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#86 Entrevista a la escritora Brenda Navarro

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Hola, hola ¿cómo estás? Te doy la bienvenida al programa 86 de Espiral y me harías muy feliz si recomiendas Espiral a tus amigos, me ponen un like donde sea que lo escuches. Eso me ayudaría mucho a llegar a más auditores. Hoy es la segunda parte de la entrevista que le hice a Brenda Navarro, una escritora mexicana quien vive en Barcelona. Ha publicado dos novelas, Casas vacías y Boca de ceniza. Ella estudió sociología y economía pero hoy se dedica a la escritura. Es una mujer de ideas claras, que le gusta opinar y hacer un camino propio. No le teme a la innovación, a discutir en el buen sentido de la palabra, como nos gustaría que tantos lo hicieran. Feminista, claro que sí, pero no de esas mujeres que intimidan. Me explicó su aproximación hacia el feminismo, el cual difiere si lo aborda en España o en México. En España le molesta el determinismo e ideas taxativas con que se vive. Pero si está en México es la primera en defenderlo. Boca de ceniza lo dedica a Norma y Angélica, sus dos madres. Norma es su madre, a quien quiere muchísimo y según lo que entendí sus personalidades a momentos chocan. Angélica es su hermana quien la cuidó y la ayudó a crecer. La autora ahora comprende lo que es tener una hermana así, generosa y a cargo de cuidar los hermanos pequeños.

Recuento personal

Aquí en Chile estamos cerrando el primer semestre, el que asociamos con invierno. De hecho ayer fue un día lluvioso. Así culminó también un nuevo taller de lectura que ofrecí a un grupo de mujeres muy interesantes y con la vida resuelta. Ha sido una instancia muy significativa.

Tal como te conté la semana pasada celebré tres cumpleaños, el de mi hija, mi hijo y mi suegro. Además le organicé un cumpleaños sorpresa a mi hijo lo que fue toda una logística para que no se enterara pero su cara de alegría compensa la energía y el tiempo que invertí en ello. Ya casi no me quedan cupos para el próximo taller de lectura de literatura japonesa que comenzará a mediados de agosto. Pido disculpas a los auditores que no viven en Santiago, quizá alguna vez me den ganas y fuerzas de hacer talleres remotos pero al parecer todavía sigo intoxicada por el uso intensivo que tuve durante la pandemia de las pantallas. Te invito a escuchar la entrevista/conversación que con Brenda Navarro.

ENTREVISTA A BRENDA NAVARRO

KC: Hola Brenda, ¿cómo estás?

BN: Muy bien, muy contenta de estar aquí conversando contigo.

KC: Yo también estoy muy feliz, tal cual te dije hace unos minutos fuera de micrófono. Cuéntame, ¿Qué interrumpí cuando te tuviste que conectar a esta llamada moderna?

BN: Bueno, no era interrupción pero estaba leyendo un texto que me han traducido al inglés para ver si había algo que corregir.

KC: Muy bien. Tú estás aquí en Chile. Fuiste invitada por el Festival Internacional Cuadernos Hispanoamericanos. Y ahí hubo una mesa de diálogo en torno a los experimentos con la vida.

BN: Sí.

KC: La experimentación con la propia vida en algunas propuestas narrativas ¿Cómo fue esta instancia?

BN: Estuvo muy bien porque mira, una cosa que aprendí es no digas nada al moderador antes de estar en la mesa porque eso puede ser contraproducente. Y lo que pasó con el moderador, a quien quiero muchísimo y respeto muchísimo, es que yo le dije: “estoy harta de la autoficción”, pero en otro contexto. Entonces, él subió a la mesa y dijo: “bueno, aquí ya hay una polémica porque Brenda está harta de la autoficción”. Y de ahí la conversación se fue a otro lado. Pero estuvo muy interesante porque justamente decíamos que más allá de la autoficción, la no ficción, el ensayo, la poesía, lo que fuese, lo que nos importaba era la utilización del lenguaje, el impacto del lenguaje, la construcción de las historias, la pertinencia de las mismas, el contexto en el que existían, el por qué había voces que tenían una forma de expresarse y otras no. Y ese tipo de conversaciones a mí me gusta muchísimo porque nos salimos justamente de los marcos narrativos que nos imponen las etiquetas mercadológicas. Y empezamos a hablar de lo que a mí me gusta, que es justamente cómo utilizar el lenguaje para generar estos puentes que la literatura y otras expresiones artísticas hacen. Así que estuvo muy bien, hubo controversia, pero todo con el cariño para tratar de transmitir que es importante el practicar todo lo que tienen que ver con la creatividad y el lenguaje.

