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#80 ¿Sabes lo que te hace feliz?

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Hola, hola ¿Cómo estás? Soy Karen Codner y te doy la bienvenida al programa 80 de Espiral, ¡80! Sigo con la felicidad, algo que tú y yo y la mayor parte del planeta anhelamos o soñamos. Hoy reflexiono sobre una forma activa de buscarla, con claves para tenerla más cerca. Revisando lo que postulé hace más de un año, decidí volver a publicar un programa que hice hace un año atrás, que se llamó “¿Sabes lo que te hace feliz?”. Revisando coincide con lo que escribí, pero hoy voy a agregar algo más, que hay momentos en que es más difícil ser feliz y eso está bien. La vida es sin duda un rompecabezas en que las piezas encajan, a veces, de una manera más fácil y otras, es más difícil armarla. Un componente fundamental es la aceptación de que hay días, semanas e incluso meses en que no nos sentiremos felices y ¿sabes? Está bien. Permitirse la infelicidad es parte de este camino. Aunque no hay que quedarse estancado en la autocompasión. Lo más fácil es observar la naturaleza, el cambio de estación, por ejemplo, en el norte con el foliare y aquí en el sur con la explosión de colores y texturas. O ver a un niño corriendo con un helado o haciendo una pataleta, esas son expresiones de vida de felicidad, aunque no lo veamos o no lo valores.

Recuento personal

Período congestionado, así lo resumo, porque como muchos saben estoy viviendo como todos los judíos del mundo una maratón de fiestas religiosas. Vino el año nuevo, Rosh Hashana; y hace un par de días Iom Kippur que es el Día del Perdón, este año no me costó el ayuno 27 horas sin comer, y no, no me costó. Y este domingo, cuando ya estés escuchando este episodio de la felicidad, en unas horas comenzará Sucot, que es la fiesta de las cabañas y durante siete días hacemos todas las comidas en esta especie de fonda, aquí en mi casa lo hicimos, tengo un quincho que se cierra y ponemos totora, entonces la idea es ver las estrellas. Y bueno, tengo invitados a la familia y amigos, y tendré mucha comida.  

Una fiel auditora y querida auditora, pero sobre todo una gran escritora y profesora, mi querida Marcela Adaros que la conocí en el taller de cuentos de Jaime Collyer, siempre me escribe, y ella a raíz de la entrevista a Valentina Caponni, experta en salud mental femenina, me contó: “es un importante tema, Karen, cuando el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) lo abordó en Chile hace unos años, tuvo que denominar lo ´bienestar subjetivo´, por tratarse de una variable compleja de definir, conceptual y operacional mente en investigación. Buscando y buscando llegó el libro de Capponi, el padre de Valentina. Me alegra saber que es tu invitada”.

Muchas gracias Marcela, siempre es un honor siempre tener tus lindas letras aquí.

Ahora me voy con todo, con el tema que quería regalarte, una reflexión sobre la felicidad: ¿existe una formula mágica para alcanzarla? La respuesta es no, obviamente. Porque la felicidad no es una receta de cocina, sino una especie de tejido, una amalgama de situaciones y de sensaciones inquietas, que van y vienen. Si viviéramos constantemente en un estado de felicidad no nos daríamos cuenta de lo que tenemos. Justamente porque es tan esquiva y juguetona, le gusta hacerse la interesante, ir por ahí escondiéndose en rincones, o se agazapa en lo más alto de los edificios, nos cuesta tenerla siempre a mano.

Me he preguntado estos últimos días ¿qué hacer? ¿cómo ocupamos el tiempo? ¿de qué depende el uso que le damos? ¿qué me hace feliz? ¿lavo la ropa ahora o veo una serie? ¿salgo a correr o me quedo durmiendo? ¿cocino para hoy o para toda la semana? ¿elijo el deber ser o lo que me da felicidad? Te pregunto ¿sabes lo que te hace feliz? ¿lo que te entrega paz?

