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Escritora feminista

Escribo a mitad de mañana con la cabeza pesada, como si me faltarán horas de sueño. Ya va más de un mes desde la última vez que publiqué aquí en el blog. Durante febrero leí bastante, encendí una sola vez el computador, no publiqué nada en redes sociales.

Fueron mis vacaciones.

¿Cómo me impactaron estas vacaciones?  ¿Soy la misma persona? ¿Aprendí algo nuevo en esos 30 días? ¿Cómo los viví?

En un mes conocí culturas y realidades súper diversas. Con esos libros viajé a Japón, a Estados Unidos, Italia, también México y Londres, Auschwitz, Polonia, Irlanda, Pakistán, Francia.

Soy una Karen diferente.

Esa es una de las magias de leer.

Hoy -cuando analizo mis lecturas, más de 9- me doy cuenta de que no leí a ningún autor, solo mujeres.

Tan solo hace un siglo atrás la producción literaria femenina era un desafío colosal. La sociedad era masculina. Las voces y derechos de las mujeres, inexistentes. No se respetaba ni valoraba su opinión, eran seres inferiores. Pero hubo cientos de ellas que tuvieron el coraje de infiltrarse en ese espacio dominado por hombres. Sin su valentía, seguramente la literatura seguiría regida por una mirada varonil. Unas cuantas se dedicaron exclusivamente a escribir y les costó abrirse camino en las editoriales. Pero paulatinamente, con fuerza y arrojo se abrieron a una voz propia.

Solo por nombrar a algunas, las que vivieron y respiraron letras, esas que  legaron escritos que hasta hoy  tocan lo más profundo del alma:

 Virginia Woolf, Katherine Mansfield, María Luisa Bombal,  George Elliot, Edith Wharton, Clarice Lispector, Gabriela Mistral, Leonora Carrington, Alejandra Pizarnik, Silvina Ocampo, Cristina Rivera Garza, Isidora Aguirre, Marcela Paz, María Flora Yáñez, Charlotte, Bronte, Mary Shelley, Agatha Christie, Ursula K Le Guin, Elizabeth Bishop, Dorothy Parker, Flannery O´Connor, Doris Lessing, Teresa Wilms, Mont y podría seguir.

Hoy somos miles, sino millones las mujeres que nos dedicamos a la literatura. Yo soy una afortunada. El camino que he tenido que transitar ya ha sido pavimentado por otras valientes, que osaron a conquistar una tierra masculina, donde era casi imposible vivir de la literatura.



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¿Se imaginan un Día internacional del hombre? Yo no.

Los desafíos actuales son de una naturaleza distinta. Hoy es urgente que se nos sume al canon literario, que no esté compuesto en su mayoría por hombres,  que nuestra voz sea respetada y valorada.

Este viernes 8 de marzo es el Día internacional de la mujer. Por lo general, no me gustan estas fechas con nombres, pero hay temas pendientes que hacen necesario que las mujeres merezcamos de una jornada especial. Un querido amigo de la universidad escribió en el WhatsApp: “No soy muy de marchas, pero la de este viernes es muy importante”.

 ¿Se imaginan un Día internacional del hombre? Yo no. Porque ellos no tienen que conquistar espacios, ni territorios ni derechos. Solo deben aprender a vivir con la realidad de que las mujeres somos tan importantes como ellos.

Cuando veo a mis hijos me doy cuenta que la próxima generación no tendrá estos desafíos, pues para ellos no existe esa diferencia abismal entre las capacidades de uno u otro género. No se cuestionan si las mujeres tienen que trabajar, dueñas de casa, aprender tal o cual cosa, o si deben votar, pueden ser médicos, científicas, escritoras.

La voz de cada uno vale por lo que es como individuo.

Soy bastante crítica de los movimientos radicales, sea cual sea su causa.  En muchos aspectos tengo una mirada más conservadora que mis colegas, pero eso no me impide ser feminista. Desde pequeña he creído que los hombres y mujeres de este mundo, cada uno con sus diferencias, son esenciales para el desarrollo de la humanidad. Ojalá nos dejen de valorar por cómo vestimos, si somos flacas es mejor, si eres rubia, tonta, si eres demasiado linda, más tonta, o nos paguen menos, nos respeten poco en la oficina, nos toqueteen en el metro.

Por eso reflexiono hoy.

Los derechos y deberes que las mujeres hoy tenemos son el resultado de infinitas acciones  de valientes. Hoy me dedico a este bello oficio por las batallas que aquellos pelearon.

Gracias a esos hombres y mujeres.

¿Tienes una escritora preferida? Deja tu comentario más abajo.

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Libro de la semana
Todos deberíamos ser feministas

— Chimamanda Ngozi Adichie

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