#124 Entrevista a Camila Fabbri

#124 Entrevista a Camila Fabbri

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      Hola, hola ¿cómo estás? Soy Karen Codner y te doy la bienvenida al programa 124 de Espiral con la entrevista en profundidad con Camila Fabbri, escritora, guionista, directora de cine entre muchas ocupaciones. Esta escritora argentina fue finalista del Premio Herralde de novela en el 2023 con La reina del baile y hoy, acaba de lanzar la película “Clara se pierde en el bosque” basada en la novela de no ficción El día que apagaron la luz, del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2023.

      Es una mujer tranquila, que transmite una cierta calma y reflexión. Ante las preguntas se toma su tiempo y ella vive con la escritura. En un momento de su carrera pensó que escribiría solo cuentos porque así lo declaró en el 2019, pero con el paso del tiempo, al parecer esta opción cambió. Quizás que nunca imaginó que tendría tal éxito con La reina del baile. Al igual que Cynthia Rismky a quien entrevisté en el programa 120, y que salió ganadora del Premio Herralde novela con Clara y confusa, las del Premio Herralde llamaron por teléfono y era tan temprano en Buenos Aires, Camila todavía tenía puesto la placa de descanso.

      Camila Fabbri es una mujer que ha buscado su camino propio y si bien estudió actuación, rápidamente se dio cuenta de que sus fortalezas o intereses en la vida estaban más alejados de las tablas y más cerca del lápiz y el papel. De joven era muy tímida y durante años se escondió en el placar de su casa para buscar cobijo y tranquilidad. Me contó que su infancia fue un poco solitaria porque es la menor de sus hermanos, en una casa con mucho conflicto. Y sufrió de un insomnio galopante. Hablamos sobre su padre que es muy distinto a ella y de su madre. En fin, fue una buena conversación.

      Eso sí, queridos amigos, pasé muchos nervios con la entrevista porque tuvimos una descoordinación en los horarios y ella se conectó una hora antes de lo que habíamos programado. En fin, tuvimos que reagendar y Camila fue muy comprensiva y generosa, porque al final grabamos en un día feriado en Argentina, el lunes que se conmemoraba el Golpe de Estado. Además que había cambiado de plataforma de grabación y estaba muy nerviosa, no sabía cómo iba a salir y además, que ahora que grabo con vídeo, siento que la dinámica cambia. No es mejor ni peor, solo cambia.

Recuento personal

      En una semana he tenido dos encuentros muy especiales. El lunes me reuní con un grupo de lectura en el que leyeron Todos nuestros fuegos. Cuando escribes una novela o publicas lo que sea no está en tu mente que te inviten los mismos lectores a conversar sobre tu escrito y tengo que reconocerlo, es una de las mejores cosas que te puede pasar. Se lo deseo a todos quienes publican. Se da una dinámica muy rica, con preguntas sinceras, gran atención. Estuve cerca de dos horas y agradezco a las organizadoras del encuentro del Club de lectura de Chicureo y en especial a Romi Cargioli quien hizo toda la coordinación conmigo.

      El martes que recién pasó estuve invitada al programa de radio “Frecuencia literaria” que lo conduce la periodista, Daniela Figueroa. Me encontré con un espacio de conversación muy ameno, con preguntas muy originales y de una calidad sobresaliente. Es un lujo estar en un programa así y me sentí, también, muy cómoda. Puedes escuchar la entrevista en mi página web o en youtube, ya sea en mi canal o en del Frecuencia literaria.

      Por otra parte, estoy en plena preparación de la fiesta de Pesaj, los que me siguen hace tiempo, se deben acordar que en esta fiesta dejamos de comer alimentos leudados y comemos lo que se conoce como matzá o pan ácimo. Además tenemos dos comidas muy grandes, una será en mi casa el sábado en la noche, en la que hay una serie de costumbres y leemos la historia de la salida de Egipto. Se suma a todo esto, que mi cocina se revoluciona, debo adoptar una serie de cambios durante los ocho días que dura Pesaj. Es una celebración muy alegre, intensa pero que deja una impronta de algo especial, es  un tiempo único.

