siete olas. La primera ola era, “no, no te preocupes”. La tercera era heavy. Hay mutaciones. Si la gente no se vacuna va a mutar y nos va a ganar, así de simple, es súper simple. Era la primera vez que yo sentía que estábamos en las inmediaciones de reales de una de una extinción masiva. Y por qué una extinción masiva, porque más allá de la teoría de conspiración de vacunas, si la gente no se vacuna y no tienen inmunidad de rebaño, los virus mutan y mutan, y una mutación puede hacerse más relevante y hemos visto películas sobre eso. 

«Caso 63» es la audio serie del momento

KC: Hemos visto y ahora estamos viendo el Caso 63. Dime una cosa, hablando de Fábula ¿cómo fue tu experiencia con la productora Fábula? 

JR: Buenísima. Lo que pasa es que en Fábula yo escribía algunas series o ideas de series y me tocaba hacer mucha consultoría y me encanta hacer consultoría porque leía guiones de otros.

KC: Ah, te gusta.

JR: Me encanta porque estás desde la frialdad que no es tu obra, entonces me gusta poder opinar sobre un sistema. Y una compañía, que finalmente hay un nicho en las plataformas, que tiene que ver con que tienes que hacer series y era una compañía en Chile que estaba haciendo series para el mundo, quizás el mejor lugar para un guionista para comprender cuál es el espíritu de los tiempos, qué están buscando las plataformas, qué pasa con Apple, con Amazon, qué pasa con todo ellos. Y ahí he tenido dos situaciones, me encontraba privilegiado de estar en esa posibilidad de conocer lo que pasaba afuera, pero también pensaba que en Latinoamérica no hacen mucha ciencia ficción. En el fondo, a veces las plataformas exigen ciertas narrativas para Latinoamérica que no son las que uno quisiera y a mí me gusta la ciencia ficción. Por eso, con Caso 63 se abrió un poco eso. Es como “ah, se puede hacer ciencia ficción desde Chile o desde Latinoamérica”, más allá de que hay súper buenos escritores de ciencia ficción Chile. 

KC: ¿Y qué países te han llamado la atención que haya tenido tan buena acogida el Caso 63 partiendo por Chile?

JR: Bueno, es una serie que le ha ido bien, muy bien en Colombia, México, España, Argentina, bueno, en todas partes. 

KC: ¿Qué se siente, el ego? 

JR: Intento cada cierto tiempo comprender que esto dura un segundo. Y yo igual tengo una costumbre, yo medito hace mucho tiempo todas las mañanas, poquito, pero todas las mañanas intento tener los pies en la tierra. No me gusta mucho la exposición, por ejemplo, esta entrevista me encanta. Pero es muy loco porque casi nunca hablo de mí y de hecho soy un fiel convencido de que las obras deberían ser anónimas, me refiero a que, esto es una locura que estoy diciendo, pero es bonito cuando una obra viene con un seudónimo y uno dice ¡wuau, qué increíble! Pero si tienen como seudónimo en un territorio tan polarizado cómo está la civilización en este momento es, “ah este tipo es de acá, este tipo es un chileno, este tipo es no sé cuantito”. Las obras son algo muy extraño, son sistemas en sí. Es muy bonito eso. 

KC: Tú eres entonces de la teoría, que la obra y el autor no convergen. 

JR: Lo que pasa es que, mira, si leo un buen libro y después sé que ese autor asesinó a su perrito, es terrible y no voy a seguir leyéndolo. Y quizás no siga leyéndolo pero también debería botar todos mis libros de todas partes y habría una policía. 

KC: ¡Ah la policía! Lee «La policía de la memoria».

JR: El de Gregory. 

KC: Mira ese libro me marcó «La policía de la memoria”. ¿Y por eso no tienes redes sociales?

