Oda a la electricidad #157
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Queridos amigos,
¿Alguna vez han estado en la nieve sin electricidad? Bueno, eso me sucedió el viernes de la semana pasada por veinticuatro horas y por ende, estuve sin calefacción, luz, ni agua caliente. Un frente de mal tiempo sumergió al país en el agua, cayeron más de 90 milímetros en un solo día y al igual que muchos compatriotas, estuve un día completo sin luz. En zonas rurales incluso duró setenta y dos horas.
Sabíamos que venía una gran nevada, pero ante el entusiasmo de estar en la montaña, decidimos ir de todas formas. Comenzó a nevar el jueves de madrugada y así siguió hasta el sábado. En Santiago la lluvia fue intensa, muy fuerte, sobre todo el viernes. Esa tarde, alrededor de las 18.30 horas nos quedamos a oscuras. La empresa de electricidad nos informó que el corte sería por un par de horas, pero en la mitad de la noche seguíamos igual. La situación se iba agravando, el sábado continuaría nevando y el camino para regresar a Santiago estaba cerrado.
Nos enteramos de que el servicio eléctrico no volvería por lo menos hasta las siete de la tarde. En mi pieza hacía frío y solo podíamos estar en el living, allí el termostato marcaba diecisiete grados. A mi marido se le ocurrió una excelente idea: encendió unas velas que teníamos de decoración, además de los quemadores a gas de la cocina. Con eso intentamos mantener la temperatura. “Volvimos al siglo pasado”, comentó uno de mis hijos.
En 1880 se desarrollaron las primeras redes de distribución eléctricas en Nueva York y Londres. La primera central eléctrica la inauguró Thomas Alva Edison en Nueva York en 1882. Estoy segura de que nosotros estábamos mucho mejor que la mayoría de la población mundial de entonces. Si bien tenían chimeneas, igual hacía mucho frío en los hogares y el riesgo de incendio e intoxicación era enorme. Así nosotros, los cómodos habitantes del siglo XXI, retrocedimos en el tiempo, sin el bendito microondas, qué hablar de Internet, nuestros teléfonos quedaron sin batería y ni pensar en nada que necesitara un enchufe. Lo tomamos con humor, aunque en un momento, cuando la compañía informó que habría un retraso en el suministro, me descompensé. Rápidamente opté por ver el vaso medio lleno y tomar esta experiencia como uno de esos recuerdos que pronto nos haría reír. Seguía nevando. Ningún auto transitaba en la calle. Oscureció. Las velas nos regalaban sus destellos cuando a las 18.30 horas – habían pasado veinticuatro horas justas- de súbito, como una sorpresa que nadie espera, volvió la luz. Gritamos de emoción. Genuina. ¿Entonces qué pasó? Comenzó a funcionar la calefacción, el refrigerador, los teléfonos y el Wifi, y cada uno se puso a sus pantallas.
Mis recomendaciones
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Una película: Coda o Señales del silencio (en Amazon Prime) dirigida por Siân Heder ganó el Oscar como Mejor película, mejor Actor de Reparto y Mejor guion adaptado, ignoro por qué me demoré tanto en verla. Esa noche del sábado, con luz, calefacción y tele, me hundí en la cama con mi guatero y gocé de este filme que narra la historia de una familia sordomuda en la que solo una de las hijas escucha y habla. Preciosa. Hay que verla. Pensé que era una historia real pero no, es una adaptación a una película francesa de 1994, La familia Bélier.
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Una novela: El lugar de Annie Ernaux, quien ganó el Premio Nobel de Literatura el 2022. Su pluma es rápida, sencilla y directa. En este escrito, Ernaux repasa su infancia, lo que fue crecer en una familia pobre, de escasos recursos y convertirse en profesora. Retrata magistralmente la tensión que se genera cuando los hijos se distancian educacional y culturalmente de sus progenitores.
Mis momentos
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Fui feliz: Obvio, cuando volvió la luz.
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Aprendí: El café instantáneo se hace con granos pasados o estropeados por hongos o insectos, (no tomo café, pero esto lo leí en el boletín Raíces y ramas de Luz Rodríguez ).
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Estoy agradecida: De que la temperatura en el refugio se mantuvo a 17 grados.
¿Escuchaste la entrevista en Espiral a la argentina Claudia Piñeiro? Si no lo has hecho, te invito a sintonizar este capítulo de Espiral.
¿Leíste la Oda a mis kilos?
Lee. Escribe. Crea con la electricidad.
Karen.
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