      La otra novedad es que comencé a nadar. Como estoy lesionada con una fisura en la rótula derecha, decidí ponerme en acción e incursionar en este deporte. Ya les iré contando.

      Los invito a escuchar la entrevista con Camila Fabbri, acuérdate, escríbeme a mi correo karen@karencodner.com, deja un comentario en mi canal de YouTube o donde sea que escuches o veas Espiral.

Cuestionario Espiral

KC: Hola Camila, ¿Cómo estás?

CF: Hola, muy bien gracias.

KC: Cuéntame, ¿qué interrumpí? ¿qué estabas haciendo cuando te tuviste que conectar a esta conversación? Además, que sé que es día feriado, así que doblemente agradecida.

CF: No, no hubo una interrupción deliberada. Me estaba haciendo un café y un poco empezando esta fecha tan especial en Argentina.

KC: Si nos puedes contar lo que está sucediendo hoy en Argentina sería súper bueno.

CF: Hoy es el aniversario del golpe de Estado en Argentina, el 24 de marzo del 76′, si no me equivoco son, bueno, no hice la cuenta, pero cuarenta y pocos años. Y bueno, vamos a ir a la marcha y un poco tomar las calles. Ahora, al menos en Buenos Aires, está siendo un poco complicado porque estamos con un gobierno un poco autoritario respecto de eso, bueno, respecto de todo. Hemos tenido ya movilizaciones bastante violentas. Violentas respecto de la policía y un poco a cómo enfrenta nuestro gobierno las movilizaciones y la posibilidad de movilizarse libremente. Hoy más que nunca tenemos que ir a la plaza, pero también sabiendo que no es un lugar seguro.

KC: ¿Cómo vives todo esto? ¿cómo lo vives por dentro?

CF: Todavía no lo tengo tan claro, pero es como esa sensación que uno tiene de que hay algo que te está haciendo un daño muy generalizado como si uno fuera uno sistema que está empezando a fallar porque hay algo que se va a cercenando de a poco, bueno la libertad digamos. Igual la libertad es una palabra compleja porque se usa mucho también para este tipo de modelos gubernamentales para querer decir que lo están haciendo en pos del pueblo y en realidad la libertad, bueno, ¿qué es la libertad? como que habría que empezar por ahí a cuestionarse eso. Hay algo de lo laboral, de lo creativo, de la vida a futuro, de lo que uno puede construir o no que se ve bastante cercenado. Entonces es difícil enfrentar esas situaciones. Y también, no ver mucho la salida porque pareciera que esto viene un poco para quedarse y es un fenómeno mundial. Ni hablarlo.

KC: Vamos a entrar a ti, a tu obra, a Camila Fabbri, escritora, persona, hija, hermana. Fuiste finalista de la edición 41º del Premio Heralde Novela con La Reina del Baile, que te tengo que decir que me encantó, lo leí – lo leí muy apurada porque entre el plazo que tuvimos – y esa sensación que lo terminé dije, acabo de leer algo bueno, así que se lo recomiendo mucho a los auditores. Y me gustaría si te puedes retrotraer. Fue el 2023 ¿no?

CF: Sí.

KC: ¿Cómo fue? ¿qué estabas haciendo? Porque sabes que entrevisté a Cynthia Rimsky, que lo ganó este año, y me contó exactamente el minuto, y fue muy lindo, porque ella estaba con un alumno, una alumna, no me acuerdo, pero ella estaba con alguien y pensó que le estaban haciendo una broma, de algo tan impresionante ¿Cómo fue el tuyo?

