🎧 Escucha mi podcast aquí 👇
Hola, hola ¿cómo estás? Soy Karen Codner y te doy la bienvenida al programa 122 de Espiral con una invitada de lujo, la psicóloga y psicoanalista, además de escritora, Constanza Michelson. Ella acaba de publicar, el 2024, la novela o esta cosa híbrida, Nostalgia del desastre por la que muchos críticos la catalogaron como la novela revelación del 2024. Obtuvo el segundo lugar en la categoría ensayo del Premio Mejores Obras Literarias 2023 con Hacer la noche. ¿Sabes como me harías muy feliz? si lo recomiendas Espiral a tus amigos, me pones un like donde sea, o me mandes una foto, ya sea a mi correo karen@karencodner.com o a mi Instagram @karencodner
La semana pasada tuvo una muy buena acogida el Cuestionario Espiral con Constanza y espero que así sea también con la entrevista en profundidad. Hablar con esta psicóloga sorprende, es muy rápida y lucida, si bien intenté adentrarme en su lado más personal, ella como buena terapeuta, logró esquivar ciertas preguntas pero en ese ejercicio se dio una conversación intensa, profunda donde hablamos de cuánto le está costando escribir, de disfrutarlo, nos adentramos en la problemática de su pasado y renacer. Porque en un momento, Constanza Michelson tomó conciencia de que el pasado familiar la estaba definiendo y debía hacer su propio camino. En el diario La Tercera, declaró, «cada vez que googleaba mi nombre, aparecía el suyo en primer lugar, o bien el mío al lado del suyo», refiriéndose a su padre. Considera que clave en su proceso de sanación y de formarse como profesional fue tomar consciencia de sus ganas de vivir, y empezó a liberarse de a poco de su historia familiar. En Nostalgia del desastre, ella arranca contando que un padre intentó matar a la madre con una pistola, tremendo comienzo. La autora dice que este libro es un híbrido donde hay elementos biográficos, ensayísticos, de ficción. Así es efectivamente.
Nostalgia del desastre es el primer libro de todos los que ha publicado Constanza que su madre leyó y le gustó. Me contó que la relación en su familia es bastante disfuncional pero muy cercana e intensa, con mucho humor y que después de la pandemia algo cambió en su forma de vincularse y que ahora la foto del chat ya no es la de Los locos Adams sino que la de La casita en la pradera.
Recuento personal
En menos de una semana he tenido dos eventos que me tienen muy feliz. El primero fue un taller de lectura de Todos nuestros fuegos en el Estado Manquehue, gracias a Daniela Larrea que coordinó el encuentro y estuve allí conversando sobre el oficio, sobre aspectos de la narración, aclarando dudas. Hubo asistencia récord, fueron diecisiete personas, te puedes imaginar lo feliz que quedé. El lunes de esta semana fui a la radio Duna al programa Aire fresco con el periodista, Polo Ramírez, también a conversar sobre Todos nuestros fuegos, y me encantó la entrevista porque me hizo preguntas que nunca me habían realizado, como por ejemplo, sobre el nivel de observancia de la protagonista, de Rivka. En Instagram dejé el enlace y en mi página web siempre estará en la pestaña de prensa de Todos nuestros fuegos. También está en Youtube, en mi canal y en el de radio Duna. Sumando buenas noticias y esta es muy importante, logré volver a escribir tras una sequía poderosa. Pero esto no fue un milagro, sino que algo que he buscado activamente, enfrentándome. Por eso, indagué, fui al taller, me enfrentaba a las tarjetas donde quería escribir a mano alzada, hasta que por fin, fue saliendo. No quiero cantar victoria pero es un paso muy importante. Esta semana que comienza doy inicios a los talleres de lectura del 2025, en uno haré literatura latinoamericana y en el otro, donde llené todos los cupos, novelas de Europa del este.
Como ven, marzo ha sido una aventura con varios frentes, pero puedo decir, que lo he vivido en la búsqueda de volver a hacer lo que me gusta, escribir. Y me siento muy rara ahora grabando esta introducción y cierre con imagen, estoy tratando vamos a ver, si les gusta o no, siempre saben que me gusta recibir correos de ustedes, que me comenten, y que me den su opinión, se los agradezco mucho. Y ahora vamos a escuchar la entrevista en profundidad con Constanza Michelson.
Cuestionario Espiral
KC: Hola Constanza, ¿cómo estás?
CM: Hola Karen, bien, ¿y tú?
KC: Muy bien. Aquí yo estoy grabando en la playa, por la quinta región, cerca de Cachagua, Zapallar. Los que nos escuchan, extranjeros, esto queda cerca de Santiago, como a dos horas ¿Tú dónde estás?
CM: En Santiago todavía.
KC:¿Y qué estabas haciendo? ¿Qué interrumpí cuando te tuviste que conectar a la entrevista?
CM: Uf, hoy día es mi último día de trabajo, ya esto es lo último que me queda y ya estoy oficialmente libre. Así que más que interrumpir es como el último deber.
KC: El último.
CM: Pero un deber entretenido.
KC: Sí, es más relajado que hacer otras cosas. Constanza quiero saber ¿Cómo recuerdas tú, hace diez años, cuando publicaste tu primera novela Cincuenta sombras de Freud?
CM: El ensayo.
KC: Es un ensayo. Puse libro, pero es un ensayo.
CM: Que ha pasado el tiempo. Algo que he pensado es que me cuesta cada vez más escribir, antes lo pasaba muy bien escribiendo. Mira, una vez, en el tiempo que yo escribía en The Clinic, que escribí muchos años, nunca leo los comentarios, si uno lee los comentarios creo que no vale la pena, si alguien tiene algo interesante que decirte se las arregla para encontrase y decirte, pero una vez alguien me dijo lee ese, alguien decía como, ésta Michelson escribe cada vez mejor pero ha perdido locura. Yo creo que hay algo de esa ecuación que es verdad, creo que al principio escribía de una manera mucho más irresponsable, estaba en otra etapa de mi vida, no tenía ninguna pretensión especial. Siempre escribí pero claro, esto de empezar a escribir columnas públicamente, eran otros días también donde había menos censura, esta nueva censura como moral que empezó a aparecer, entonces yo me sentía más libre para escribir. Pero además, como no me conocía nadie, también sentía menos presión neurótica. Y después, eso fue cambiando y me fui, yo creo, que comprometiendo, o sea, fueron pasando varias cosas, sentí que también tenía una responsabilidad mayor con lo que decía, no solo desde el punto de vista del contenido, más que los temas – creo que los temas se repiten, nunca se escribe desde la nada, una cosa como original absoluta – sino que empieza a importar cada vez más experimentar con la escritura misma. Creo que es eso más bien lo que hoy día me interesa cada vez más. Ahora tengo un par de ideas respecto de lo que viene, de lo que quiero escribir, y el tema, la verdad, es que incluso puede variar, no es tanto lo que me importa como sí experimentar en la forma y eso es lo que más me entretiene y lo que más me toma tiempo.
