Oda a la toalla #110
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«Los tenistas tendrán que manejar su propia toalla” Medida por el Coronavirus, 2020
“¡Necesitamos a alguien, la toalla está demasiado lejos!”
Rafael Nadal en el Open de Australia, 2023
Queridos amigos,
El otro día me estaba duchando, vi la toalla colgada y se me ocurrió que escribiría sobre ellas en la próxima oda. A veces pienso que me deben creer loca por las ideas que se me ocurren, pero este tipo de temas son vitales para una pausa creativa y ser más conscientes de las pequeñas bondades del diario vivir. Además, lo reconozco públicamente, me fascinan las toallas suaves, bueno, a quién no. Me importa que sean lindas y las cuido. Yo tengo tres juegos: una blanca, gris y verde. Las voy rotando por dos motivos. Uno porque así duran más y también porque me ayudan a marcar el paso del tiempo. Si la semana anterior ocupe la gris, no podré hacerlo hasta dos semanas más tarde.
En algunos lugares las toallas parecen un pedazo de cartón, como si fueran una lija. Otro tema importante es el tamaño. Me gusta que me cubran todo el cuerpo y ocupo una segunda para el pelo en caso de que me lo haya lavado. Ojo, hay algunas que no secan tan bien, son las de microfibra, pero son útiles para ducharse en el gimnasio porque son más livianas y se secan más rápido. Algunos aconsejan que no se abuse del suavizante para ropa, pero no sé cómo lo haría sin este secreto del buen lavado. Ignoro porque consideran que las mejores son las de calidad de hotel de lujo, porque para mí se ponen duras bien rápido.
La palabra «toalla» proviene del término turco «tuval», que hace referencia a una tela o paño de lino o algodón. Otros atribuyen sus orígenes a un vocablo bárbaro “tualla”. En la Edad Media las toallas se hicieron populares y las más requeridas eran de terciopelo. Las que son una especie de sábana de tela se han puesto de moda en los últimos años. No creo que estén pensadas para la ducha porque yo prefiero las gruesas y esponjosas como un pastel de vainilla.
Supe que los tripulantes de la Nasa consideran vitales las toallas y forman parte del kit de vuelo. Las ocupan para limpiar, absorber líquidos y para protección contra el polvo. Debe ser que se inspiraron en Douglas Adams, un escritor de ciencia ficción y autor de Guía del autoestopista galáctico quien la considera como «el objeto más útil para un viajero intergaláctico».
La expresión “tirar la toalla” que tanto solemos ocupar se vincula con el boxeo. El entrenador tira la toalla en señal de que su protegido no puede continuar en la competencia, señal ineludible que la pelea debe finalizar. Yo he tirado la toalla muchas veces, por ejemplo, el año pasado cuando corrí la Maratón de Nueva York y me retiré a los treinta kilómetros.
En lo que no pienso tirar la toalla es en seguir buscando la más suave y, que no se ponga dura con el uso y me seque bien. Dicen que el algodón egipcio es insuperable. Casi lo olvido, aquí les dejo lo que escribí para el boletín Hipergrafía de Patricio Contreras:
La sensualidad del cerezo:
No conozco casi nada de literatura japonesa. Así que le pregunté a alguien que sí sabe. Karen Codner es escritora, autora del boletín Oda y del podcast Espiral, y en agosto ofrecerá un taller presencial de literatura japonesa.
Le pedí a Karen dos cosas. Primero, que recomendara un libro y sugirió Memorias de una osa polar, de Yōko Tawada donde tres osos mantienen una conversación sobre lo más banal y sublime. Y segundo, que escribiera lo que quisiera sobre literatura japonesa. Te dejo este texto que compartió para los lectores de Hipergrafía: La sensualidad del cerezo.
“La narrativa japonesa me atrae. Posee su propia sensualidad. Algunos podrían pensar que me estoy refiriendo a algo insólito pero estoy segura de que es un denominador común en los lectores que somos asiduos a ella. Ya en la primera página de cualquier relato o novela, sé que me estoy adentrando en un mundo paralelo del que solo podré degustar apenas. Creo que en ello radica su poder. Son códigos inaccesibles: un idioma al que no tengo acceso, una cultura ajena y silencios inabarcables, me convierto dentro de sus palabras en una niña flotando dentro de unas nubes que esconden tanto. Es también un ejercicio de humildad porque debo rendirme ante mi ignorancia y volver a leer como antaño, sin la racionalidad típica de occidente, sin su afán de análisis.
Estos son algunos de los motivos de por qué la literatura japonesa está dando que hablar y las casas editoriales como Sexto Piso, Impedimenta y Emecé han aumentado sus traducciones. Hace unos años era más difícil acceder a publicaciones recientes pero hoy son tantas que me da temor perder el encanto. Espero que esto no me suceda cuando comience a mediados de agosto a impartir el taller de lectura japonesa. Quiero seguir ascendiendo al monte Fuji e imaginando la floración de los cerezos en marzo”.
Mis recomendaciones
- Documental: Nuestro planeta II en Netflix, está narrado por el naturalista Sir David Attenborough. Aquí puedes experimentar la belleza natural de nuestro planeta y deleitarte con las maravillas que ofrece nuestro precioso planeta.
- Una novela: Memorias de una osa polar,de Yōko Tawada, donde tres osos mantienen una conversación sobre lo más banal y sublime.
- Un boletín sobre literatura: Hipergrafía, anatomía de un instante del periodista Patricio Contreras. Lo manda los jueves con sus visiones sobre literatura y buenísimas recomendaciones. Yo no me lo pierdo.
Mis momentos
- Fui feliz: Cuando mi marido me regaló flores por el día judío del amor, T´Beav.
- Aprendí: A tejer un punto que se llama “Bodoque”, ¡y lo aprendí por YouTube! Me siento pro del crochet.
- Estoy agradecida: A Patricio Contreras que me ofreció la colaboración en su boletín Hipergrafía.
¡Por último! No olvides que ya está al aire el “Cuestionario Espiral” con el astrónomo y Premio Nacional de Ciencias José Maza.
Lee. Escribe. Crea con una toalla.
Karen.
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