CF: En mi caso no tengo un anecdotón, la verdad podría haber sido un suceso más narrable. Pero estaba despertándome, era la mañana acá en Argentina y me llama María Lynch, que es mi agente literaria, yo estoy en una agencia, y nosotras estábamos un poco dando vueltas con mi libro nuevo, que era la primera novela que yo escribí, una novela de ficción. Estábamos un poco ahí viendo eso y la habíamos mandado al certamen como probando suerte. Y me llamó y ahí me contó que la novela había quedado como finalista en el premio. Fue un momento muy de un antes y un después porque yo también empezaba a estar un poco más dudosa con el material y eso un poco ayudó muchísimo, un poco no, ayudó muchísimo a confiar, a decir bueno, okey, estoy como en un buen camino, empezar un diálogo con la editorial Anagrama que es un sello que a mí me encanta. Bastante educación sentimental también Anagrama, porque, todos leímos ese catálogo, no sé si todos, pero al menos yo me crié bastante con el catálogo Anagrama, entonces de repente formar parte de eso también era súper importante para mí, laboralmente hablando también. Fue poco pintoresco, estaba como despertándome.

KC: ¿Pero te llaman por teléfono, no es que te llegue un correo electrónico?

CF: Sí, fue por teléfono. Me dijo María, ¿te puedo llamar?, y yo, sí. La diferencia eran cuatro, cinco horas creo que eran en ese momento. No sé si eran cinco o cuatro, pero hay una diferencia. Y sí, yo tenía todavía la placa de descanso puesta, ahí está como el dato pintoresco. Pero sí, fue como un buen amanecer.

KC: Y no sé, me imagino que tú debes ver esta portada – no tengo aquí la novela, la tengo en otra parte -y debes decir, guau, estoy ahí en el catálogo ¿O ya no te sorprende?

CF: No, me sigue sorprendiendo, sí, por suerte todavía no estoy tan sobre adaptada. Me sigue sorprendiendo, de hecho yo tengo acá la biblioteca, tengo ordenado todo por editorial y de repente que esté el mío ahí en la parte de Anagrama. Simbólicamente la biblioteca siempre es como lo más concreto, la biblioteca que tienes en tu casa.

KC: Claro. Es como, re lindo, dirían. Pero no sé si lo dicen los argentinos o los uruguayos. 

CF: Argentinos sí, la usamos mucho. 

KC: ¿Sí? Ah. Pero también habías ganado otro premio muy importante que es pivotal para los escritores, que es el Premio Granta. ¿Es sub 35, verdad? 

CF: Sí.

KC: Como las promesas, no sé cómo definirlo, es un don premio. ¿Qué recuerdas de ese premio? ¿Cuántos años tenías? Cuéntanos un poquito.

CF: Son veinticinco autores y autoras, sub-35. Y bueno, es un catálogo que se arma, creo que cada diez años. También envié un cuento, había que enviar un texto de ficción a un certamen. No sé si me acuerdo cómo me enteré, si fue por e-mail o por teléfono, pero sí me acuerdo que fue en plena pandemia y en encierro total. Entonces, de repente recibir una buena noticia en ese contexto, imagínate, era muy movilizante, además que era más chica. Y sí me acuerdo que en Granta, en general, se suele armar algo de que todos o algunos o los que pueden, los antologados, van a una ciudad en particular, creo que iba a ser Barcelona en ese momento, para la inauguración. Pero no se pudo por la pandemia. Entonces hubo toda una situación así como de un Zoom en el que estaba, creo, que Rodrigo Fresán presentando la antología. Y eso fue como un poco de ciencia ficción todo.

KC: Claro, porque era todo virtual. 

CF: Sí.

KC: Ahora, vamos un poco a tu infancia. Leí en una de todas las entrevistas que has tenido que son numerosas, en Página 12 contaste que dormiste durante cuatro años en el living sin una habitación propia cuando fue la separación de tus padres y empezaste a encerrarte en el placard como le dicen, que es el clóset como le decimos en Chile, y sentías las camperas en la cabeza – que linda imagen sentí con eso – Freud, no tengo que ser un genio para decir que te estabas protegiendo, diría, estabas buscando el útero. Y tampoco recuerdas que se hayan vuelto locos buscándote. Me imagino que tus dolores y tus insomnios que viviste en ese minuto no deben haber sido fáciles de resolver.