Entonces, respecto al primer libro, nunca lo he vuelto a leer porque, igual es divertido, ese libro es gracioso, sabes que unos años después de publicarlo salió que era el segundo libro más leído en la cárcel de mujeres, y yo decía, es que deben creer que es el otro Cincuenta sombras, el de Grey. También he pensado en eso, en ese tiempo cuando yo escribí ese libro, estaba como muy de moda la sexología, se hablaba de que el sexo hacía bien, yo le llamaba el sexo de farmacia, decía que lata esto, pero hoy día me pasa lo contrario, nadie escribe de sexo si no es para reivindicar algo, para discutir algo. Es decir, hay algo del amor y el sexo como que en medio que no se habla ya sino es como desde el punto de vista como activista o político.
KC: Es interesante esto que dices tú, porque tú eres una mujer de opiniones, no tienes miedo a innovar, a buscar otros proyectos, ahora estás haciendo, ¿era una serie, no?
CM: Una serie, sí.
KC: Después nos vas a contar de eso. Estás también en un podcast, tienes tu consulta, escribes, multifacética podríamos decir, ¿cómo logras saltar de un proyecto a otro? De partida tú te diste a conocer dentro del ámbito del sexo, haciendo columnas bien potentes, digamos, atreviéndote.
CM: Yo no sé por qué está esa idea respecto a mí, porque yo creo que en ese tiempo, igual siempre me pasa, todavía, porque es difícil dónde encasillar el psicoanálisis, todo el mundo cree saber lo que es el psicoanálisis menos los psicoanalistas, siempre decimos eso. Y cuesta mucho explicar porque no nos decidimos qué es. Freud quería que fuera una ciencia, pero decimos que no, evidentemente no es una ciencia, Freud necesitaba que fuera una ciencia para que lo tomaran en cuenta, pero a mí me parece que el psicoanálisis responde a otra genealogía, que eso lo podemos hablar en otro minuto. Me parece que en ese tiempo me encasillaban, yo no tenía ningún tipo de compromiso, en ese tiempo también medio que estaba empezando la consulta, cuando uno es joven necesita tener pacientes, entonces claro, yo solo quería escribir y yo iba a los medios y me decían no, usted no es nadie, usted no puede escribir, a nadie le interesa lo que usted puede escribir. Yo empecé a hacer mi propio blog y en un minuto conocí a José Miguel Villouta, que es un comunicador, que siempre me pareció interesante cuando yo era más chica y todo el cuento, un día tuve la oportunidad de conocerlo en una panadería, me acerqué a él, y él estaba pasando por un mal momento, le conté que era psicoanalista, nos caímos bien, ya, listo, hagamos un podcast, que lo pasábamos muy bien, se llamaba Abajo el amor. Bueno, y eso me hizo un poco más conocida, y yo quería siempre escribir pero nunca me resultaba. Me llamaban, ven a la tele, que nunca me gustó, no me gustó el formato, no se puede hablar, bueno en fin, que voy a decir sobre eso, pero siempre en esa cosita del GC me ponían sexóloga, y yo no soy sexóloga, soy psicoanalista, pero a nadie le importaba eso ¿qué es eso de psicoanalista? que importa. Y siempre las mismas preguntas estúpidas respecto del sexo, una cosa sin ningún vuelo. Y ahí es donde a mí me parece interesante, bueno, escribía de sexo, como escribí de un montón de otras cosas, o sea, no solo de eso, pero en un comienzo me pusieron un poco ahí, yo no quería y como era mujer, después, bueno, es como que me llaman para cosas de feminismo, yo digo no, yo soy psicoanalista. Por supuesto, desde que nací me considero feminista, no sé si adhería todo el feminismo de 2018, siempre conversé, también critiqué, tengo ese tipo de relación más bien, pero es como no po, te encasillan igual.
KC: Mira, quizás aquí yo estoy pecando de una visión muy tradicional del análisis, de la figura del terapeuta, el cual a mí me enseñaron y yo me hice terapia mucho tiempo – antes de las redes sociales, porque no sé cómo funciona hoy- que no tenemos que saber de la vida personal del terapeuta, que en realidad nuestro contacto con el especialista es dentro de esta consulta, que ni siquiera nos saludamos de beso, ni nos damos la mano. Y tú rompes eso, lo rompes abruptamente.
CM: No sé si yo lo rompo tanto. Es verdad que en ese tiempo, yo creo que al menos acá, o sea.
KC: Te estoy hablando antes del año 2000, yo sé que hay muchos que nos escuchan que quizás eran niños chicos en ese minuto.
CM: Desde luego existe ese psicoanálisis. Lo que pasa es que yo circulaba en otros circuitos del psicoanálisis, en otra corriente donde precisamente había una discusión ahí si acaso el psicoanálisis era una técnica, en el sentido de que si uno aplica estas cosas y hace sesiones de cincuenta minutos, usa diván, fue a la formación no sé cuánto, y entonces usa estos conceptos, además no saluda al paciente, y uno hace ciertas cosas ¿eso significa que eres psicoanalista? para la discusión no, es como si uno va a una escuela de arte y se sabe toda la historia del arte y sabe todas las técnicas ¿significa que hagas una obra de arte? No, quién sabe, porque a veces te resulta una obra de arte y a veces no. En el psicoanálisis es un poco lo mismo, la pregunta profunda es ¿qué es el psicoanálisis? Y ahí uno puede decir muchas cosas, no necesariamente la doctrina técnica, los psicoanalistas a veces podemos hacer muchas cosas, yo partí trabajando por ejemplo en atención primaria, en un consultorio y era inevitable ser un poco también asistente social y otras cosas, uno no podría jugar esa neutralidad psicoanalítica. Entonces yo ya venía de esa discusión, por eso para mí tampoco era tan terrible lo que yo estaba haciendo, pero la pregunta era bueno ¿qué es el psicoanálisis? Y eso sí para mí es muy importante, hay varias definiciones que me hacen sentido, que creo que el psicoanálisis no se encierra en eso, pero que es una máquina de leer, es una manera de leer, que considera que existe algo que se llama lo inconsciente, por ejemplo, que no hay garantías, además no hay título de psicoanalista, eso no existe, así como no existe un título que diga que eres artista, puede ser licenciado en arte, o lo mismo en la escritura. Por eso siempre digo que practico el psicoanálisis, a veces hay como acto analítico, a veces es terapia, a veces otra cosa. Pero en esos años, o sea, cuando yo me pongo como a escribir y aparece todo esto, como el 2010, recién partiendo la cosa de las redes sociales y todo eso, y claro, yo creo que es verdad que soy de las primeras de mi rubro acá en Chile que empezaba a escribir columnas así ya más pasadas de largo, que no eran académicas. Además que yo tomé una decisión que era como había hecho magíster, seguía en la academia o no, de repente conozco a este Villouta y me empieza a gustar otra cosa, y yo tenía esta obsesión que quería escribir, lo que pasa es que todavía no lo había decantado. Y ahí hay una elección. Entonces, ahora, si tú me preguntas si los pacientes saben mi vida privada, por supuesto que no. Otra cosa es que yo no tenga esa, y que ya cada vez más gente lo hace, me parece que ya es muy común lo que hago, hay muchos colegas que también escriben o que opinan y que sé yo pero eso no es la vida privada, eso es una función pública.
KC: Sí, es una función pública, pero sí sabemos que eres mamá, que tienes dos hijas, sabemos además con Nostalgia del desastre suponemos que la protagonista hay una coincidencia con la autora.
CM: Estoy de acuerdo, pero eso no es mi vida privada, o sea, ahí hay un libro.
