Oda a mis recomendaciones #188
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Una novela
Muerte con pingüino de Andrei Kurkov
Cuando Muerte con pingüino apareció en 1996, su autor, Andrei Kurkov (Leningrado, 1961), comenzaba un camino que lo llevaría rápidamente al reconocimiento internacional. Escrita originalmente en ruso, la novela fue traducida al ucraniano recién en el año 2000. Desde entonces, no ha dejado de circular: sus ediciones han llegado a decenas de idiomas y su lectura sigue provocando la misma extrañeza inquietante que la convirtió en un pequeño clásico contemporáneo. En español, contamos con una magnífica traducción de Mario Grande y Mercedes Fernández, publicada por Blackie Books.
Conoce al autor:
Kurkov tiene una biografía singular, casi novelesca: traductor de japonés, funcionario de la KGB, guardia de prisiones en Odesa. Hoy reside en Ucrania, y en los últimos años ha publicado Diario de una invasión, un testimonio personal de la guerra entre Rusia y Ucrania. Aunque su obra es amplia, sus temas giran siempre en torno al mundo postsoviético: la disolución de los órdenes conocidos, el vacío moral, la corrupción sistémica. Muerte con pingüino fue el libro que lo dio a conocer mundialmente, y años después publicaría su continuación, Pingüino perdido, donde retoma a sus protagonistas bajo nuevas circunstancias.
He leído Muerte con pingüino dos veces. La primera, por simple placer: me sorprendió la propuesta original, el tono seco y la economía extrema de recursos narrativos. La segunda fue más consciente, al leerla con los ojos puestos en los significados ocultos, en las capas de sentido que Kurkov desliza bajo la superficie de la trama. Y es que, como sucede con cierta gran literatura, aquí la forma engaña: su aparente sencillez es apenas el umbral de algo mucho más complejo.
La novela suele clasificarse como novela negra, pero esa etiqueta queda corta. Hay también en ella algo de literatura del absurdo, incluso de sátira kafkiana. En rigor, se trata de un relato sobre una sociedad colapsada, atravesada por el crimen organizado, donde la vida humana ha perdido prácticamente cualquier valor.
De qué trata Muerte con pingüino:
El argumento es sencillo: Viktor, un escritor en crisis, adopta un pingüino luego de que el zoológico de Kiev, incapaz de mantener a los animales tras el derrumbe soviético, los entrega a particulares. Sin otra opción, acepta un trabajo extraño: escribir necrológicas por encargo para un periódico. Pronto descubre que esas necrológicas son, en realidad, anuncios de futuras muertes, y que sin saberlo ha quedado atrapado en una trama criminal mucho más amplia. Mientras tanto, su vida personal se enreda: cuida de Sonia, la hija de un conocido, y forma pareja con Nina.
Pero más allá de los giros argumentales, el verdadero núcleo de la novela está en lo que no se dice: un retrato demoledor del Kiev postsoviético, donde la soledad es casi absoluta, los vínculos humanos son frágiles o interesadamente construidos, y la corrupción atraviesa la totalidad de la vida pública. Hasta un pingüino puede convertirse en el confidente más fiel de un hombre desorientado. El vínculo entre Viktor y el animal tiene algo de espejo: ambos son criaturas desubicadas, desplazadas de su hábitat natural. Kurkov subvierte incluso las categorías biológicas: el pingüino rey, por definición gregario y antártico, aparece aquí aislado en un departamento de Kiev, rodeado de frío humano.
A pesar de la presencia constante de la muerte, casi nunca asistimos a ella directamente: las muertes se mencionan, pero no se narran. Lo macabro queda fuera de campo, lo que aumenta, paradójicamente, la inquietud del lector.
Critica social:
La crítica social es feroz. Kurkov retrata con sutileza el vacío moral, la decadencia institucional, el paisaje urbano en ruinas, la violencia subterránea que impregna la sociedad ucraniana tras la caída del comunismo. La corrupción aparece como un estado naturalizado de las cosas, especialmente en las esferas militares y políticas.
Para quién es esta novela:
El lector descubrirá por sí mismo el sentido profundo del título. Solo diré que Muerte con pingüino puede leerse de dos maneras: como una historia curiosa y entretenida, o como la radiografía despiadada de un mundo que ha perdido el suelo bajo los pies. Lo notable es que ambas lecturas son posibles al mismo tiempo. Esa ambigüedad, ese filo entre el humor negro y la tragedia soterrada, es quizás el mayor logro de Kurkov.
En el taller de lectura de esta semana:
Una película
“La semilla del fruto sagrado” dirigida por Mohammad Rasoulof por Amazon Prime
Vi esta película hace un tiempo, pero algo me empuja a volver a ella ahora. Hay filmes que se quedan quietos, esperando el momento en que el mundo que retratan se parezca peligrosamente al nuestro. Esta es una de ellas. Aunque el final me dejó algo desconcertada, la propuesta es potente y vale cada minuto. Hay que verla.
El director, Mohammad Rasoulof, fue sentenciado en Irán a ocho años de prisión. Logró huir a Alemania. Aún con esa amenaza sobre sus espaldas, estuvo en la alfombra roja de Cannes. La película —rodada en secreto, casi como un acto de resistencia— fue celebrada por la crítica y ganó el premio a la Mejor Película Internacional en la National Board of Review. Además, fue seleccionada para representar a Alemania en los próximos Premios Óscar.
Sobre su director:
Lo que hay detrás de cámara es tan intenso como lo que se ve en pantalla. El rodaje duró setenta días, entre fines de 2023 y marzo de 2024. Rasoulof tuvo que sortear múltiples restricciones: solo podía filmar unos pocos días seguidos, bajo riesgo constante. Mientras grababa, llegó la noticia de su condena. Confiaba en que la apelación tomaría tiempo, pero la urgencia lo obligó a huir. Dejó atrás su casa, sus dispositivos, su país.

¿De qué va la película?
La historia sigue al juez de instrucción Iman, quien se ve atrapado por la paranoia en medio de los disturbios políticos en Teherán. Cuando su pistola desaparece, comienza a sospechar de su esposa y de sus hijas. A partir de entonces, impone medidas cada vez más drásticas, que tensan los lazos familiares mientras las normas sociales comienzan a derrumbarse.
El título alude a una especie de higuera que se propaga “enroscándose en otro árbol y estrangulándolo”. Esta imagen se ha interpretado como un símbolo del régimen teocrático en Irán.
Es una película difícil, sí, pero también necesaria. No porque nos entregue respuestas, sino porque nos obliga a mirar de frente lo que preferiríamos ignorar. Y a veces, en medio del espanto, aparece una verdad que necesitamos decir en voz alta: aún hay quienes arriesgan todo para contar lo que está pasando.
¿Escuchaste la entrevista en profundidad a Leila Guerriero? Aquí puedes encontrar el audio:
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Karen.
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