KC: Te adelantaste como tres preguntas entonces yo me voy a tener que adelantar al tema de la autoficción. A mí me gusta lo que has dicho, son las dos cosas quizás. «El mundo es más aburrido si miramos nuestro obligo», casi suena una crítica al psicoanálisis en el cual nos tenemos que sentar y también mirar nuestro ombligo.

BN: Esto es una gran conversación y me encanta que las saques porque justamente, bueno, yo no he tenido terapia psicoanalítica, pero me han interesado siempre los estudios psicoanalíticos. Me interesa todo lo que tiene que ver con el lenguaje, con eso que se llama inconsciente, etcétera. Y yo creo que justamente esa es la gran diferencia entre tratar de encontrar algo que mueve las pulsiones humanas y conforman la condición humana y lo que la mercadotecnia de la industria editorial ha tachado como autoficción, que yo creo que es totalmente distinto. Y que, como hablamos ese día en la conversación, viene de un contexto muy específico de la Academia de la Literatura especialmente norteamericana y cuando digo norteamericana hablo de Estados Unidos, pero también de lo mucho que la literatura mexicana ha chupado de esa academia. Y esa academia, lo que nos dice es: “tienes que hablar de tus problemas en tanto individuo”. Y cuando tú hablas de tus problemas en tanto individuo, te olvidas justamente de que existes en tanto las acciones pasadas de personas que te han traído al mundo, de contextos históricos, de contextos de conformación humana literalmente. Entonces lo que la mercadotecnia de la industria editorial te dice que es la autoficción es que lo te sucede a ti en este momento, en el específico de la vida a 2023, 2021, es lo más importante del mundo. Para mí no es cierto, lo más importante del mundo – lo más importante del mundo por supuesto que en la literatura quisiera matizar- es encontrar esas situaciones específicas que pueden generar un espejo, que pueden generar un puente, que pueden generar conflictos o conversaciones con la otra persona que te va a leer. Si solamente tú utilizas el espacio literario, o sería incluso mucho más específica, si tú utilizas los libros impresos o las columnas digitales para exponer tu problema individual sin conectarlo con la sociedad, sin conectarlo con un contexto político, etcétera, es donde el lenguaje pierde fuerza y se uniforma y yo le tengo mucho miedo a las cosas que se uniforman. Un poco por ahí va la conversación en la mesa y un poco por ahí yo dije esta cosa de que estoy harta de la autoficción pero en tanto etiqueta mercadológicas.

KC: Ah, entiendo. Entonces tú ahí podrías decir, ojo, lectores, estoy hablando aquí – o a las auditores, a todos – la autoficción es un excelente género literario mientras mantengan la calidad mismo, ¿no?.

BN: Yo matizaría más. Yo diría, la expresión a través del lenguaje, para hablar específicamente de literatura, el uso de las palabras, el uso de reconocerte como persona a través del lenguaje y de las sensaciones que incluso pueden generar las palabras cuando son nombradas, todo aquello que es indecible, todo aquello que está oculto, lo dice la literatura cuando conformas un objeto o un discurso literario, eso me parece muchísimo más importante y yo quitaría todo tipo de etiquetas. No hay autoficción, no hay autobiografía, no hay novelas, hay literatura.

KC: O sea, más que etiquetas, las categorías de este pensamiento que tenemos occidental. 

BN: Es que yo digo que etiquetas porque no hay una crítica literaria real cuando se están analizando las novelas o los textos o los ensayos o las biografías y se mete inmediatamente el tema de la autoficción. Es decir, lo que yo creo es que se ha caído en esta etiqueta, no en una categoría, no en una crítica, no en la problematización de los géneros literarios, sino que ya casi todo lo ponen como esto seguro es autoficción.Yo me pelearía con esas etiquetas mercadológicas porque justamente nos cortan la posibilidad de conversar sobre lo que tú estás diciendo, sobre cómo lo vamos a abordar desde una parte, digamos, muchísimo más lúdica en tanto humanidades.

KC: Sí te entiendo. Y adentrándonos un poco más en esto. También había una charla que diste en CEMAB en Asturias, fue muy interesante verla, escucharla. Afirmaste que para ti la literatura es comprender el mundo que estoy viviendo y crear mundos que no existen. Pero la vez también opinas que la literatura ya se dicho todo. ¿No es esto una contradicción?