CF: No. No me acuerdo que había dicho todo eso. Sí, fue eso, una infancia un poco solitaria. Y también como soy la hija menor, llegué un poco a una familia en la que ellos con otros matrimonios ya habían tenido hijos, tengo hermanos muy grandes. Y yo llegué a un matrimonio más grande también. Era una casa de mucho conflicto. Había ahí como una necesidad de ocultarse. Obviamente eso después pasa factura y no me podía dormir, tenía como un insomnio galopante. Durante mucho tiempo tuve un tema de insomnio. Después de adulta no me pasó más. Bueno ahí empecé terapia que es como un clásico acá en Argentina, nadie no se analiza. Y me hizo muy bien porque empecé a hablar que era algo que por ahí yo no hacía tanto, era una persona muy para adentro. Entonces sí, un poco ahí en la comunicación con otro, empezó a haber un poco otra cosa.

KC: ¿Y de adulta cuando estás en momentos complejos tienes como un poco esta sensación de que dejas de hablar de vuelta, para retrotraerte hacia ti misma, para protegerte? ¿o crees que algo que has podido manejar, superar, entre comillas? ¿o tu naturaleza es esa?

CF: Sí, yo creo que es la naturaleza, me cuesta mucho comunicar por ahí, algo de hilar como una idea concreta. Me parece muy sencillo escribir, puedo sentarme y armar toda una historia, una ficción, con ciertas complejidades entre personajes y resoluciones y demás. Pero quizás en lo personal no tengo esa capacidad. Me parece complejísimo poder comunicar lo que uno siente, lo que uno quiere. Bueno, un desafío también poder comunicarlo de una forma que el otro lo entienda. Muchas veces se subestima la comunicación, no es algo que esté dado.

KC: Y además que hoy en día para los escritores y escritoras que les cuesta más hablar, el medio te está exigiendo más hablar. Este mismo ejemplo de estar en una entrevista, un día lunes feriado o en las redes. Antiguamente uno era escritor y era suficiente escribir, hoy en día el medio te está exigiendo otras cosas, que por otro lado, es bueno porque te saca de tu zona de confort.

CF: Sí. O sea, la pregunta por ahí es que es como una época en la que todos hablan todo el tiempo y todos tienen algo para decir sobre todo y bueno, los streams, la imagen, el mensaje, la información, no estaría mal encerrarse un poco en el placard un rato, decir bueno, capaz puedes cuestionarte un poco más lo que tenés para decir antes de decirlo. Creo que está todo un poco más corrido por ahí. A veces abro una red social y siento que están todos gritando, como esa sensación, como basta. Pero sí, eso veo, no me termino de acostumbrar.

KC: Recomiendo que lean el perfil que hizo Leila Guerriero, que te hizo uno muy bueno, muy completo. Bueno, como ella, siempre muy bien escrito. Y ahí dijiste sobre a tu padre y cito: «Mi papá es todo lo contrario a mí. Él nunca entiende bien por qué pienso tanto todo, por qué siempre estoy tan mal, tan problematizada. Como que eso le molesta. En un punto tiene razón. Pero bueno, soy esto, qué voy a hacer. Y él no tiene herramientas para entender que una cabeza funcione de esa manera. Pero hay algo popular que me gusta mucho de él» ¿Eso todavía te representa?

CF: Sí, obvio. No sé a qué me referí con popular. 

KC: Eso mismo te iba a preguntar. 

CF: No, no sé, calculo que algo de algunos consumos culturales o de una forma más liviana de vivir. Popular creo que me refiero como cierto consumo cultural, cierta forma de entrar como un estado más de masas y no cerrarse tanto en lo individual, en cómo me siento, qué quiero. Eso, como una forma más liviana de vivir el día a día.

KC: Y en la relación con tu padre me imagino que tuviste momentos complejos porque dos personalidades tan distintas deben haber chocado, no se deben haber comprendido. Tienen que haber empezado a trabajar en una relación de estos dos seres humanos que se quieren mucho pero que cuesta.

