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Hola, hola, ¿cómo estás? Soy Karen Codner y te doy la bienvenida al programa 110 de Espiral y me harías muy feliz si lo recomiendas a tus amigos, me pones un like donde sea que lo escuches, así me ayudará a llegar a más auditores.
Hoy tendremos un Espiral distinto, porque hace cerca de un mes, tuve el honor de ser entrevistada por la escritora chilena, Carla Guelfenbein, en el marco de un evento de la comunidad judía que se llama Limud, lo que en español significa aprender. Nos reunimos en la biblioteca del centro comunitario del Círculo Israelita y allí, ante más de cincuenta personas, Carla me hizo unas preguntas que no fueron fáciles de responder. Así conté sobre el proceso creativo de Todos nuestros fuegos, las decisiones que realicé en términos estilísticos y sobre mi vínculo con Rivka, la protagonista de la novela, entre otros temas. Yo lo pasé muy bien y es muy raro ser la entrevistada y no estar a cargo del encuentro.
Recuento personal
Julio fue un mes movido, con hartas cosas en términos laborales porque definitivamente está dando fruto mi decisión de sumarme a varios talleres de escritura, con Pia Barros, Antonia Torres y Marcelo Simonetti. Si bien todavía no logro esbozar una novela, estoy trabajando en los relatos y por ahí, mi idea, mi sueño, es generar un buen corpus para reunirlos en un volumen.
Además estuve en un conversatorio en La Inquieta Librería donde que compartí con Rafael Gumucio, Matías Reeves y Nicolás Fernández en que abordamos el duelo y cómo se lo trabajo desde la literatura. Se generó un ambiente muy íntimo en el que pudimos profundizar en este tema, que a todos los seres humanos nos toca y con el cual hemos ido perdiendo sensibilidad. Y para celebrar este encuentro después salí a comer con mi marido al Baco, un restaurante de tipo francés que nos encanta. Así que fue una noche redonda.
Ya finalicé todos los ciclos de talleres de lectura y ahora estoy pronta a comenzar con los del segundo semestre. También estoy planeando ofrecer uno online de lectura y otro de creación literaria. Te mantendré al día.
Espero que disfrutes de este especial de Espiral, me mandes una foto, por favor, donde sea que lo estés escuchando, o la subas a Instagram y me etiquetes con karencodner. Así Espiral se convierte más en una conversación.
Entrevista a Karen Codner por Carla Guelfenbein
CG: Hola, muy buenas tardes. Para mí es un tremendo placer tener esta conversación con Karen. No es una presentación, para que no piensen que yo voy a hablar, aquí la que va a hablar es la estrella. De hecho, cuando entré, me dijeron, ¿dónde te quieres sentar?, dije, aquí la que va a decidir dónde sentarse es Karen, ella es la protagonista de esta noche. ¿Quiénes han leído el libro? Okey, pero hay un montón que no, así que no voy a hacer ningún spoiler, eso es muy importante, pero sí vamos a hablar sobre el libro de todas maneras. Para quienes no saben, Todos nuestros fuegos, que es la novela que estamos presentando, es la segunda novela de Karen, a quien estoy segura que sí todos conocen aunque no hayan leído esta novela, pero que espero que después de esta conversación todos la conozcamos un poquito más, ese es el objetivo, tanto a la autora, como a la mujer. Yo diría que Todos nuestros fuegos, es, ante todo, la historia de una pérdida y una reconquista, después la Karen puede decir que no, lo que ella quiere. El personaje principal es Rivka Schtern, que más tarde devendrá en Olivia Schtern, una niña – esto está todo en la contraportada así que te juro que no hay spoiler – a quien un incendio le arrebata a su madre y a sus seis hermanas. Los únicos sobrevivientes de esta debacle son ella y su padre, Yaakov Schtern. Pero antes de eso, Rivka vivía con su familia en el barrio judío ortodoxo de Williamsburg en Brooklyn. Una familia anclada en la tradición, en las reglas, en los ritos, que por un lado acogen a Rivka otorgándole un sentido de comunidad y de familia, pero que por otro lado la oprimen. La novela comienza con los preparativos para el matrimonio de Rachel, una de las hermanas, para el cual su padre y su madre han estado ahorrando por muchos años. Luego seguirán las otras hermanas, pero Rivka no quiere casarse y volverse la mujer de alguien, ella quiere estudiar, quiere ser enfermera. Quedará marcada a fuego en la memoria de Rivka, valga la redundancia, vieja decrépita. Vieja decrépita irá mascullando Rivka camino a casa de Mijal, su mejor amiga, y después de esa discusión que ha tenido con su madre – tiene la discusión, parte y se va donde su amiga, y dice vieja decrépita- será la última noche, la última vez que vea a su madre porque esa misma noche, mientras ella duerme en casa de su amiga Mijal, vendrá el incendio, vendrá la pérdida total de su mundo, de una vida que dejará atrás para trasladarse a Manhattan, al mundo de afuera. Así comienza el periplo de Rivka/Olivia que durará catorce años. Y esa es la novela.
