Oda a tejiendo una una vida nómade #194
Oda a los que desean una pausa creativa, suscríbete.

Este boletín es para los curiosos que desean una vida plena y pausada. Compártelo, me harías muy feliz. |
Por Claudia Wool*
Queridos odistas,
Hoy tengo el placer de compartir esta columna que escribió Claudia Wool especialmente para nosotros y también para compartirla en con sus suscriptores. A Claudia la conocí gracias a Substack y me sorprendió su sensibilidad, su arte y su historia. Porque ella es mucho más que un nombre, tiene un arrojo que se sale de lo común, ha sido capaz de dejar su vida tradicional, viajar junto a su hijo y su marido por el mundo. Claudia como ven, es madre, artista, nómade y emprendedora, también escribe. Ignoro dónde estará hoy, pero sé que en su casa rodante está por tierras europeas.
Los invito a descubrirla, a inspirarse y conocer otra forma de vida. Encuentras a Claudia Wool en su página web, en Substack con su Diario viajero y en Youtube.
Esta columna responde a la invitación de Karen Codner, quien en sus Odas y conversaciones evidencia que la simplicidad a menudo revela lo extraordinario.
Hace tres años, cambié mi cómoda casa taller en la Patagonia por una casa rodante de 14 m², mis telares de mesa por un kit portátil, y el estrés corporativo por rutas sin prisa. Lo que comenzó como un experimento, se convirtió en una vida nómada que transformó mi arte, mi familia y mi manera de entender el mundo. Hoy, mientras cruzo las carreteras de Francia de sur a norte para llegar a mi próximo destino, comparto cómo el minimalismo forzado enriqueció mi creatividad y qué enseñanzas podrían inspirar a otros a buscar libertad en lo esencial.
El principal motivo por el cual mi marido y yo decidimos dejarlo todo para establecernos como nómades fue que estábamos hartos de vivir una vida que no era la que queríamos. Queríamos VIVIR la vida, no sobrevivirla. Fue así como vendimos gran parte de nuestras posesiones y arrendamos nuestra propiedad. Tomamos un avión a Madrid el 24 de diciembre de 2022, y hoy, casi 3 años después, sentimos que fue la mejor decisión de nuestras vidas. Somos felices y nuestro hijo de 14 años está literalmente conociendo el mundo.
Rutinas flexibles, creatividad constante:
Nuestro día a día transcurre, la mayoría de las veces, con una diferencia horaria de 4 a 6 horas con Chile, lo que implica que todas nuestras actividades comienzan y terminan más tarde de lo habitual. Nuestro hijo estudia en un colegio chileno online, cuyas clases por zoom comienzan a las 09:00 horas de Chile, es decir, 15:00 horas nuestras. Los profesores repiten las mismas clases en horario PM, por lo que no es infrecuente que Gaspar esté conectado a las 22:00 horas, especialmente si estuvimos fuera todo el día.
El clima no sólo afecta nuestra planificación de actividades, sino también nuestra alimentación. No te imaginas lo que es preparar café o hacer tostadas dentro de un vehículo cuando afuera hay 30 grados. En esos casos desayunamos únicamente fruta y jugo. Como nuestra fuente de energía es el sol, a través de paneles solares y baterías, la mayoría de nuestros electrodomésticos son “a la antigua”, nada eléctrico.
Minimalismo nómade:
Como imaginarás, todo lo que hay dentro de nuestra casa con ruedas debe ser sometido a evaluación: ¿es útil? ¿es pequeño y liviano? ¿es imprescindible? Te diría que lo único que no se somete a tan estricta evaluación son mis materiales de arte. La única condición es que quepan dentro de las 2 cajas armables que compré en un IKEA en Valencia y un cajón de doble bandeja. Evidentemente mis libros se quedaron en Chile y acá tengo unos pocos que he comprado en el camino, pero la mayor parte de mi biblioteca va conmigo en mi Kindle.
Mi atracción por las colecciones de carteras y zapatos quedó atrás. ¡Qué inútil gasto! Ahora tengo 3 bolsos de diferente tamaño según la ocasión y necesidad. Lo mismo ocurre con la ropa. Y considerando que mi closet mide 40 cm, para que entre algo nuevo tiene que salir algo viejo.
La inspiración está en todos lados:
Este viaje ha profundizado mi visión acerca de mi propio trabajo creativo. He conocido a muchos artistas, he visitado muchos museos, he recorrido muchas calles pintorescas, y he agudizado mis sentidos.
No te voy a mentir, antes creía que la inspiración había que buscarla, perseguirla, amenazarla incluso. Pero el nomadismo me mostró que la inspiración no se esconde, está en todos lados, solo hay que calibrar la mirada. Si bien, extraño mi espacioso taller en la Patagonia, he comprendido que ahora mi taller es el mundo.
En Serbia, por ejemplo, me sobrecogió la belleza de laboriosos y diminutos bordados balcánicos tradicionales en un pequeño museo de Belgrado; en Escocia e Irlanda, sus impresionantes acantilados se colaron en mis libretas de bocetos. Y aunque no puedo cargar con tantas libretas, ahora guardo colores y texturas en la memoria, como un catálogo ambulante.
Vivir una vida creativa no necesita un estudio espacioso ni herramientas perfectas: cabe en una mirada atenta, en una tarde lluviosa frente al telar, o en la charla con un lugareño. Es ligera, como debe ser todo lo que llevas cuando tu casa tiene ruedas.
No estamos de vacaciones, es nuestra vida. Una vida diferente, un poco loca, incomprendida muchas veces, pero real. Es la vida que nos hace sentir que estamos vivos.
Mis momentos
Fui feliz: En una clase que dio mi amiga Claudia en mi casa. Felizzzzzz.
Algo que aprendí: El gran desafío de la inteligencia artificial es que existan fuentes de energía para seguir alimentándola.
Estoy agradecida: De que tantos hayan asistido al conversatorio con Arturo Fontaine.
¿Escuchaste la entrevista a Andrés Barba?
Lee. Escribe. Crea tejiendo una una vida nómade.
Este boletín es para los curiosos que desean una vida plena y pausada. Compártelo, me harías muy feliz. |