Oda a la casi puntualidad #112
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“Conejo Blanco, ¿de qué va todo esto? ¡Oh querido! ¡Oh, cielos! Llegaré demasiado tarde». Alicia en el País de las Maravillas Lewis Carroll
Queridos amigos,
Cuando era más joven siempre andaba con el reloj en la mano. Hoy cambié gracias a un arduo trabajo personal y me considero bastante puntual. Me encantaría ser híper puntual como mi marido, o maniática de la puntualidad como mis padres y hermanas. Es como vivir por adelantado, siempre corriendo por llegar a ninguna parte.
Como me traía problemas decidí combatirlo frontalmente, es un desafío cumplir con estos altos estándares. He desarrollado una serie de estrategias para paliar esta tardanza con la que tanto sufrí. Mi reloj de pulsera y el despertador los tengo adelantados. Si tengo que madrugar, dejo la ropa lista la noche anterior o programo Waze para que me avise a qué hora debo salir.
Algunos dicen que los narcisistas son dados al atraso, ¿soy narcisa? ¿Cual reina de Saba que se puede dar el lujo de llegar tarde? Los puntuales son más aburridos, no conocen la adrenalina a la que tanto nos aficionamos los periodistas con los deadline. Quizás tiendo a lo incierto, a la aventura. Ignoro a quién le debemos el invento de la puntualidad, de ser esclavos del tiempo pero reconozco que es útil, aunque un poco de tardanza, de ser “casi” puntual no asesina a nadie.
Reconozco lo peor: yo misma me he convertido en un sujeto insoportable, no tolero a los que realmente se atrasan, no los “casi puntuales” sino los que son derechamente impuntuales. ¿Qué le cuesta mirar el reloj? El Conejo tiene razón: “¡“Dios mío! ¡Dios mío! Voy a llegar tarde”.
La puntualidad es una cabeza de alfiler, un punto ficticio en el continuo, una especie de paradoja de Zenón. Para ser puntual, tienes que llegar pronto, porque si no llegas pronto, llegas tarde. ¿Y qué significa llegar pronto? Significa rellenar tu agenda con minutos sueltos, sin caerte al precipicio ni tomar grandes riesgos, vivir en tiempo muerto. Significa salas de espera. Significa el adiós a una vida precipitada.
Se supone que la definición de puntualidad es llegar a la hora acordada, no antes, no después, pero si lo haces justo en ese momento, ya no eres tan puntual. Para serlo debes estar antes, ojalá varios minutos. Llegar un poquito tarde es una tardanza y llegar tarde, es impuntual. ¿Cómo definimos esto? ¿Cuántos minutos son los correctos?
Si no te gusta mi tardanza, te invito a leer Alicia en el País de la Maravillas del escritor inglés Lewis Carroll, aburrirte como Alicia en el mundo de los adultos o caer en la madriguera y vivir sus aventuras de ritmo cósmico. De todas formas, te lo repito, nunca llego tarde, solo a veces, algo tarde (dos, tres minutos). Si me estás esperando, relájate. Deja de fruncir el ceño. Nunca llego tan tarde:
Oh, te digo adiós querida “casi puntualidad”.
Oh, te digo hola “híper puntualidad”.
Mis recomendaciones
- Una lectura: Las abuelas de la Premio Nobel de Literatura, Doris Lessing. Son cuatro relatos que abordan la vida íntima familiar y de cómo hay familias de todo tipo. Para mí fue la primera aproximación exitosa a Lessing porque El cuaderno dorado me la ganó y no lo terminé. En Las abuelas las mujeres son las protagonistas y todas bien distintas, viejas, pobres, ricas y comunes. De verdad, un gran libro.
- Un podcast: El café de Mendel es para los que aman la literatura, las lecturas de calidad y una conversación de buen nivel. José Carlos Breto (Lectura instantánea) y Jan Arimary (Trotalibros) se reúnen una vez al mes y responden a preguntas de los auditores, además de comentar sobre sus lecturas.
Mis momentos
- Fui feliz: ¡Y mucho! Con la primera sesión del taller de lectura japonesa. Qué rico es volver a reunirse con talleristas antiguos y nuevos que recién se integran.
- Algo que aprendí: El Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes es el gran precursor de la narrativa moderna pues contiene elementos propios de ella como hablarle al lector, digresiones sobre la literatura y el lenguaje como constructor de realidades.
- Estoy agradecida: De haber tenido la fuerza de cocinar muchos queques para donar. Me pasé todo el domingo en la cocina y con la compañía de mi hijo mayor que me ayudó.
Lee. Escribe. Crea con casi puntualidad.
Karen.
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