Es interesante y conmovedor a la vez que Rivka y Karen compartan ciertos elementos biográfico, poquitos, pero muy importantes. La familia materna de Karen escapó de los pogromos en 1920, y la paterna, llegó a Chile en 1939 escapando de los nazis. Ella misma ha dicho que la diáspora y la errancia son conceptos que lleva en la sangre, al igual que Olivia. Ya vamos a seguir hablando de Karen y por todo ese periplo que hace Rivka, pero ahora me quiero detener en su escritura, en su prosa, en el intrincado andamiaje de esta novela, escrita no solo con una gigantesca pasión sino también con mucha profundidad y muchísima finura. Por eso, porque su prosa es parte intrínseca de esta conmovedora historia que Karen nos regala, es que quiero que comencemos escuchándola a ella. ¿Leerías un fragmento?
KC: “Un calor anestésico recorre el cuello de la ex Rivka. Le tiembla la mano cuando bebe el agua francesa y ve a los quince mozos trayendo el primer plato, una mousse de langosta. Cada uno de los veintidós invitados tiene ante sí un pequeño aguamanil de plata. Ella, Rivka ignorante y Olivia ignorante, imagina correctamente para lo que es y sumerge los dedos imitando a la italiana. Olivia es la única que no lleva ningún anillo; solo luce los zarcillos de Paula. La escritora emite una carcajada y la vieja que está al frente de Olivia, ridícula con un vestido esponjoso de color Barbie, cree que el agua del aguamanil es para beberla. Olivia no puede dejar de sonreírse. Es la heredera del imperio Waldorf, nada más que tres maridos y varios amantes, cuentan por ahí. Toda esta información le es proporcionada al oído por Longford. Ella bebe otro trago de agua y se acomoda algo más cerca de la holandesa, alejándose del inglés”.
CG: Quiero que leas otro pedazo.
KC: “Papá, ¿dónde estás? Te quiero, papá ¿Dónde Vives? ¿Y si regreso a Williamsburg? ¿Qué sentido tiene todo esto? Soy Rivka Schtern. Rivkele. Hija de Tzipora y Yaakov, sobrevivientes de la guerra. Tú, mamá, asesinada. Y tú, un padre que olvidó cómo serlo. Rodeaba de fantasmas blindados con palas de cal y hierro. Rivka lleva años errante. Williamsburg, tantos años ya. El cabello, antaño brilloso y siempre perfecto. Cae. Como paja seca sobre sus hombros. Duerme en una pensión en Chinatown, es mesera y limpiadora de casas”.
CG: Vamos a empezar, y quisiera empezar por lo más literario, ya que estuvimos tomando un pequeño sabor de su prosa. La novela tiene una estructura muy particular, transita desde el presente al pasado fluyendo de una forma casi imperceptible a veces. Fundiéndose ambos, el pasado y el presente, en la conciencia de Olivia/Rivka ¿Cómo concebiste esa estructura? Y sobre todo ¿cómo encontraste esa voz tan particular?
KC: Peleé con la estructura. Algo que desde el comienzo supe es que no quería que fuera lineal y quería romper con los tiempos, quería de cierta forma exigirle al lector una atención particular yendo y viniendo, pero también eso me exigía a mí muchísimo. La gran duda que yo tenía era si se iba a lograr entender este vaivén, porque al final es un flujo de pensamientos y un flujo de ideas que exige una lectura atenta. Pero a la vez yo tenía ganas de salirme del molde que había hecho en Respirar bajo el agua, que es mi primera novela, y no sé si consciente o inconscientemente me quise exigir más, bueno, también me demoré mucho más. Lo interesante es que no llegué a una conclusión de la estructura, me demoré seis años, seguramente en el año tres logré alcanzar el tono de la complejidad y cuando ya lo tuve, pude empezar la corrección porque la historia estaba bastante bien delineada, saqué cosas o agregué, pero esto de cómo estructurarlo, yo quería algo así. Quería algo también más moderno, no quería una novela de decimonónica que iba del año cero, que era una forma de contarlo.
CG: Te planteaste un súper desafío y es un desafío que está muy bien cumplido. La prosa, en ocasiones, no leímos, aunque creo que tuvieron un pequeño atisbo, bordea la poesía, sin duda. Hay muchas metáforas, muchas imágenes, ¿cuál es tu relación con la poesía?
KC: Ya soy una lectora de poesía frustrada, muy frustrada.
CG: ¿Como lectora?