BN: Por supuesto, y yo te diría, ¡Ay, ¿Cuándo dije esto? ¿Por qué lo dije?!

KC: Que terrible poder revisar todo lo que uno dice o no dice, y tener aquí alguien que te lo está enrostrando, no enrostrando en mala. 

BN: No, y está bien la confrontación. Justamente está muy bien la confrontación con lo que una dice y el forma en que se dice. Acabo de tener una presentación o una conversación en Bruselas, y yo decía algo de una forma retórica respecto a la maternidad y después se me acercó una chica y me dijo, mira a mí me gusta mucho tu trabajo y me gusta mucho todo lo que planteas y todo lo que estuviste diciendo, pero cuando hablaste de, ya ni siquiera recuerdo que era lo que ya me estaba peleando, siento que estás equivocada y me empezó explicar por qué. Y yo le dije, “estás totalmente equivocada porque yo no hablaba de eso, pero te agradezco muchísimo que me digas que se entiende de esta forma”. Porque entonces yo tengo que ser más consciente y responsable de las palabras que uso. Y te lo digo justo por lo que tú me dices. Yo quiero creer que cuando dije que todo ya está dicho, es respecto, retomando lo que tú dices, la sociedad occidental y de cómo hemos sido influenciados para hacer análisis y construcción de la literatura de la Poética de Aristóteles. Todos estamos partiendo de Aristóteles, pero también estamos partiendo de las tragedias griegas. La mayoría de las historias, y si tú las analizas buscando algo griego, siempre hay algo griego. En ese sentido me refería a todo esto. 

KC: Ah, ¡pero qué interesante! Es que es muy distinto el enunciado a la explicación.

BN: Exactamente. Yo me refería, ya tenemos unas bases, una construcción, ya sabemos que la condición humana la entendemos y tiene un sentido en tanto sociedad occidental, y estamos moldeados por la cultura griega que es la base de la sociedad occidental. Y en ese sentido, lo que nos toca hacer es justamente encontrar, va a sonar contradictorio para cuando alguien en un mes me pregunte ¿A qué te referías con una voz propia? Pero encontrar una voz o una perspectiva propia que alumbre un espacio de nuestra vida contemporánea, en tanto esto que ya se había dicho. Como decir, ah, esto también pasa. Y aquí me metería un poco, pero sin ahondar tanto para no arruinar nada de lo que tienes planeado, por ejemplo, “Ceniza en la boca”,  yo lo pensé en tanto qué pasaría con el mito de Orfeo si le sucediese a una mujer del siglo XXI con estas características como son las de las protagonistas. Entonces, siempre estuve pensando en Orfeo en su canto triste, en cómo Orfeo quería sacar a Eurídice del infierno y al final él no pudo porque la decisión, la autonomía de decisión, la tenía Eurídice y ella prefirió voltear. Y entonces, Orfeo tiene que seguir adelante porque no era su papel salvar. Y entonces él va cantando esta canción triste. Yo pensaba mucho en él cuando escribía «Ceniza en la boca» Entonces claro, ya Orfeo nos cantó, Orfeo ya nos llevó estas cosas y lo que yo quería hacer era jugar, experimentar con cómo sería esa canción triste en el siglo XXI.

KC:¿Y cuál es tu relación con todos los mitos griegos? ¿Cuánto los revisas o no los revisas? ¿Cuántos te lo sabes?

BN: No me lo sé en absoluto, porque además tengo una memoria muy selectiva y olvido la mayoría de las cosas, justamente para que entre no otras, lo que hacen la mayoría de los cerebros. Me interesa mucho porque una se vuelve consciente de que cuando es tomada o representada como escritora profesional tiene una responsabilidad y una ética de qué es lo que va a contar y cómo lo va a contar sin traicionar las pulsiones mismas, para regresar un poco a lo que me interesa, el psicoanálisis en mi propio trabajo. Y entonces, cuando estoy pensando o leyendo alguna cosa que conmueve muchísimo más que otras, empiezo a encontrar estos paralelismos y trato de encontrar otras referencias que me permitan entender los textos y re-comprender los textos que además una lee cuando es muy jovencita y que tiene que seguir releyendo para entenderlo, en cuanto la experiencia le permite entender con mayor claridad. Entonces, se me olvidan muy rápido, pero estoy ahora mismo en este trabajo de

