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Hola, hola ¿cómo estás? Soy Karen Codner y te doy la bienvenida al capítulo 46 de Espiral, tu podcast sobre creatividad y libros. Ya regresé a Santiago, estoy en mi casa y llevo encerrada acá ocho días guardando la cuarentena obligatoria que estipulan las autoridades chilenas para los viajeros. No ha sido difícil porque, primero estuve mucho tiempo afuera, pero después siento que me estoy despidiendo de una etapa en la historia, espero o quiero creer, que no vendrán más cuarentenas, y este es el adiós final. Hoy, te voy a hacer un regalo, sí un regalo, porque la conversación que tuve hace unos días con la escritora mexicana, Jazmina Barrera, la considero un regalo para ti, para mi, para los que nos están escuchando. ¿Por qué? porque estoy segura de que ella, si bien ya es una gran autora, en el futuro irá marcando más y más la literatura de nuestro continente. Si no la conoces, creo que deberías darte una vuelta, intentar leer algo de ella como “Cuaderno de faros” que es un ensayo sobre el amor de Jazmina por los faros, sí, esos edificios hermosos que están en las costas y que antes cumplían una función tan importante y este libro, este texto, es un ensayo sobre el amor y el recorrido que ella hace por los mismos y no es texto pesado, no, para nada. Además, hace unos días, aquí en Chile lanzó un libro que ya estoy leyendo sobre la maternidad: “Linea nigra», ambos publicados en Chile por editorial Montacerdos.
Recuento personal
Mañana viernes entrevistaré a la increíble Edith Eger, la autora del libro súper ventas “La bailarina de Auschwitz”. Tendré el honor de conversar con ella gracias a una iniciativa de la Cámara Chilena de la Construcción y lo haré junto al psiquiatra, Patricio Fischman. Yo en el rol de directora de Memoria Viva, una organización que se dedica a preservar los testimonios de la Shoá, del holocausto, aquí en Chile. La otra semana, después del ocho de julio, saldrá la grabación a público abierto, mantente atento y atenta. Y te tengo que confesar que siempre, siempre me pongo nerviosa antes de las entrevistas, más si es alguien como la señora Edith que tiene tanta sabiduría y conocimientos por transmitir.
Me han llegado comentarios positivos por el último episodio de Espiral, el 45 y al parecer la felicidad es un tema que convoca. Así me lo dijo Judith Riquelme, y también Marcela Raminoce “¡Hermosa reflexión y consejos para la felicidad!”.
En ese sentido el boletín sobre la lluvia y las burbujas también gustó, lo mandé recién el lunes. Me escribió Paola Núñez lo siguiente: “Eres maravillosa. Las letras y las historias fluyen cómo el agua, el agua de la lluvia. Gracias” Y también mi querida amiga y presidenta de editores de Chile, Francisca Jiménez me dijo que estuvo muy bueno. Si quieres recibir el boletín es muy fácil, anda a mi página web www.karencodner.com y te inscribes.
Felicidades a Rosario Díaz Quintana, ganadora del concurso del libro “El cuento de la criada” de la escritora canadiense Margaret Atwood. Me gustó mucho el comentario de Rosario Díaz en Instagram: “Quiero ganar este libro para sorprender a mi querida hermana, ya que vio toda la serie y está muy intrigada por conocer mas esta historia”.
Una gran, enorme, enorme y grande novedad es que acabo de publicar un libro nuevo con ejercicios para que te inicies en la escritura. Lo hice solo en formato digital y está a la venta directa en mi sitio web a un precio híper conveniente. ¿Qué mejor para sortear el calor de verano en el hemisferio norte o el frío o acá en el sur que lanzarte a escribir por fin y cumplir con tu sueño?
Entrevista a Jazmina Barrera
KC: Hola, Jazmina ¿cómo estás?
JB: Hola Karen muy bien, ¿y tú?
KC: Muy, muy bien, emocionadísima, emocionadísima de darte la bienvenida acá al podcast Espiral que es desde Chile, ya van a entender nuestros auditores porque Jazmina tiene un vínculo tan estrecho con nuestro país. Pero primero quiero saber ¿qué estabas haciendo? ¿qué te estoy interrumpiendo cuando, cuando salió esta llamada, se puede decir de Zoom?
JB: Otro Zoom. Estaba hablando con mi editor argentino porque mi libro “Cuaderno de faros” está por salir por allá. Y estábamos revisando correcciones, etcétera. De ahí vengo, del Zoom y al Zoom voy.
KC: El zoom es tu vida ahora.
JB: Ay, últimamente, por desgracia, sí.
KC: Okey, espero que la próxima vez que te entreviste interrumpa un proceso creativo y no los Zoom.
JB: Ay, ojalá que sí.
KC: Ojalá que sí.A ver, yo empecé antes que comenzáramos a grabar, a decir gracias, gracias porque fue intensa la coordinación para esta conversación más que entrevista. Pero de verdad, dije ese gracias antes de empezar por tu escritura.
JB: Pues muchas gracias.
