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#64 5 motivos por qué volví a bailar

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Hola, hola ¿cómo estás? soy Karen Codner, periodista y escritora, te doy la bienvenida al programa #64 de Espiral, tu podcast de literatura y creatividad. Hoy voy a hablar sobre 5 motivos de por qué para mí es hermoso bailar. Esta idea del baile nace cuando conocí a Francisca Tironi, masajista y acupunturista, además ex bailarina profesional. Ella si bien no pudo continuar su carrera hace un par de años, sí se ofreció a dar clases.

Yo no soy una de esas personas que baila naturalmente, algunos lo hacen siempre, por ejemplo, mientras están cocinando y esperan que hierva el agua. Otros necesitan bailar para pensar y muchos bailan porque sí ¿Qué me motivó a tomar una clase de danza? Ya lo verás.

Recuento personal

Leer, ir a la playa, hacer yoga, correr, volver a leer, regresar a la playa, jugar dudo, y cocinar: así han sido la tónica de mis vacaciones. Llevo casi un mes aquí en la playa cerca de Cachagua, un sector muy lindo de Chile conocido por sus playas y acantilados. Es la primera vez que paso tanto tiempo en este lugar, a mi marido y a mis hijos nos gusta mucho más el sur de Chile o viajar a destinos más exóticos, pero este año decidimos quedarnos aquí cerca.

Uno de los aspectos más desafiantes, en términos de descanso, fue desconectarme. Lo máximo que logré tener apagado el computador fueron cuatro días seguidos pero por un motivo u otro, tuve que volver a mi querido amigo. Pero para mí no es muy terrible, ¡me gusta mucho todo lo que hago! Sin duda he logrado descansar y lo que en un momento me pareció imposible -como te conté en el episodio anterior con la entrevista a Pablo Allard,- hoy es un hecho, han sido días especiales, con otro ritmo y actividades.

Así todos los días han sido diferentes y relajados. En las mañanas por lo general he ido a correr y luego practicar yoga. Las tardes varían, algunas veces vamos a la playa -para los que no lo saben, el mar aquí en Chile es muy, muy frío y no lo he pisado, lo miro, es bellísimo, pero no más- y otras veces nos quedamos en la casa.

He pintado, jugado cartas y hemos jugado Dudo, es un entretenido juego de «cachos» (vaso opaco, puede ser de plástico o de cuero) y cinco dados. No he visto televisión y ninguna serie. Casi no he ocupado el secador de pelo (las mujeres que me están escuchando entienden que eso son vacaciones de verdad), tampoco me he maquillado y en ocasiones, en vez de ducharme en la mañana, lo hago en la noche, o dos veces al día. Eso sí, te prometo que me ducho todos los días.

La otra semana ya estaré de regreso en Santiago con varias reuniones agendas y preparando a full el taller de lectura de “Mis rusos” que comenzará a mediados de marzo.

Realizaré un nuevo taller de lectura «Mis rusos»

Una de las cosas más lindas de ser podcaster es recibir la retroalimentación de los oyentes. Eso me pasó con Pablo Allard, pues nada más ni nada menos me escribió su esposa Alejandra Méndez: “Quería comentarte y felicitarte por la entrevista a Pablo. ¡La escuché con mucha detención y la disfruté muchísimo!. Eres seca, muy buena periodista, dejas hablar al entrevistado, pero vas guiándolo con sutileza. Excelente conversación : amena, profunda, divertida, variados los temas… en fin! Gracias por ese regalo”. Gracias a ti Alejandra por escribirme.

Ahora veamos qué descubrí con mi clase de baile.

     Cuando entrevisté a José Vidal, bailarín y coreógrafo en el episodio 43, admiré la pasión con la que vive el arte de la danza. Para él es una especie de meditación, de estar presente en el ahora.

Cuando era niña tomé clases de baile con Malucha Pinto, una bailarina y actriz chilena. Ella enseñaba ballet moderno y yo me sentía increíble, como profesional, soñaba con que me dedicaría a eso…pero imposible, no tengo el físico ni los dotes, pero eso quizás sucede con la mayoría de los niños, la verdad no sé porqué dejé de ir. Luego, de adulta me inscribí en la academia de Sara Nieto, quien fuera la bailarina principal del ballet del Teatro Municipal de Santiago por años. Hay un libro muy lindo sobre su vida que se llama “Sara Nieto. La vida de una bailarina estrella”  que puedes leer. Pero desde entonces no he vuelto a bailar, aunque siempre he querido probar flamenco, quizá que en algún momento lo haga. Yo no soy de esas que saltan a bailar con cualquier melodía, o ese tipo de persona que ponen música en la fiesta y corre a la pista. Me cuesta, por eso me llama la atención esta necesidad imperiosa que tuve de tomar una clase, como cuando visité a mi hijo en Burlington, Estados Unidos y fui a una clase de baile muy libre, sin pasos.