revisitación porque he visto que muchos artistas, especialmente dramaturgos que me interesa ahora mismo, se basan en ellos. En enero fui a Colombia y fui a una exposición de un colectivo que se llama Mapa Teatro, y todo tenía que ver con mitología griega. Yo iba a fascinada como niña de cinco años queriendo tocar todo, chupar todo, palpar todo porque decía esto es lo que necesito para comprender justo lo que está pasando en el mundo que me interesa explorar literariamente. Todo ese redescubrimiento para mí ahora con los mitos. Ahora te recuerdo, sé que de seguro lo sabías, yo soy socióloga de formación y economista, entonces para mí todo lo que tiene que ver con el lenguaje que es algo que me interpela directamente, lo estoy redescubriendo porque yo lo veía desde una perspectiva mucho más estructurada. En las ciencias sociales no se nos permite la divagación, por decirlo de alguna manera.

KC: Por eso dijiste que es más difícil es ser creativo en la academia.

BN: Por supuesto. Sí.

KC: Con tu tremendo curriculum  ¿Cuándo tú dices, yo quiero convertirme en escritora? ¿O no lo viste como algo tan claro, sino que nace? ¿Cómo nace está inquietud? ¿La traías de pequeña?

BN: Tú te enteras de esto cuando ya eres adulta y eres capaz de analizar ciertas cosas. No es que yo dijera cuando era pequeña «quiero ser escritora», pero me gustaba mucho inventarme historias. Mi madre siempre recuerda como pasaba todo el día jugando con muñecas, con barbies específicamente, inventándome historias. Y ella me decía, «había veces que yo me quedaba callada para escuchar tus historias y estabas totalmente abstraída en eso. No necesitabas jugar con nadie. Tú te la inventabas y todo era muy divertido». Y luego también me acuerdo que yo tenía una amiga, ya sabes las mejores amigas de la infancia, hacíamos muchas pijamadas juntas, y entonces cuando ella se iba a dormir yo le empezaba a decir que iba a soñar. No sé si lo soñaba, yo creo que no. Pero teníamos ese juego. Entonces yo sabía que me gustaba relatar cosas. Y luego esta misma amiga y todos mis intereses, la fotografía, el cine, me hicieron pensar que yo iba a estudiar comunicación, como para ser periodista o hacer proyectos audiovisuales qué sé yo. Y por decisiones vitales, yo empecé a estudiar pedagogía mientras mis amigas estudiaban comunicación. Entonces veía que mis amigas tenían todas las herramientas, pero les hacía falta lo que para mí en ese momento era una capacidad de análisis política, porque yo he siempre sido muy política. Y pensé, a ver las ganas de narrar, de contar, de relatar las tengo. Lo que necesito es comprender al mundo. Entonces lo que hice fue escoger sociología justo para tratar de entender las relaciones de poder, para entender un poco cómo la humanidad se relata a sí misma. Luego ya en sociología me di cuenta de lo importante que era la economía y cómo influía en los relatos de la humanidad y me fui a la economía. Pero yo siempre supe que iba a contar historias. Solo que llegué tarde porque bueno, hay decisiones vitales en la vida que hace que llegues tardes a unas cosas y temprano a otras.

KC: O sea no, la verdad es que siempre estuviste contando historias. Después las plasmaste en un papel, en un computador, que es distinto. En tu último libro, «Ceniza en la boca», que lo recomiendo a todos los que nos escuchan, justamente hablando de las madres, lo dedicas a dos madres. Aquí lo tengo conmigo. Para Norma y Angélica, mis dos madres.

BN: Sí.

KC: ¿Qué es eso?

BN: Ahondo en esto. Norma es mi madre, es una mujer a la que admiro muchísimo, que quiero muchísimo, y que tenemos personalidades muy parecidas y por lo tanto, siempre tuvimos una relación conflictiva. Pero creo que no conozco a muchas mujeres que no la hayan tenido, porque volvemos al psicoanálisis, una tiene que enfrentarse a estas cosas para después matar al padre y a la madre. Y mi madre, una mujer, digamos, muy inconforme y rebelde de la vida, siempre quiso salir de los de los estereotipos y roles que le querían inculcar, y salió a trabajar. Y por nuestras circunstancias específicas, económicas, quien se tenía que hacer cargo de mí era mi hermana que es Angélica. No voy a negar el impacto que para mí ha causado mi hermana y el impacto que causó para entender una relación de una hermana que tiene que cuidar a sus hermanos pequeños. En este caso era solo yo. Yo cada que me hago más mayor y que veo a mis hijas y que veo lo que nos sucede en nuestras vidas, siento un total agradecimiento por las dos porque la una salía a buscar el dinero y salía a tratar de ser una mujer independiente, a pesar de la maternidad. Y la otra porque por una imposición, digamos, económica, tuvo que sacrificar probablemente mucho de su tiempo libre cuando ella era una adolescente. Y ahora las veo a las dos como madres y pienso que no pude haber tenido mejores modelos de mujeres dispuestas a ser autónomas, que ellas por eso les dedica este libro.