Hagamos un poco de historia. Estudié un poco este tema, bueno súper poco humildemente, Epicuro, que nació en el 342 A.C, fue un filósofo griego que postuló que la felicidad está vinculada con la libertad y la ausencia de inquietudes mentales y dolor físico. Para los zen o budistas, es rescatar el presente, pero siempre con vista a lo absoluto. Para los judíos es contentarse lo que uno tiene, saber que eso es exactamente lo que necesitas, ni más ni menos.

Pero ahora voy al ámbito personal ¿que hago yo, Karen Codner para sentirme un poco más feliz?:

1. Ser agradecida, una época escribía a diario cinco cosas que valoraba, desde el agua caliente  hasta tener sal en la cocina. O ahora que tengo un computador, una buena conexión a Internet, no sé, cosas sencillas.

2. Ir a la naturaleza, eso es mágico, automáticamente me vuelve la energía. Como esas bombas que uno le puede tirar a la tina y explotan con el agua caliente.

3. Leer cuando necesito tranquilizarme.

4. Tomar té, no soy de café y comer un pedazo de chocolate, sin azúcar, sigo sin comer azúcar.

5. Abrazos con mi familia, ¿te pasa eso?

6. Participar en cualquier tipo de ayuda comunitaria, ya sea con cosas sencillas como mandando comida a una familia que lo necesita o donando ropa, organizando ayuda en el colegio de tus niños, organizando ayuda en tu Municipalidad, en tu biblioteca, ayudar debería ser una ley. Todos tenemos que ayudar.

7. Juntarme con una amiga a conversar, como con mi amiga Claudia.

8. Creer en algo mayor, superior, para mí es Dios (pero que para otros es el poder de la naturaleza,  de la tierra u otros).

9. Dar regalos, por ejemplo, regalar pan, velas, cualquier cosa sorpresa, me gusta, sé que hago   

a otro feliz.

10. Dormir cuando me siento cansada, darme un baño de tina, preocuparme de mí.

11. Y algo nuevo, fresco que acabo de descubrir: permitirme ser imperfecta, por ejemplo y muy concreto, pinté un cuadro a mano alzada, digno de ser basura, pero que para mí significó cumplir un sueño de larga data y me sentí feliz, orgullosa, dichosa, todos los sinónimos que tú quieras destacar.

Entonces ya te di este listado de ideas que son súper personales, te quiero contar lo que he hecho acá en Burlington que me han abierto estas luces de la felicidad, por unas buenas horas. Obviamente yo no conozco nada ni a nadie, solo a mi hijo, pero me dije “si voy a estar más de una semana es mi oportunidad de probar”. Probé un masaje de sanación reiki con una chica que se llama María Cavallo, su casa queda al sur de Burlington y parecía un santuario. Lleno de plantas interiores, de piedras y diferentes elementos que recuerdan todo tipo de culturas, muy alternativo. Otro día fui a una clase de arte que se llama “Open Studio” donde Topaz Weisz es la anfitriona y allí imparte lo que se llama “arte expresivo”. Durante dos horas estuve pintando sobre un cartón lo que quisiera, sin ninguna exigencia, con música y totalmente ajena a la perfección. Ella lo hace gratis y uno al final entrega una donación. A todos estos datos llegué por María Cavallo, la que me hizo el reiki, pero ¿cómo llegue ella? En Burlington hay una revista con las actividades que iban a haber en el verano, y había un especial sobre masajes, y ahí salía un artículo sobre ella, y me contacté.