CF: Sí. Él que no tenga una relación compleja con su padre que tire la primera piedra. Pero sí, hablamos diferentes idiomas y es un poco ver dentro de eso en qué puntos nos podemos encontrar y en cuáles no. Igual yo ya a esta edad lo tengo más asumido. Es también un poco aceptar que uno es como es y el otro es como es, y bueno, ¿qué se puede hacer con eso?

KC: ¿Y con tu mamá? ¿Cómo es tu mamá?

CF: Es como una terapia esto. Mi mamá es una persona muy cercana a mí. Hablamos un idioma bastante más parecido. Podemos tener más libertad respecto de los intercambios que tenemos sobre política, sobre cultura, sobre cosas más pequeñas como el día a día. Me parece que me siento mucho más cercana a ella. Es una mujer muy grande ya, creo que uno ya empieza a entrar en ese momento en el que vas concientizando que los padres no son eternos. Es ese momento digamos.

KC: Cuando fuiste más joven, porque eres joven igual, al lado mío, obviamente, tuviste un sinnúmero de trabajos, desde los dieciocho años, para solventar tus gastos. Cuidaste niños, fuiste camarera, vendiste seguros. Y en eso te dijeron que eras muy seria, que tenías que sonreír más. ¿Te hizo sentido en ese momento?

CF: Sí, me pasaba mucho con lo que era atención al cliente. Algo de esa demanda me pasó en dos o tres trabajos, que ya cuando se hizo medio síntoma, segunda, tercera vez que me pasó, dije, porque uno no es consciente mucho del rictus que tiene todo el tiempo. Y yo creo que sí, en general, soy una persona que tiene todo tipo de pensamientos, todo el tiempo, que podría tenerlos menos, pero los tengo. Y eso, quizás sí hace que tengas como una cara más de, no sé si de preocupación, pero bueno, de meditación, de resolución. Y quizás sí, por ahí, un cliente va a comprar un libro, preferís que te reciban como de una manera más liviana, no sé. Sí yo creo que la atención al cliente nunca fue lo mío, claramente.

KC: Claro, no estabas en lo tuyo. Pero es interesante porque uno tiende a pensar en Kafka, que trabajaba también en una empresa de seguros y dije, está bonita la analogía de una buena escritora trabajando en una compañía de seguros que suena bastante, la verdad puede ser muy divertido para algunos, pero yo creo que para nosotras no sé dónde está lo creativo ahí.

CF: Sí. No, eso frente a algunas circunstancias que te va poniendo bueno la situación económica del país y tú situación más personal quizás caes en trabajos que dices, voy a poder hacerlo igual porque hay que hacerlo igual. Y dices, capaz no, realmente hay algo de tu forma de ser que no encaja.

KC: Pero es un camino de autoconocimiento.

CF: Sí, seguro. Sí, claro.

KC: En la feria de libro de Osaka del 2019, antes de la pandemia, dijiste: “Yo quiero escribir siempre cuentos». Estoy citando. «Yo creo que por ahora podría pensar que la escritura es una manera que encontré de llevar ese excesivo pensamiento diario a algo productivo, volverlo obra. Me parece que la escritura es la manera de crear un universo propio y también es un trabajo, haber encontrado un oficio». Bueno, ya no escribes solo cuentos.

CF: No. No sé por qué estaba tan como convencida de que quería solo escribir cuentos. Quizás estaba como un poco enemistada con la idea de, era más como una defensa de decir, bueno, cuando quiera escribir la novela va ser porque quiero hacerlo y no porque obviamente hay siempre una bajada de, el cuento es la antesala, uno empieza a ser escritor con la novela. Como algo de esa idea tan constituida así, es un poco deprimente y quizás era una forma como de ponerme enfrente de eso. Pero sí, me parece que si hay algo que no deje de hacer todos estos años es de escribir. Quizás ahora estoy en un momento un poco más flexible, estoy siendo un poco menos exigente con mi producción, tratando de no escribir por escribir. Y también, quizás sí tengo que aceptar que por ahí estoy en un momento de cierta, como tensión creativa. Pero bueno es parte también, es necesario detenerse un poco para poder relocalizar que es lo que uno quiere hacer y además tampoco me parece que esté bueno estar escribiendo libros permanentemente. No sé, hay algo ahí que me parece que necesita su maduración

KC: ¿Pero entonces ahora estás como diríamos, sin estar escribiendo ningún proyecto en concreto?