KC: Eso es lo que tú quisiste dar a conocer de tu vida privada y hacerlo público.
CM: No, porque de partida cosas que están ahí, y ese era el gran problema del asunto de la narradora de ese libro, es que esos asuntos eran públicos, no por decisión de ella. Cuando hay una historia que te cae encima con ese peso y arruina tu vida pública de algún modo, crear algo, hacer algo con eso, es precisamente no exhibirlo, es tejerlo para protegerte de eso. Y eso es un poco el cuento con Nostalgia del desastre, no es un libro autobiográfico, no es mi vida privada. O sea, mi vida privada es mi vida privada, desde luego que la gente sepa que si soy mamá o no, bueno, no sé, los niños aparecen. Yo no subo fotos casi nunca, tengo mi Instagram privado, hay puras guaguas. Algunas veces subo a mi hija mayor, si ella lo permite o algunas cosas, pero no subo a mis hijos, no subo ahí lo que estoy comiendo, no muestro mi vida privada, salvo que haga algo, que podría tener un contenido que parezca vida privada, pero se envuelve en algo que ya no es tu vida privada, es una creación. Yo hago esa distinción.
KC: De todas las tareas que tú haces, las tareas en el sentido de lo que te dedicas ¿cuál disfrutas más?
CM: Que me gusta todo. A mí me gustan y ese es mi problema.
KC: Es un problema.
CM: Es un problema. Sí, me gustan muchas cosas, es como que me faltara el tiempo. La clínica es algo que es mi material, es mi investigación. Claro, los psicoanalistas no tenemos estadísticas de cosas como decir bueno, si nos hemos dado cuenta que por decirte cualquier cosa, la depresión ha aumentado en un 30%. No tengo idea. No podemos decir eso porque uno tiene muestras muy chiquititas, pero es curioso, los psicoanalistas, los clínicos en general, sí podemos decir, oye, te has fijado que se está repitiendo esto, que uno tiene dos, tres pacientes que te vienen con un tema y uno capta tendencias sociales, que después, bueno, aparece un estudio y te dice oye, si parece que la gente está teniendo menos sexo, que siempre he encontrado que es el medio tema y que siempre aparece como en el diario, debería aparecer ahí como en política, pero aparece como en la parte de las revistas femeninas o tendencia, vida social o asocial. Pero bueno, la clínica es eso y es un cable a tierra, a mí me aterriza, me ubica, me gusta mucho, lo disfruto mucho. Es difícil también porque expone, a veces no sale bien, a veces es difícil. Lo que pasa mucho es transformar la cosa clientelista a llevar a que alguien realmente empiece a comprometerse con analizarse, que hay que ser responsable con eso, o sea que es otra posición en el mundo. El otro día pensaba que bonito es cuando uno llega a ese punto con un paciente o con uno mismo a veces, esos momentitos donde alguien habla de otra manera, habla como con otro, no sé cómo decirlo, lo que llamamos rectificación subjetiva, que es como siempre nos estamos quejando, que esto, que lo otro, de repente uno habla como ya está, o sea, estoy aquí, tomo o no tomo el riesgo, me pego o no me pego el salto, esto he hecho, esto va, es decir esa otra manera de hablar, después se olvida, pasa y otra vuelta. Pero uno dice que interesante, que distinto a lo que ofrecen, no tengo idea, otras prácticas en el campo de la salud mental o las prácticas contemporáneas también un poco, que es como que otro se haga cargo ¿no? Es bonito ese tránsito. Y la escritura, yo te diría que esos son mis dos terrenos que más me interesan, la escritura a mí me fascina. Ahora estoy muy contenta, ya se acaba el año, me voy de vacaciones y los años que no escribo, me dedico a leer todo lo que puedo. Entonces ahora con todo eso, mis materiales, empiezo a pensar ya, a jugar, tiramos cosas, empecemos. Y a eso me fascina. Después viene lo difícil, editar.
KC: ¿Y alguien te ayuda en tu proceso de escritura?
CM: Yo siempre hasta acá, lo que a mí me funciona y me gusta mucho, antes de ir a la editorial es tener un interlocutor, un editor, una editora, que me acompaña en el camino y que vamos conversando, me va leyendo, generalmente gente que tiene una relación con la literatura, por lo tanto me ayudan con referencias, lee esto, lee lo otro, borra esto, está demasiado cursi, en fin. Yo a veces invento palabras, no para bien. Alguien me diría bueno, por eso es interesante, no, invento palabras, creo que las palabras significan otra cosa. Tenía un corrector que una vez me decía para de decir “relación a”, se dice “relación con”. Y no se me pasa ese tic. Me gusta trabajar con alguien, me estimula también eso, en esa etapa que lo paso muy bien. Ya después, la última parte la hago más sola, que es leer la cuestión completa, ya, a ver cómo va esto.
KC: Te has hecho psicoanálisis ¿no?
CM: Sí.
KC: ¿Cuántos años tuviste en el diván?
CM: Mira, la primera vez que me analicé, me empecé a analizar cuando salí de la universidad, había una contingencia que ameritaba y que decía bueno, va a estar bien ir. Pero además era un momento donde tenía que juntar las horas para acreditarme como psicóloga clínica, había todo también un requerimiento de ese orden por eso un poco fue en ese momento. Te confieso que no fue muy productivo, no fue especialmente productivo. Creo que sí hubo cosas que se movieron. Y era súper vergonzosa, por ahí algo pasó. Pero cuando realmente yo te diría que me analicé, es ahora que entré a análisis en pandemia, cuando se me cayó una ventana encima y me fui a la mierda, de verdad, bueno, ahí escribí Hacer la noche. No podía dormir, no podía dormir así de una manera feroz.
KC: O sea, de adulta, adulta.
CM: Sí, de adulta, adulta. Si esto me lo hubieras preguntado antes de la pandemia, te habría contestado otra cosa, te habría dicho sí, me analicé varios años, estuvo bien, soy menos vergonzosa después de eso. Pero después de esta experiencia, y ahí uno se da cuenta que hay momentos y momentos en la vida y todos valen, me dio vuelta todo. Yo te diría que los últimos libros los he escrito en análisis y están muy cruzado por el análisis también.
KC: ¿De qué depende el éxito de un análisis en ese sentido? Porque tú lo viviste. Es muy interesante que un terapeuta al final ha vivido una experiencia que no fue tan exitosa, entre comillas porque tiene que haber tenido muchos logros, que quizás que eso fue la base para el siguiente, pero cuando tú ves esto ¿En qué te das cuenta la diferencia entre uno y otro?
CM: El primero, si bien me pasaba algo, tenía cosas que hablar digamos, no era como que estuviera súper bien y entonces tenía que cumplir las horas, también había algo, pero es verdad que era muy chica. Yo creo que lo que pasa es que, eso también fue un cambio en el mundo en estos últimos veinte años, desde que empecé mi vida profesional, es que en realidad ahora uno se da cuenta que cuando uno sale de la universidad eres chico, eres una bestia teórica, o sea, yo creo que seguramente sabía más de psicoanálisis en ese momento que ahora, se te olvida la teoría, lo que pasa es que está incorporada de otra manera, incluso puedes discutirla, pero era una bestia teórica que cree que sabe cosas, que es lo contrario al psicoanálisis además, estás en una posición a veces un poco infatuada y vas donde un psicoanalista más grande, te da un poco de vergüenza, no vaya a ser que te encuentre muy no apta para. Está llena de cosas neuróticas, yo creo que hay algo de eso. No era mi momento, también pasa, anda a saber tú. También a veces uno engancha con una persona más que con otra y eso ya eso no se puede saber hasta que uno está ahí.