KC: Porque este pequeño libro que tengo acá, “Cuaderno de faros”, me lo leí lentamente como diciendo no lo quiero terminar, se lee depende de cuán rápido lo quieras terminar, digamos. Y aquí como que descubrí una mujer que transmite mucho a través de la escritura, es muy porosa. No tengo idea, si mi interpretación de la autora o no, pero la profundidad de lo que escribes y la belleza, es algo magistral, magistral, magistral. Yo estoy segura de que nos vas a dar muchísimo que hablar en el futuro. Y básicamente, bueno, tengo un montón de anotaciones y cosas, pero, me pregunto, ¿qué tan lejos tendría que ir para escuchar el silencio? eso aparece en la página 39 ¿qué tan lejos has tenido que ir para escuchar el silencio?
JB: Pues en esta ciudad es complicado, y es algo por lo que hay que luchar, yo creo que el silencio es un derecho. El silencio absoluto, como sabemos, no existe, pero cierto grado de tranquilidad, de paz y de silencio, me parece un derecho humano, creo que ya está estipulado de hecho así en muchos lugares, en la Ciudad de México lo está, pero no sé respeta; hay ruido de construcciones, de radios, de gente que pasa y hay aquí un par de lugares, el bosque de Chapultepec, que yo tengo muy cerca, y de pronto salir un poco de la ciudad a lugares cercanos, ahí se puede escuchar todavía algo más cercano al silencio.
KC: Bueno, y tú tienes un hijo pequeño, que me encanta el nombre, que es Silvestre, evoca muchas cosas. Y ser mamá y trabajar en la misma casa con el marido, que también es escritor, para los que nos escuchan y no lo saben Jazmina Barrera está casada con un escritor chileno, ella es mexicana, no lo dije, bueno, después lo voy a decir en la presentación y tienen un hijo que se llama Silvestre.
JB: Así es.
KC: Después vamos a hablar de la maternidad, pero un niño es lejanamente lo que se podría hacer un sinónimo de silencio. Más todavía en pandemia.
JB: Sí, y más en la edad que tiene, que tiene 3 años y está más platicador que nunca, habla hasta por los codos. Todo el tiempo, requiere una atención permanente y está en esta etapa narcisista de los niños en que son el centro del mundo, entonces todo el tiempo quiere que hablemos con él, todo el tiempo quiere que lo tengamos entretenido. Y sí que de pronto llegó a extrañar la soledad y la quietud. Pero bueno, tengo mis momentitos de vez en cuando.
KC: Pero por lo que entiendo. Trabajo o tienes, no sé cómo ponerlo con Ediciones Antílope, que es una editorial, haces traducción, escribes, ensayista, o sea, tienes un montón de facetas. ¿Con cuál te sientes más cómoda o más feliz? ¿la que temas te late, como se dice en mexicano?
JB: Sí, pues se complementan muy bien, pienso yo, mi labor en la edición con mi labor en la escritura. Porque la escritura la hago sobre todo en soledad, por supuesto nunca en soledad absoluta, porque siempre estamos hablando, conversando en la escritura con un montón de otras voces, de otros seres, etcétera, entonces, creo que es una soledad muy populosa, pero sí, es un trabajo del que yo soy 100% responsable y que siempre me genera muchísima incertidumbre. Mi trabajo editorial con el equipo de cinco amigos que somos, me genera lo contrario, mucha certidumbre, mucha , ¿cuál será la palabra? mucho entusiasmo y mucha satisfacción, una satisfacción muy material, porque ver un libro que tú hiciste, que tú editaste, es una satisfacción muy particular y, además, hacerlo con este equipazo que que tenemos en Ediciones Antílope, es maravilloso porque las responsabilidades son compartidas, porque las decisiones son compartidas y las alegrías son también compartidas. Así que las dos labores yo creo que las atesoro casi por igual, aunque digamos que Ediciones Antílope, al día de hoy, es un trabajo que hago por amor al arte y que no me genera ninguna remuneración. Y escribir, por suerte, parece que sí es un oficio que puedo realizar con alguna recompensa económica a cambio.
KC: Hablaste de la incertidumbre, creo que escuché a alguien y, bueno, no tengo el don de tener tan buena memoria para acordarme las citas y los autores, pero la escritura es incertidumbre, ¿no?
JB: Si, permanente, de todo tipo. También hay certidumbres, yo creo, estos breves pedacitos de iluminación donde algo cuaja, donde algo embona, donde algo sientes que funciona. Yo creo que hay ciertas certidumbres, pero básicamente lo demás es incertidumbre ¿no? ¿quién va a leer esto? ¿cómo lo va a leer? Todo eso, por ejemplo, es incertidumbre, yo lo único que controlo son las palabras en el papel y lo que pase con ellas después es puro misterio.
KC: Es el misterio de la creación, es el misterio de la vida. Esta es una pregunta que se me ocurrió así, me da la sensación que eres una persona muy profunda y sensible. ¿Cómo ha sido a vivir contigo misma? Tiene más de 30 años, 33 creo, en el sentido de que cuando te leo me doy cuenta de que eres una persona que no se queda en la superficie.