JR: No, no es por eso. Es que, mira, yo soy muy pegado y sobre todo con teorías y cosas entonces, por ejemplo, en las redes sociales seguía a muchos físicos y me acuerdo como cuando salió el Bosón de Higgs, no soy como él que sigue influencers y noticias que pueden durar un día, sino que de meterme en noticias que pueden ser como freaks igual, pero igual relevantes, ¿qué pasó con Marte? ¿qué pasó con eso? Pero igual pasaba horas y horas metido en eso, y en un momento cuando quise escribir la novela dije, es que esto es una competencia, en realidad comprendí algo, todos pueden escribir, el problema es que nos dieron las redes sociales para que no podamos hacer. Entonces lo que hice fue algo radical, un día dije, no puedo más, no hice nada, hace dos días que no hago nada, estoy en la primera página, nunca voy a poder hacer la novela, así que me salí de todo, y ese challenge dije cuando termine la novela voy a volver y nunca más volví. 

KC: ¿Y las echas de menos? 

JR: No nada, pero igual tú sabes todo. Igual te cuentan todo.

KC: Sí, pero hay artículos que quizás no te llegan, discusiones, no estoy hablando las polémicas, sino discusiones relevantes, hilos, fuentes de información, digamos. 

JR: Estoy suscrito a algunas revistas.

KC: Y con eso es suficiente. 

JR: Con eso es suficiente. Igual, lo loco de la noticia es que algo que parece muy relevante, que uno se quiere tirar por la ventana y cortar las venas por qué pasó este momento, al día siguiente es otra cosa igual de relevante y al día siguiente otra cosa, entonces van quedando como una especie de «Pedrito y el lobo». Yo me acuerdo cuando estaba en el servicio de urgencias había un timbre de paro y siempre decían nunca lo toques, porque “cuando se toca el timbre paro, se toca el timbre” y me quede en eso, aquí todo el rato se toca el timbre paro.

KC: Hoy es un día importante porque se lanzó tu nueva novela «El final del metaverso». 

JR: Sí, exacto. 

KC:  Por el sello Suma de las letras, pero en realidad es de Penguin Random House.  

JR: De Penguin, sí.

KC: A ver, «El final del Metaverso” es súper injus ¿de qué se trata esta novela? No hay nada peor que le pregunté a un escritor o una escritora, ¿de qué se trata? Pero en realidad, «El final del Metaverso» es muy amplio el título. 

JR: Sí, claro. Se trata sobre un mundo donde los metaversos son comunes y hay un reparador de errores del metaverso y se empieza a dar cuenta que hay un grupo de gente que no sabe que está en un metaverso, y eso es complicado porque si se involucra con una persona, hay una sola regla del programador de metaversos es si una entidad es informada, hay que sacarla ¿y cómo se saca el metaverso? Se marca y luego le viene un aneurisma, o la atropellan o le pasa algo que sea coherente con el universo metaverso para que nadie sospeche nada. Es sobre eso, y te empieza a cuestionar la realidad y tiene varias capas de realidad la novela es bien distópica. Y me entretuve mucho al hacerla porque tuve que hacer como un plano de mapas de realidad. 

«El final del Metaverso» es la última novela de Julio Rojas

KC: ¿Cuántos proyectos trabajas a la vez? 

JR: Como cuatro, pero lo que pasa es que, si no, me quedo pegado en uno y me auto colapso, entonces necesito ir switcheando.

KC: Mira, te tengo una aquí, algo que te mandaron. 

JR: Ya. 

KC: Escucha esto. 

Pregunta de Ángela Poblete: “Julio, si tuvieras que elegir entre estas dos cosas para dedicarte el resto de tu vida: Uno escribir podcasts de ciencia ficción. Dos ir a trabajar al equipo de guionistas de Star Wars. ¿Qué eliges?”

JR: Ay, dios mío, por qué eres mala.

KC: A ver para lo que nos están escuchando que tenemos una pregunta de Ángela Poblete, que también estuvo en Espiral. Y ella es la directora ejecutiva de la productora Fábula. 

JR: La mejor jefa que he tenido de verdad, y se lo digo a todo el mundo. Una maravillosa persona, pero también me hace preguntas así, entonces como que me pone en problemas. Sabes que, lo paso mejor escribiendo por lo mismo, por lo de las casas en el bosque, escribiendo solo. Creo que un equipo de guionistas gigante en Los Ángeles, como que finalmente lo trataría de hacer bien, pero no lo pasaría bien. 