KC: Como lectora. Y como escritora yo he escrito un par de poemas, pero para mí. O quizás que uno escribe poemas y no tiene idea que está escribiendo, también puede ser, pero lo hago en la privacidad, en la página del computador, en la página de mi cuaderno. Y fue bien interesante porque siempre quise jugar con las imágenes y salirme de lo concreto y alejarme del canon, digamos de este como que van a pasar muchas cosas y una cosa tras de otra. Yo quería realmente hacer algo que fuera un poco más a momentos fantasmal, a momentos no, y entrar en la subjetividad. Y hay algo bien interesante, hay un pequeño poema ahí, al final del libro, que yo lo había escrito cuando estaba embarazada de mi cuarta hija, que está en Israel en este minuto y ella no tenía idea de lo que estoy contando, y yo quería meterlo y no hallaba cómo meterlo. Y fue como el final, creo que el año pasado, que lo logré, esto va aquí y va tal cual. Lo lindo de ese extracto, de ese, si podemos llamar, poema porque no tengo idea si es un poema, porque no sé nada de poesía, pero sí tengo que decir algo de Iván Rapaport, yo le leí el libro poemas y es fantástico. Lo pude leer. Lo lindo es que no lo modifiqué está tal cual, lo escribí en ese minuto y eso salió muy visceral de mí. Tenemos una escritora como la Natalia Ginzburg, que es muy seca, muy directa, pero después tenemos todo un tipo de escritores que van más allá y que hacen un montón de metáforas y que te abren el mundo lector, y eso quería lograr yo, humildemente, y traté y peleé. El problema de las imágenes es que a veces uno, dime si no, puede caer en lo obvio, en el lugar común, o que no se entiende, te molesta o en una exageración, que también tuve que borrar muchos.
CG: Se nota una búsqueda, definitivamente ahí hay una búsqueda poética.
KC: Algo que quería agregar sobre la poesía es cómo lo hice, como no soy lectora de poesía, pero sí fui lectora de poesía para esta novela. Entonces me compré las obras completas de la Elizabeth Bishop, que es una poeta súper buena, y lo tenía ahí, o una antología sobre el amor y no sé qué, y agarré también a Gabriela Mistral, porque te abre. Y también trabajé con los salmos, los salmos es una fuente súper importante también porque es muy poético. ¿Qué es lo bueno de la poesía? Que te abre, no te cierra, te saca de lo concreto y de una escritura más seca.
CG: El dolor es un tema central de la novela, sin duda. Mi pregunta es: ¿Cómo entraste en la mente de Rivka para reproducir el dolor de su pérdida? Y la pregunta es, así como ya más directa y más literaria aún: ¿Trabajas conectándote con tus propias emociones, como lo hacen, por ejemplo, los actores que siguen la corriente de Stanislavski, que es vivir la emoción para que esa emoción se haga vida, para ellos que se haga cuerpo y para el escritor que se haga palabra? Te pregunto porque esa es un poco la forma que yo trabajo ¿Cómo te conectas? Porque evidentemente que hay una conexión muy profunda con el dolor, con la historia de Rivka, no es superficial en absoluto.
KC: Que buena pregunta y qué difícil. Yo siempre tuve mucho temor, Carla, mucho temor de lograr el perfil de Rivka ante la pérdida. Primero, no exagerar que puede haber una pérdida de tal magnitud. Después, que un padre esté vivo y sea ausente, y tengo que decir que ya en mi primera novela, Respirar bajo el agua, trabajé y no me acuerdo el nombre del libro, tú lo debes ubicar, como las fases del duelo, de la Elizabeth no sé cuánto, que es súper conocido, ahí trabajé mucho con Marco Antonio la Parra delineando que fuera creíble el dolor. Pero tengo que decir que me fue fácil empatizar con Rivka en ese sentido, imaginármela a ella, imaginarme su pérdida y la iba viendo, y en ese sentido, gracias a Di-s nunca he tenido que vivir una pérdida así, pero quizás que también me acompañó y tengo que decir, mi mamá falleció hace ya casi dos años y ella también se fue siendo ausente en el mundo producto de un Alzheimer y fueron años, y ese dolor yo lo llevaba y creo que lo pude traspasar al personaje. Ya en mi primera novela tenía un personaje que también había sufrido una pérdida y creo que lo fui perfeccionando y adentrándome, como jugando a eso. Pero no es fácil, y sabes lo que no es fácil, es sacar el personaje de la tristeza, y en algún minuto la novela está pecando, y ahí tuve que volver a hacer un giro, y eso lo vi con algunos lectores, que uno tiene lectores de la novela, lo vi también con mi editor, Ignacio Rebolledo, me dijo, “Karen, hay que hacerla en algún minuto”. Pero es un trabajo muy de joyería al final ¿O no, Carla?