CF: Poco. Sí, la verdad que poco en relación con lo que yo suelo estar acostumbrada. Yo creo que siempre fui muy una máquina. Una máquina con connotación amable igual, pero una máquina. Y ahora no, ahora estoy como un poco tratando de decir, bueno estoy aprendiendo a vivir, conectando más con las amistades, con mi pareja, con la familia, algo un poco que por ahí no atendí mucho en su momento, como decir, bueno, ahora estoy dedicándome a ser un poco más humana. Es simbólicamente lo que digo, porque obviamente no es una cosa o la otra.

KC: Pero es un vivir muy distinto. Son muchas horas al día que antes no disponías porque estabas concentrada en tu proyecto y ahora sí las tienes. Me imagino que son desafíos grandes igual.

CF: ¿En qué sentido tener esas horas?

KC: Que no estás produciendo una obra artística, sino que estás levitando en un minuto, estás como en una planicie. O preparándote para algo.

CF: Más o menos. Estoy trabajando, pero no de una forma por ahí, no todo lo que pienso y todo lo que veo está destinado a mi obra. Me doy cuenta de que en ese sentido hay algo un poco más digresivo, que hay cosas que veo que no son necesariamente porque me van a servir para escribir algo, sino que las veo porque me gustan. Me parece que algo de eso está pasando y me gusta igual que esté pasando. Y también hay algo real, es un poco lo que te decía antes de la situación actual que hay en este país, que tampoco hay posibilidades de ponerme a producir una obra de teatro o ponerme a producir una película. Digo, está todo como muy cercenado, entonces no está tan abierta esa posibilidad de estar creando todo el tiempo que antes había, ahora no.

KC: ¿Cómo es tu relación con el cine?

CF: ¿En qué sentido?

KC: Porque acabas de lanzar hace poco un filme, una película.

CF: Sí.

KC: Y me encantaría conocer ese lado tuyo, que siento que quizás que a veces nos centramos en el lado de la escritura y sería lindo conocer lo otro. ¿Qué significa para ti? ¿Cómo es esa experiencia? Si la vives muy distinto.

CF: Sí, por ahí el llevar a cabo es muy distinto, es un trabajo mucho más plural, que te hace salir de tu casa, de tu computadora y de tu cabeza. La película que hice, en principio, fue bastante por encargo, fue una propuesta de un productor porque no estaba en mis planes de hacer un largo. Y bueno, a partir de esa propuesta que llegó bastante en la pandemia, inicios de la pandemia, empecé a desarrollar un guion. Después la dirigí, obviamente, porque ya tenía un recorrido dirigiendo teatro, dirigiendo actores, entonces había algo que me parecía posible, pero igualmente para mí no deja de ser una película de una escritora, yo la veo con ese código. Quizás me parece que ahí, el trabajo está como muy enfocado en el guion, en el trabajo con los actores y las actrices ni hablar, también es algo que me encanta hacer, dirigir. Pero sí, en ese sentido, lo que identifico es que esa comunidad en pos de.

KC: Perdón mi in cultura, pero el guion se puede escribir de una mano o de varias manos, ¿verdad? Es un área que no manejo.

CF: No, eso, lo escribí sola y después se sumó un guionista más de oficio para ayudarme a reformular algunas cosas que por ahí sí estaban en un tono demasiado literario. Eso sí es como un proceso más solitario. Y después lo que es más plural es el rodaje, la preproducción, la post, el sonido, el color, la imagen, el montaje. Es eso, estás todo el tiempo un poco dialogando con gente del oficio que también te va enseñando a vos.