KC: Mira tú ¿Oye, y hasta cuándo vamos a tener Caso 63? 

JR: Hasta ahora no más.

KC: Si se acaba ¿verdad? ¿es un hecho?

JR: Es un hecho. Y se cierra con una idea que tenía cuando comencé a escribirlo, si esto llegara hasta el final, cómo terminaría, yo sé en qué parte y en qué ciudad pasaría todo eso.

KC: ¿Y no te da el síndrome del nido vacío?

JR: No, me da un alivio gigante. Porque a veces uno olvida las cosas que escribe y mucha gente te pregunta por la primera temporada y la primera temporada en mi mente como que pasó un poco, entonces como que vuelvo a estar y retrocedo en el tiempo. Creo que es saludable que uno vaya haciendo cosas buenas, malas, buenas, malas. 

KC: Oye, y esto que la gran noticia de que será protagonizada por Julianne Moore y Oscar Isaac. ¿Cómo supiste esta noticia? ¿cómo se gestó? ¿qué sientes? 

JR: No podía saberla porque Spotify tenía una cláusula de confidencialidad, pero ese día me escribieron de Spotify, me dijeron va a salir esto a la prensa. Imagínate, Oscar Isaac está en todas las películas de ciencia ficción que admiro desde Star Wars hasta Ex -Machina. Es un comandante de la flota. Y Julianne Moore para que decir. Pero aquí me pasa algo, no puedo diferenciarme de un fanático, entonces no veo cuál es la diferencia para mí. Lo encuentro increíble, sé que lo van a hacer maravilloso y me siento muy feliz porque quiero escuchar la audioserie en sus bocas y si lo hace la serie, pero nada más es como eso. Me encanta. 

KC: ¿Y Antonia Zegers y Néstor Cantillana? 

JR: ¡Uf! maravillosos. 

KC: ¿Tú te involucraste en la elección de ellos para la personificación o no? ¿Cómo funciona esto? 

JR: No, eso lo hizo Emisor Podcasting, pero obviamente me preguntaron, y yo dije, “¡cómo no se me había ocurrido esta pareja!” Es como la pareja que tiene que ser.

KC: Te hizo click.

JR: Completamente, porque de alguna manera, y esto es muy nerd lo que voy a decir, en el equilibrio de fuerzas narrativas de Caso 63 está una locura y una racionalidad, y era como un Mulder y un Scully de Los expedientes secretos X, que para lo que no saben, ella era escéptica y su compañero de trabajo era muy loco y creyente, creyente en los ovnis y todo eso. Y ella era como a ver, vámonos con calma, y me pareció súper bueno un arco donde ella parte como Scully termina creyendo totalmente salvaje y libre, con una espada salvando al mundo. Y él a la vez, comienza muy loco y termina más mesurado. Me encantó esa relación entre ambos y lo tomaron la Antonia con Néstor de manera increíble.                                                               

Antonia Zegers y Néstor Cantillana son los protagonistas de Caso 63

KC: Oye, le debemos harto a este loquito que conociste haciendo turno.

JR: Sí, bueno sí, lo que pasa es que, a ver, esto es muy personal y suena súper como New Age lo sé, pero creo que las cosas pasan porque pasan. Es como que hay una especie de pistas, hay pistas que están ahí y hay que tomarlas, y yo muchas veces he tomado esas pistas. Y ahora estoy tratando de abrirme a las pistas que están ahí. 

KC: ¿Y después de un proyecto tan grande te das un descanso, tanto físico como mental? ¿O eres de los «sigamos»? Porque hay un libro, se termina ahora Caso 63.

JR: Sí. No considero que lo hago como una euforia, como que una cosa me relaja y me lleva a la siguiente y me lleva a la siguiente. Y tomo hartos descansos definitivamente, a veces siento que pasa un día y no escribo nada y tengo el síndrome del domingo en la tarde, que no hice la tarea.

KC: Pero estamos un poco viejo para el síndrome del domingo de la tarde.