CG: Muy y aquí hay mucho trabajo de joyería y se nota y eso se agradece. Después del incendio y la pérdida, Rivka tiene urgencia por volverse otra, por dejar atrás todo, y se cambia de nombre y se vuelve Olivia. Es un acto real, pero a la vez, un acto simbólico, al transmutarse en otra, intenta dejar atrás una identidad, una tradición, un lazo familiar, un barrio, una vida, pero al mismo tiempo veremos como todo aquello de lo cual ella quiere huir y de lo cual quiere desprenderse, la persigue. Su metamorfosis es lenta como una oruga diría, Rivka/Olivia. Háblanos de esto porque yo diría que tres cuartos del libro es esta metamorfosis específicamente y lo que me gusta es que hay muchos estados simbólicos, muchas capas simbólicas, que no es solamente un cambio de nombre, no es solamente un cambio de identidad, ¿qué está dejando atrás? ¿qué quiere ser? Esa urgencia me interesa, lo encuentro súper atrayente.
KC: Ella en un minuto era más vieja, más joven, pero eso son cosas técnicas para que te calcen la línea del tiempo, pero siempre partió que ella era un personaje que vivía dentro de un entorno ortodoxo, religioso, observante. Y esta metamorfosis, más que ella renegar de su pasado, es una manera de salvarse. Es una cabra de catorce años, la pobre tiene súper pocas herramientas y de un minuto a otro pasa de una familia de nueve personas a quedarse sola en el mundo. Entonces la pregunta que yo me hice fue: ¿qué puede suceder con una mujer así? No podía ser fácil y no podía ser absoluta esta transformación. Y en este camino yo quise mostrar la complejidad que es renegar o no renegar de la identidad de uno, cuánto queda de la identidad uno, cuánto influye en las acciones que uno va a hacer. Lo increíble es que recuerda todo su pasado, su familia con un amor, con una sinceridad tremenda, entonces uno de repente dice, pero no entiendo, ¿por qué no se queda ahí? Lo más fácil hubiera sido dejarla ahí y yo la saco porque al final estamos en el camino del héroe ¿Va a sobreponerse a todas estas pruebas? no les voy a decir si sobrepone o no, porque ahí les estaría contando la última mitad del libro, pero la idea era llevarla al extremo para ver qué nace después de una tragedia, si logra renacer o no logra renacer, y por eso era interesante, por eso lo quise hacer así. Para mí fue un esfuerzo porque quizás hubiera sido mucho más fácil dejarla donde mismo, que una familia la adoptara, pero no. Y algo que quiero decir, esta pataleta que tiene con la mamá al principio tiene catorce años, es una adolescente, en el fondo es todo chispa, y después la vamos a acompañar en su maduración. Si queda Rivka, si queda Olivia, queda Rivka/Olivia, eso es algo que ustedes tienen que descubrir, no yo.
CG: Todos los años, un 11 de diciembre, que es el día de la debacle, su padre la llamará por teléfono y guardará silencio. Yaakov Schtern es un hombre destrozado, es un sobreviviente de la Shoá y luego de un incendio donde muere su mujer y seis de sus hijas. Háblanos de él.
KC: Yo quiero mucho a Yaakov porque es un hombre bueno, pero con una vida, la típica vida de sobreviviente de la Shoá que sobrevive solo él. Y encontró la felicidad por fin en esta familia, en su vida sencilla, es un matarife, es un shojet. De verdad la familia de Rivka es pobre, pero él no necesita más. Y yo creo que el golpe, en su dolor y la manifestación del dolor de todo lo que ha vivido en su vida es justamente después del incendio. En algún minuto, Rivka le pregunta a él, en un diálogo sordo, fantasmal, no hay respuesta, nunca lo sabremos: ¿qué fue peor, papá, haber sobrevivido a la Shoá o haber perdido a todas tus hijas, menos a ella, y a la madre?” Y es una pregunta muy difícil de contestar, que yo tampoco tengo la respuesta. La gracia de Yaakov es que la acompaña desde la página uno hasta el final, que no sé cuántas páginas tiene, y siempre va a estar ahí. De cierta forma él siempre está con ella y de cierta forma eso es lo que a ella la ancla a su vida antigua y es la voz de la conciencia. También tenemos la voz de la madre, que también está siempre, una mujer poderosa, fuerte. Y se van complementando. Eso quise lograr, quise lograr en Yaakov como toda esta figura paternal de la que no necesitas nada más para vivir que la familia y el violín.
CG: Ya viviendo en Manhattan, Rivka/Olivia como le llamas tú, debe sobrevivir y es así como llega a hacerle clases de matemáticas a un chico entrañable que se llama Charlie. Charlie es hijo de una chilena, Paula, aquí entra Chile, así empieza a colarse Chile en la novela, y de un irlandés, Edward. Pero Paula es una chilena también muy particular, entrampada en redes emocionales muy diferentes a las de Olivia, pero redes al fin. A mí me parece un personaje interesante y me gustaría que nos hablaras también, ¿por qué la primera aparición de una chilena es esa mujer?
