Los planes semanales, mensuales, anuales, quinquenales de pronto, se detienen. Un viernes de octubre los 18 millones que habitamos en esta pequeña franja hemos suspendido sueños, trabajos y citas.
Mi Chile.
Ya sea en casa, en la oficina, en la micro, en la universidad y en el colegio. En el metro ¡oh sobre todo en el metro! En los hospitales.
La violencia se inicia tímida. Por ahí, en medio de salas de clases, luego crece. Se traslada al espacio público. Al metro.
Terror. Miedo. Traumas pasados. Pánico por ambos bandos.
Lo ignoramos. Es el pájaro del alma revolotea por nuestras calles y sueños.
Los cajones del pájaro del alma en Chile.
Me pregunto.
¿Abrimos el cajón del egoísmo
Y también el del enojo?
¿Solo el del vandalismo
Y el del resentimiento?
El pájaro del alma se cansó.
Buscó en las marchas ese sueño trizado.
El sueño de un Chile que revolotea con el pájaro.
Él abre su cajón.
De la ilusión,
justicia y un Chile distinto.
Ideales decimonónicos en un mundo del XXI.
Pero mi pájaro sigue buscando. Me ha preguntado al oído esta mañana ¿Dónde quedaron las miradas prístinas?
Suaves de la mañana de primavera cuando los sueños salen por los poros de los jóvenes y por la piel de los adultos.
¿Dónde?
Encerrados en la violencia.
“No” le respondo con crudeza.
“Mira bien”, agrego, te estás confundiendo.
Esos: la minoría.
Fíjate un poco más allá. ¿Ves esos pasos?. Las manos se extienden. Las voces cantan.
Es un Chile nuevo.
Escribo con el corazón cerrado pero el alma abierta al sueño. De aquí vamos a salir bien. Ignoro cómo. No soy política. No soy profetisa. Soy. Mujer que busca trascender. Dar sueños y alegrías.
Escribo desde el alma. Desde mi pájaro del alma.
Es lo único que se me ocurre.
Es mi contribución a un mundo que necesita volar. Con un abrazo. Con sueños.
Quisiera defender a unos. A otros.
Pero no puedo. Porque lo único que realmente sé es
escribir.
El pájaro del alma nos está uniendo.
En las calles.
En mi casa.
En la limpieza del metro
Y también, en la cola del supermercado. Hasta el auto.
De verdad te pregunto ¿cómo estás? ¿los tuyos?
Es la generosidad que se había escondido en el cajón de la violencia.
Ese es el pájaro del alma que revolotea cerca de ti, muy cerca.
¿Te susurró esta mañana el pájaro del alma?
A mis hijos les leía El pájaro del alma antes de dormir. Debería ser parte de la lectura obligatoria en cada aula de Chile. Quizás, con eso, borramos el odio y la violencia.
En El pájaro del alma leemos:
“Existe un cajón para el enojo y
otro para la tristeza,
Un cajón para la envidia
y un cajón para esperanza
Un cajón para la decepción
y un cajón para la desesperación,
Un cajón para la paciencia
y un cajón para la impaciencia.
También hay un cajón para el odio,
y otro para el enojo,
y otro para los mimos.
La historia puede haber comenzado así.
Marchas. Estudiantes. Destrozos. No respetan la ley y el orden. Ni a los docentes. Sus mentores. Boletos sin pagar. 80 y 30 pesos. Colas en el hospital. Ancianos botados. Desmanes. Carros destrozados. Vidas de esfuerzo anuladas. Quiero regresar al trabajo. Metro al fuego.
Entonces,
con la marcha. El cacerolazo. Fuerza pública. Toque de queda.
El pájaro quiere orden para volver a soñar.
Empezamos el nuevo capítulo.
Vemos que el pájaro ya te habla.
Con la limpieza de calles y la comida para los que no pueden comprar.
El pájaro de alma se acerca a cada chileno.
El que sueña los sueños.
Aunque no los deja tranquilo.
Eres responsable, le dice en algo más que un susurro.
¿Dónde quedó tu sobremesa en tu hogar?
La dejé en el teléfono.
¿Dónde quedaron tus líderes?
Encerrados en sus twitter
(y votos, me susurra el pájaro)
¿Y tus sueños?
Pinterest.
Instagram.
Facebook.
El pájaro del alma busca ideales,
donde los niños estudien cada mañana,
con su marraqueta con mantequilla.
A la abuela la atiendan para su diálisis.
y la madre dé a luz en un lugar limpio.
Hay que volar y volver a soñar. Escribo con el pájaro del alma
Hondo, muy hondo,
Dentro del cuerpo habita el alma.
Nadie la ha visto nunca
pero todos saben que existe.
Y no solo saben que existe,
saben también lo que hay en su interior.
En mi alma habita mi pájaro escritor. No soy de grupos. Ni de protestas. Pero puedo comunicarme.
Vuelvo a las páginas antiguas y recicladas de libros que dormitan en las repisas.
El pájaro del alma va a abrir los cajones de la paz y de los sueños.
El pájaro del alma habita en los jóvenes, en los que sueñan un sueño.
Habita mí que quiero mis letras.
Y mi mundo de sueños.
Como ves, el pájaro del alma también recorre las calles de mi país.
Camina con tus sueños.
Este pájaro quiere aplacar la angustia. Nos invita a conversar y dejar atrás la violencia.
Es un nuevo pájaro del alma que revolotea.
Incierto.
Búsqueda bellísima.
Cuéntame ¿cómo te ha hablado tu pájaro del alma?