KC: ¡Qué lindo lo que se esconde detrás de esto! De cierta forma también lo plasmaste en «Ceniza en la boca».

BN: Sí, muy de cierta forma.

KC: Muy de cierta forma, porque hay una recreación de esta hermana que cuida de su hermano menor. Esta protección.

BN: Exactamente, o sea, yo creo que la relación cuando yo estaba pensando en “Ceniza en la boca» sabía, porque mi primera novela que se llama «Casas vacías» ha sido etiquetada y leída por mucha gente como una novela de maternidades. Y sí soy defensora de que el hecho literario termina en los lectores y las lectoras. Entonces, si las lectoras dicen que es de maternidades, yo no me voy a oponer a ello. Yo permito que el hecho crítico, el hecho literario exista y también creo en la corriente francesa que dice debe de haber la muerte de un autor. Una tiene que entender que el libro no nos pertenece. Y en este sentido, tuve muchas conversaciones sobre maternidades y lo que me interesaba más que de maternidad, lo que me interesa son los cuidados y los afectos. Es algo que me interpela muchísimo. Pensaba que en «Ceniza en la boca» ya no quería el problematizar la maternidad desde el punto de vista de las madres, sino que quería problematizarme los cuidados y los afectos desde el punto de vista de una hija o de una hermana. Y claro, por supuesto, mi referencia es mi hermana que yo creo que es la mujer más importante del mundo en mi vida, fue un referente. Pero no tiene absolutamente nada que ver, más allá de que ya estuvo cuidándome unos tres años porque tampoco nos llevamos tanto, entonces yo ya después era bastante independiente y todo. Pero fuera de ahí, no creo que mi hermana haya tenido ningún tipo de dolencia parecida a la protagonista de «Ceniza en la boca».

KC: No, solamente estoy hablando del vínculo, del modelo. No de la experiencia en sí misma, en la narración. Cuéntame, y la figura al padre, sobre tu padre.

BN: ¿Sobre mi padre en específico?

KC: Sobre tu padre.

BN: Pues mi padre es un hombre que quiero y admiro muchisimo. Yo creo que me inculcó el gusto por los libros y las películas que es una de mis grandes pasiones. Él es un apasionado de los libros, las películas y de las series y de los videojuegos. De todo esto que fabula el mundo. Nunca me lo impuso, nunca me dijo tienes que leer o tienes que ver películas. Simplemente yo lo acompañaba a estas cosas. Y supongo que en algún momento también tuve mis conflictos con él, pero creo que ha sido una de las relaciones más fáciles y sencillas que he tenido a lo largo de toda mi vida.

KC: Qué interesante.

BN: Sí, es que somos personas que nos queremos y nos respetamos mucho y que claro nos hemos equivocado y hemos tenido conflictos, pero tengo cero problemas con mi padre, lo quiero mucho. Me encanta que vaya a visitarme a España, me encanta hablar con él. Lo admiro muchísimo porque él también ha sido una persona que ha tenido que cuidar desde los doce años. Ha tenido que trabajar desde los doce años. Ha cuidado mucha gente, no solamente a su familia central. Lo quiero mucho, no sé qué más decir.

KC: No, está bien. Querías saber porque hablamos tanto de lo femenino que a veces se nos volvía también hablar sobre lo masculino y lo paterno en nuestras relaciones, o

siempre las tildamos como traumáticas. Entonces, es muy lindo escucharte. Ahora, estuve pensando que la trama de «Ceniza en la boca» se centra en una figura infantil que después crece y Diego, que se suicida, como dijiste tú que en la entrevista, sin dar spoiler pero también empiezas así por eso.

BN: Exacto, no hay spoiler.

KC: Pero tú escribiste esta narración. Si no me equivoco, tú tienes una hija adolescente.

BN: Sí.

KC: ¿Cómo es escribir sobre un periodo así, teniendo a una hija adolescente viviendo contigo, viéndola ahí? ¿Consultabas con ella? ¿Te preguntabas cómo ella iba a tomar la narración?