KC: Paula me dio trabajo. Paula era «X», después «Z», después «Y”, hasta que ya llegó a la «Ñ». De partida porque yo sabía que quería traer a Olivia a Chile, yo quería que hubiera un nexo, pero cómo generar eso fue difícil. Paula pasó por distintos tipos de personalidades hasta que logré delinearla como una mujer, en general, en esta novela no existen mujeres que pasan desapercibidas, tampoco hombres, o sea, como somos todos los seres humanos, somos como un organismo en el cual cada uno cumple su función, y Paula era la que iba a abrirle los ojos de cierta manera a Olivia, era la que la iba a sacar de dónde venía, que la iba a impulsar hacia más allá, bien o mal, da lo mismo. Paula es un personaje que al principio uno lo va a tomar y va a decir, ¡qué mujer! y después, en la medida que avanza, va a entender muchas más cosas de Paula de por qué es así. Ahí hay una complejidad, como bien dijo Carla, del personaje y eso es lo que yo quise lograr. Quise lograr con Charlie también, que es la figura infantil que despertara en ella ciertos sentimientos que había pensado que estaban enterrados y dejados atrás, que es todo el mundo amoroso.
CG: El niño, efectivamente, es como un personaje de luz, totalmente, y va despertando en ella de vuelta a la generosidad, la preocupación por un otro. Pero Paula es un personaje bueno cuando ustedes la lean también, creo que no alcanza, Karen, a resolverme el enigma.
KC: No quiero hablar tanto de Paula porque me da susto. Porque después la leen y van a ver..
CG: Ah, bueno. Okey.
KC: Te podría contar hartas más cosas de Paula. Nos tomamos un café.
CG: Interesante, cosas que no están en el libro. Ya vamos a tener que juntarnos otra vez cuando todos hayan leído el libro para que por favor nos cuente quién es Paula, porque permanece como un personaje muy misterioso de todas maneras. Uno la ve en su crisis, pero no logro entender del todo, yo no logro entender por qué y me encantaría. Bueno, es un misterio de la novela, son buenas las novelas que te dejan ciertas preguntas sin responder. No hay problema con eso. Volvamos a Rivka, abre la página 142, ¿qué dice? Es una página en blanco que tiene solo dos palabras.
KC: «Decirle. No».
CG: Eso dice en esa hoja, «Decirle. No». Está en una página completa, muéstrala. Hay una rebeldía interna de Rivka que se manifiesta una y otra vez, de hecho, en la primera escena, ella se planta frente a su madre y le dice, yo no me quiero casar. Hay como una especie de resistencia primigenia. Dirá no muchas veces, se revelará, se resistirá. Hay mucha rabia en ella y a la vez una voluntad feroz de autonomía. Háblanos de esa fuerza, de esa resistencia, de esa constante confrontación con el mundo, a través tuyo. A mí me parece una particularidad de Rivka que la hace especial.
KC: No podía hacer un personaje viviendo esto, una mujer débil, hubiera sido demasiado trágico. Y creo que me he movido en un entorno mujeres fuertes también, entonces tengo varios ejemplos de mujeres que saben decir no, eso por una parte. Siento que sus no al principio, este que se revelaba contra la mamá, la casamentera, esto que lo otro, era algo muy infantil, algo como caprichoso, pero sus no después van cobrando una sustancia importante en el cual la hacen cuestionarse las decisiones que ella va adoptando, y ese no es muy importante en la mitad de la novela porque por primera vez, ella está contraponiendo sus dos vidas, la vida de Rivka y la vida de Olivia. Además, que una mujer sola, decir no, quizás que puede costar más o menos, no lo sabemos, pero a cualquiera de nosotros, en determinados momentos de la vida, nos cuesta decir no, y cuesta decir no a uno mismo también, y ella se los dice y los desdice. Entonces en ese juego caigo yo, en esta ambivalencia de al final del día, ¿qué es lo que yo quiero? Todo va a llevarla, y ella no lo sabe, todo lo que le va pasando a ella es para volver y saber cuándo decir que no y cuándo decir que sí.