JB: Ay, pues, ojalá, Karen.
KC: Estoy segura.
JB: Ojalá que sí. Pues ¿cómo ha sido vivir conmigo misma? Bueno, complicado, como a todos yo creo que le sucede. Y, por suerte, creo que bueno, no por suerte, yo creo que en parte porque crecí en el ambiente en el que crecí, soy así. Y entonces, crecí en una familia muy tolerante, muy abierta, muy cariñosa, muy afectuosa, y con sensibilidades que seguramente educaron, la que tengo yo hoy, por lo tanto, muy compatibles. Mi madre es pintora, mi padre es museógrafo, la ciencia y el arte siempre han estado muy presentes en mi familia y es algo que yo comparto profundamente. Entonces, creo que hasta eso la he tenido más o menos fácil.
KC: Sí, porque fuiste un colegio muy alternativo.
JB: Fue un colegio muy alternativo.
KC: Sí, sí. Cuando leí “Cuaderno de faros”, me quedó la sensación de que tu estadía,
tú vida en Estados Unidos fue siempre un echar de menos México.
JB: Fíjate que no lo fue siempre, lo fue mientras escribía este libro, sin duda. Estaba yo creo que profundamente deprimida, además me tocó el invierno en Nueva York, estaba con el corazón roto, todo estaba mal, entonces extrañaba mucho México. Mientras escribía ese libro, y después no. Yo creo que en parte, escribir ese libro me curó un poco, porque casi, digamos, que al terminarlo empecé a pasarla francamente bien y me enamoré de Nueva York. Muchos de los momentos más felices de mi vida sucedieron en esa ciudad, y ahí conocí a Alejandro y ahí me enamoré de él. Y es una ciudad que si fuera yo millonaria jamás habría dejado.
KC: Ah, a ese nivel.
JB: Sí.
KC: ¿Y sigues coleccionando faros? ¿o cambiaste la colección?
JB: Pues sí, también cambié un poco la colección, mi siguiente libro que acaba de salir en Chile también, que se llama “Línea nigra”, que habla más bien de maternidad.
KC: Perdón, te tengo que interrumpir, mañana es el lanzamiento acá en Chile.
JB: Sí, sí, sí. Mañana es el lanzamiento en las redes de Montacerdos.
KC: Y ya me lo compré.
JB: Ay, qué linda. Muchas gracias. Y bueno, ese libro es una especie de colección también de referencias a artistas visuales y escritoras que trabajaron el embarazo, el parto y la lactancia en su obra. También es una especie de novela y también habla de mi experiencia personal, pero, además, es también una especie de colección. Y bueno, tengo ahora en México una novela que sale en septiembre – octubre, que es también, además de ser una novela, una especie de colección de historias y referencias y fragmentos sobre la historia del bordado. Y bueno, hoy yo colecciono, mis libros casi todos han sido, hasta el momento, colecciones de distintos tipos.
KC: El tema de la maternidad es algo que me llama la atención porque no sé si está de moda o no, o se ha abierto la posibilidad de elegir si uno quiere ser madre o no. Incluso, ya llega a llamar la atención las escritoras contemporáneas que eligen serlo, como que hay una postura, no sé si a nivel latinoamericano puede ser, pero la he visto mucho a nivel norteamericano o europeo. ¿Qué cumple, que función a cumplido en ti como mujer, pero también como profesional la maternidad ¿cómo fue ese proceso de decisión? ¿era obvio o no era obvio?
JB: Pues yo creo que siempre es una decisión muy personal y que por un lado pasa por lo racional, por lo económico, por lo social, por lo ecológico, pero también pasa por una parte totalmente irracional ¿no? Por lo menos en mi caso, esto que llaman baby fever, que yo antes nunca había tenido, ni me planteaba tener hijos, cuando conocí a Alejandro de inmediato me pareció una posibilidad muy seductora, por la relación que teníamos, por el equipo que armamos, que se sentía que un invitado más a ese equipo la pasaría muy bien, que todos lo pasaríamos muy bien con otro invitado a esa fiesta, básicamente. Pero, no era algo que yo en abstracto me planteará, y me he visto mucho, desde que publiqué este libro de “Línea nigra” me he visto en la necesidad de defender mi decisión de ser madre, que es algo muy inquietante porque creo que nadie justifica su decisión de no sé, de operarse la nariz o de practicar ciertos deportes, pero es muy cuestionada la maternidad por todos lados. Y bueno, por supuesto hay motivos para que sea así, la maternidad durante mucho tiempo significó para las mujeres, represión e incluso casi esclavitud, pero yo creo que cierto lado del feminismo de pronto se fue hacia el otro extremo, como la maternidad había significado tanto dolor y tanta opresión para las mujeres, entonces, había que erradicarla. Y creo que no, yo creo que la maternidad es una posibilidad y es tan válido decidir ser madre, como decidir no ser madre, por lo que ha luchado tanto tiempo el feminismo es por esa frase «mi cuerpo es mío y yo decido» y en ambos sentidos, yo decido no tener hijos, yo decido sí tener hijos.