“Sara Nieto. La vida de una bailarina estrella”

Aquí en la playa fui con mi hija y dos amigas de ella. La experiencia fue aún mejor que en Estados Unidos porque compartir con personas que uno quiere hace que cualquier cosa sea muchísimo mejor. Pero sobre todo porque la profesora, Francisca Tironi nos abrió un mundo desconocido, donde el ritmo y la alegría son los principales elementos. A Francisca la puedes seguir en Instagram. Además de nosotras estaba la hermana y sobrina de Francisca, y Melina del Mar, la profesora de yoga y dueña del espacio Yoga arte studio. Antes de ponernos a bailar tuvimos que contar porqué nos gusta y la conclusión fue la misma: porque nos hace felices.

Esta experiencia además me hizo preguntarme ¿cuándo los seres humanos comenzamos a bailar? ¿por qué? ¿para qué? Bailar es una actividad básica del ser humano, una forma de comunicación con nuestros pares, además de un canal para  alcanzar estados superiores. De acuerdo a historiadores, el registro más antiguo de danza ocurrió en la India hace cerca de 9 mil años. En Egipto hace 5 mil 300 años se bailaba en ceremonias religiosas, y también por gusto. El baile moderno tiene sus antecedentes en el Renacimiento en Europa con la popularización de los salones de baile y posteriormente se comenzaron a desarrollar los estilos que conocemos hoy. El walt, por ejemplo, el típico de un matrimonio cuando los novios dan comienzo a la fiesta, lo popularizó la reina Victoria de Inglaterra. De acuerdo a la Real Academia de la lengua bailar es: “Ejecutar movimientos acompasados con el cuerpo, brazos y pie, pero también es ´retozar de gusto´” es decir, ser feliz”. En inglés en cambio es más descriptiva la definición: “moverse siguiendo un ritmo y pasos de acuerdo a cierto patrón”.

La danza tiene al menos 9.000 años de antigüedad

Algo bien divertido que descubrí es que existió una “maratón del baile”  que data del siglo XXIV y tuvo su apogeo alrededor de la década del treinta del siglo pasado. El tango se inició en 1890 en Argentina y se dice que es uno de los bailes más sensuales que existen, yo nunca he bailado tango ¿tu?. La Danza del León es popular en países asiáticos como Japón, Corea, Taiwán, y es para ahuyenta al diablo y aumentar las posibilidad de la buena fortuna. La salsa tiene su origen en Cuba y fue en la década de los setenta cuando se popularizó de manera exponencial en Nueva York.

“Baile de línea” ¿qué es? Bueno, yo ignoraba por completo que así se llama cuando bailas en un grupo con un cierto orden, como cuando se reúne una cierta cantidad de personas en plazas. Este tipo de baile es muy libre: cualquiera puede bailar, sin límite de edad y conocimientos. Comenzó en la década de los cincuenta con el baile “Madison” y en 1977 con “Saturday Night Live” la llevó desde la pantalla y sacó de las discotecas el baile grupal a las calles.

El tango data de 1890
La danza del león se realiza en diversos países asiáticos

Ahora te cuento mis 5 motivos de por qué volví a bailar:

  1. No necesito saber: Mi profesión se vincula estrechamente a mi cabeza, soy un ser muy cerebral y desde bien joven he privilegiado el saber por el sentir. Si bien soy muy sensible, con los años me he vuelto más cabeza y menos corazón. El baile, el ritmo, fluir me permite volver a conectarme con ese espacio de mi ser. Reconozco que me costaría bailar así tan libre con colegas y escritores  renombrados o con hombres. Me gusta la sensación de camadería que se genera con mis pares mujeres, todas comunes y corrientes, esto da un aura muy especial.