KC: ¿Pero en qué viste el cambio en ti mismo? Esa es mi pregunta.
CM: ¿De la primera a la segunda vez?
KC: Sí ¿En qué viste el cambio?
CM: Es que es otra experiencia ¿Cómo describirla? Una experiencia que realmente me ha hecho pensar. Es decir, partió desde otro punto, bueno, se había caído el mundo, o sea, estaba empezando, yo nunca he visto a mi analista, bueno, sí, fue profesora mía cuando era más chica y todo, pero de grande no la he visto nunca, seguimos online.
KC: Ah, nunca lo han hecho presencial.
CM: No, porque ella no volvió nunca presencial. Pero a mí me funciona perfecto.
KC: Pero hay algo interesante se cayó el mundo y se te cayó la ventana encima.
CM: Se cayó el mundo y se me cayó la ventana. Estaban pasando otras cosas también y otras cosas que no sabía. Cuando todo se te va la cresta, cuando todo se cae, empiezas a pensar. Uno no piensa cuando sabe, uno está repitiendo, uno se convierte en esto que te digo, una bestia teórica. Y a lo que iba, es que yo creo que en estos veinte años lo que pasó es que empezamos a creerle, es como si alguien, yo pensaba, me hubiera creído en esa época, ni yo me hubiera creído a mí misma, una bestia teórica que sabía todo, infatuada, que Lacan, pero totalmente en una posición que no tenía nada que ver con lo que estaba diciendo. Así es como los psicoanalistas hablaban que la falta pero eso no significa que hables desde la falta o hables en falta, te fijas que hay una contradicción y esa contradicción yo creo que con el tiempo, bueno, no hay que ser psicoanalista para eso, si no que yo creo que cuando vas creciendo, supongo que no todas las personas ni de la misma manera, pero creo que sí hay una tendencia que eso te pase, que uno vaya quizás dudando más, quedándote más callado de repente, empiezas a tener otra relación con la muerte, hay algo que se mueve, hay algo que cambia y no sé si habrá tenido que ver con eso, con que esta experiencia sea distinta, pero ha sido profundamente distinta. Además que estaba escribiendo, quiero decir que cuando me analicé la primera vez era una psicóloga recién egresada estaba haciendo un magister en psicoanálisis y me interesaba la teoría, pero yo era muy chica, debo haber tenido veintidós años. No es lo mismo.
KC: Y ahora sigues haciéndote la terapia.
CM: Sí.
KC: ¿Y eso que implica? Para los que no saben, porque no todo el mundo sabe lo que en realidad estamos hablando aquí soberbiamente. Quizás sería bueno que pudieras hacer una breve descripción ¿Cuál es la diferencia entre una terapia tradicional, digamos psicólogo, y otra de una tendencia más analítica? Porque no todo el mundo lo sabe o creemos saberlo.
CM: Es que por eso te digo, yo creo que es un modo de leer. Creo que a veces en las terapias o incluso en las no terapias, a veces hay conversaciones donde una madre, un amigo hace un acto analítico sin saber qué es eso y te interpreta, te lleva a un punto que te hace ver algo. Eso pasa. Lo que pasa es que el psicoanálisis trata de hacer activamente eso versus hacer otra cosa, otras cosas como guiarte, decir lo que tienes que pensar, hacer diagnóstico, si bien también un psicoanalista a veces tiene que hacer diagnóstico, tiene que orientarte ¿me entiendes? O sea claro, el psicoanálisis más activamente busca unas ciertas cosas, lo que no quita que sean los únicos que lo hacen y no quita que también tengas que hacer otras cosas también.
KC: Pero en la práctica es una terapia mucho más intensa, pueden ser cuatro o cinco veces a la semana.
CM: Es que eso es lo que te digo, yo no vengo de esa tradición.
KC: Okey, tú vienes de otra.
CM: De otra. Por supuesto que en psicoanálisis no actuamos como podría, no sé, supongo en líneas más humanistas que terminan como amigos de los pacientes, pero si uno despejara la cosa técnica y decir bueno, esto solamente es con diván o es solamente cincuenta minutos o es solamente sesiones cortas, si uno saca eso la pregunta es, ¿qué es lo que distingue el psicoanálisis de los demás? Y otra pregunta que también es súper interesante que es ¿por qué siempre se odia el psicoanálisis? antes, después y siempre está declarado obsoleto además, y ahí sigue y ahí va. Y es porque, bueno, no sé, uno podría decir lo que nunca se le ha perdonado a Freud es que nos dijo oye, si nadie se conoce, no te conoces tanto, tú no eres eso que tú piensas, y eso es muy actual también, donde todo el mundo afirma ser tantas cosas o no ser tantas cosas.
KC: Actualmente estás en el podcast Operación Daisy con Rafael Gumucio y Sergio Fortuño. ¿Cuál es tu mirada a los temas feministas que de repente te traen tantos comentarios? ¿o tus opiniones? que en realidad son opiniones. No estamos acostumbrados los chilenos, podríamos decir, a opiniones tajantes, claras y directas.
CM: Bueno, es divertido porque ellos vienen de un podcast que se llamaba Panel de hombres, de manera muy irónica, desde luego, o sea, la imagen de ese podcast era unos hombres como haciendo lucha libre en un fondo rosado. Creo que parte de la discusión misma, es esta, y que tiene que ver con lo actual que es la discusión sobre el machismo, el feminismo, las pasadas de largos de ambos, esta especie de venganza nueva de este machismo que está apareciendo con todo y tratar de pensarlo todo nuevo, digamos, no hay nada zanjado, esta todo eso en cuestión. Yo soy la mujer del grupo, es cierto, pero no necesariamente eso me hace como la feminista doctrinaria al grupo, no sé, capaz que por ahí uno dice una cosa más feminista que yo. A mí me interesan esas cosas, las cosas que están vivas realmente. Y se nos critica mucho, este podcast es solo amor al arte, no nos paga nadie por eso suena pésimo porque tenemos los micrófonos que podemos, qué sé yo, pero lo pasamos muy bien y nos interrumpimos mucho, nos ponemos a pelear también, estamos tratando de portarnos mejor.
KC: Si vi los comentarios que se les agradecería que se interrumpieran menos.
CM: Bueno, es que nos pasa realmente, y por eso lo hago, si no nos daría lata, o sea, porque no hay plata de por medio, entonces no hay otra gratificación que realmente nos gusta conversar y nos apasionamos, nos pasamos de largo y nos peleamos. Ahora es un podcast, tenemos que entender – que lo conversamos – no nos interrumpamos, hagamos un esfuerzo, estamos en eso, hemos mejorado. Pero lo que a mí me interesa al menos, es que es pensamiento de verdad, o sea, está ocurriendo ahí, no hay una pauta previa, tenemos una mini pauta, hablemos de esto y veamos qué sale.