BN: No, mi hija no ha leído mis novelas, no le interesa en absoluto. Está muy orgullosa de que su madre sea una escritora, digamos, reconocida. Soy consciente de lo mucho que presume mis logros literarios, pero no le interesa en absoluto leerme, y eso me parece muy bien. Tengo dos hijas, tengo una hija que además ya es mayor de edad, está a punto de cumplir diecinueve años.

KC: Ah, o sea que la adolescente, es que te ves tan joven, es la que nació en Barcelona.

BN: No, la adolescente es de origen mexicano, yo digo que ya no es adolescente. 

KC: No, ya no es.

BN: Para tener 19 años, ya es una persona adulta.  Y tengo una pequeñita que nació justo en Barcelona y que tiene siete años. A mí me interesa, incluso desde mi anterior novela que se llama «Casas vacías», mucho la infancia y el otro día conversando probablemente con otra periodista, otra colega tuya, hablábamos de cómo me he dado cuenta ahora mismo de lo muy poco que disfrute mi infancia en tanto que a mí me urgía crecer. Además de las barbies, no tenía muchas ganas de estar involucradas en cosas de niños, digamos. Yo tenía muchas ganas de crecer probablemente porque mi hermana era mayor y tengo un hermano más mayor y quería ser como ellos, no lo sé, no sé exactamente qué, pero yo siempre desdeñé la infancia. Ya de mayor me doy cuenta de que debí haberla disfrutado mucho más y me interesa mucho buscar cómo se configura la infancia en tanto que me la negué a mí misma. Y contaba justamente que cuando yo vi el «Laberinto del Fauno» de Guillermo del Toro, fue cuando me comprendí la necesidad de la infancia en tanto la construcción de fantasía para poder habitar el mundo. Y mis novelas son en absoluto fantasiosas y en absoluto amables, justamente porque trato de indagar en esas cosas que hacen que cuando somos adultos la vida nos cueste tanto trabajo. Entonces es como estar buscándome entre todas estas preguntas que yo hago en «Ceniza en la boca» respecto a Diego, entre los silencios, porque Diego es un personaje que en realidad nunca expresa realmente lo que está pasando, ni viviendo, va dejando ahí como pequeñas migajitas de su situación. Se va enclaustrando en él mismo, como todo adolescente. Porque tú me preguntabas si consultaba con mi hija, porque los adolescentes se encierran en su cuarto y apenas si te dejan asomarte cuando ellos están de buen humor, es la verdad, y seguramente fui yo así también, podría asegurar que fui peor, que me enclaustre. Entonces, no, nunca trate de construir algo que se pareciera a las problemáticas específicas de mi hija, pero sí que puedo decir y tampoco hago spoiler en esto, que hubo una anécdota específica en la novela de cuando a Diego le dicen que no se recarga la pared porque la ensucia, que me la contó mi hija y me pareció una cosa muy fuerte y muy dura, y se me quedó muy grabada y por eso está en la novela. Recuerdo que me dijo, «mamá, el profesor, le dijo a tal compañero que no se recargará, pero no tenía nada sucio y mira, se portó muy mal». Y entonces esa indignación de mi hija se pasó hacia mí y la quise transmitir en «Ceniza en la boca».

KC: En una entrevista que diste a revista Vogue de España, solamente voy a citar acá:»La maternidad es un confinamiento eterno» ¿A qué te refiere con eso?

BN: Estábamos en plena pandemia. 

KC: Sí, yo sé. 

BN: Y estábamos hablando, Además es Begoña Gómez con la que tengo una relación en la que hablo incluso fuera de las entrevistas sobre lo complicado que es para las madres de clase media, en específico en estas circunstancias, tener que lidiar con trabajar dentro de la economía formal, digámoslo, y tener o ejercer una maternidad como nos exigen. Y lo que yo creo que estábamos hablando en ese momento y por lo que utilizamos la palabra confinamiento es porque estábamos en un momento antes de la pandemia en el que se tenía la ilusión de que estábamos conquistando muchos espacios públicos en tanto trabajadoras. Y lo que nos demos con la pandemia es que era mentira, que no solamente teníamos que salir al espacio público a trabajar, sino que con la pandemia nos trajeron todo el espacio público a casa. Y entonces teníamos a las parejas, a los hijos, al trabajo dentro de nuestra casa y era común no poder escapar. Y la maternidad para mí, la maternidad como concepto, es un poco eso. Tenemos que cumplir con tantos roles y tenemos que vivir los mandatos políticos y sociales que terminas por sentir que necesitas salir huyendo, si no es una vez al día, una vez a la semana o al mes, pero hay un momento en el que dices necesito ir y no puedes huir porque es como que te dicen, no estás en la cárcel, ¿De qué huyes? En el confinamiento, te estamos cuidando, no es que estés encerrada porque no te queremos dejar ser libre sino porque te estamos cuidando. Creo que me refería un poquito a esa sensación de cómo vas a huir de algo de lo que se supone que tú has elegido y que se supone que te hace bien y además le hace bien a los hijos y a las hijas que has parido.

