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Escribo en la playa, el atardecer frío. Escribo y pienso que jamás imaginé llegar a este momento. Comencé con este blog a mediados de julio. Lo recuerdo claramente, ignoraba por completo lo que vendría, cómo sería la experiencia y el compromiso que  asumía.

Entonces, era pleno invierno en Chile. La primera semana sumé 30 suscriptores. Todos amigos. O conocidos. Mi experiencia como bloguera -algunos de ustedes quizás recuerdan Una lectura propia– había sido muy distinta. Allí  publiqué casi un año,  un post mensual. Las entradas eran mucho más largas e ignoraba lo que quería lograr.

Hoy en cambio, estoy más segura del rumbo. Aquí busco generar un espacio de reflexión sobre la  literatura, la vida y mis creencias. Es un mundo reflexivo; invito a cada lector detenerse.

La tarea del escritor es retratar el mundo, hacerlo más cercano, abrirlo a interrogantes, descripciones, sentidos.



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El escritor retrata el mundo

Fue ese mismo julio, recién cumplía  una semana escribiendo, cuando compartí con ustedes mis lecturas. Hasta ese momento llevaba 18 libros y me propuse finalizar el 2018 con cuarenta.

Me faltaron 6.

Sé perfectamente cuando mi ritmo de lectura decayó. Noviembre, un mes que siempre se me ha presentado como un desafío. Muchos eventos, muchas celebraciones, muchas cosas que suceden. Porque ahora en diciembre ya recuperé el ritmo. Estoy a punto de terminar dos libros.

Aquí lo que leí el segundo semestre:

19. Los ojos vendados, Siri Hustvedt

20. Las hermanas, Stefan Zweig

21. Una separación, Katie Kitamura

22. La impaciencia del corazón, Stefan Zweig

23 La librería, Penelope Fitzgerald

24. El arte de la ficción, James Salter

25  Motherhood, Sheila Heiti

26. Charlotte, David Foenkinos

27. Los Buddenbrook, Thomas Mann

28. La mujer singular y la ciudad, Vivian Gornick

29. Ni puedo ni quiero, Lydia Davis*

30. Siete días, Ana María del Río

31, Devotion, Patty Smith

32. El final de la historia, Lydia Davis

33. Jewish Meditation, Aryeh Kaplan

34. Kintsugi, María José Navia.

 

¿Cuáles fueron los mejores?

Sin lugar a dudas Los Buddenbrook, El arte de la ficción, Siete días, Motherhood y Devotion.

(*mención honrosa a Lydia Davis, todos, absolutamente todos, sus cuentos son magistrales).

Los cinco son geniales y completamente diferentes en su estilo.

El de Mann es un libro de 800 páginas, retrata con genialidad la historia de una familia alemana desde 1850 a 1890 aproximadamente.  Las descripciones, las escenas, los personajes están muy bien delineados. Solo como un maestro lo puede hacer.

El arte de la ficción es un pequeño libro que encontré en una de las tantas librerías por las que deambulo. Pues como muchos de ustedes, compro libros sin medir mi tiempo ni mi dinero. Porque obviamente, adquiero más de los que nunca podré leer. Pero este, lo leí de una sentada. En mi cuaderno anoté: “Podría subrayar la primera conferencia por completo. Ojalá yo tuviera ese don para frases tan sencillas y lucidas”.

Siete días de Ana María del Río te deja pensando. Casi te asfixias, un personaje casi mudo, sin grandes diálogos, encerrada  en su casa. Es la historia de la fragilidad de una mujer y su metamorfosis. Se habla de sexo pero con la fineza de una escritora que tiene pluma. Divino.

Seguimos con Motherhood. Si la literatura se trata de situarnos en escenarios distintos, ajenos y provocarnos preguntas, este es un texto que se debe leer. La autora  reflexiona sobre su decisión de no ser madre, de su historia personal con su propia mamá. Se suma a ello que la escritura de Heiti es extraordinaria. Esto sucede muy pocas veces con autores contemporáneos. Todavía no la publican en español.

Finalmente Devotion, de la cantante y escritora Patty Smith. Recuerdo que estaba en la librería Strand y cogí este manuscrito, decidí llevármelo, pues había leído que Smith escribía hermoso. No me equivoqué. Su prosa, cercana a la poesía, es capaz de trasladarnos a la tensión que existe dentro de una relación anómala, cuando el amor no respeta la regla de la niñez. Ella una chica, él un adulto. ¿Un guiño a Lolita?

Finalizo el 2018 contenta. He ido recorriendo este camino de escritora junto a ustedes. Porque este blog semanal me he obligado a esforzarme más en mis metas. Sin lectores ni comentarios sería una locura continuar. Ustedes no se imaginan lo que me alientan cuando dejan sus comentarios. Es un regalo infinito.

Es difícil eliminar las inseguridades propias, esas que me acompañan cuando escribo, pero solo con la practica y tenacidad las iré haciendo más débiles, más lejanas. Aunque son parte fundamental para mejorar en el oficio.

Comencé con 30 lectores, hoy van más de 400. Espero seguir entregando contenido valioso el 2019. De ustedes también depende que así sea.

Les deseo un año bueno, con excelentes lecturas y momentos de reflexión.

¿Qué leíste este 2018? Deja tu comentario aquí abajo.

 

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Lectura de la semana: Stoner de John Williams.

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