KC: En muchas entrevistas, Constanza y en Economía y Negocios, de La Tercera, declaraste, «cada vez que googleaba mi nombre, aparecía el suyo en primer lugar, o bien el mío al lado del suyo». Y yo estuve pensando, y aquí nos referimos también a la historia de tu familia, tu padre y a los que les interese pueden googlearla y la van a encontrar, como muchas otras cosas sobre Constanza Michelson. Pero encuentro interesante, y aquí me gustaría profundizar contigo, que eres uno de los tantos casos de éxito, en el sentido que lograste hacer una metamorfosis de un trauma y convertirlo en algo positivo para ti, para la sociedad, y no quedarte en la victimización o en una conducta que también podría haber atentado contra ti misma. Estoy hablando de lo que se supone en teoría. Y en ese sentido, tú eres como un estandarte de decir miren cabros, se puede, se puede salir de eso y convertirse en otra cosa, en una crisálida, podríamos decir, en una mariposa. ¿Lo ves así o estoy haciendo un supuesto muy ambicioso?
CM: Es así y no tan así, pero si hay algo. No hay un discurso, no hay una pedagogía, creo que esas cosas si se transforman en pedagogía se arruinan. Yo creo que por eso enganché con el psicoanálisis, cuando pienso, ¿por qué esto? Cuando yo encuentro el psicoanálisis, no porque me interese la técnica, por eso te digo que no es la escuela no sé cuánto, no, me interesa desde que punto me salva, o creo que el psicoanálisis algo salva, es porque no categoriza, no hace pedagogía, sino que trata de cómo cada ser humano puede encontrar una salida, a veces no son salidas limpiecitas, no son como dice el libro, a veces son más enrevesadas, pero es singular. Y por eso nunca estuve de acuerdo cuando de repente discuto con los más grandes, no es que tú te pusiste del lado de los más chicos, y los más chicos, no es que tú eres de los noventa, digo no, no me siento ni de aquí ni de allá y esa es mi gracia y eso es lo que a mí me interesa de otro ser humano, lo singular, no me interesa su categoría. Es que además somos crueles porque empezamos hablar de estos, los otros, las generaciones no sé cuánto y se pierde precisamente lo más entrañable que uno puede encontrar en otro ser humano.
Si tú me preguntas, por ejemplo en este libro, cosas que no estaban planeadas, y eso es lo que para mí tiene valor, yo digo bueno, esto es un libro que yo asumo que medio que se trata del padre, van pasando cosas y que no las tenías planificadas de antes, por ejemplo, inventar una escena del perdón, que ni siquiera hay una escena del perdón, pero parece que el perdón sirve para algo, pero a veces uno mismo es el que inventa esa escena y algo te salva. Pero, por ejemplo, me han dicho dos personas, particularmente dos lectoras, alguien que me lo presentó en Argentina, una amiga, Florencia Badi, y acá una amiga en Chile, me dijo, oye, para mí este no es un libro del padre, es un libro sobre la madre. Y alguien me dijo, me cayó peor la mamá que el papá, la Florencia, para mí la madre abandonó a los hijos. Y he pensado, bueno, es verdad, esta madre, porque la madre aquí claramente es víctima, pero tampoco es una víctima que uno diga que es la mamá de los cuentos, es una especie de mujer un poco que no sabe muy bien para dónde va, un poco frívola frente a esa pregunta que la narradora se hace, ¿abandona o no abandona los hijos para salvarse ella? Hoy no se puede pensar, quizás en el próximo libro se pueda pensar, no lo sé, pero no en este momento, pero al menos se abre esa pregunta y es ¿qué es lo que da esta madre? Porque me parece a mí, efectivamente, al menos como escribo esa historia, sí la madre salva a los hijos, no porque se quede, los abandonó, es verdad, la noche del suceso se va dejándolos también bajo riesgo, eso es muy real, pero es muy loco, por eso te digo que estas cosas a veces no son limpiecitas, los caminos, o sea, a mí me parece que ya lo salva simplemente o complejamente por su propio deseo de vivir como ella elige vivir, que era una mujer que también había atentado contra su vida muchas veces, deprimida y pega en esta cosa es la violencia. Ella decide vivir y pareciera ser que eso salva, no sé si a todos, no sé si en todos los casos, en este caso, en el caso del libro.
KC: La pregunta va más hacia ti porque claramente, Constanza, tú eres un caso que te pudiste volver a parar, saliste caminando y estás caminando muy bien, lo que uno puede ver de afuera, una persona más o menos equilibrada dentro de lo que eso signifique, con una familia, con una carrera, con intereses. Y ese pasado lo tienes, es parte tuyo, pero no te está determinando. Y ese cambio lo encuentro tremendamente difícil de alcanzar. Se hace, yo creo que a un nivel racional.
CM: Es que por eso, no lo sé. Ahora ya hablando entre la verdad y la ficción, si tú quieres, mi pregunta es, ¿qué es lo que de ahí salva? Porque no fue una terapia, no hay una racionalización, hay un ver que hay gente que no ama la vida y hay gente que ama la vida que puede no ser perfecta, no ser una buena mamá ni nada. Y es como que algo en mí, no lo sé, no fue racional, siempre decido lo mismo, es decirle, como era en la serie Game of Thrones, ¿te acuerdas? ¿qué se le dice al dios de la muerte? Not today, y eso es algo que está instalado, supongo. No es que sea ni muy feliz, no es eso, hay una opción en decirle sí a la vida, a mí me parece que es eso. Y es misterioso y a veces eso se trabaja en análisis o no. Hay gente que es más así. Me gusta ese misterio, no podría encasillarlo ni creo que hay un método. Pero es cierto, y de lo que sí estoy segura, es que las víctimas necesitan ser reconocidas en un cierto momento como víctimas, porque si no hay locura. Alguien tiene que decir esto sí pasó. Es muy enloquecedor para el ser humano cuando no hay un reconocimiento del daño. Pero luego, dicho eso, también es cierto, bueno, lo digo creo que en alguna parte del libro, las víctimas también pueden ser una mierda, es decir, también pueden usar la victimización para manipular, para no hacer nada con su vida, también hay que decirlo, las dos cosas. Entonces ¿qué significa salvarse? Es ser más que lo que te tocó, es que hacer con ese, aunque tengas el mínimo espacio de libertad, o sea, escapar o no escapar, correr o no correr, decidir acabar con una escena o no, que eso es lo que a mí me interesaba en mi libro, y por eso tomo tantos personajes también de la literatura, todo ese capítulo de Kurt Cobain y todo estos hombres solos, medios suicidas, que es como no me gusta el mundo, o me odio a mí mismo y odio el mundo también versus, ponía esa otra imagen de estos inmigrantes, los que caminan de noche, que el chofer decía bueno, esta gente sale de noche así. Bueno, unos están de acuerdo, otros no están de acuerdo, políticamente es un problema. Eso para mí es realmente conmovedor, una gente que va con unos bolsos, unos niños caminando de noche. Por cierto, comprendo que es un problema político, pero también hay algo de la humanidad que ahí es muy potente, de los que quieren salvar su vida.
KC: Arriesgarse.
CM: Sí, y eso no es obvio, lo que quiero decir que no es obvio, el ser humano no siempre opta por salvarse.