KC: El lado del feminismo, tengo que decir que me sorprendió mucho, primero uno lee los curriculum y se queda con palabras, y cuando te vi en todas estas grabaciones en la plataforma YouTube cuando te he escuchado, dije «qué mujer feminista más atípica». En el sentido que aboga por sus ideas, pero tiene dos hijas, quiere escuchar a otros como que sentí que hay una intención tuya de realmente vincularte con el otro y no con su ideología. Es algo muy personal, digamos. Pero ¿Cómo definirías para ti lo que es el feminismo, tu feminismo?

BN: Ahí hay una gran contradicción porque mira, yo en España no me nombro feminista por las conversaciones específicas que están sucediendo actualmente. El feminismo clase media alta que está negando derechos de muchísimas mujeres y está oprimiendo a muchísimas mujeres. Entonces cuando te hablan de pero tú eres feminista y cómo feminista te tienes que portar de cierta manera. Yo me deslindo y digo, yo no quiero ser parte de este feminismo que escucho porque creo, y te agradezco mucho que lo hayas notado, me gusta escuchar y no me gusta en cerrar puertas, necesito que estén abiertas para entender al mundo. Pero si tú me dices en América Latina o específicamente México, ¿eres feminista? Diré claro que sí, claro que soy feminista porque en América Latina la palabra feminismo todavía tiene un peso político muchísimo más importante que en España ahora mismo. Entonces si yo sé que voy a incomodar a personas que tienen la capacidad de tomar decisiones importantes para los presupuestos públicos o para quienes deciden qué hacer dentro de las empresas y cuando digo empresas hablo de la industria editorial específicamente, claro que voy seguir utilizando la palabra que les incomoda y ese es el feminismo.

KC: Pero ahí estaría hablando de las etiquetas que tanto te molestan.

BN: Claro, pero a mí me molestan muchísimo porque creo que caemos en una concepción de mercantilización todo el tiempo y las personas nos somos productos. Pero tampoco soy inocente, y no me gusta serlo. Por eso te digo que me gusta mucho dejar las puertas abiertas para entender lo que incluso puede molestarme. No soy inocente y sé que necesito utilizar esas etiquetas para empezar a tener conversaciones o para romper conversaciones. Entonces las utilizo en el momento en el que se tiene en que utilizar, si yo sé que un hombre con cero conocimiento de lo que implica las opresiones de las mujeres, entiende eso como feminismo, diré feminismo. Si él lo entiende o el instituto, o el Estado o la empresa o lo que sea, lo entienden como los movimientos de las mujeres, diré movimientos de las mujeres. Y esto tiene que ver con lo que hablábamos al inicio, la forma en que tú utilizas las palabras, la forma en la que juegas con ellas, el significante que le das a las palabras es lo que más me interesan el mundo. Entonces por eso juego y hago la reivindicación siempre de que cuando una es consciente de que su materia prima para existir en el mundo es el lenguaje, lo tiene que utilizar de todas las formas posibles. Y creo que la palabra que más se asemeja a lo que quiero decir es jugar con el lenguaje.

KC: Que es algo que tú haces en «Ceniza en la boca» que es impactante el ejercicio que haces. En el sentido de cómo está construido la narración, quitas todas las convenciones, no existen diálogos, no existen cursiva, párrafos largo. Y es muy interesante también tu sitio web. Porque si tú vas al sitio web de Brenda Navarro, con quién estamos hoy día en el micrófono Espiral, te quedas como casi, es una imagen estática con un par de links y las dos novelas. ¿Por qué tomaste esa decisión de estructurarlo así?

BN: Una página web necesitaba una referencia porque eso es lo que piden las lógicas de relacionarse ahora con el mundo y tenía un montón de flojera de hacer otra cosa.

KC: Me encantó la respuesta ¡Gracias! 

BN: Y era como a ver, la gente la necesita para comunicarse con una y para conocer su trabajo. Entonces, fue ¿qué es lo que interesa que sepan de mí? Pues las dos novelas ahí están y si quieren algo más importante, pues se pueden comunicar a los correos que están así. Es literalmente por practicidad propia.

