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Natalia Ginzburg y una novela magistral

Natalia Ginzburg es una escritora extraordinaria. Sin duda merece la pena conocerla. Les recomiendo leer la segunda novela de ella, Y eso fue lo que pasó se publicó en 1947. Fue reeditada por Acantilado en el 2016 con la inmejorable traducción de Andrés Barba.

Estamos ante la historia del amor, pero esta vez, es la voz de la pasión y del amor imposible. Hay una gran conversación con el cuento Mi marido. En el posteo de la semana pasada hablé sobre este cuento y su opera prima El camino que va a la ciudad.

Desde un comienzo sabemos que es una novela triste y fuerte. Así comienza:

“Le pegué un tiro entre los ojos”.

La protagonista abre  el primer capítulo. Esta es la historia del amor imposible, de la rabia por la traición, de no poder convivir más en un triángulo amoroso. Vemos a la mujer que se casó con Alberto, creyendo que iba a encontrar la felicidad en el matrimonio y en cambio, solo da con la indiferencia de su marido que está enamorado de otra.

Me encanta recomendar buenas críticas y esta que leí en Devoradora de libros es muy buena.

¿Por qué Natalia Ginzburg escribió una novela tan triste?

Ella así lo explica en el prólogo:

“Cuando escribí Y eso fue lo que me pasó me sentía infeliz y no tenía ganas de pelear ni combatir… Escribí esta historia para sentirme algo menos infeliz. Me equivoqué. No debemos buscar nunca un consuelo en la escritura”.

Su marido había muerto a manos de los nazis y ella, quedó viuda con 3 hijos pequeños.  La literatura, tal como vemos en la cita, no es la solución para dejar de sufrir, pero quiero pensar que en el ejercicio de la misma, la autora algún consuelo o distracción pudo encontrar.

¿De qué se trata Y eso fue lo que pasó? Es la historia de una mujer que vive la temprana ilusión de una nueva vida: se va a casar con un  médico, van a vivir en la ciudad. Pero aparece la sombra, la otra, la competencia. Desde ese momento en que el lector se ve enfrentado al amor no correspondido, a la ilusión quebrada, dan ganas de comer la novela para no dejarla escapar jamás.

Un aspecto elemental en la historia es cómo se vive la maternidad. Natalia Ginzburg no la envuelve en sueños ni alegrías desorbitares. Nos muestra a mujeres que son incapaces de realizarse, que viven en un mundo marcado por los roles preestablecidos. La maternidad no te conduce a la felicidad, aunque como muchas veces lo dijo Ginzburg, para ella  una de las mejores cosas que le ha sucedido es haberse convertido en madre.

El gran prólogo de Ítalo Calvino

En el prólogo de Italo Calvino -una pieza magistral que dan ganas de comerla- nos habla sobre el arte de Ginzburg:

Natalia Ginzburg es la última mujer sobre la faz de la tierra, el resto son hombres: hasta las figuras de las mujeres que se ven alrededor pertenecen en realidad al mundo de los hombres, el mundo de quienes deciden, de quienes eligen, de quienes actúan”.

Más adelante dice que las mujeres solo han sufrido: “ “Durante generaciones y generaciones lo único que han hecho las mujeres de la tierra ha sido esperar y sufrir. Esperaban que alguien las amara, se casara con ellas, las convirtiera en madres, las traicionara. Y lo mismo sucedía con sus protagonistas”.


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¿Es una literatura triste y feminista la de Natalia Ginzburg?

Es una realista. Las mujeres que visitan la narrativa de Ginzburg son las corrientes en el sentido que no pelean por grandes causas y no quieren cambiar el mundo. Solo el mundo propio. Si bien la prosa de la autora italiana es limpia, directa sin grandes elementos poéticos, hay una fuerza que imperiosa en la misma cotidianidad de las protagonistas.

 Ítalo Calvino dice: “Natalia Ginzburg cree en las cosas, en los pocos objetos que consigue arrancarle al vacío del universo: bigotes, botones. Cree en sus sentimientos, en sus gestos, dóciles e inesperados”.

Escribir sobre elementos superfluos como lo son cocinar, limpiar, coser un botón se convierten en escenas trascendentales que amplían el significado de la melancolía en la que las mujeres de Ginzburg viven.

¿Es sumamente interesante la puntuación de la novela. La autora la escribió sin puntos ni comas, un gran grito desesperado de tristeza, de dolor y desesperanza. No quiso preocuparse de eso dice “No tenía ganas de ponerlas…. Explico. Las comas son como los pasos. Los pasos producen cansancio, y yo no tenía ganas de cansarme, me sentía sin fuerzas y no quería caminar, sino sentarme y recostarme. Por eso escribí Y eso fue lo que pasó, una novela casi sin comas, aunque luego acabe poniéndole algunas…”

Ignoro si podrán entender a lo largo de esta entrada del blog la profundidad y el arte que nos muestra Natalia Ginzburg. Cada uno de sus párrafos, sus personajes son una propuesta de elegancia íntima. Te hablan directamente, no importa que vivan en la Italia de la guerra, de la post Guerra.

Son inolvidables.

Esto me confirma que los temas no tienen fecha de vencimiento. Los escritores podemos escribir sobre lo mismo una  y otra vez, es la pluma, el arte de combinar letras en una sinfonía de sentimientos y realidades colmadas de soledades.

Antes de despedirme les dejo la recomendación de esta conferencia con el profesor Carlo Ginzburg en Jerusalem en que le rinde un homenaje a la autora en su natalicio. No solo habla sobre su literatura, sino sobre la importancia de la memoria en su narrativa.

¿Conocías a Natalia Ginzburg? ¿Qué has leído de ella? Además si quieres aprender un poco más ¡escucha mi podcast!


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Episodio 2 Celular: un llamado a la creatividad

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