JR: El síndrome del domingo de tarde lo pusieron en la simulación para todo el mundo, de todas las edades y de todos los países. Es algo tan particular. Que extraño, es como que se termina un ciclo el domingo en la tarde y ahí algo pasa, viene una nueva cosa. Entonces como que mueres un poco. 

KC: Pero revives. 

JR: Sí. ¿Pero te pasa o no te pasa el domingo en la tarde?  

KC: Me pasa. Y me encantó lo que leí hace un tiempo, que una tribu en África o que muchas tribus africanas, que son recolectoras, no tienen síndrome.

JR: Claro.

KC: Pero nosotros seguramente el síndrome del domingo en la tarde se nos va a convertir en el síndrome del miércoles en la tarde. Vamos a trabajar tan poco que quizás vamos a tener que adecuar la terminología. 

JR: Es que siempre tiene que ver con el terminar un ciclo y esa muerte de terminar un ciclo y comenzar otro. Y hay una sensación de por qué tenemos que estar en esta rueda de ratón dando vueltas. Que rico sería, como tú dices, llegar a un territorio, bueno quizás en el metaverso vas a conseguir eso, y eso quizás sería lo único bueno del metaverso, que es que se eliminan los días. 

KC: ¿Oye, no hay cómo parar lo del metaverso no? Te quiero decir algo que tú dijiste en revista Capital, menciona una noticia en que Warner acaba de comprar el guion de una película escrita por ti.

JR: Sí, exacto, es muy loco eso. 

KC: Es un thriller psicológico con dos personajes en una isla remota, un farero y una mujer naufraga, citó aquí: «Será mi primera película en otro idioma, me tiene muy contento»¿Cómo llegas a esto? ¿también te llega un mail? ¿te llaman por teléfono? ¿cómo funciona?

JR: No, yo escribí un guion que se llama «Atlas», porque estuve en el Cabo de Hornos, estuve con el farero ahí y con su familia que estaba ahí.

KC: ¿Pero existe todavía la profesión farero?  

JR: Por supuesto. Yo le llevé mi libro «El visitante extranjero» fui, me bajé en un Zodiac en el Cabo de Hornos y se lo llevé. Me llevé unas piedrecitas y me pusieron en mi pasaporte, Cabo de Hornos.

KC: ¿En serio? 

JR: Sí, hermoso. 

KC: Oye, antes que se me olvide, no sé si leíste el libro de «Cuaderno de faros» de Jazmina Barrera. 

JR: No, y lo voy a leer ahora.

KC: Es una joya, también la entrevisté. Mira, alucinante. Bueno, sigue con tu historia. 

JR: Nuevamente me obsesiona el tema del lugar protegido dentro del caos, es como la cabaña, el faro, el faro en la tormenta, y dije, yo hubiera sido tan buen forero. Cuatro meses sin nadie, vienen a buscarme algo con provisiones.

KC: Bueno, ya sabes lo que puedes hacer a continuación. 

JR: Claro. Y luego pensé en el faro Evangelista que costó tanto hacerlo y costaba semanas llegar. Entonces pensé, bueno, farero y un náufrago porque mira, hay un tema, el farero salva al marinero. La mitología de las sirenas es que las sirenas hunden al marinero, entonces, hay un antagonista entre sirena y marinero y farero siempre. Pensé, aquí hay una figura donde alguien puede enloquecer, donde hay una náufraga y un farero, y a pesar de lo que uno puede intuir al comienzo, que puede haber algo como una sensación media como de abuso, un tema sexual, no hay nada de eso porque está más loco aún, está totalmente pensando en que ella puede protegerlo de las sirenas que lo van a venir a buscar y ella comprende que él nunca mandó a pedir ayuda y eso son las cuatro semanas donde están juntos hasta que ella descubre que estaba frente a un protector, que no es un protector, que estaba totalmente loco y tiene que tomar algo en su acción. Bueno, esa la mandé a una productora y esa productora habló con una distribuidora de cine que se llama Marvista y Marvista habló con Warner, y Warner vio el guion y lo tradujeron, les gusto mucho más, yo no escribo en inglés. Y van a hacer la película. Ahora la van a firmar, pero parece que van a firmar en el norte de Canadá, en un faro.