KC: No siempre opta, pero hay una oportunidad en que uno tiene que tomar esos caminos si se quiere salvar. Y hay que saber verlo. Se nota un cierto grado de inteligencia, de claridad, de fortaleza. Has nombrado, lo nombrabas en tu novela, lo nombras acá, que eras tímida o que eres tímida, y es impresionante verte, ver lo que uno ve, la figura pública y diría esta persona no es tímida. ¿Cómo defines tú la timidez en tu caso?
CM: En mi caso tenía mucho miedo de hablar. Creo que lo que pasa es que sí, a ver qué puedo decir sobre eso, yo luego creo comprender un poco de qué se trataba mi timidez, era una timidez que no se iba a resolver con un taller de habilidades sociales, había un nudo ahí que un poco se desamarra, como te decía, en este primer análisis. No sé muy bien por qué, creo que entendí que era que yo quedé media huérfana en algún minuto de la historia, mi familia estalla, me quedo sin referencias, como que no entiendo, que es cierto que sigo viviendo como en un mundo que podríamos decir, no era acorde a lo que vivían mis compañeros, no porque materialmente de repente quedamos como sin nada, sino que era, ¿cómo decirlo? Era como, no terminé de aprender a nadar, cuando los niños tienen un acompañamiento pueden tomar más riesgo, yo no me atrevía a nada, todo se me hacía enorme. Entonces era como que me hubieran faltado referencias todavía, que alguien me llevara de la manito, mira, el mundo más o menos funciona así, se come así en la mesa, me daba pavor comer en la mesa con los papás de mi amiga, odiaba todo eso. Me daba vergüenza, sentía que tenía una página en blanco. Pero también medio que coincide, yo me casé súper joven la primera vez y fui mamá, creo que joven para estos tiempos, tampoco tan joven, pero a los veinte y tantos creo que era chica igual. Y entonces esas cosas coinciden, nunca estoy segura si fue una mezcla entre ir análisis, entender unas cosas y ser mamá, que también eso me cambió yo creo.
KC: No sé dónde leí que tu mamá por lo general no es lectora de tus novelas, de tus publicaciones, no es fan, digamos, de ponerse a leer. Pero ésta sí la leyó.
CM: ¿Dije eso en alguna parte? Puede ser. Sí, ésta la leyó, le gusto.
KC: ¿Se te apretó el estómago, la guata, en chileno le decimos al estómago? ¿Te dio nervios?
CM: Mira, tengo una relación con mi familia que uno podría clasificar como de disfuncional en un principio, pero lo bonito de mi familia es que creció. Es muy loco lo que te voy a decir, nosotros tenemos un chat que era tan disfuncional como siempre fue todo, así como unas peleas que todos se salían, otra vez picarse y salirse, volver a entrar, y era la réplica de cuando estábamos juntos, siempre alguien se quedaba picado, o alguien no sé qué. Pero al mismo tiempo el recurso que tenemos, es que tenemos mucho humor y algo pasó, bueno, algo pasó yo creo en la pandemia un poco, a todos nos pasaron cosas, algo a todos nos cambió, alguien de mi familia se enfermó grave y eso como que movió las cosas. Y ahora yo veo el chat de mi familia y digo, chuta, wow, tengo la familia como la de La casita en la pradera, cambiamos el mono del chat, que eran Los Loco Adams, ponte tú y que no me acuerdo cómo lo habíamos puesto y ahora es como familia linda, una foto de todos. Y eso pasó. Yo creo que los grupos, tal vez también los países, crecen, así como las personas pueden crecer psicológicamente después de ciertas circunstancias. Sí, mi mamá leyó esto y fue bonito, creo que ya podíamos tener esa conversación.
KC: Te pregunto porque igual aquí hay una historia pública, pero también involucra a tus hermanos, a tu madre. ¿Tú les cuentas en el proyecto que estás, les adviertes, les pides permiso o te lanzas no más y dices asumamos?
CM: Bueno, en el Epígrafe, la dedicatoria.
KC: La dedicatoria, que bueno, aquí justamente íbamos a hablar de eso.
CM: Si la editora argentina se mataba de la risa, porque es como si estuviera pidiendo permiso de alguna manera. Se la dedico al buen humor de mis hermanos.
KC: Voy a leerlo, justamente es una de las preguntas que tenía acá, dice: «A mis hermanos, por su buen humor, a mi país» Entramos ahí con eso y ahora entramos también con una especie de prólogo, podríamos decir: «Comenzaré por el final. Este no es un libro suspenso», y ahí cuentas lo que va a suceder. Y hay un paratexto: «Tendré que crear sobre la vida y sin mentir. Crear sí, mentir no» Clarice Lispector. Todavía no hemos entrado a la novela, recién vamos a entrar ahora: «Nació con un disparo» Y ahí el lector se sumerge. Tenemos varias ventanas. Y yo me acordé de Antón Chéjov que decía, tú lo debes saber como gran escritora, que no puede aparecer una pistola, digamos, una escopeta, un rifle, y en sentido abstracto también lo de haber dicho este gran escritor, sin ocuparla, en algún minuto le tienes que dar un uso. ¿Te acordaste de Chéjov cuando comenzaste la novela o recién te hace clic?
CM: Yo creo que no, no lo pensé. Pensé que quería partir por el final, después lo pienso. Es que he pensado muchas cosas sobre que este libro, tuvo muchas versiones y lo voy entendiendo en el camino, si acaso uno puede decir que lo entiende. Pero partir por el final, es que efectivamente hay una historia que parte al final, hay un mundo que se acaba, es la peste, además.
KC: Perdón, pero ese puede ser el comienzo.
CM: O no, ese es todo el problema del libro. Para algunos es y para otros no. Y ese es el punto.
KC: ¿Y para ti?
CM: Por ejemplo, si yo pongo a los dos personajes ahí, a este padre y esta madre, para uno fue un comienzo, para uno fue el final.
KC: Donde hay un comienzo siempre hay un final.
CM: Y para mí un comienzo, sí, me encantan los comienzos. Me encanta volver a empezar. Y por eso, bueno, yo pensaba esta cosa del aburrimiento que es bastante cierto que es un síntoma en mí. Yo siempre digo, ah, que lata. Nunca es que tuve una depresión yo te diría, pero yo creo que las veces que pude haber estado deprimida yo le llamaba que lata. Pero una lata que era como una especie entre calor, desesperación, sentir una cosa como pesadísima, un sinsentido y un terror, pero sobre todo un terror de que no hubiera nada que hacer. Cuando a mí me fue súper bien en la universidad, como era tímida, nunca le preguntaban a nadie, me leía todo, nunca pedía que me cambiaba una prueba, nada, de hecho me gané el premio la universidad. Y salí pensando que iba a encontrar trabajo altiro, me costó un montón porque yo quería hacer clínica y la típica trampa que bueno, pero usted tiene experiencia, no, entonces cuándo parto, digamos. Partí haciendo un voluntariado y gracias a eso encontré una pega, bueno, gracias a varias cosas divertidas, un poco el voluntariado me llevó a otro lugar, eso es como un spin off de la historia, cómo llegué a trabajar en adicciones, en fin, después puedo contar esto, pero voy a decir otra cosa, en esos tiempos, de repente desesperanza y decir qué voy a hacer si no tengo nada que hacer, es como que no me aguanto a mí misma si no hay algo, como que no hay un proyecto. Y cuando realmente ya se me ocurrió que iba a ser escritora, dije que bueno, porque siempre puedo hacer otro libro, siempre voy a tener algo que hacer. Y sabes que eso me ha ayudado, es loco, a mí me han contratado de muchas partes, yo no puedo negar que he tenido muchas oportunidades laborales en los medios sobre todo, pero siempre me echan, de todo me echan. A veces les caigo bien y me echan así como sin decirme, como que cambiaron de editor, te va a llamar el nuevo editor, nunca me llamó. Me pasa eso todo el tiempo. Entonces yo siempre digo, parezco una buena idea, no sé, quieren a la sexóloga o la psicóloga, siempre encuentran que escribo raro, que hablo raro, bueno, las cosas más interesantes hay que interpretarlas. Hoy día a la gente le gusta que las cosas se las digan, las neurociencias dicen que no sé qué, pero cuando uno lee el mundo antiguo, piensa que el oráculo, el génesis, todo está escrito de una manera, el saber está escrito de una manera muy rara que tú tienes que interpretar una y otra vez. A mí me parece que ahí es donde nace el pensamiento.