      Me traje mi dibujo a Chile, más bien lo mandé por correo y en algún momento llegará, lo pondré en mi taller, en Lo Barnechea, en el Arrayán más bien, como recordatorio. La tercera actividad que hice fue una clase de baile a la orilla del lago en la que por una hora bailé sin que nadie me dijera cómo moverme, solo bailé y bailé. Me recordó la conversación con el bailarín José Vidal del capítulo 43 de Espiral , lo que él sentía. Ahí conocí a una mujer muy interesante, Andrea Asch que trabajó más de dos décadas en la empresa de helados Ben & Jerry como directora del departamento de sustentabilidad, si bien la empresa la compró Unilever , ha mantenido su cultura, creo que en Chile los venden con en el Jumbo. Ojo, ahora ella se jubiló. Me quedé impactada con la profundidad de esta conversación inesperada, fortuita. Ahora averigüé un poco más sobre Andrea y ella realmente dio vuelta la Ben & Jerry durante los 26 años que trabajó ahí en términos de sustentabilidad y una visión comunitaria de la vida. Ella me recomendó leer a David Montgomery, que es un súper profesor de la Universidad de Washington que ha publicado varios libros sobre el tema del cambio climático. En la transcripción podrás encontrar el enlace a ellos. Y para informarme sin caer en lo alarmista y fin del mundo, ajeno a las tendencias políticas del momento, me sugirió una organización que se llama Drawdown. Lo que me gustó de Andrea es que ella insiste en la relevancia de que cada uno se haga cargo de vivir consciente, es decir, reciclar, ojalá el compost, energía limpia (ella tiene un auto eléctrico) y no dejarse alarmar por las noticias del momento.

Un punto importante que discutimos es si realmente somos nosotros, los seres humanos, los culpables del cambio climático y ella me explicó que siempre han sucedido cambios a nivel de temperatura, pero lo que a ella le preocupa del fenómeno actual es el ritmo, la celeridad con que está ocurriendo en un período muy corto. Por ejemplo, la glaciación fue un cambio climático pero que se dio de una manera más paulatina, en millones de años y eso permitió que las comunidades se habituaran a estos cambios y se hicieran resistentes a una nueva forma de vida. Esto fue un tiempo feliz, después de experimentar con el baile, al aire libre, siendo yo la única extranjera, y allí conocí a una persona que me ayudó a pensar y hacer mi vida (y ahora la tuya) más significativa, por lo tanto, más feliz.

Otro aspecto de mi felicidad fue que allá me moví en bicicleta eléctrica, hay paraderos por todo Burlington, en los que puedes arrendar, también en muchos hoteles las dan gratis. Fui a todas partes en la bicicleta, no lo podía creer. Claro que me caí varias veces, pero mucho menos que en una bicicleta tradicional (me hice moretones, heridas en las palmas de las manos). Alrededor del lago hay un camino que va por lo que era la antigua línea del tren y se introduce en un bosque. En Burlington hay cientos de galerías de arte y fui a una exposición genial que se llama Bubblegum Pop y de verdad es hermosa. Ojalá te des un tiempo y veas a lo que me refiero, te lo dejo en mi sitio web, es una instalación genial con artículos reciclados pero que hacen guiño a un mundo de fantasía de chicles, dulces y brillos, todo pop y en tonos rosas.

No puedo cerrar este capítulo 45 dejando de lado una lectura que me vincula a la felicidad, cuando Albert Camus recibió el Premio Nobel en 1957 le escribió una carta a su profesor de primaria, el señor Louis Germain en 1957. ¿Te imaginas lo que debe de haber sentido el señor Germain al recibir una carta de su alumno? Imagínate que en gran parte lo que logró Camus es por cuánto el profesor Germain lo incentivó a estudiar, a seguir haciéndolo y lo apoyó en ello. Camus no sólo le dedicó el discurso, sino le escribió esta hermosa carta que te leo:

“Querido señor Germain: He esperado que baje un poco la conmoción de estos días para escribirle desde el fondo de mi corazón. Me han dado un honor demasiado grande, uno que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, la primera persona que pensé, después de mi madre, fue usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que fui, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese pasado. No doy demasiada importancia a este honor. Pero al menos me da la oportunidad de decirle qué ha significado usted para mí, y que hasta el día de hoy sigue significando, y para asegurarle que sus esfuerzos, su trabajo, y su corazón generoso, aún viven en uno de sus pequeños alumnos, que, a pesar de los años, nunca ha dejado de ser su alumno más agradecido. Le mando un abrazo de todo mi corazón. Albert Camus”.

Ojalá me cuentes si te hizo sentido este programa o si tienes otras ideas, otras reflexiones sobre este tema que a veces lo vemos tan manoseado como es la felicidad. Como siempre estoy en mi correo karen@karencodner.com y en redes. También me puedes dejar un comentario en la transcripción en www.karencodner.com

Lee. Escribe. Crea felicidad.

Chaoooo.

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