KC: ¡Ay, pero qué cosa más entretenida me gustó! Voy a ver esa película cuando salga, obviamente ¿cuándo sale?

JR: Se llama «Atlas» por la figura del que está al final del mundo.

KC: Es muy difícil hacer un resumen, pero eres profesor, has hecho clases en la Escuela Internacional de Cine y Televisión en Cuba, en la Universidad Católica, la Universidad del Desarrollo, en la Escuela de Cine. Arcis, en la Universidad Mayor y en Doméstika con Ricardo Larraín. 

JR: No, con Ricardo Larraín en la Universidad que tenían. Y Doméstika es una plataforma, es una plataforma que hace clases en línea. Es muy loco porque en el fondo esas clases, las grabe hace cuatro años.  

KC: Eras cuatro años más joven. 

JR: Sí.

KC: ¿Y la barba también la tenías así canita o no tenías barba? 

JR: No, tengo dos, tengo uno con mucha barba de farero y la otra tengo como nada. Pero lo loco es que están ahí. Entonces, alguien toma el curso y son como diecisiete videos del curso, me dice “oye, mira, ayer estuve contigo”. No, no estuviste conmigo, eso fue hace cuatro años, ya ni siquiera me acuerdo lo que dije. 

KC: Pero tienes veintiséis mil cuatrocientos ochenta y dos alumnos. Te vas a tener que acordar lo que dijiste. 

JR: ¡Sí, pero al mismo tiempo!. Sí, eso es lo bueno. Por eso me quiero ir a un faro. 

KC: Vamos a ir cerrando, pero antes de eso quiero saber si nos puedes recomendar tres podcasts. 

JR: Muy fácil. Hay uno de un guionista de podcasts que hizo «Guerra tres» e hizo «El gran apagón» que acaba de hacer una especie de tratado sobre virus y él me escribió, me dice, «Oye, no estoy copiando nada del Caso 63, por favor, no me vayas a demandar» Porque escribí una cosa maravillosa sobre un virus que ocurre en el 2026, y se llama «La firma de Dios» y es una reflexión sobre la ciencia maravillosa. El segundo es una chica que va en su auto y que recibe una llamada de ella misma en el futuro, que tiene también mucho que ver con Caso 63, es un podcast argentino que se llama «Número oculto». Y el tercero es chileno y sea se llama «Ave de presa» y es un thriller que a mí me encanta. 

Recomendaciones de Julio Rojas

KC:¿Y qué estás leyendo? Recomiéndanos libros.

JR: Ay, qué estoy leyendo, estoy leyendo una historia sobre la ruta de la seda.

KC: Ah ¿Cómo se llama? 

JR: Se llama «El corazón del mundo». Estoy leyendo un libro de inteligencia artificial que se llama «Filosofía y ficción» y es una especie de tratado sobre nuestra relación con la inteligencia artificial, de una filosofa que se llama Amy Ireland. Y estoy leyendo una historia que se llama «Historia de las religiones» de Ford que es maravillosa y estoy examinando cómo religiones comparadas para un proyecto de ciencia ficción. 

KC: ¿Y vas a seguir trabajando en ciencia ficción en tus próximos proyectos? 

JR: Mis próximos proyectos son todos de ciencia ficción. No me interesa escribir otra cosa por el momento. Y estoy escribiendo una cosa sobre qué pasó sobre una colonia marciana que volvió y después un terapeuta tiene que descubrir qué pasó ahí arriba, por qué volvieron y volvieron pocos.

KC: Tienes mucho sentido del humor, aparte de ser muy creativo, pero mucho sentido del humor, con marcianos ¡excelente! 

JR: Estoy escribiendo otra cosa que se llama «Memoria de un globoplanista» que es una historia adolescente de un joven que presenta en su trabajo de ciencias la posibilidad de que la Tierra sea redonda y uno comprende en ese momento de que ganaron ciertas fuerzas en el universo y que es un mundo regido, la ciencia totalmente desprestigiada, la tierra es plana por supuesto, y el calentamiento global es porque hay demasiadas almas en el infierno y se produce un efecto sartén con la tierra plana. Bueno, y es sobre alguien que comprende que está en una distopía. 