KC: Pero quizás que por eso haces tantas cosas. Hay un remanente ahí.
CM: Como siempre me echan, yo siempre digo ya. Si es que no me importa tanto, porque aunque me echen, aunque llegara a no tener como ningún contrato, igual voy a escribir un libro.
KC: Siempre vas a tener tu libro, siempre vas a tener la escritura.
CM: Siempre puedo escribir un libro, espero, bueno, habrán otro tipo de límites, pero mientras mi cuerpo pueda, siempre voy a escribir un libro, sea bueno, malo, no es lo más importante. Hay una cosa que es como mi síntoma, quiero decir, que cuando las cosas uno las hace por un síntoma, es decir, por tratar de salvar algo, lo bueno que eso tiene es que te permite al menos salirte un poco de la lógica del cálculo, que de repente amarra tanto, ¿no? Decir ya ok, si no sale tan bien no vale la pena o si es que me rechazaron es porque soy mala.
KC: ¿Alguna vez tuviste alguna adicción? ¿Alcohol, alguna droga, alguna adicción?
CM: No, las drogas la verdad es que nunca, yo creo que hay algo que yo cuido mucho, que es mi cabeza, no me gusta sentirme mal, nunca me han gustado los pitos, me siento mal físicamente. Alcohol tomo, creo que algunas veces he estado mal y que veo cuando hay que cuidarse, por ejemplo, yo me di cuenta que si uno está mal es mejor no tomar o tomar muy poco.
KC: ¿Y cómo se te manifiesta cuando estás mal? Hay gente que se va para adentro.
CM: Yo no me voy para adentro, me desespero, me vuelvo más inquieta, como que necesito algo. Pero adicciones sí, mastico los lápices, tomo mucha Coca-Cola, yo creo que no hay ser humano que no tenga porque una adicción, al final es como nosotros en psicoanálisis decimos, es como un resto de separación fallida ¿Qué significa eso? Un momento mamá. El momento mamá es la satisfacción inmediata y pegadita y todo el rato lo mismo, tomar la papita, sin digerir, es ese momento narcótico. Uno puede ser adicto a cualquier cosa, lo que pasa es que hay unas cosas que hacen peor que otras, pero yo creo que todo el mundo tiene esos momentitos, esos restitos, no separados, el tutito. Hay algunos más destructivos que otros, hay que tratar de que uno tenga esos pedacitos lo menos destructivos posible. Y esos momentos mamá también son los momentos como del carnaval, todos somos uno, los momentos de indiferenciación psicológica, somos una misma cosa, yo y mi droga, yo y mi grupo, yo y mi identidad. Es un poco fascista si lo piensas, todos somos un gran uno, todos para uno, uno para todos, hasta que se prendieron las luces y nos dimos cuenta que no, vienen las diferencias, que está bien.
KC: Estuve pensando, la verdad es que sigo con esta idea de que tú eres un ejemplo positivo, digamos. Creo que tu historia es traumática y hay motivos de sobra para haber quedado empantanada en eso. Y yo creo que la hija finalmente se comió al padre. ¿Es posible perdonar al padre, perdonar a la madre, cuando te hicieron sufrir tanto, a una familia completa?
CM: Es que yo creo que el perdón, o sea, hay cosas magníficas en el ser humano y eso yo creo que son los mayores tesoros culturales, precisamente esa locura que es que hay cosas que no entran en la lógica del cálculo. El perdón, esa cosa rara que es perdonar, incluso cuando ha ocurrido algo irremediable, incluso cuando nadie te ha pedido perdón. Perdonar a veces le sirve más al que perdona que al perdonado, o sea, no es para el otro. Yo me acordaba, pero de verdad que lo pensé después de escribir el libro, que es donde digo bueno, parece que inventé una escena de perdón. Pensaba en un libro, que puse esta escena en otro libro antiguo, que se llama Neuróticos, y ahí hay una película que a mí me encantó, de un director como noruego que es muy divertido, que hace comedia negra y que la película se traduce como Fuerza mayor, entonces está esta familia como perfecta, un papá, una mamá, unos niños lindos que se van a un centro de esquí a Suiza ponte tú.
KC: Sí, sé cuál es.
CM: Bueno, y están almorzando, es como el primer día de vacaciones para que no vieron la película.
KC: Es buenísima.
CM: Y entonces viene una avalancha y el padre en una reacción totalmente atávica, toma su celular y sale corriendo, y la mamá cuida a los niños. Bueno, y la avalancha para porque era una avalancha programada por el centro esquí, no era una avalancha de verdad. Vuelve el tipo, esta gente no se puede hablar. Es como uno dice bueno, ¿cómo puedes seguir después de eso? No se hablan, hay mucha tensión todos los días que siguen. La música es genial además porque es como de horror.
KC: Una gran película.
CM: Se curan en un momento con unos amigos y ahí a la mujer le sale todo el odio, toda la rabia, y la parte final, perdón el spoiler, pero lo necesito, y además que da lo mismo si lo entretenido es como está construida la película, ella tiene un accidente y la salva el último día de vacaciones, entonces no se sabe si ella lo hace a propósito, lo hace inconsciente o no, que da lo mismo pero uno intuye que a veces uno inventa una escena para poder perdonar al otro, porque si no es imposible porque si no incluso te arruinas a ti misma. Es como esas peleas donde tú destruyes la escena y la posibilidad, cuando la mirada es demasiado cruda, pierdes tú también. Entonces, pensaba capaz este era un buen hombre, tuvo una reacción rara.
KC: Una cosa es el perdón y otra, ¿es posible amar a un otro que te hizo tanto daño?
CM: Es que no entiendo. El perdón existe.
KC: Y eso el amor, estoy hablando, ¿el amor es posible?
CM: No lo sé, ¿quién sabe?
KC: Porque cuando te hablan de tu padre qué te genera, ¿indiferencia,? ¿rabia?
CM: ¿El mío o del libro?
KC: El tuyo.
CM: No, indiferencia no, en ningún caso. Yo a veces pienso que no tengo una palabra, que no existe la palabra.
KC: La vas a tener que inventar. Que eres buena para inventar palabras. No existe.
CM: No, no encuentro ninguna cuando lo pienso.