KC: Pero te ha tocado, así como te han preguntado, pero una cosa es que te pregunten desde la curiosidad y otra es que te pregunten desde la visión política.
JB: Ah, sí me ha tocado desde la visión política, y creo que creo que hay muchos factores ahí que hay que tomar en cuenta, creo que, por un lado, es importante la labor que hacemos como madre y hay que reconocerla, estamos criando los próximos ciudadanos de este mundo, estamos creando la próxima mano de obra en muchos sentidos, a las personas que van a cuidar a los adultos mayores, incluso a los adultos mayores que decidieron no tener hijos, no se necesita gente joven para que cuide a esas personas. No es un trabajo desdeñable en absoluto, al contrario, es un trabajo fundamental. Y en vez de castigarlo, en vez de minimizarlo, creo que tenemos que apoyarlo, tenemos que poner en el centro de nuestra sociedad los cuidados, yo creo que con la pandemia eso quedó muy claro, en el centro de nuestra economía, en el centro de nuestra discusión. Y luego está este otro lado, que yo creo que sucede mucho, por ejemplo, desde un ámbito académico para el que tener un hijo es verdaderamente una desgracia porque las labores de crianza se ven como lo opuesto de las labores intelectuales y creativas, se ven como antagonistas y mi experiencia desde que soy madre es la opuesta, a mí desde el embarazo, esa experiencia corporal, desató mi curiosidad y mi creatividad de una manera espectacular y mi experiencia es que la crianza, siempre y cuando se cuente con una red de apoyo que la vuelva gozosa, que permita que sea gozosa y libre, es una labor de creatividad permanente que requiere una creatividad permanente desde las historias que me piden mi hijo que le cuente hasta buscar maneras creativas de que se lave los dientes sin que se enoje, requiere ingenio, requiere creatividad, requiere un montón de virtudes, creo yo, que se van desarrollando junto con ella.
KC: Como el libro de las nueras, me confundo con el de la Natalia Ginzburg. Pero el de “Pequeñas labores”, que también me lo acabo de comprar, porque también corrí a comprármelo. Y en ese sentido, ¿quizás que nos influyó para bien o para mal la visión, estoy hablando desde el mundo de la escritura, Virginia Woolf y Simone de Beauvoir que no fueron madres como referentes?
JB: Bueno, por ejemplo, la historia de Virginia Woolf es que ella quería ser madre, y no se lo permitían por sus depresiones y por sus problemas psicológicos no se lo permitían su esposo y su hermana y sus doctores básicamente. Entonces, ella creció un poco, ella vivió un poco esa esa represión, ella quería hacer madre, A pesar de que, claro, su libro “Un cuarto propio” habla mucho de la necesidad de tiempo y dinero, que son dos cosas que te quita definitivamente la maternidad, para poder dedicarte a ser escritora. Y Simone de Beauvoir, sí, yo creo que influenció profundamente el pensamiento feminista. Y a mí me parecen ideas fundamentales porque claro, o sea por tanto tiempo se consideraba que la mujer solo se realizaba en la maternidad, que su destino era la maternidad, que la maternidad además era en ellas naturales, instintiva, que entonces, por supuesto, que el feminismo tenía que deslindarse de eso, tenía que dejar claro que no, no estamos hechas para eso, somos seres humanos, tenemos otras inquietudes, otras necesidades. Y entonces, entiendo muy bien esa esa necesidad, creo que es hora de reconciliar a la maternidad con el feminismo y al feminismo con la maternidad, y creo que está sucediendo, y eso me da muchísima alegría.
KC: ¿Cómo es la vida de dos escritores en COVID-19 con un hijo de tres años? Porque éste es un trabajo tranquilo, solitario, como tu bien nos dijiste, y el COVID nos puso al límite con un hijo pequeño, por favor, te abro la palabra.
JB: Pues, sin duda ha sido muy difícil, pero creo que a la vez hemos sido muy afortunados, porque para empezar tenemos una red de apoyo maravillosa, vivimos muy cerca de mi madre, muy cerca de mi tía, de personas que se involucran directamente en la crianza de Silvestre, que nos han salvado la vida. Vivimos además en un área con jardín, que eso ya en estos días es un privilegio invaluable y en COVID más, con un niño más.
KC: Sí, sí, sí.
JB: Y creo que no nos fue tan mal porque cuando empezó la pandemia Silvestre tenía dos años, poquito, y todavía es una edad en la que a los niños les cuesta trabajo convivir entre ellos, se generan muchos roces, es complicado y según muchos psicólogos, no es tan necesario, cuando se vuelve verdaderamente necesario, digamos, es a los tres años,
que ya los tienes Silvestre, pero desde hace ya varios meses, más de seis meses, Silvestre está en una célula y con otros niños con una maestra.