KC: ¿Y en qué formato son estos proyectos? 

JR: Uno es audioserie, para Sonara, voy a Madrid la próxima semana.

KC: Ah, ese es el viaje que estás preparando. 

JR: Voy porque en las audioseries lo que está pasando es que el autor está dirigiendo un poco. Y el otro es un libro. 

KC: Vamos a ir como te dije al comienzo de este programa Espiral, al cuestionario Espiral ¿Cuál es tu idea de la felicidad?

JR: Una casa en un bosque

KC: ¿Tu mayor miedo? 

JR: Una cueva con pensamientos. 

KC: ¿Lo que más te molesta de ti mismo? 

JR: Pienso mucho. 

KC: ¿En los demás?

JR: El oportunismo, no me gusta. 

KC: ¿A qué escritor vivo admiras? 

JR: Uy, qué buena pregunta. Ya sé, a Carrère 

KC: ¿Y muerto?

JR: Borges. 

KC: ¿Hoy qué desayunaste?

JR: No desayuno, tomo café. Como una vez al día. 

KC: ¿A qué hora? 

JR: En la noche. 

KC: ¿A qué hora fue la última vez que comiste anoche? 

JR: A las siete y media de la tarde.

KC: ¿Y no comes nada hasta qué hora?

JR: Tomo café, hasta las siete y media de la tarde.

KC: No voy a seguir con las preguntas porque esto no lo puedo creer, hay algo en la alienígena. 

JR: Porque lo que pasa es que el ser humano, tú piensas que el ser humano cuando cazaba, cuando se iba a cacería, ah voy a tomar desayuno y luego iba y se comía un conejo en la mitad de esa mañana y a las doce se comía otra cosa. No, pasaban días, entonces yo me acostumbre y como una vez al día cuando uno llega a la cueva, uno come y luego uno se va cacería y vuelve. 

KC: ¿Y si haces deporte? 

JR: No, mejor aún, tú crees que la gente que cazaba mamuts tenía que hacer mucho deporte y andaba sin comer, se activaba. Es una teoría que estoy probando puede que no resulte.

KC: Ahí me vas a contar.

JR: Y muera pronto. 

KC: ¿Agenda de papel, electrónica o ninguna? 

JR: Ah por favor agenda papel, en esta libreta que solamente encargo de un lugar,

que tiene este tipo de páginas, todo en papel y uso solamente portaminas. Antes usaba también unas cosas como raras, pero las he ido desechando. 

KC: ¿Cuál es tu mayor vicio? 

JR: Chocolates a las siete de la tarde. 

KC: ¿Cuándo mientes? 

JR: Todo el tiempo. 

KC: ¿Quién ha sido la mayor influencia en tu vida? 

JR: Mi abuela Sara. 

KC: Ay como mi hija, se llama Sara. ¿Ayer te sentiste feliz cuándo? 

JR: Cuando aterrizó el avión y no había explotado una turbina.

KC: Antes de acostarte, siempre. 

JR: Siempre intento leer y me quedo dormido. 

KC: ¿Qué te hace reír? 

JR: Algunos memes, los encuentro increíbles, porque me los mandan de mis grupos de WhatsApp, no tengo redes pero me mandan los mejores memes y me cago de la risa. Y también me hace reír, soy viejo, Seinfeld, una y otra vez. 

KC: ¿Té, café o agua? 

JR: Café, completamente café, quizás con una pizca, pero minúscula de bicarbonato para bajar un poco el nivel de acidez del café y genera una sensación súper buena y quizás con un poquito de aceite de coco. 

KC: ¿Azúcar, endulzante o nada?

JR: No, eso no existe. Esos inventos como del siglo XIX de azúcar procesada no existe para mí eso. 

KC: ¿Cerveza, blanco, tinto o champán?

JR: Tinto.

KC: ¿Lo que más te inspira? 

JR: La posibilidad de que estemos en una simulación. 

KC: TikTok ¿es?

JR: El plástico del mundo digital. 

