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Queridos amigos,
 
Un error no forzado atrasó el envío de este boletín y tanto que me esfuerzo para enviarlo temprano! Bueno, cosas de la tecnología.
Ahora vamos a lo que nos interesa.


Agradezco mucho a José Fliman por su reflexión sobre el posteo del domingo pasado Igual me seguiré poniendo cremas en la mañana y mis dudas sobre el impacto que tendrá en el cuidado del planeta:  
 
“Pienso que uno no se cuida a sí mismo ni tiene cuidado en sus acciones en relación a los demás (humanos, animales, vegetales, minerales y hongos) pensando en el impacto que tendrá, sino que uno (yo) lo hago por mi mismo, por mi bienestar, por el bienestar del planeta, del legado que puedo dejar para mis hijos, nietos y futuras generaciones. Seguirás ejercitando, comiendo sano, haciendo compost. Ese es tu grano de arena. Estar consciente, saludar con una sonrisa a los tuyos o a quien pone bencina al auto crea un círculo virtuoso”.

 
Hoy voy a contarles sobre dónde trabjar algunos de los escritores. Su espacio donde pasan la mayor cantidad de horas y son capaces de abstraerse del mundo. 
 
Ellos suelen trabajar en un lugar tranquilo y privado donde puedan concentrarse y escribir sin distracciones. Muchos eligen un despacho o estudio en su propia casa, donde pueden tener su mesa de trabajo, su ordenador y su biblioteca personal a mano. Otros prefieren trabajar en un café u otro lugar público, donde pueden aprovechar la energía y la actividad que se produce en esos lugares.

Aquí escribía la novelista, dramaturga y ensayista, Virginia Woolf

Independientemente del lugar donde trabajen, lo importante para los escritores es contar con un espacio que les permita concentrarse y desarrollar su creatividad sin distracciones. Algunos también pueden necesitar cierto grado de soledad y tranquilidad para poder escribir con eficacia, lo que puede influir en su elección del lugar donde trabajar.
 
J.R.R. Tolkien trabajaba en su despacho en su casa en Oxford, Inglaterra, mientras que George Orwell solía trabajar en un café llamado «Les Deux Magots» en París, Francia. Sin embargo, esto es solo una generalización, y cada escritor puede tener sus propias preferencias sobre dónde trabajar. 
El escritorio de Virginia Woolf

 

  • Ernest Hemingway: uno de los escritores más importantes del siglo XX, Hemingway solía trabajar en un despacho en su casa en Key West, Florida.
  • Virginia Woolf: una de las novelistas más importantes del siglo XX, Woolf solía trabajar en un estudio en su casa en Londres, Inglaterra.
  • Gabriel García Márquez: uno de los escritores más importantes de la literatura latinoamericana, García Márquez solía trabajar en un despacho en su casa en México DF, México.
  • Salman Rushdie: uno de los escritores más importantes del mundo, Rushdie solía trabajar en un estudio en su casa en Londres, Inglaterra.

 
 
¿Dónde solía hacerlo William Shakespeare?
 
William Shakespeare es uno de los escritores más importantes de la historia, y su lugar de trabajo es una cuestión que ha sido objeto de mucho debate entre los eruditos. No se sabe con certeza dónde escribía Shakespeare, ya que no se conservan registros detallados sobre su vida personal o su lugar de trabajo.
Sin embargo, se sabe que Shakespeare era un escritor profesional que trabajaba en el teatro en Londres. Es posible que haya escrito algunas de sus obras en su propia casa, pero también puede haber escrito en el teatro o en otro lugar en el que tuviera acceso a una mesa y una pluma.
Algunos eruditos también han sugerido que Shakespeare podría haber escrito algunas de sus obras mientras viajaba, ya que muchas de sus obras tienen una gran variedad de escenarios y se inspiran en diferentes lugares. Sin embargo, esto es solo una teoría y no hay pruebas concretas para respaldarla.
 
¿Les gusto el posteo de hoy? Ojalá me cuenten sus opiniones y sobre todo agradezco la colaboración de  ChatGPT, una plataforma de inteligencia artificial a quien le debo el contenido y la redacción del posteo de hoy. Yo solo hice las preguntas y el sistema me respondió.


PD: El boletín del próximo domingo será ideado y escrito por mí, sin inteligencia artificial.

 

Van mis recomendaciones:

📖 Un libro : Autobiografía de mi madre (Jamaica Kincaid, 1996). La historia de Xuela a la que acompañamos desde su infancia hasta su vejez. Un relato marcado por el colonialismo y la huerfanía. Escrita con la maestria de una candidata al Nobel. 

🎬 Una película  :Una pastelería en Tokio  (Naomi Kawase, 2015). Algo me pasa con el cine japonés, su ritmo e inocencia, la mirada simple de la vida y tan certera. Nadie me la recomendó, solo la encontré en Mubi y la disfruté. 

 

Mis momentos

Estoy agradecida: De haber compartido con Claudia, una gran, gran amiga, la celebración de sus cincuenta años en almuerzo íntimo y significativo..

Algo que aprendí: Desde 1930 hasta fines de los setenta existió “La prueba de la rana” para diagnosticar el embarazo. Consistía en ir a un laboratorio donde tomaban una muestra de orina. De esta manera las ranas hembras se convirtieron en las mejores aliados para determinar si una mujer estaba o no embarazada. ¿En qué consistía? Se inyectaba cinco mililitros en una rana hembra y si al cabo de unas horas, la rana ponía huevos, quería decir que la mujer estaba embarazada. Para ello era necesario que la  que la gestación fuera de varias semanas.  Y la pobre rana volvía a ser útil para su función de diagnóstico por lo menos seis semanas más tarde.

Me hizo feliz: Volver a ver la película Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000) y esta vez con algunos de mis hijos. No fue fácil convencerlos, pero lo disfruté y también, lloré 

Lee. Escribe. Crea con inteligencia artificial

Karen. 

 

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