CG: Por otros caminos azarosos, no vamos a decir porque no es a través de Paula que lo tengan claro, llegará Olivia a Chile. En la novela, los lectores chilenos miraremos nuestro país a través de los ojos de Rivka. Rivka es una judía ortodoxa norteamericana que dice que no, que es mañosa. Una mujer educada de una manera muy particular. Háblanos de esa mirada suya de nuestro país porque es una mirada llena de contradicciones. Me da la sensación como que tú te saliste y entraste de vuelta a Chile mirando con humor, con sarcasmo, con un no entendimiento y rechazo también, hay mucho rechazo de ella hacia aquello que es profundamente chileno, ciertas formas de hablar, ciertas costumbres. Me parece interesante y además me parece súper valiente de tu parte, de pronto este desparpajo para expresar un Chile que evidentemente en una parte de nuestro cerebro nosotros también lo miramos así, hay una parte que no termina de encajar nunca. Háblanos de eso.
KC: Este es un Chile de finales de la dictadura, todavía no había democracia, era un Chile totalmente homogéneo, gris, café, en el cual había cero diversidad, menos veinte digamos, entonces yo necesitaba esta mirada de primermundista que la traigo de sopetón a un país tercermundista en dictadura, pasando todos los cambios de la transición, porque es justo cuando va a ser el plebiscito, entonces también hay una especie de metamorfosis en el país que ella no lo logra decodificar. Lo interesante es que ella siempre se va a ver como alguien de afuera mirando hacia adentro y va a ver esta mirada tan primermundista que le van a llamar la atención las cosas. Y le cuesta enamorarse de Chile, no es fácil, pero a ella le cuesta enamorarse de cualquier cosa porque ella, por su pérdida, no va a querer tampoco arraigarse mucho. Chile para ella significa también otro descubrimiento, un descubrimiento de la sencillez, de ver cómo la gente vive distinto, cómo se expresa distinto, de las pequeñas cosas que te pueden ayudar a ser feliz. Y es aquí donde ella en realidad va a empezar a encontrar la plenitud, por eso Chile es tan importante y por eso también mi mirada es menos romántica de la que mucha gente habla, yo quería efectivamente ver con ojos de una extranjera el Chile de entonces. Y de hecho quité hartos pasajes, había más, quizás que haya algo mío ahí, a mí me marcó ese Chile, bueno, a la mayoría nos marcó como nos está marcando el Chile de hoy que es tan heterogéneo, que a mí todavía me choca cuando veo gente vestida de todos colores, de distintas formas, gente de color caminando en la calle, mujeres de color vestidas, tú dices, oye, ¿dónde estoy? ¿estoy en mi ciudad o no estoy en mi ciudad? De cierta manera, nosotros también, de esta generación, estamos siendo extranjeros en la propia patria. Y eso también te ayuda a mirar con los ojos de Rivka, porque imagínate que ella venía de un lugar cosmopolita y llega un Chile completamente igual, todos somos iguales, a excepción de un par de gente que tiene el cutis más oscuro porque tiene antecedentes mapuche, pero sino, somos todos iguales.
CG: Sin hacer un spoiler porque está en la contratapa, en Chile, Olivia encuentra un amor, un hombre, Mauricio. Sus destinos se cruzarán de una forma intensa y a la vez compleja, está lleno de contradicciones, de encuentros, de desencuentros, es una maraña del amor. Pero yo quería preguntarte ¿Qué representa para ti, Karen, el amor de un hombre?
KC: Está mi marido acá.
CG: Ajá, bueno, pero si esto es literario, esto es una conversación literaria ¿Tú leíste la novela, Alex? Es compleja esa relación como que viene de cajón la pregunta. Hay una relación con el amor compleja en la novela, que me gusta también, siento que es algo positivo. ¿Qué pasa contigo y esa historia? Para que no sea personal
KC: Chuta, ahora sí que se terminó, se acabó. Listo nos vamos.
CG: De hecho, está es la penúltima pregunta, después les va a tocar a ustedes.
KC: Los seres humanos amamos y los seres humanos, por lo general, tratamos de encontrar a alguien que nos acompañe. Pero ella no lo tenía ni siquiera en su visión, ¿cómo les explico? a ella no le interesaba, era una mujer muy independiente. Yo no me imagino mi día sin amor, Carla, yo voy a cumplir veintinueve años de casada, más no sé cuántos años de pololeo, me puse a pololear a los catorce, entonces no me imagino la vida sin amor y creo que la completitud, y no sé si estoy siendo una mirada muy tradicional, muy pasada de moda, pero yo creo que los seres humanos somos mejores acompañados. Y a la vez, el amor te pone tantas complejidades y tantos desafíos que también te vuelves mejor persona. En ese sentido, yo siento que las personas que saben amar pueden alcanzar niveles de completitud y de perfección mayores, porque los hace ser menos egocéntricos, más humildes y saber posponerse. Necesariamente yo tenía que poner a Olivia en el amor y no era una necesidad hollywoodense, a mí me interesaba ponerla en una relación y ponerla tremendamente incómoda porque ella no sabe bien cómo amar, va a tener que aprender a amar porque se le quebró su amor y se tiene que volver a reconstruir a partir de él. Yo he tenido la fortuna de poder amar a mi marido, obviamente, y a mucha gente, y saber lo que significa que el amor no viene gratis y eso es lo que yo traté de reflejar en ello.