KC: Es interesante eso, súper interesante. Te tengo una pregunta que todo el rato cuando yo estaba leyendo Nostalgia del desastre, y aquí es una pregunta muy particular, personal. ¿Cómo lo haces para las citas, para acordarte, para unir tantos escritores y escritoras, saltarte de Zweig a Susan Sontag y después a Camus. No voy a nombrar todas las citas y los teóricos y escritores, etcétera, pero, ¿cómo manejas esa cantidad de material? ¿cómo lo organizas?
CM: Es un tema, por ejemplo ahora tengo como sesenta páginas de notas de cosas que me llaman la atención, de un año de recopilación de cosas muy diversas, pero que intuyo que no sé por qué me interesan, y si me interesan ahí por alguna parte se tiene que buscar la ligazón. Cuando yo pienso y por qué a veces me dicen bueno, escribe en más simple que es un desafío también, pero a mí lo que creo que me entretiene de mí misma, no sé si es interesante o no para otros, es interesante para mí, ya los lectores podrán decir si para algunos es interesante o para otros no, es las conexiones raras, las conexiones inesperadas, eso para mí es la novedad, no es que el tema sea la novedad. Uno podría escribir mil veces sobre el amor o el perdón, o el padre o el hijo y el espíritu santo, lo que tú quieras, pero me interesan las asociaciones y eso nace en la escritura misma. Es como si tuviera los materiales, acá tengo mis notas de puras cosas que me interesan y de repente digo mira, esto parece que es como si fuera la asociación libre de psicoanálisis.
KC: Pero las notas, y esto es súper práctico, a ver si se me ocurre una forma copiarte. ¿Las escribes en cuadernos, en el computador, tienes un file?¿Cómo lo haces?
CM: En el computador. Y me doy cuenta, mira, súper loco, porque como recopilo el año que no escribo, recopilo, recopilo, recopilo, después digo ya, agarre esto y voy leyendo y es súper loco porque a veces la misma cosa me llama la atención dos veces distinta en el año, no me acordaba, y la vuelvo a poner, y esto está repetido o ya no me interesa. No estoy segura, voy subrayando, se va quedando y luego viene el momento más entretenido.
KC: ¿Y todo lo que subrayas de un libro lo pasas a tu archivo?
CM: No, no todo, sino que a veces me acuerdo, pongo página, santo y seña, digamos, y un montón de cosas se me pasan, obviamente. Pero están ahí y tengo mis libros favoritos. Ahora pensaba cómo parto lo que viene nuevo, no sé si lo voy a partir así, y no sé cómo conecta con todo lo demás, pero intuyo que conecta con lo que ando pensando, que es que mi hija de seis años me preguntó la otra vez, mamá, ¿quién sabe más, Dios o Google? Me quedé pensando y dije es una buena pregunta. Y como ando leyendo el Génesis y esas cosas, dije ya, por ahí arranco. Creo que voy a arrancar por ahí y ahí veo.
KC: ¿Y tienes más claro lo que es tu próximo proyecto literario o todavía está en ciernes?
CM: Tengo que empezar ahora, ahora viene. Por eso ahora me voy de vacaciones y empieza el experimento. Puede ir cambiando en el camino, pero sí, claramente tengo una idea, de ahí puede ir cambiando y tomando forma. Trato de decir, ya, tengo que parar de leer más cosas porque si no. Hay que parar en algún minuto.
KC: Hablas de Dios en Nostalgia del desastre. ¿Eres creyente?
CM: Me encanta esa pregunta, porque te diría no en principio, pero también es medio mentiroso eso de los neuróticos, porque cuando pasa algo, uno igual mira para arriba y prendes una vela, dices, no sé a quién o a qué o da igual. Es decir, el neurótico por estructura cree en Dios, incluso él ateo, Dios es inconsciente. Ahora, lo que me parece más interesante es la pregunta del Dios humano, no el espiritual, sino que la idea de Dios como una creación humana que genera ciertas leyes para ser un ser humano y que eso crea la espiritualidad. Porque cuando eso no existe y la ciencia te dice no, no sé, que es la nueva religión, somos polvo y hueso, como decía Natalia Ginzburg, eso tiene unas consecuencias antropológicas que te deja sin espiritualidad, que te deja bueno, para sentir algo necesito intensidad corporal, la coca cola o las drogas. En ese sentido me parece que la idea de Dios, que yo siempre digo, como uno la sustituye por una religión de adultos. El otro día, como ando hablando estas cosas, me andan invitando, que ha sido muy interesante para mí, del mundo de la teología. Estuve ayer con un grupo de monjas latinoamericanas extraordinarias, o sea, a mí me encantan todos los mundos, no sé si me encantan… mira, ya sé lo que te voy a decir, este es uno de mis libros favoritos del año pasado, de Delphine Horvilleur, que se llama Vivir con nuestros muertos, es una rabina que hace funerales.
KC: Sí, lo he escuchado.
CM: Me encantó. Ella dice, que alguien le dice en uno de estos funerales, en el funeral de la psicoanalista de Charlie Hebdo, Elsa Cayat, cuando la mataron, y que alguien ahí le dice, cuando yo me muera, yo quiero que usted me haga el funeral porque usted es una rabina laica, y ella se queda pensando, ¿qué significa esto de ser laica? Ella dice bueno, en realidad ser laico no significa que uno no crea en Dios o crea, eso es personal, sino que lo laico significa que crees que siempre cabe una creencia más en el mundo, o sea, caben todas. Eso es el pluralismo. Me encanta eso de todos los mundos, que existan los mundos.
KC: Y cuando tu hija o tus hijos, no sé, te preguntan si existe Dios ¿qué les contestas?
CM: Asumen que existe, nunca me han preguntado eso.
KC: ¿Y no le has matado esto?
CM: No, no me corresponde a mí, cada uno matara a sus padres, a Dios , les toca a ellos. Y además, ¿por qué dejarlos sin nada? decirle no hay Dios, pero además no tengo idea, como voy a saber. Pero cuando mi hija me pregunta quién sabe más, Google o Dios, le digo Google, pero es un tipo de saber que no sé si es él realmente el que sirve.
KC: Constanza, te quiero dar muchas gracias por haber estado hoy día en Espiral en esta entrevista en profundidad. Me encantó conocerte. Es difícil penetrar en tu intimidad, tal cual tú comenzaste la entrevista, pero creo que logré captar un poco más y eres una mujer transparente en ese sentido, que da lo que promete, con una memoria prodigiosa y con una lucidez, que es justamente lo que me gustó mucho de tu novela, de hacer conexiones que no son esperables, son improbables, y solo las personas muy inteligentes y lúcidas lo logran. Así que te quiero dar muchas las gracias.
CM: No, gracias a ti, gracias por los piropos. Y no hay que creérselos tanto tampoco, hay que jugar. Yo creo que si uno va a escribir y no lo pasa bien, no va por ahí. Uno ahí se da cuenta por dónde van tus salvaciones, por donde hay algo, por donde hay placer, y hay el placer de conectar cosas improbables. Yo creo que eso es, eso es para todos.
Cierre
Así doy por terminado el encuentro maravilloso de hoy, con esta gran profesional y mujer. A Constanza, tal cual lo dijo, le encantan los comienzos, le encanta volver a empezar, no es depresiva y le gusta exponerse a nuevos proyectos. Ya nos volverá a sorprender, eso espero. Chaooooo
Lee. Escribe. Crea con Constanza Michelson.