KC: Pero yéndonos a Twitter, que para ti es un herramienta trabajo.

BN: Sí. 

KC: Me divertí mucho viendo tu perfil, y se lo recomiendo a cualquiera que nos esté escuchando hoy día, porque es una buena fuente para conocerte. Pero ¿qué se siente tener 28 mil y más seguidores? ¿A qué crees que se debe eso?

BN: Es muy interesante que me lo preguntes porque justamente lo hablaba ayer con un colega editora. Y yo le decía, esto suena muy ridículo, pero es verdad, yo antes que ser escritora era twittera, yo empecé mi Twitter hace muchísimos años como una forma de expresión y de juego de lenguaje. Y entonces mi Twitter se llama además Despixeleada. 

KC: Esa era la siguiente pregunta por Karen, ¿por qué?

BN: Porque me había puesto otro nickname que ya no recuerdo ni siquiera cuál era, y de pronto alguien me dijo, un amigo me habrá sido, no, eso suena muy mal. Y entonces dije, yo quiero aparecer como muy nítida, sin pixeleo, despixeleada. Así no lo pensé ni dos minutos. Y hasta la publicación de «Casas vacías» que fue el 2018, yo tenía como siete mil seguidores porque ya llevaba muchos años interactuando con los twitteros y creando este personaje de Despixeleada. Luego llegan las novelas y justo se lo decía ayer a este compañero, fue tan gracioso que yo puse un tweet que decía, gente, les tengo que confesar que no me llamo Despixeleada, me llamo Brenda, y como Brenda voy a presentar una novela y a partir de ahí tuve que hacer un reajuste de las cosas que ponía yo en Twitter porque sabía que ya iba a ser, como bien tú dices, una herramienta de trabajo de presentación al público. Y luego empezaron a llegar un montón de seguidores sin que yo me diera cuenta, pero entendiendo que llegaban en tanto escritora de las novelas, que ya no llegaban por las tonterías que decía Despixealeada, sino Brenda Navarro. Y claro, hay algo ahí de mí, pero también es un personaje. No todo es, o más bien las cosas que parecen ahí son sólo destellitos de tonterías que se me van ocurriendo.

KC: Pero justamente es ahí donde me quiero detener, porque me divertí, la parte de profesión, todo lo relacionado con literatura es increíble, pero ahí entendí, me da la sensación que eres una persona gozadora y que tú tratas que la literatura sea un gozo. Pero vi que te gusta mucho publicar con la comida y con la música. Nada más ayer o antes de ayer, escribiste: «Los locos chilenos saben a pollo».

BN: Sí.

KC: Nos puedes explicar. Yo encuentro que los locos no tienen sabor, yo no como locos pero lo que recuerdo cuando los probé, es que no tienen sabor, por eso los llenaba con mayonesa.

BN: Esto fue porque cuando yo venía para acá unos días antes me encontré a Jazmina Barrera en Madrid. 

KC: A quien también entrevisté. 

BN: Ella es la esposa de Alejandro Zambra, que es chileno. Y entonces me dijo déjame ver que te recomiendo. Y entonces me dice, bueno, mira, tienes que probar los locos y ya me dijo, es un marisco, le dije, pero ¿cómo a qué saben? Porque, a mí como los moluscos no me encantan tanto. Y entonces ella me dijo, no vayas a decir esto pero suponte que saben a pollo pero no se lo digas a los chilenos porque no les va a gustar. Entonces los probé e hice la broma con Jazmina, de hecho, la arrobé. Pero no sabe a pollo, sabe a loco. Que además es un concepto que me vuelve loca, al fin sé a lo que sabe un loco, que es una palabra maravillosa. Ya puedo ir por el mundo diciendo, he probado un loco, lo he tenido en la boca. Es maravilloso el juego.

KC: No, es increíble, de dónde vendrá la denominación de ese crustáceo, como el loco.

BN: Exacto. Es maravilloso.KC: Lo voy investigar. 

Para Brenda su mayor referente de escritores vivos es Milan Kundera, así lo respondió en el Cuestionario Espiral en el programa 85, que salió la semana pasada. En ese momento este escritor checo seguía vivo y hace unos días falleció. Brenda Navarro escribió en su cuenta de Twitter: “No quiero creer que ha muerto Kundera”, y yo le respondo a Brenda pero su literatura, su narrativa, sigue con nosotros, y esa es vida.

Chaooooooo.

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