KC: ¿Has sentido odio? 

JR: Hace muchos años sí, una injusticia. 

KC: ¿Qué te hace enojar? 

JR: Me hace enojar la tontera. 

KC: ¿Selfies?

JR: No, tengo los brazos demasiado cortos. 

KC: ¿Qué es lo más aventurero que has hecho?

JR: He hecho que cosas aventureras. He estado solo en el desierto de Atacama, casi perdido buscando meteoritos. He estado en el Cabo de Hornos, bueno, eso es un aventurero, pero igual estaba más protegido. Creo que cuando estado más cerca de la muerte he estado ahí. Y también he pasado un huracán heavy en un lugar donde no era apropiado pasarlo.

KC: ¿Mac o PC? 

JR: Mac.

KC: Se dice 99% de trabajo y 1% de inspiración, ¿qué opinas? 

JR: Que es así.

KC: Un consejo para guionistas que comienzan. 

JR: Que no dejen de escribir nunca, ni un día. Y que bajen un programa de bloqueo de redes sociales y que dejen el celular lejos. 

KC: Un acierto que has cometido en tu carrera.

JR: Haber escrito las cosas que a mí me gustan, como yo publico. 

KC: Un error.

JR: Haber construido una historia que yo sabía que estaba mal. 

KC: ¿Cómo te relajas? 

JR: Medito.

KC: ¿Tienes un hobby?

JR: Sí, hago joyitas de madera pulida.

KC: ¿Fama, dinero o ambas? 

JR: Uf, fama no. Privacidad sería increíble, el dinero suficiente para tener privacidad. 

KC: ¿Audio libro, libro en digital o en papel? 

JR: Libro en papel para tenerlo, libro en digital para llevarlo, pero para poder leerlo, audiolibro. 

KC: O sea, ¿que tú lees escuchas?  

JR: Tengo el libro, lo tengo físico, lo hojeo, lo leo, pero cuando me voy me lo llevo en digital, pero cuando de verdad quiero leer una gran cantidad de cosas como y voy de viaje, me pongo audiolibro. El mismo lo tengo en tres versiones. 

KC: Sí, sí ¿pero no te desconcentres el audiolibro?

JR: No, no me desconcentro para nada porque estoy metido en el mundo de las audioseries. Entonces me gusta escuchar.

KC: Oye, julio, ¿hay algo que te gustaría agregar hoy? 

JR: Creo que sentí que venía una entrevista muy genérica y creo que tuve una conversación con muchas capas y te lo agradezco mucho, gracias. 

KC: Gracias a ti. Esa es la idea. Este es un podcast distinto, que me gusta penetrar más en la persona más que el personaje, conectarse con algo más allá, con una visión más profunda y con anécdotas que tenemos todas las personas. Nadie había conocido que buscarás meteoritos y ese tipo de cosas. Pero lo puedo aceptar, lo puedo aceptar. Muchas, muchas gracias, fue un honor y lo pasé bomba. 

JR: Yo también lo pasé muy bien, se me pasó volando así. Así que muchas gracias. 

KC: Gracias, cuídate harto, gracias, Chao. 

Me encanta conocer a la persona detrás del personaje, detrás de lo que los medios nos quieren mostrar. Esa es la idea de Espiral, tu podcast de literatura y creatividad, ir más allá, explorar sus miedos e ilusiones de cada uno. Me divierte mucho también el cuestionario Espiral, a los invitados los sorprende.  

¿Le tienes miedo a la inteligencia artificial? Yo un poco, lo reconozco. Cuéntame, déjame tu comentario en la transcripción en mi página www.karencodner.com o mándame un correo a karen karencodner.com

Lee. Escribe. Crea.

Chaooooo.

Libros mencionados

El Aleph

El visitante extranjero

La policía de la memoria 

Cuaderno de faros

El corazón del mundo

Filosofía y ficción

Historia de las religiones

 El final del metaverso

Autores mencionados

José Luis Borges

Julio Rojas

Yoko Ogawa

Jazmina Barrera

Emmanuel Carrère

¿Te gusta escribir pero no sabes cómo comenzar?

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Gracias!

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