KC: ¿Sería una célula, en lenguaje chileno, sería como un jardín de infantes?
JB: Pues no, fíjate que las células son algo que surgió en la pandemia y que yo no sé si en Chile existió siquiera esa posibilidad, por los toques de queda, etcétera, por la forma en la que se organizó la pandemia. Acá nunca estuvimos en toque de queda y nunca hubo multas, o sea el resguardo siempre fue voluntario, y entonces, muchos papás desesperados organizaron esto que se conoce como células, en este caso una escuela que perdió su sede organizó a sus maestras en casas de personas con cinco niños y con protocolos de higiene muy estrictos, nosotros nunca, en la célula, nunca tuvimos un caso de COVID ni cercano. Y toda la mañana los niños están como en una escuela, con una maestra, con material, etcétera, entonces eso nos ha permitido a nosotros trabajar y a Silvestre convivir, que es todo un aprendizaje. Ha sido así de maravilloso y bueno.
KC: Es como el concepto que postula Guadalupe Nettel, en su libro “La hija única”, algomás comunitario en la maternidad, o el proceso de crianza a nivel más comunitario, quizás ¿no?
JB: Sí, yo creo que eso, la crianza colectiva, es una de las grandes apuestas de la maternidad feminista, hoy en día es muy necesario. Y puede tomar muchas formas esa maternidad, esa crianza colectiva, pero creo que es parte esencial de lo que tenemos que hacer para que la maternidad deje de ser una tortura impuesta únicamente en la mujer, y se vuelva una actividad gozosa, y que todos disfrutemos.
KC: ¿Te dicen Jazmina? ¿cómo te dicen?
JB: Jazmina hojas.
KC: Dentro de la literatura, la literatura y la maternidad, el vínculo de madres e hijos, ¿Cuáles son los libros que tú dirías estos sí o sí hay que leer, que te han marcado?
JB: Pues bueno, son muchísimos, y al final de “Línea nigra” lo que hago es hacer una lista de precisamente estos libros, la lista la titulé «Libros que leí mientras amamantaba» y casi todos son el caso,pero todos o casi todos son libros de maternidad, que tienen que ver con la maternidad de una forma u otra. Es difícil para mí elegir, pero, por ejemplo, un libro que es menos literario y más ensayo, o sea más de divulgación creo yo, pero que me parece fundamental se llama “Mamá desobediente” de Esther Vivas, ya se consigue en Chile, es un libro que precisamente trata de reconciliar la maternidad con el feminismo desde muchísimos ámbitos. Habla de cómo el patriarcado copto el parto, de la violencia geriátrica, de la lactancia, de todas las políticas públicas que tenemos que seguir peleando, pero también de los estereotipos culturales alrededor de la madre y un montón de cosas que a mí me parecen utilísimas, y que es el libro que yo le regalaría a cualquier amiga mía que estuviera embarazada, inmediatamente. Y luego ya en un plan más literario, “Pequeñas labores”, para mí fue un libro muy importante. que traduje con Alejandro mientras estaba embarazada y me parece muy importante porque creo que es un libro que rescata o que aborda la maternidad desde la inteligencia de la curiosidad y el asombro, el humor, que son cuestiones que muchas veces se dejan de lado y que Rivka Galchen lo hace maravillosamente, ese fue un libro muy importante. Y bueno, ya de ahí en adelante, Sylvia Plath su libro “Tres mujeres” y “Motherhood” de Sheila Heti, “Ongoingnesses” de Sarah Manguso. Hay un montón de libros que son los que están en esa lista.
KC: Dime una cosa, cuando estábamos investigando para entrevistarte, escuché una entrevista que te hizo Mónica Lavín, que yo la entrevista, en el capítulo diesisiete en “Palabra de Autor”, y no entendí algo, dices, “soy una ñoña”.
JB: Ah, ñoña.
KC: ¿Qué significa eso?
JB: Déjame pensar el chilenismo, cuál sería. Bueno, como un ratón de biblioteca.
KC: ¿Pero es nerd en el sentido norteamericano?
JB: Si, una nerd, una nerd totalmente, exacto.
KC: Sabes que me lo imaginé Jazmina pero no sabía si lo estaba interpretando correctamente. Entonces dije: “Ah, no, yo tengo que preguntarle”. O sea, eres un ratón de biblioteca.
JB: Sí, desde siempre. Sí, claro. Por suerte estudié en escuelas en las que eso no era mal visto, ni nunca fue buleada por eso, y era bastante normal. Pero sí, los libros son algo que me han acompañado desde que tengo memoria, y que disfruto, o sea que le da sentido a mi vida en muchos aspectos.
KC: ¿Eres de estas lectoras que subraya, que lleva una bitácora, que escribe las citas, cómo son tus lecturas?
JB: Sí, y creo que por eso también sigo prefiriendo los libros físicos a los libros electrónicos, aunque entiendo sus mil ventajas y me parece fabuloso que existan. Pero, además, sobre todo en este tiempo de pantallas permanentes, para mí no hay nada como apagar el mundo y sumergirse en un libro y poder ojearlos, y poder ver cuánto me falta este capítulo, y regresar al capítulo anterior, y subrayar y hacer dibujos. Sí, yo necesito esa interacción material con los libros.