  2. Me siento feliz: Encontrar espacios en que uno esté consciente del momento de felicidad se vuelve más esquivo con el tiempo. Eso mismo me recordó un podcast que escuché de una entrevista a Catherine Price, autora del libro “How to brake up with my phone” que en español sería “Cómo romper la relación con mi teléfono” y ella me hizo preguntarme ¿en qué momentos me he sentido feliz? Ojo, no es lo mismo sentirse plena que feliz, son sentimientos distintos. La plenitud es cuando logras algo, hay un sentido de logro, en cambio feliz es algo menos complejo, más transitorio. En esa lista escribí cuando jugué con mi hija menor en la piscina lanzando una pelota y ¡cuando bailé en Burlington! Pasarlo bien, reírte, sentirte viva, conectarte con algo que es tan distinto a lo que suelo hacer: sentada en una silla escribiendo ante el computador o leyendo al frente de él. En el baile dejo ir todo eso y me libera del súper yo. No soy así de feliz cuando me pongo a ordenar, o estoy en la carretera sin moverme o esperando que el doctor me atienda. Es ser, vivir el momento, como lo que postulaba José Vidal: vivir en el presente. También me conecta con mi juventud, me relaciona con un ayer. Cierto movimiento de brazos y piernas me conecta con bailes comunitarios que realicé con mis amigas en el colegio o cuando uno baila en un matrimonio alrededor de la novia. Estoy segura de que otro beneficio es que a las niñas jóvenes las ayuda a sentirse más cómodas con su cuerpo. Me imagino que deben sentirse orgullosas tal cual son, en una clase de baile de este tipo, vuelven a vivir como si fueran las mejores del mundo. Simplemente, ser felices.

  3. Soy libre: Me pregunto ¿dónde soy independiente? ¿dónde puedo comportarme libre del prejuicio y de las apariencias? Es decir, constantemente debo rendir, ya sea en mi escritura, en mi entorno familiar y con amigos. En una sala de baile tengo permitido equivocarme, ser descoordinada y ¿qué importa? Además que todos somos iguales, los gordos, los flacos, los bajos y altos, los viejos y los jóvenes, los cerebrales y los creativos.

  4. Soy más creativa: Porque de alguna manera estoy escribiendo con los pasos de danza una historia nueva. Me permite conectarme con el cuerpo y el ritmo, dar un sentido al movimiento como si fueran letras y palabras. Cuando uno cree que es imposible expresarse siempre se puede recurrir al baile. ¿Cómo expresar la profunda tristeza? ¿y la rabia mezclada con la felicidad? Esto me recuerda a cuando estoy sola en el auto y escucho una canción que me emociona y me dan ganas de cantar fuertísimo, a veces lo hago, supongo que muchos lo hacen. La danza es un cuento, una historia en sí misma. Puedes imaginarte que eres una bailadora de flamenco, o de la danza del vientre y si levantas bien los talones, una bailarina de ballet. Y ¡todo en una hora y sin necesidad de tomar un avión!

  5.   Me siento superpoderosa: La misma profesora de baile Francisca Tironi, repitió este concepto: poderosa, pero yo le agrego el superlativo porque de verdad, mientras uno baila y gasta energía puede sentir un flujo de energía único, en que pude alcanzar el cielo y también ser una medusa que viaja al fondo del mar. Solo necesité el cuerpo y entregarme a la creación. Pero, sobre todo, y creo que aquí está la clave: me sentí especial porque mi baile fue suficiente, no necesité más ni menos energía o coordinación. Nadie me calificó y a pesar de que me costó seguir algunos pasos o a momentos me perdí en la coreografía, qué importa ¿a quién le puede importar? No debo rendir a nadie, pocos recuerdan si conjugué bien los verbos o hice un gran comentario sobre un libro. Simplemente, soy, fui.

     Más que preguntarme por qué bailo, la pregunta principal es ¿por qué dejé pasar tanto tiempo sin hacerlo? He pensado mucho en ello y lo ignoro. Dudo que a mi regreso de vacaciones vuelva a hacerlo de manera periódica o sola en mi casa, para eso me falta mucho camino por recorrer. Pero este, sin duda, ha sido un gran comienzo de año.

Recuerda que todos los episodios de Espiral los encuentras en mi página web www.karencodner.com, y también puedes leer las transcripciones.

¿Cuándo fue la última vez que bailaste? Cuéntame, escríbeme a mi correo  karen@karencodner.com

Lee. Escribe. Crea y baila.

Chaoooo.

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