KC: Me imagino. Todo va sumando. La reina del baile, en la presentación de tu libro estuvo Leila Guerreiro y Rodrigo Fresán, dos tremendos escritores. Y vamos a ver lo que dijo Leila, cito: «La de Camila Fabbri es una prosa que parece llegada del espacio exterior. Su voz no admite ninguna domesticación y resplandece como una pieza única». Rodrigo Fresán comentó: «Hace mucho tiempo que no encuentro a alguien o algo así. Y va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a encontrar algo o alguien como Camila Fabbri. No salgo de mi asombro» ¿Cuánto te pesan estas palabras, estos éxitos en el minuto de volver a escribir? Quizás como decir Camila, guau, lo que ya lograste porque en realidad has logrado muchísimo ¿Te aparece este angelito maligno? ¿Cómo lo vives?

CF: Sí, obviamente. Leila igual no lo presentó el libro, eso fue un blur que escribió para el libro. Lo presentamos con Rodrigo. Bueno, hermoso eso que dijo, a mí me parece medio exagerado también, pero bueno. Lo que creo más allá de las palabras o la sensación que dejan las palabras, obviamente, sí, me está quizás pasando un poco que digo, La reina del baile fue un libro que por ahí se leyó bastante, que hay algo que evidentemente de su estructura que funcionó, para algunos sí, para otros no, pero tuvo como una forma de aceptación, y obviamente, mi sensación, bueno, cualquier cosa que vaya escribir después de ese libro, va ser peor, es obvio, como que no hay forma que sea mejor o igual. Porque uno tiende a comparar y uno tampoco quiere repetir la fórmula, no digo que porque sea un hit solo digo que cuando sentís que algo funcionó después sentís que lo que venga inmediatamente después, no va funcionar. Igual es una idea súper como enroscada pero es un poco así también. Entonces si quizás estoy como un poco tratando de desentrañar esa sensación en la que entre para ver con que me puedo encontrar ahora. 

KC: No es fácil, no debe ser fácil.

CF: No, fácil no es.

KC: Es un problema dulce.

CF: Sí, claro. Pero es algo que yo no se lo digo a nadie, imagínate que voy andar, estoy preocupada porque me van a decir, bueno, preocúpate por algo en serio.

KC: Pero objetivamente para los que nos dedicamos a este oficio es un problema. Puede ser dulce menos amargo, pero es un problema porque es a lo que uno se dedica, y a uno le gustaría no sobre pensar sobre estas cosas y son sentimientos que tampoco puedes ponerlos en el placard, digamos, vamos a esconderlos ahí. 

CF: Sí. Son un poco las cosas con las que la gente que escribe está ahí debatiéndose.

KC: Escribiste El día que apagaron la luz sobre el incendio de la discoteca República Cromañón. Han pasado dos décadas de esa masacre y has podido resignificar un poco lo que literalmente tú te salvaste por veinticuatro horas. Una cosa es que escribiste ese libro dando cuenta de lo que había sucedido, pero ¿sientes que hay algo que tú como que quieras devolver o un sentimiento milagroso, algo que te haya hecho trascender después de un evento así?

CF: No. Creo que no lo escribí necesariamente desde un lugar de salvación personal o de resolución personal. Sí creo que teniendo la capacidad de escribir o de comunicar, o de dedicarme a eso, era algo que sentía que en algún momento quería hacer porque lo tenía muy presente, que fue algo bastante constitutivo para mí, para la gente que me rodea, para mis amigos de esa época que tampoco son tantos, no es que ahora conservo amigos de la secundaria que hayan ido a ver rock, era como un grupo de gente particular. Pero sí, durante muchos años tuve ganas de escribir algo respecto de la tragedia y no sabía mucho cómo encararlo, desde qué género. También en algún momento pensaba si podía hacer algo más teatral, después me di cuenta que no, que no iba a saber cómo. Entonces lo dejé como en una zona mucho más liberada. Empezó a aparecer una voz mía que era como algo más de diario, después empezaron a aparecer las posibles voces o testimonios de gente que me rodea, mucha gente que estuvo cerca, mucha gente que no, digamos que esas voces también importan, no son solo los que estuvieron ahí esa noche internados. Traté eso, de darle una dimensión un poco más grande a las opiniones o a las sensaciones que dejó algo así. Y después, en lo personal, sí, obviamente yo creo que pesó haber estado ahí la noche anterior pero no es que por eso escribí el libro. Creo que eso determina un vínculo particular con la tragedia, pero no es el motivo nodal que me hace escribirlo.

