Oda al plátano #107
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“Plátano, estirpe del país amado, harina milenaria, sopa ardiente del hombre: creces en todo mi jardín como si fueras un cañaveral vital, jugoso, extendido de sol a sol, de siglo en siglo”
Extracto de Oda al plátano, Pablo Neruda
Queridos amigos,
Doy la bienvenida a los veintitrés nuevos suscriptores a Oda. Y los recibo con ¡un plátano! Yo misma me rio de estar escribiendo sobre ellos. Son un fiel compañero matutino, cada mañana antes de ir a correr me como uno en el auto; casi es un ritual. Algunas veces son muy dulce, otras demasiado insípidos y los mejores son cuando están firmes. Yo creo que me gustan tanto antes de hacer deporte porque me dan la ilusión de que por fin ese día haré mi mejor marca y mi entrenamiento será insuperable. Por eso merecen una oda. Ahora bien, comer plátano es una cosa, y otra muy distinta si estás corriendo una maratón. No son compatibles los dos movimientos, mover las piernas, llevar el plátano y masticarlo.
Cuando le saco la cáscara creo que estoy en el Caribe y no viviendo en el clima mediterráneo y seco de Chile. En mi infancia solía comerlo cortado por la mitad y la parte superior la ordenaba en cuadritos que me recordaban un tren, unos pedazos iban hacia la izquierda y los otros a la derecha, como si fueran compuertas y luego vertía una cantidad generosa de leche condensada. Gerard Piqué (alguien me lo sopló, yo no sé nada de fútbol) toma el smoothie y el arroz cubano con plátano.
Me pregunto qué es lo que me llama tanto la atención. Puede ser su forma tubular, el color amarillo que lo asociamos a fiesta o su sabor. También que es una fuente importante de energía sana, de potasio y la tenemos sin la culpa del azúcar procesada. Alrededor del mundo me he encontrado de los más variados tipos, algunos bien pequeños, como de la palma de la mano, otras más largos y angostos, de cáscara más verde. Eso sí hay que tener cuidado porque son incomibles cuando están muy maduros y si ya están pasados, los congelo para después hacer queques y helados. Aquí en Chile no comemos el macho que sería el antagonista del que yo me estoy refiriendo porque es salado.
Es extraño. El plátano crece al revés, o sea, hacía arriba como desafiando las leyes de Newton y peleando por ser fuerte. Si mi investigación es correcta, datan de hace ocho mil años aproximadamente. Los primeros que la cultivaron fueron los de Papúa Nueva Guinea y de ahí, supongo, viajaron a todas partes con los portugueses y españoles. Bendito comercio marítimo que permitió el milagro del intercambio de especies, alimentos y bueno, otras cosas no tan buenas. Lo que sí sé es que en Colombia hubo un boom de plantación bananera que trajo un desarrollo explosivo y luego hubo una sobre explotación. Esto aparece en la mayoría de las novelas de Gabriel García Márquez.
Andy Warhol diseñó la portada de la carátula de Velvet Underground y de ahí, creo yo, tomó vuelo esta fruta como un ícono en las artes. Hace unos años un visitante en la feria de Art Basel de Miami decidió que quería comer el plátano que el artista Maurizio Cattelan había pegado a la pared. El interesado en comerse la “banana” pagó 120 mil dólares.
“Un plátano para el abuelo” es una película española dirigida por Joaquín Llamas. Narra la historia de un niño que busca un plátano para su abuelo, pero en el proceso descubre el valor de la amistad y la solidaridad.
Me estoy dando cuenta de que esta fruta también viene a subsanar mi eterno deseo de volver a fumar. Con uno en la mano puedo engañar a mi cerebro lo suficiente para volver a sentir el placer de tener algo cilíndrico en mis dedos. Yo sé que muchos de ustedes deben estar pensando que es un alimento erótico y eso lo dejo a la imaginación de cada uno.
Aquí te dejo el enlace a Espiral con la entrevista a Brenda Navarro, una escritora mexicana que visitó Chile hace poco y tuve el privilegio de entrevistar. Es una mujer muy lucida con una pluma sorprendente, además de una visión muy interesante en torno a temas feministas, la escritura y una postura muy interesante sobre la autoficción.
¡Me quedan solo cuatro cupos ! No te lo pierdas si vives en Santiago. Aquí más información
Mis recomendaciones
- Un podcast: Tilde del escritor y periodista Marcelo Simonetti. Es un programa de entrevistas con escritores donde revelan su arte.
- Un libro: La insoportable levedad del ser, publicado en1968 de Milan Kundera. Escritor checo de los grandes, uno de los libros magistrales que nos marcó. Acaba de fallecer, este es un homenaje a él, un hombre y sus dilemas existenciales, la búsqueda incesante de encontrar un sentido a la vida.
Mis momentos
- Fui feliz: Con la última sesión del taller de lectura “Novelas de familia”, sobre todo cuando jugamos al enemigo secreto y pude robar Los nombres propios de Marta María Jiménez.
- Aprendí: Las ballenas azules comen solo en el verano y llegan a ingerir 3.5 de toneladas de krill al día, su lengua puede pesar tanto como un elefante y el corazón como el de un auto.
- Estoy agradecida: De la lluvia.
Lee. Escribe. Crea.
Karen.
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