KC: Y me llamó mucho la atención también, en una entrevista que les hicieron sobre la biblioteca que tienen ustedes, en conjunto a ti con Alejandro, que Alejandro se llevó muy poquitos libros a México de su biblioteca, que eran más de cuatro mil títulos, y que ustedes organizan -lo escribí, acá lo tengo – por idiomas los libros. Y siguen más que por géneros, por idiomas ¿qué idiomas tienen ahí, en esa biblioteca, que dice tanto de una persona o una pareja en conjunto?
JB: Mira, tenemos a los chilenos en un librero.
KC: Okey.
JB: Y tenemos el resto de la literatura hispánica en otro librero, luego tenemos inglés, tenemos ruso, tenemos francés.
KC: Ah, es por origen, porque ustedes no saben ruso.
JB: No, por la lengua de origen, sí así es. Y tampoco eso es todo también tenemos pequeñas selecciones temáticas, tenemos gatos, tenemos faros, tenemos feminismo, y tenemos dos libreros que están ordenados por colección, o sea por serie de libros, cuando alguna editorial hace una serie que tiene coherencia.
KC: Ah perfecto, como Acantilado, por ejemplo.
JB: Como Acantilado, tenemos ahí Acantilado. Y Alejandro enloqueció con eso, estuvo días ordenando sus libreros, según no sé qué parámetros estéticos, pero movía, los revolvía, los volvía a acomodar y ahora sí, en efecto, parecen como una obra de arte abstracto.
KC: Lo que pasa, es que es muy difícil. Yo ahora estoy ordenando mi biblioteca, y no sé bajo qué criterio, entonces, por eso también es una pregunta un poco egoísta, que quiero saber para ver si se me ocurren ideas, porque sigo pensando. Hay algo que leí que me encantó, me fascinó, cómo no anoté la fuente, la voy a buscar. En la UTEM, en la Universidad de México, hablaste sobre el significado de los apellidos del tuyo, que es Barrera, y el de Alejandro. Y tú dices que todos los niños deberían llevar el apellido de la madre, salvo en mi caso.
JB: Sí, bueno, ese texto es un fragmento de “Línea nigra”, de los primeros estadios de ese manuscrito, que después fui trabajando, pero ese fragmento se conserva. Sí, a mí no me gusta mi apellido, me parece muy pasante, impositivo, duro, mi madre dice que por eso me tuvo que poner una variante del nombre de una flor antes como para que ese Barrera se cubriera de algo más o menos agradable. Pero me encanta la idea de que ahora se pueda elegir entre el apellido de la madre y el del padre, que me parece que en Chile es lo mismo.
KC: Sí, sí, estoy casi segura que sí, puedo estar confundida, pero estoy entendiendo que o están en un proyecto de ley o ya se aprobó. Y en ese sentido, el nombre de tu hijo Silvestre y Jazmina, que proviene del jazmín, son muy naturalistas. ¿Lo pensaron cuando lo bautizaron a Silvestre o no?
JB: Sí, a mí me parece un hombre hermosísimo, Silvestre, y yo me iba a llamar así si era hombre, entonces es un nombre que siempre tuve muy en mente, tenía además un amigo llamado Silvestre que me caía muy bien. Es un hombre con puras buenas asociaciones para mí, además de su sonido y su significado, que significa de la selva. Y sí, para mí es muy importante, aunque no lo ejerzo tanto como quisiera, el contacto con la naturaleza, el entendimiento de la naturaleza, nuestra relación con ella es algo que particularmente ahora estoy leyendo cada vez más y buscando entender cada vez más.
KC: En tus libros lo que me he dado cuenta es que hay un trabajo de investigación enorme, o sea, están muy bien, como dirían periodismo, reporteados ¿cómo lo haces? ¿cómo te organizas en ese sentido? Porque una cosa es tener la información y otra después es la parte creativa, digamos, siendo ensayo o sea ficción, o sea autoficción, como queramos ponerlo en jerarquía o en categorías ¿Cómo lo haces?
JB: Pues como se puede, soy más o menos ordenada, pero tampoco soy tanto como me gustaría, entonces, sí llevo notas, fichas, libretas y tengo ahora un programa procesador de palabras que me ha cambiado la vida, que se llama Scribner, en el que puedes usar índice.
KC: Ah, no, es fundamental.
JB: Llevo fragmentos, post ity todo eso ha sido maravilloso para poder ordenar más o
menos mis pensamientos y mi escritura. Y pues eso, la verdad es que, por ejemplo, en “Cuaderno de faros” y también en “Línea nigra”, la investigación fue muy orgánica, un libro te lleva a otro y así se va dando. Pero sí, la investigación, es una de las partes que más disfruto de la escritura, creo yo.
KC: ¿Investigas desde tu casa o vas a una biblioteca?