CG: Saliste súper bien, Karen. Muy bien.
KC: ¿No me van a retar en la noche?
CG: No ¿cierto? Para terminar porque después vamos a abrir el micrófono al público. El año 2021 publicaste una guía para escritores, bellísima, la vi en Internet, la encontré muy bien diseñada, muy bonita, que se llama Cuadernos de escritura, y donde rescatas frases de algunos escritores. Una de esas frases muy destacadas es de Hebe Uhart, que murió hace muy poquito, y que dice así: «El primer personaje somos nosotros mismos» ¿Qué hay de Karen, además de esos datos biográficos que mencione al principio en Rivka/ Olivia? Lo dijiste tú, yo no he dicho nada
KC: Todo, en el sentido metafórico de la palabra, porque cuando un escritor o una escritora está escribiendo, estás poniendo todo ahí. Sin embargo, me preocupé mucho de no hacer un alter ego mío, no me interesaba para nada. Te diría que recién ahora, estos últimos meses, estoy aprendiendo a escribir autoficción, que es dificilísimo. Yo realmente quería crear algo, crear una persona distinta a mí, pero sí veo, bueno de partida corre, yo también corro, pero ella corre más rápido que yo. Es una mujer fuerte, yo me considero una mujer fuerte, pero yo creo que ella tiene más carácter que yo. Yo me he preguntado varias veces ¿Cómo creo que hubiera reaccionado yo? ¿Cómo habría enfrentado la debacle, que es la noche del incendio? Y no sé si hubiera tomado las mismas decisiones que ella y eso es muy interesante porque me ha hecho tener que empatizar con esta mujer que se escapa de lo que sí tiene, que es algo bastante desgarrador. Ya tienes una comunidad, tienes amigos, pero es como que si ella quisiera seguir sufriendo y castigándose. Ahora, no me puedo poner realmente en su lugar porque no he vivido eso, pero veo en Rivka, lo que sí tenemos en común, que es el tema de la identidad, que es el tema de cierta forma, yo creo que todos los judíos de una u otra forma nos sentimos unos desarraigados a momentos, a momentos nos queremos sentir muy arraigados y no nos resulta o nos hacen acordarnos que en realidad eres, pero no eres. Y el tema, hacia la familia porque a pesar de que ella se va, ella es una mujer de familia y en ese sentido no hubiera podido crear un personaje que no hubiera tenido estos valores en ella, porque si no hubiera sido como un fracaso de todo lo que yo creo también. Quizás que algún día cree un personaje realmente del lado nada que ver conmigo, ojalá, me encantaría, pero hay ciertos rasgos y hay ciertos valores que yo quise traspasar, porque es lo que a mí me identifica también y el judaísmo para mí es una parte vital de lo que yo soy, entonces, no la podía hacer renegar de su judaísmo, pero sí renegar de su sufrimiento, su pasado y cómo volver a transformarse.
CG: Maravilloso. Ahora sería buenísimo que ustedes hicieran las preguntas que quisieran, no sé si hay un micrófono ahí, les abro.
Orador 4: ¿Cuenta un poco cómo te inspiraste para hacer esto?
KC: Gracias, esta es otra gran amiga, no de la universidad, de las amigas que uno se va haciendo en la vida y también, además, va mi taller de lectura. Bueno, estaba igual desesperada que ahora, solo que había pasado como dos años desde que había publicado Respirar bajo el agua y estaba realmente desesperada. Yo decía, yo quiero, porque a mí lo que me gusta es escribir, eso es lo que yo quiero hacer, ojalá muchos años, pero para escribir uno necesita tener la idea y ser coherente. Ya, dije, te vas a sentar todos los días frente al computador, de la hoja, de lo que sea y vas a inventar una historia. En este sentido, te cuento que la abuelita de mi marido, al que amo mucho, tiene relación con esta historia. Yo ocupo unos discos, unos vinilos, y ella tenía una colección de vinilos en yiddish, cosa que yo sé, cero, ya dije, bueno, puse música y puse este vinilo con una carátula naranja perfecta y la primera canción se llama Siete hijas y estaba traducida al inglés gracias a Di-s, porque si no nunca hubiera nacido esto. Empiezo a leer la historia, que va a venir la casamentera y va a casar a una y que la otra, y la otra, y de ahí nació esto, ahí se me vino la historia, dije, esto va a ser una familia de siete hijas, y sabía que quería que estuviera en Estados Unidos, eso sí lo tenía claro, sabía que también quería que viniera a Chile, pero lo del incendio, y mucha gente me ha preguntado lo del incendio, no sé si me ocurrió, lo leí en Internet porque desgraciadamente en las casas judías hay muchos incendios, la diferencia es que para shabat, que es el día que uno descansa, se ocupa como una placa que se le llama plata, que son de tan mala calidad que muchas veces producen incendios. Bueno, la diferencia es que aquí yo lo cambié, y la verdad les mentiría, no tengo idea, si se me ocurrió a mí el incendio, lo leí, por una janukia que es este brazo de ocho brazos. Y lo que sí sé es que cuando la novela ya estaba lista, desgraciadamente hubo un incendio, creo que fue en Israel, que también perecieron muchas personas y sobrevivió, no el papá, sino que la mamá y una hija. Entonces de ahí nace, pero no me acuerdo el arranque exacto. Siempre le voy a deber A siete hijas y está citada en la novela también, está la canción.
