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Este boletín es para los curiosos que desean una vida plena y pausada.
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Queridos amigos,

Me impresionó la recepcion que tuvo el boletín “Soy tan mala feminista como Margaret Atwood”. Me costó escribir sobre algo así de polémico, pero de una u otra forma me gustó el ejercicio.

Hace unos días tuvimos que cortar los dos manzanos de mi jardín, estaban infectados. Tenían la misma edad que mi casa: diez años. Mientras el jardinero cercenaba con la motosierra el tronco y las ramas, se me hizo patente cuán fácil es cortar algunas cosas y cuán difícil es hacerlo con los sentimientos. A medida que él iba limpiando las hojas, manzanas y ramas desperdigadas por el suelo, imaginé un mundo donde los seres humanos pudiéramos lograr lo mismo con nuestros pesares. Ni siquiera hoy, con la flamante tecnología de ChatGPT,  que es un chatbot de inteligencia artificial, algo así como un Whatsapp donde haces preguntas y te da respuestas. Es sensacional, como que uno se queda con la boca abierta (y también con mucho que pensar sobre la revolución que estamos experimentando). El año pasado escribí un boletín completo con ChatGPT sobre Shakespeare sin intervenir y algunos suscriptores se dieron cuenta de que mi estilo narrativo era distinto. No me quiero desviar, lo que quería decir es que ni siquiera con esta tecnología tenemos la llave mágica para acabar con la tristeza. Tampoco los psiquiatras y psicólogos con sus terapias más variopintas, conductuales, analíticas, de  reprogramación neurolingüística, las que están orientadas a la compasión y qué se yo, han logrado arrancar de raíz  la tristeza.

Entonces ¿cómo lo solucionamos? ¿Inventamos una motosierra? La mía, de seguro, sería menos estridente que la del jardinero y más amorosa. Ahora que lo pienso, existen varios modelos universales. La mejor tecnología es una archi conocida: el amor. Suena demasiado cliché pero dudo que exista otra más efectiva. Cualquier tipo sirve, el de la pareja, los hijos y los amigos, los padres y los hermanos, la mascota, una causa.

Eso cura.

Otro componente de mi motosierra es la risa. Funciona como un detergente, va recorriendo las venas hasta transformando mi desazón en una chispa de alegria. Para mí es una excelente medicina, solo que cuesta dar con esos momentos (cuando estoy con un grupo de amigas comienza a funcionar).

También sirven los abrazos, como mínimo cuatro al día. No por nada nació free hugs un movimiento de abrazos gratis que nació en el 2004. En español se llama abrazoterapia y básicamente postula que a mayor cantidad de abrazos, más oxitocina liberamos y por ende, seremos más felices. Estos se los debemos al científico Paul Zak que se hizo conocido y plasmó sus conclusiones en el libro La molécula de la felicidad. Lo que yo he descubierto sin necesidad de Zak, es que si doy abrazos me siento acompañada, con ganas de volver a respirar.

Hay actividades que también son claves para hacer andar mi motosierra. Como el contacto con la naturaleza y sin duda, la lectura. No cualquiera eso sí, porque  algo tenebroso como Drácula no sirve. Recuerdo a Enid Blyton, escritora inglesa, en mi infancia o lo que me emocioné con Lo que el viento se llevó a los quince años y hace muy poco, con la novela japonesa Antes de que se acabe el café de Toshikazu Kawaguchi y me sentí en paz leyendo El silencio en la era del ruido de Erling Kagge.

Si bien muchos de nosotros hemos ido a terapia, de todas formas necesitamos la tecnología que hoy te propongo, una que no sea ruidosa y muy dulce. Me encantaría saber cómo ensamblarías tu motosierra.

Mis recomendaciones

Libro: Cuentos completos de Isaac Bashevis Singer.

Mis momentos

Fui feliz: Cuando cociné las papas recién cosechadas de mi huerta.

Algo que aprendí: La batalla de Verdún en 1916 se sigue considerando la más larga de la historia, duró 303 días.

Estoy agradecida: El interés que generó el nuevo taller de lectura que daré en mi casa.

Lee. Escribe. Crea con tu propia motosierra. 

Karen

 

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