JB: Pues depende, si es pandemia, investigo desde mi casa. En otras ocasiones, sí, también voy a bibliotecas.
KC: ¿Y por qué “Línea nigra”y no negra?
JB: Es el término en latín, el término médico para la línea oscura que aparece en el vientre de muchas mujeres cuando se embarazan.
KC: Ah, sí claro. ¿Tú te quedaste con esa marca en el cuerpo o no?
JB: No, se borró, se borró.
KC: Hablando de marcas, yo creo que en el buen sentido, hubo un post en Instagram que me fascinó que pusiste, una foto tuya con Alejandro Zambra, tu marido: «Se cumplen cuatro años de la mejor fiesta de mi vida». Creo que eso dice tanto en esa sencillez. Primero, porque Zambra, si quieres nos puedes contar lo que significa el apellido.
JB: Sí, significa fiesta.
KC: Pero también significa que son los cuatro años más, relacionamos fiestas con alegría y con algo gozoso, hermoso, hermoso, hermoso, hermoso. Dime una cosa ¿en qué estás ahora? ¿en qué te están ocupando tus horas y tu mente?
JB: Pues mira, mis horas se están ocupando, las que no se ocupan en cuidar a Silvestre, básicamente en promocionar libros, porque salió “Línea nigra” en Chile, salió acá y allá, también un libro para niños que escribí que se llama “Los nombres de los animales”, salió “Cuaderno de faros” en Italia y estoy además cerrando la edición de esta novela que escribí que se llama “Punto de Cruz” que sale a finales de agosto o septiembre, por ahí acá en México. Entonces estoy de zoom en zoom, pero la verdad es que lo que yo tendría que estar haciendo es escribir un libro que tengo que escribir sobre Elena Garro, la escritora mexicana, un librito que me encargaron y que estoy investigando, leyendo todo lo que puedo sobre ella, su obra completa, que es enorme y que, bueno, es un personaje fascinante que me tiene muy impresionada todo el tiempo, es muy atractiva, tanto como escritora como personaje.
KC: Y tienes un libro también que cuando fuiste a NYU lo dejaste ahí, macerando, y que creo que es el que ahora vas a lanzar sobre la historia ¿o no me equivoco, lo vas a dejar ahí?
JB: No, tengo muchos libros en los cajones que creo que ahí se quedarán. Y creo que está bien, o sea, creo que son ejercicios que te llevan a otros textos, que informan otros textos, que sirven para lo que haces después y no estoy segura de si algún día recuperaré esa historia, aunque era una novela sobre coleccionismo, así que parte de lo que hay en “Cuaderno de faros” tiene que ver con eso. Y bueno, a mí me parece bien, yo creo que no todo tiene por qué publicarse en la vida, como que son actos distintos, el acto de escribir del acto de publicar, requieren cosas distintas y creo que la escritura siempre vale la pena, más allá de la publicación.
KC: ¿Cuántas horas al día le dedicas a la escritura?
JB: Ay, no, ni me digas que me voy a deprimir de hacer la cuenta, porque yo le querría dedicar todas las que tengo, que no son muchas, porque Silvestre va a la escuela de nueve a una, pero desde que estoy promocionando libros ya no me queda ni media para la escritura.
KC: ¿Y eres una persona diurna o nocturna?
JB: Diurna y siempre lo fui, pero desde que nació Silvestre más, porque dormimos fatal entonces, sí, mis noches son un borrón, no sé muy bien qué pasa ahí.
KC: Sí, sí. Cuéntame ¿qué estás leyendo? ¿qué nos regalas con tus lecturas de hoy? ¿O no estás leyendo, a veces uno pasa que no lee mucho?
JB: No, bueno, estoy leyendo eso sí, estoy leyendo a Elena Garro como te contaba, y los recomiendo muchísimo, si tienen la oportunidad de conseguir “La semana de colores” que a mí me parece uno de los mejores libros de la literatura mexicana. Y estoy leyendo también un libro de Rachel Cusk, la nueva novela de Rachel Cusk.
KC: Me gustó.
JB: Me está gustando muchísimo, pero a mí, bueno, me encanta todo lo que hace ella. Este ¿cómo se llama, “Segunda casa” o “Segundo hogar”?
KC: Lo tuve en mis manos en inglés y no sabía si leerlo.
JB: Sí, yo también lo tengo en inglés. por eso no sé cuál es la traducción del título, pero a ver, ahorita te digo, el título es “Second place”, en inglés.
KC: Pero creo que la traducción sea “Second place” en español.
JB: No, sería como segunda casa.
KC:¿Intermedio? ¿o intermedio es otro?
JB: Yo creo que sería como “Segunda casa” o “Segundo hogar” o algo así, porque se refiere a la casita que tienen los personajes al fondo de su terreno.
KC:O sea, lee varios libros a la misma vez.
JB: Sí, leo varios libros a la misma vez. Y bueno, estoy leyendo a mis amigas también, que eso me pasa mucho que amigas me mandan manuscritos, estoy leyendo un par de ellas para darles comentarios y disfrutándolo muchísimo también.