Orador 5: Bueno, primero que nada, felicitarte y decirte que te admiro mucho, yo la conozco a ella desde el colegio, yo soy un poco más joven, no mucho más, Entonces, como de admirarte tanto de ser una mujer judía, escritora, yo encuentro que eso ya es como ser muy valiente, pero más que nada, yo soy profesora de básica, soy elementary teacher y te escuché decir a ti, yo voy y me quedo y leo, y en mi generación y las generaciones hacia más abajo es tan difícil que quieran leer que no sé si tienes algún consejo o, ¿qué podríamos hacer nosotros para motivar a los niños a poder leer en esta época tan challeging?
KC: Gracias Fernanda. Muy buena pregunta, pero es una pregunta que me queda grande, aquí podemos discutirlo muchas horas también. Pero yo creo que la clave, no se cómo están enseñando en los colegios, pero la clave es tener profesores que amen la lectura y que sean capaces de ser lúdicos y salirse del patrón, de que hay que leer esto, y la pregunta, ¿y qué opinas? No hacer trabajos, disfrazarse, incorporar el placer de la lectura, hacer momentos silenciosos de lectura y encontrar cada cuento, cada libro para cada niño. Esta cosa que hay como que homogeneizar, todos tienen que leer tal título, es pésimo, porque al niñito que le gusta el fútbol está perfecto o a la niñita, pero hay otros que le gusta los cuentos de hadas, le gusta viajar, y desgraciadamente, el rol en la sala clase la lleva el profesor o la profesora y no hay más culpables. Y es un espacio privilegiado en sí mismo porque no tenemos la competencia electrónica, entonces ahí es donde se pueden hacer maravillas. Yo siempre he pensado que, por ejemplo, se lee El Quijote, que yo creo que está bien leer El Quijote, no completo, pero incorporarlo y transformarlo al lenguaje de hoy y que los niños logren, y eso es solamente rol del docente.
Es un arte, aprender a leer, o sea que te gusten las lecturas es muy difícil. A mí me cuesta leer, digamos mi mejor amigo, que el WhatsApp, que es difícil leer hoy, es difícil y es un trabajo que uno tiene que hacer consciente, pero yo ya soy vieja, entonces la pregunta es, “¿cómo lo hacemos para que los niños se maravillen y toquen los libros?”, porque además el contacto es muy importante. Es que todo depende del niño, yo lo descubrí, yo tengo un hijo que es muy musical, y que él le entran las cosas auditivamente, por eso digo que el rol del docente es muy importante. Es muy importante de incorporar el relato, la historia a la sala de clase de ser lo significativo, porque la única manera que sea significativo, yo creo que hay que invitar a escritores a los colegios, es uno él que tiene que acercar la lectura y no es al revés. Y es muy difícil pedir a las familias esto. Es del colegio el rol.
CG: Un aplauso muy grande, gigante.
KC: Yo antes de irme quiero agradecer a Limud porque la verdad que cuando Andy (Andrés Gomberoff) me contactó yo me quedé, y yo pensé que era el Limud del domingo, así que primero les quiero agradecer de todo corazón a cada uno de ustedes, además que estén hoy día acá, porque yo sé que es difícil salir a esta hora, es latero, pero ustedes no saben lo que significa para mí que me hayan acompañado hoy día. Y, en especial, gracias a Carla, porque nunca soñé que me iba a presentar alguien así. Un millón gracias y apoyemos al Limud y apoyemos las actividades que es tan importante y todos salimos un poquito más felices después de estar acá. Gracias.
Cierre
¿Qué fue lo que más te sorprendió? A mí la preparación de Carla, el interés del público, la lectura profunda que hizo de Todos nuestros fuegos. Acuérdate, mándame una foto contándome dónde estás escuchando Espiral, escríbeme a mi correo karen@karencodner.com o deja algún comentario donde sea que escuches Espiral o bien, súbela a Instagram y me etiquetas karencodner. Chaooooo.
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