KC: Volvamos a La reina del baile, donde dijiste también: «Todos los personajes tienen algo mío, aunque no es estrictamente una autobiografía, estoy de algún modo en Paulina, en Maite, probablemente Lara, en algunas más que otras, pero sus caracteres fueron exagerados para la ficción. Lo que me interesa es entender que están en un proceso lleno de contradicciones». Cuando uno escribe, pone mucho de uno. ¿Con cuál de todos estos personajes femeninos te sientes un poco más cercana?

CF: Depende del día, no sé, es como ese meme de, bueno, a ver ¿cuál de todos estos sos hoy? Hoy me levanté más Maite. Te mentiría si te dijera con una. Me parece que realmente hay algo de escribir una historia con personajes como plurales, plurales quiero decir como muchos personajes, que me parece que todos tienen algo muy intrínseco de uno como autor. Quizás es más complejo si uno escribe una novela de no sé, de caníbales, de asesinos, decís bueno, no sé si hay algo más. 

KC: Ahí estaría más difícil.

CF: Pero creo que, si uno puede escribir con cierta verdad, sin ponerse muy general y que no hay algo ahí como más superficial o más plástico, si uno trata de que tengan como una envergadura real, obviamente uno está hablando de uno. Es imposible escindirse totalmente. Quizás siento más distancia con la quinceañera, pero por una cuestión no sé si etaria o de esa liviandad que uno tiene a esa edad, que después nunca más sos así. Por ahí podría pensar.

KC: ¿Y cuál es tu relación? A ver, porque tocas temas súper candentes, que es la maternidad, congelar óvulos, cómo vamos a ser madres. ¿Cómo ves tú para ti la maternidad? ¿Qué es para ti la maternidad hoy?

CF: Estoy en conflicto con eso, no sé qué responder. Yo creo que una mujer va pasando por muchos estadios con eso. En un momento es como algo súper claro, por ahí que uno tiene un deseo muy claro, muy definido de que eso es algo que quiere vivir, es un lugar al que le gustaría llegar. Después, cuando estás más cercana a eso, te das cuenta de que en realidad no. Y me parece que también hay algo del presente en el que estás viviendo, el contexto, de vuelta, lo sociopolítico que un poco también te decís, no es un momento para tener a alguien en este mundo. Creo que es eso. No es como un pensamiento unilateral, me parece que está totalmente contaminado por muchas cosas.

KC: ¿Pero eso lo estás conversando contigo misma?

CF: Sí.

KC: Es algo que no lo tienes ahí en una esquina tu vida, sino que está presente en tu vida, es una preocupación en tu vida de cómo vas a llegar, porque, es inevitable en las mujeres cuando nos acercamos los cuarenta.

CF: Sí. Claro, eso. Estoy en la edad de la conversación con eso. No me queda opción.

KC: No te queda opción. Bueno, Camila, te quiero agradecer muchísimo tu conversación, tus pensamientos, digresiones, tu narrativa. Gracias por haber estado hoy en Espiral, en este día feriado, que sé que es difícil. Y espero ver en algún minuto otros cuentos, otra novela, algo por ahí que me diga Camila Fabbri con doble B, me llamó mucho la atención con doble B. Así que muchas, muchas gracias.

CF: Muchas gracias a vos.

 

Cierre

            ¿Les sorprendió que Camila declarara que “cualquier cosa que vaya escribir después de ese libro, va ser peor, es obvio, como que no hay forma que sea mejor o igual. Porque uno tiende a comparar y uno tampoco quiere repetir la fórmula”. Yo la entiendo plenamente y es un temor que nos nace a todos los escritores. Quizás que escribir se trata de eso, de sobreponerse a los miedos y seguir adelante. Chaoooooo.

 

 

Lee. Escribe. Crea con Camila Fabbri.