KC: ¿Y ustedes con Alejandro se traspasa los manuscritos? ¿él es tu primer lector y viceversa o no?
JB: Pues probablemente sí.
KC: Sí, ¿y cuáles son tus autores o autoras predilectas? Esos que tú dices me marcaron, o me están marcando porque eso va cambiando también.
JB: Sí, bueno, las que tengo ahí de cabecera casi siempre son Virginia Woolf, Natalia Ginzburg, Rosario Castellanos, Josefina Vicens como muy clásicos a los que regreso una y otra vez, David Markson también me gusta mucho, Margo Glantz, Perec. Sí, yo creo que eso serían de mis clásicos.
KC: ¿En qué están tus cuentos de hadas?
JB: Pues siempre están ahí, y ahora, por ejemplo, en este libro que se llama “Punto de cruz” hay mucho de mitología relacionada con el bordado y con el tejido que inevitablemente se cruzan con los cuentos de hadas, por ejemplo, está el cuento de “Blancanieves”, que se pincha, que la mamá está bordando cuando se entera que va a tener una hija y se la imagina, a mí una imagen que aparece bellísima y muy poética, se la imagina con la piel blanca como la nieve, con el pelo negro como la noche y como los cuervos, y se pincha el dedo y ve la sangre y se la imagina con los labios rojos como esa sangre. Y está la “Bella durmiente”que se pincha el dedo con el huso de una rueca, hay muchísimas referencias en los cuentos de hadas. Sí, yo siempre vuelvo a los cuentos de hadas, me atrapan.
KC: ¿A qué edad te empezaron a fascinar, a atraparte?
JB: Ah, desde muy chiquita, yo creo que a los cinco años coleccionaba versiones de “La Bella durmiente”, y todavía un poco colecciono ediciones, reescrituras de “La Bella durmiente”, que me encantan, me encantan.
KC: Porque ahí también pasa algo, que bueno está pasando y nos queda muy poquito, es la revisión o la condena a textos tradicionales porque no son políticamente correctos, entonces es como interesante que a ti te siguen fascinando.
JB: Pues me fascinan y por supuesto también me fascinan las reescrituras feministas que se han hecho no, y Angela Carter es una de mis escritoras favoritas. Hay mucho en ellos que, yo creo, que todavía nos hablan, y que hablan, además, de la época histórica en la que surgieron. Por supuesto que hay patriarcado ahí porque lo había, yo creo que la censura en ese sentido es medio, aparte porque nos perdemos un montón de cosas.
KC: ¿Y los hermanos Grimm?
JB: Los hermanos Grimm son lo máximo.
KC:Porque hay gente que dice que “cómo le vamos a leer esto a los niños”, pero los niños funcionan en base a estas categorías y a estas cosas, son macabras, pero también a ellos les gusta, lo pasan bien.
JB: Sí, claro sí. Creo que ya nos vamos a tener que ir, perdón.
KC: Sí, ¿quieres agregar algo?
JB: Perdón.
KC: No te preocupes, ¿quieres agregar algo?
JB: No, te agradezco muchísimo ha sido un gusto platicar contigo y espero que la próxima sea en persona, sí.
KC: Sí, sí, por favor, por favor. Andate a zoombear, gracias.
JB: Muchas gracias hasta pronto, chao.
KC: Chao.
Cierre
¿Anotaste las recomendaciones de Jazmina? Si no lo hiciste encuentras todo en la transcripción en mi sitio web. ¿Es una mujer muy dulce verdad? y tan transparente, lo pasé bien conversando con ella y me quedé con gusto a poco. Espero en un futuro próximo volver a profundizar más sobre su escritura y visión de mundo. Si escuchas este podcast en iTunes ojalá le pongas un likey comentes sobre él. Eso me ayudará mucho a que llegue a más auditores.
En los próximos programas de Espiral se vienen invitados muy potentes y está atento a mis redes porque pronto haré un live con un científico. Si, un científico que a mi, y de seguro como a ti, nos va a encantar.
Lee. Escribe. Crea.
Y obvio escucha.
Chaooooo
Autores mencionados
- Jazmina Barrera
- Natalia Ginzburg
- Virginia Woolf
- Simone de Beauvoir
- Guadalupe Nettel
- Esther Vivas
- Rivka Galchen
- Sylvia Plath
- Sheila Heti
- Sarah Manguso
- Mónica Lavín
- Alejandro Zambra
- Elena Garro
- Rachel Cusk
- Rosario Castellanos
- Josefina Vicens
- David Markson
- Margo Glantz
- Georges Perec
- Angela Carter
- Hermanos Grimm
Libros mencionados
- Cuaderno de faros
- Línea nigra
- Pequeñas Labores
- Un cuarto propio
- La hija única
- Mamá desobediente
- Motherhood
- Ongoingness
- Los nombres de los animales
- Punto de cruz (a publicarse)
- La semana de colores
- Second place
- Bella durmiente
- Blancanieves