Escribo con frío en las manos y hambre en el estómago. Así son algunas tardes de invierno. Hoy vamos a hablar de la adolescencia y sobre todo, el amor en tiempos Patricio Pron.
Me exigí finalizar “El guardián entre el centeno” JD Salinger y disfruté muchísimo la lectura de “Mañana tendremos otros nombres” de Patricio Pron. (Premio Alfaguara 2019)
¿Qué me obligó a finalizar el Guardián? Lo iba a dejar de lado a pesar de que lo finalicé en un día (ojo era fin de semana y estaba en la playa, por lo general no leo tan rápido). Así tendría una opinión acabada sobre un clásico, aunque me costará en ese momento comprender porqué lo es. La traducción de Carmen Criado en Edhasa es pésima para una chilena y no quise leerlo en inglés.
Mi hijo mayor -ya les he dicho que es un gran lector- acertó cuando le pregunté qué le había parecido: Es un cliché del adolescente.
Los adolescentes en “El guardián entre el centeno”
Holden Caldfield, el protagonista de 16 años, es un joven que habla mal, con garabatos, lo han expulsado de 3 colegios y a pesar de ello, es lucido en sus apreciaciones. Como lectores nos damos cuenta de que si él tuviera más herramientas podría solucionar sus dudas existenciales. Es un personaje muy bien logrado, complejo, tiene buenos sentimientos y es un chico lector.
Hoy poco sorprende a los adultos del siglo XXI. Hemos leído demasiado sobre las crisis personales y la adolescencia. Lo importante y esto es lo que quiero rescatar con Salinger es que él fue un visionario. Publicó El Guardián en 1951 cuando el término “adolescente” recién venía ganando terreno. Pocos se habían visto así. Solo hay que pensar que habían pasado 6 años de la Segunda Guerra Mundial y los soldados y sobrevivientes no tuvieron tiempo para preocuparse por las cuestiones existencialistas.
Pero desde entonces, es como si no hubiera ningún tipo de recreo.
Es inevitable comparar lecturas. Porque leer es sentir cómo vamos entiendo el mundo, nos obliga a reaccionar. A sentir cosas que de otra forma jamás hubiéramos vivenciado. O conocido.
Eso es lo de Pron.
Solo que…
No es para cualquiera.
El amor en tiempos de Pron
Hay que tener fuerza para leerlo. Los párrafos son enormes, páginas completas sin un punto aparte. Los personajes se distinguen por su inicial. Los principales son Él y Ella. Los secundarios A, F, D. Ningún personaje con nombre y apellido.
Valiente Patricio Pron, escritor argentino que vive en Barcelona.
Me gusta leer cosas así. Autores que nos obligan a salirlos de la comodidad, de lo predecible (ojalá yo algún día me atreva).
En esta novela, los personajes son adultos adolescentes, relaciones cruzadas por la tecnología y lo inmediato. Lo efímero. Retrata a una generación completa de personas que no han querido vincularse indefinidamente o hasta que la muerte los separe, ciudades que ven desaparecer librerías no por que hay menos lectores, sino porque el comercio electrónico las está matando.
Son amores que aparentan, casuales, livianos. Nos muestra un mundo donde el matrimonio está en retirada y los que sí se casan, no están satisfechos. Los amores de otros tiempos, de nuestros padres, por ejemplo, eran capaces de sobreponerse a la adversidad y al tedio. Aquí no. Si permanecen en el matrimonio es porque existe un escapatoria: un tercero, Netflix.
Claro, hay drogas, sexo. A mí por lo menos me cuesta leer sobre eso, no me gusta. Muchas veces me saltó esos pasajes y no me importa. Me lo permito.
Porque uno como lector tiene esa libertad. Es la libertad de leer cómo uno lo desea.
Por ahí escuché que Pron escribió un ensayo y no una novela, lo dudo. Pron escribió una novela que intentó hacerla similar a un ensayo y una análisis social. Pero en un ensayo no existen personajes tan bien delineados , escenas descritas y reflexiones tan contundentes.
Es una postura. Es un texto a modo de ensayo sobre el amor en estos tiempos y el quiebre.
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“Mañana tendremos otros nombres”
— PATRICIO PRON
“Aguamanil Jarro para servir el agua”
— PALABRA DE LA SEMANA